RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

jueves, 31 de marzo de 2016

La archiduquesa roja, Isabel María de Austria (1883-1963)


Cuando el príncipe heredero del Imperio Austro-Húngaro fallecía en extrañas circunstancias en el pabellón de caza de Mayerling, su única hija era una niña de tan sólo cinco años. Ajena al drama que vivía su familia, la felicidad infantil de la pequeña Erzsi pronto dio paso a una vida de desarraigo y tristeza. Con un padre desaparecido y una madre que nunca mostró por ella el más mínimo cariño, fue el emperador Francisco José el único que sintió por ella un afecto sincero. Isabel María de Austria fue una de las nietas de la flamante y desdichada emperatriz Sissí. Y como ella, pasó una etapa de su vida viajando en una huida desesperada de su propio destino y sufriendo por la vida que le tocó vivir. Solamente al final de sus días, cuando se unió a un humilde profesor y político, fue un poco feliz. Para entonces había renunciado a sus derechos dinásticos y se había acercado al partido socialdemócrata, lo que le valió el apodo de la archiduquesa roja.

Isabel María Enriqueta Estefanía Gisela de Austria nació el 2 de septiembre de 1883 en el palacio austriaco de Laxemburgo, situado a las afueras de Viena. Sus padres eran el príncipe heredero de la casa de Habsburgo, Rodolfo, y su esposa, la princesa belga Estefanía. Un matrimonio de conveniencia que no tuvo precisamente una historia feliz. La llegada al mundo de la pequeña Isabel fue un acontecimiento doloroso para la madre y triste para el imperio, pues todos esperaban a un hijo varón. A la frustración de no haber dado a la dinastía de los Habsburgo un niño, se unió la desoladora noticia de la infertilidad que sufrió poco después Estefanía a causa de una enfermedad venérea transmitida por su propio esposo, quien hacía tiempo que mantenía escarceos amorosos con otras mujeres.



El 30 de enero de 1889, el cuerpo sin vida de su padre aparecía al lado del de su última amante, la baronesa María Vetsera. A pesar de ser muy pequeña, Erzsi, como se la conocía cariñosamente en la familia y en sus círculos más íntimos, mantuvo siempre un breve pero intenso recuerdo de Rodolfo, quien siempre que pudo estuvo al lado de su hija. 

Con una madre que nunca quiso responsabilizarse de ella, Erzsi creció bajo la protección de su abuelo paterno. Fue sin duda la nieta preferida del emperador Francisco José, quien la acogió en Viena y la tuvo a su lado hasta que contrajo matrimonio. Convertida en una joven de diecisiete años, en el recién estrenado siglo XX, Erzsi se fijó en un joven militar perteneciente a una familia de la baja aristocracia. Se llamaba Otón de Windisch-Graetz y además de ser inferior en clase social, ya estaba comprometido. Erzsi, empeñada en casarse con él, instó a su abuelo a que obligara a Otón a aceptarla como su esposa. Francisco José se avino a los caprichos de su nieta pero puso una importante condición. Puesto que el matrimonio era morganático, Isabel María de Austria debería renunciar a sus derechos dinásticos, aunque continuó conservando el título de alteza imperial y recibió una dote considerable.



Tras su matrimonio, celebrado el 23 de enero de 1902 en la capilla real del Hofburg, la pareja vivió primero en Viena para trasladarse poco después a Praga donde nacerían los dos hijos mayores, Francisco José y Ernesto. Hacia 1906, se instalaron en la que sería residencia definitiva de la familia, un castillo en Bohemia conocido como Ploschkowitz. Allí nacerían los otros dos hijos de la pareja, Rodolfo y Estefanía. Otón decidía entonces retirarse de la vida militar y dedicarse de lleno a la administración de sus bienes y del castillo. Erzsi por su parte, inició un declive personal marcado por la mala salud de sus hijos, la escasa vida social y las continuas infidelidades de Otón. Asqueada de su vida en Bohemia, Erzsi decidió en 1912 iniciar una etapa itinerante, imitando a su abuela, la errante Emperatriz Sissí. Al año siguiente, su corazón se vio consolado por un joven militar llamado Egon Lerch que acabó convirtiéndose en su amante. Pero la felicidad de Erzsi se truncó en plena guerra mundial cuando Egon falleció en un submarino que fue atacado por un obús enemigo. Antes de la muerte de su amante, Erzsi se había planteado seriosamente separarse de su marido, algo que continuó manteniendo en su interior y que decidió llevar a cabo tras la desaparición del emperador Francisco José en 1916.



