Cuando la China imperial llegaba a su fin, una mujer ejerció el poder con ambición y determinación. La emperatriz Cixi, la última de la dinastía manchú, reinó con mano firme y no dudó en eliminar de su camino a todo aquel que le hiciera sombra, dentro de la Ciudad Prohibida y fuera de ella, pues puso en jaque a Japón y a las potencias occidentales.
La hija del guardia
La hija del guardia
Yehonala nació el 29 de noviembre de 1835 en Pekín. Poco o nada se sabe de su infancia, salvo que su padre era uno de los guardianes de la Ciudad Prohibida. Parece ser que la bella Yehonala, conocida también como Orquídea, era una bella muchacha de 15 años cuando pasó a formar parte del extenso harén del emperador Xianfeng. Durante mucho tiempo, Yehonala pasó totalmente desapercibida entre las muchas concubinas que poblaban la Ciudad Prohibida, hasta que el emperador se fijó en ella. No sólo eso, Yehonala tuvo la suerte de quedarse embarazada. El 27 de abril de 1856 daba a luz un niño, Tongzhi, que se convertía en el primero en la línea sucesoria, pues la emperatriz titular, Ci’an no había conseguido darle un heredero al emperador.
Madre y regente
Madre y regente
Yehonala fue labrando una red de influencias y empezó a ejercer el poder en la sombra, un poder que mantendría en sus manos durante más de 40 años. En 1860 se declaraba la Segunda Guerra del Opio, en la que Inglaterra, ayudada por Francia, iniciaba por segunda vez un conflicto armado contra China para hacerse con el lucrativo comercio del opio. Ante la amenaza de los ejércitos occidentales que llegaron hasta las puertas de la Ciudad Prohibida, la familia imperial huyó para refugiarse en la residencia de caza de Yehol. Agotado y afectado por el consumo de opio, el emperador moría el 22 de agosto de 1861.
Yehonala tomó entonces el nombre de Cixi y asumió el papel de regente de su hijo, el joven emperador de 6 años, Tongzi. Así, hasta 1873, año en el que Tongzi asumía la mayoría de edad, China fue gobernada por dos mujeres, las emperatrices Cixi y Ci’an.
Pero el 12 de enero de 1875, apenas dos años después de haber asumido el poder, el emperador Tongzi fallecía a causa de la viruela. Las dos emperatrices volvían entonces a asumir la regencia durante 7 años, hasta la muerte de la emperatriz Ci’an. Cixi gobernaría entonces en solitario.
La antigua concubina, consciente de la falta de un heredero directo, pues a pesar de que su hijo Tongzi se había casado no había tenido descendencia, escogió a su sobrino, un niño de 3 años, como el próximo emperador. El pequeño Guangxu creció al lado de su tía hasta que cumplió la mayoría de edad y asumió el poder. Un poder relativo pues, igual que el anterior emperador, Guangxu fue una marioneta en manos de la emperatriz Cixi.
En aquellos años la emperatriz Cixi hizo prevalecer sus ideas conservadoras y antioccidentales. Con la intención de preservar la dinastía y la tradición, la emperatriz no dudó incluso en aliarse con los bóxers durante su rebelión. La guerra de los bóxers duró dos años aproximadamente, entre 1899 y 1901. En este tiempo, las fuerzas conservadoras e inmovilistas chinas intentaron frenar las influencias japonesas y occidentales. En los levantamientos, miles de extranjeros, progresistas y cristianos fueron asesinados.
La emperatriz Cixi tuvo que asumir la derrota de los bóxers y aceptar las condiciones de paz dictadas por Japón y las potencias occidentales. Cuando la emperatriz Cixi volvió a la Ciudad Prohibida nombró a Puyi, sobrino de Guangxu, emperador. Sería el último de la dinastía. Poco tiempo después, el 15 noviembre de 1908 moría la última emperatriz de China.
Yehonala tomó entonces el nombre de Cixi y asumió el papel de regente de su hijo, el joven emperador de 6 años, Tongzi. Así, hasta 1873, año en el que Tongzi asumía la mayoría de edad, China fue gobernada por dos mujeres, las emperatrices Cixi y Ci’an.
Pero el 12 de enero de 1875, apenas dos años después de haber asumido el poder, el emperador Tongzi fallecía a causa de la viruela. Las dos emperatrices volvían entonces a asumir la regencia durante 7 años, hasta la muerte de la emperatriz Ci’an. Cixi gobernaría entonces en solitario.
La antigua concubina, consciente de la falta de un heredero directo, pues a pesar de que su hijo Tongzi se había casado no había tenido descendencia, escogió a su sobrino, un niño de 3 años, como el próximo emperador. El pequeño Guangxu creció al lado de su tía hasta que cumplió la mayoría de edad y asumió el poder. Un poder relativo pues, igual que el anterior emperador, Guangxu fue una marioneta en manos de la emperatriz Cixi.
En aquellos años la emperatriz Cixi hizo prevalecer sus ideas conservadoras y antioccidentales. Con la intención de preservar la dinastía y la tradición, la emperatriz no dudó incluso en aliarse con los bóxers durante su rebelión. La guerra de los bóxers duró dos años aproximadamente, entre 1899 y 1901. En este tiempo, las fuerzas conservadoras e inmovilistas chinas intentaron frenar las influencias japonesas y occidentales. En los levantamientos, miles de extranjeros, progresistas y cristianos fueron asesinados.
La emperatriz Cixi tuvo que asumir la derrota de los bóxers y aceptar las condiciones de paz dictadas por Japón y las potencias occidentales. Cuando la emperatriz Cixi volvió a la Ciudad Prohibida nombró a Puyi, sobrino de Guangxu, emperador. Sería el último de la dinastía. Poco tiempo después, el 15 noviembre de 1908 moría la última emperatriz de China.
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La ciudad prohibida, Anchee Min
Género: Novela histórica
La última emperatriz, Anchee Min
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Por Sandra Ferrer
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