Lo que Erzsi no se esperaba era que la familia imperial en pleno, incluida su propia madre, se opusieran a su voluntad. No sólo eso sino que la opinión pública se hizo eco de la situación. No fue hasta 1924 que, tras un largo y penoso litigio legal, consiguió separarse de Otón y mantener la custodia de sus hijos. Para entonces, Austria se había convertido en una república pero al haber renunciado a sus derechos dinásticos, ni su fortuna ni su posición en Viena se vio alterada. Antes de separarse legalmente, Erzsi conoció al que sería su último y verdadero amor, un político socialdemócrata llamado Leopold Petznek que la acercó a la socialdemocracia, partido al que se afilió en 1921. Convertida en la “archiduquesa roja”, como se la conoció entonces por sus actividades políticas, Erzsi se mantuvo al lado de Petznek y sufrió el rechazo frontal de sus propios hijos quienes se alejaron irremisiblemente de su lado. En 1935, tras la muerte de la esposa de Leopold, que vivía recluida en un sanatorio mental, contrajeron matrimonio.



La felicidad de Erzsi volvió a truncarse en 1944 cuando Leopold fue detenido por los nazis y trasladado al campo de concentración de Dachau, de donde pudo salir con vida en marzo de 1945. Cuando Leopold Petznek fallecía en julio de 1956, Erzsi era ya una anciana postrada en una silla de ruedas. Desde entonces y hasta su muerte, el 16 de marzo de 1963, la que fuera nieta del último gran emperador del Imperio Austro-Húngaro, vivió en soledad en su villa de Hütteldorf. 



Según el testamento de María Isabel de Austria, sus hijos recibieron lo mínimo que estipulaba la ley. Todos sus bienes muebles e inmuebles fueron donados a las autoridades austriacas, excepto una parte que fue a parar a algunas personas que la ayudaron en algún momento de su vida, sin olvidarse de las carmelitas que rezaban por el alma de su padre en Mayerling ni de los capuchinos que velaban sus restos mortales en la cripta vienesa donde descansan todos los miembros de la familia imperial. Menos ella. Erzsi consiguió lo que ni su padre ni su abuela desearon en vida, descansar eternamente lejos de la Cripta Imperial. Los restos de Isabel María de Austria descansan en una tumba sin nombre en el cementerio de Hütteldorf.





 Si quieres leer sobre ella 


La sombra de Sissi
María Pilar Queralt del Hierro









Por Sandra Ferrer
Subido por Cecy Méndez Bejarano

viernes, 25 de marzo de 2016

No hay micro-machismos: ¡es el machismo cultural y cotidiano!

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Demián Reyes
Varios teóricos y pensadores que han postulado terminologías a mediados y finales del siglo XX proponen conceptos interesantes y basados en el conocimiento objetivo, pero su proselitismo a los prefijos, las oraciones rebuscadas y la hiperbolización de su discurso muchas veces modifica la esencia real del fenómeno que se pretende explicar.
Últimamente, se ha viralizado el término “micro-machismo” que fue acuñado por el psicoterapeuta Luis Bonino a principios de la década de los 90’s. Lo describe como una “práctica de violencia cotidiana, casi imperceptible”. A partir de este motiv, desglosaremos conceptualmente al micro-machismo y al machismo cultural, propuesta ampliada más allá del primer término.
1) ¿Qué es considerado como un micro-machismo? Son demasiadas prácticas, pero principalmente la creencia de que la mujer debe seguir cierta línea en las relaciones familiares, amorosas, laborales y por supuesto, en la conformación de la cultura contemporánea como el rol que ha tenido desde hace siglos: sumisión generalizada. Entre los coloquios que representan estas abominaciones nos encontramos: “no debes escuchar ese tipo de música, es muy rudo”, “ni se te ocurra volverte a embarazar”, “¡tu falda está demasiado corta!, “se hará lo que diga papá”, ¿cómo puedes salir con eso a la calle?” ó “¿así que estás saliendo con varios hombres?, ¡eres una zorra!”.
En un ensayo previo, he definido que “la violencia es la relación de fuerzas de unos contra otros, de unos en pos de otros, en defensa, conveniencia o de forma patológica” [1], en este sentido, las creencias cotidianas como las anteriores son un antecedente hacia la violencia, puesen continuidad con estos comportamientos se abren las puertas a la más amplia dominación patriarcal por sobre de la vida de la mujer, ya sea con un "chiste" o con una expresión de superioridad, se forma dicha relación de fuerzas. Johan Galtung y Pierre Bordieu hablan más críticamente de una violencia invisible o ‘simbólica’, que psicológicamente, controla el comportamiento generalizado hasta el punto donde la supremacía masculina se vuelve un ejercicio determinado de poder [2] dentro de una costumbre relacional.
2) Pero nos haremos la cuestión, ¿acaso estas prácticas no son también denunciadas como parte del machismo histórico y universal?. Aquí damos paso a explicarnos el machismo cultural.
Pongámonos serios y ampliemos nuestras palabras. ¿Es real la sociedad post-industrial o sólo es el desarrollo tecnológico de los medios de producción humana y el outsourcing?, ¿el posmodernismo responde al espíritu de los individuos o es la individuación de unos cuantos para superar los absurdos de la modernidad? El micro-machismo no es más que una expresión del machismo histórico en su categoría cultural.
Las categorías son imperativas para facilitar los procesos de aprendizaje y asimilación. El machismo cultural responde a esa necesidad cognitiva que nosotr@s transformarnos en prácticas emancipadoras.
El micro-machismo es valorativo, y como juicio de valor, intercede a particularizarse. ¿Acaso es la misma reacción de una madre o una abuela que toda la vida han estado en la cocina, cuando se les dice que esa no es su ‘tarea natural’, a la de una joven recién violada por vestir una falta de ‘tres dedos’?, por supuesto que no, allí la dominación valorizada, para una conciencia rutinaria, generará dificultades para entender que tanto la explotación en la cocina como la violación son prácticas, mayoritariamente machistas, y emocionalmente, la segunda es mucho más trágica y dolosa que la primera.
Para gran parte de los patrones de la especialización/exclusión laboral de la mujer (específicamente en restaurantes, servicios de intendencia y departamentos judiciales, donde la mujer es más bien un adorno visual para brindar servicios) son parte de algo que se dibuja como un mapamundi, porque así lo ha vivido toda esta comunidad laboral en su experiencia de trabajo, pero en esa línea, puede que resulte también una contradicción increíble, que los hombres de este tipo de servicios, laven platos, hagan la comida de la casa o tengan una relación igualitaria con sus parejas. Así, la cuestión del machismo cultural no siempre estaría determinada por la división del trabajo.
Queda claro que somos una reproducción del entorno (natural y social) en todas nuestras actividades y relaciones. No somos micro-reproducciones. Cada individualidad y cultura muestran distintas reacciones a los fenómenos del machismo.
No minimicemos los términos: integrémoslos como un sistema completo, hegemónico y que hay que destruir gradualmente, a la par de su imperial economía globalizada y todas las violencias injustificadas del mundo.

[1] “La Epistemología de la Violencia: Estado vs Sociedad”, 03 de Mayo de 2015. En línea en: http://www.portaloaca.com/opinion/10360-la-naturaleza-de-la-violencia-estado-vs-sociedad.html
[2] El poder por sí mismo es indeterminado. Se vuelve una herramienta productiva y de qué-hacer social –o de explotación con tildes de autoritarismo- cuando el sujeto lo determina según su voluntad o intereses.
Publicado el 24 de Marzo de 2016 en: 

miércoles, 23 de marzo de 2016

La hermosa sufragista, Inez Milholland (1886-1916)


El 3 de marzo de 1913 ocho mil mujeres marcharon por la Avenida Pensilvania de Washington para reivindicar el sufragio femenino. A la cabeza de aquellas mujeres, una hermosa amazona portando una corona y una larga capa blanca, cabalgaba orgullosa de abanderar un hito histórico. Inez Milholland se había convertido en una de las sufragistas más beligerantes por la causa que por su belleza se convirtió en la imagen visible de las distintas manifestaciones que se realizaron en los Estados Unidos a principios del siglo XX. Pero además de tener una cara bonita, Inez Milholland era una mujer inteligente y con una energía imparable que dedicó toda su vida a causas como el sufragio femenino y la defensa de los derechos de los más desfavorecidos. 

Inez Milholland nació el 6 de agosto de 1886 en el barrio neoyorquino de Brooklyn. Era la mayor de tres hermanos. Su padre, John Elmer Milholland, era un reportero del New York Tribune, además de editor y empresario. Uno de sus negocios, relacionados con la venta de tubos pneumáticos, permitió a su familia vivir holgadamente. John se implicó en muchos movimientos sociales que reivindicaban reformas en cuestiones como los derechos civiles o el sufragio femenino. Su madre, Jean Torrey fue una mujer avanzada a su tiempo, que ofreció a sus dos hijas y a su hijo, una educación abierta y un hogar en el que el acceso al conocimiento y la cultura era el mismo para hombres y mujeres. 

Inez inició sus estudios en el Comstock School de Nueva York, que continuó en Londres, en el Kensington Highschool for Girls, cuando su familia se trasladó a vivir a la capital inglesa. Cuando Inez quiso acceder a la universidad, escogió la prestigiosa institución femenina Vassar. Pero el centro no aceptó su titulación obtenida en Inglaterra por lo que sus padres decidieron enviarla al Wilard School for Girls de Berlín para obtener un diploma que le abriera las puertas de Vassar, algo que consiguió en 1905. Los cuatro años que pasó en la universidad neoyorquina se convirtió en una de sus estudiantes más prolíficas, conocidas y controvertidas. 




Además de ser una muchacha incansable, que participó en algunos de los equipos deportivos del campus, como el de hockey o basquet y formó parte de distintas obras de teatro, Inez introdujo en las aulas los principios de los movimientos sociales y sufragistas. Durante unas vacaciones, Inez había viajado de vuelta a Londres donde entró en contacto con los movimientos sufragistas ingleses. El carisma de Emmeline Pankhurst y su Unión Social y Política de las Mujeres (Women's Social and Political Union) marcaron a la joven Milholland que se unió a las sufragistas inglesas en alguno de sus actos. 

De vuelta a Vassar, entusiasmada por lo que había visto y vivido en Londres, decidió organizar en el campus un movimiento sufragista siguiendo la estela de las defensoras del derecho al voto femenino inglesas. Como en la universidad estaba totalmente prohibido cualquier organización reivindicativa de ese tipo, Inez, lejos de amedrentarse, decidió continuar con su proyecto de manera clandestina. Acompañada de una cincuentena de estudiantes, organizó las reuniones en un cementerio cercano al campus. De ahí nacería el Vassar Votes for Women Club




Después de su graduación en 1909, Inez Milholland hizo su primera aparición pública durante la campaña presidencial de William Howard Taft. En un punto del desfile, Inez cogió un megáfono y desde la ventana de un edificio empezó a gritar consignas en favor del sufragio femenino. Aquel mismo año intentó ingresar sin éxito en Yale, Harvard y Columbia, donde fue rechazada por ser mujer. Así que inició sus estudios de derecho en la New York University of Law, donde se graduó en 1912. En los años de estudio, se comprometió con diversos grupos de activismo social y participó en distintas huelgas de trabajadores, llegando a ser detenida en alguna ocasión.

Miembro de varias organizaciones sociales y sufragistas, Inez Milholland se implicó con gran entusiasmo en el National Woman's Party, una escisión de la National American Sufrage Association iniciada por Alice Paul y Lucy Burns, con quienes trabajó codo con codo en aquellos años. Inez compaginó su lucha social con un trabajo de abogado en un bufete de Nueva York. 




El 7 de mayo de 1911 Inez Milholland participó en la primera manifestación en favor del sufragio femenino como abanderada del mismo, algo que repetiría en los años siguientes. Su aparición más conocida fue sin duda durante la multitudinaria manifestación del 3 de marzo de 1913 en la que su figura brilló espléndida a la cabeza del desfile reivindicativo. 

Aquel mismo año, y después de algún romance malogrado, Inez Milholland se casó con Eugen Jan Boissevain, un holandés al que había conocido pocos meses antes. Inez no cayó en la cuenta que según las leyes de su país, las mujeres que se casaban con un extranjero perdían automáticamente la nacionalidad norteamericana y adoptaban la del cónyuge. Un matrimonio que no dio la felicidad a Inez, quien mantuvo relaciones con otros hombres distanciándose pronto de su marido. 




Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, Inez decidió viajar a Europa donde inició una breve pero intensa carrera como corresponsal de guerra publicando para el Tribune. Sus textos antibelicistas fueron la razón de su expulsión de Italia pero ella siempre creyó que la habían devuelto a América por su condición de mujer, algo que la sumió en una profunda depresión. Aún así, en 1915 volvió a enrolarse en un barco organizado por Henry Ford en favor de la paz, pero en Estocolmo decidió regresar a casa. 

Un año después, inició un tour por los estados del oeste participando en encuentros y actos del National Woman's Party. Pero pronto tuvo que abandonar sus actividades como sufragista por culpa de una anemia que la había dejado exhausta. El 22 de octubre de 1916, en medio de un discurso en Los Ángeles se desmayó. Fue trasladada rápidamente al Good Samaritan Hospital donde fallecería el 25 de noviembre de 1916 con tan sólo treinta años de edad. 




Atrás dejaba una vida de lucha en defensa de los derechos civiles de niños, pobres, inmigrantes y mujeres. Un alma incansable que no pudo ver cómo las mujeres podían depositar su voto en las urnas. Sus últimas palabras antes de desfallecer fueron: "Señor Presidente, ¿cuánto más tendremos que esperar las mujeres para alcanzar la libertad?".


 Película que habla de ella 


Ángeles de hierro












Escrito Sandra Ferrer

sábado, 19 de marzo de 2016

Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos

Si te gustan los personajes extraños, fantásticos, sobrenaturales, entonces te encantará esta bruja eslava, que sobrevuela desde hace siglos los fríos cielos rusos.
Brujas, buenas y malas, pueblan el folclore y la imaginación cultural de todos los pueblos del mundo. Los conocimientos botánicos, fuente poderosa de sabiduría y curación, han sido siempre importantes y han dado a quien los posee el rango de chamán, de brujo o de doctor.
Baba Yagá es la encargada de transmitir estos conocimientos a las mujeres, y por ello se la asocia a la brujería, pero también ha representado a través de los siglos esa figura aterrorizante que regula el comportamiento infantil, una suerte de coco que vendrá a comerse a los niños si éstos no se portan bien, sobre todo en Bulgaria.
La mitología rusa abunda en referencias a esta bruja, y su apariencia no puede ser más explícita: vieja, huesuda, arrugada, con una gran nariz azul y dientes de acero que, según el relato, también pueden ser de piedra, igual que sus pechos. Su cabello es gris y reseco y siempre parece flotar sobre su feo rostro.
Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos
Tiene una pierna de hueso y la otra normal, y por ello la llaman Baba Yagá Pata de Hueso; esta cualidad en sus piernas representa el mundo de los vivos y el de los muertos, por los que deambula con absoluta normalidad, lo que también presupone una obligación de proteger esta frontera mortal y espiritual.

A pesar de poseer una gran crueldad y de alimentarse de carne humana, generalmente niños, no es totalmente malvada. En los antiguos textos rusos, Baba Yagá aparece como una diosa primitiva, mucho antes de que las siguientes deidades surgieran. En cuanto a que no es totalmente mala, en otros relatos la buscan por su gran sabiduría y porque es protectora de las “aguas de la vida y de la muerte” mediante las cuales los heridos vuelven a la vida.
Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos
Habita una choza levantada sobre dos enormes patas de gallina, y con ellas se mueve por todo el país, y esta idea quizá provenga del modo en que algunos pueblos bálticos construían sus casas para protegerse de las fieras. Esta casa de madera, llamada izbushka, se esconde en las profundidades boscosas del este de Rusia.
La entrada siempre está oculta y no se abrirá a menos que la bruja pronuncie un conjuro:“casita, casita, da la espalda al bosque y voltea hacia mí”, y el interior está continuamente lleno de carne y vino. La descripción varía según la leyenda, en unas un hechizo la protege y hace variar el tamaño, y por eso en ocasiones la casita es más pequeña que un ataúd; pero en otras es muy grande y la describen con una cerca hecha de huesos, el marco de la puerta elaborado con huesos de piernas y la cerradura es una boca con afilados dientes.
Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos
En el interior de su izbushka, Baba Yagá hace sus pociones mágicas y sus objetos especiales, como el guslis, un instrumento de cuerdas que se toca solo, o el garrote, cuyo golpe convierte en piedra todo lo que toca.
Cuenta con unos sirvientes invisibles que fungen como guardaespaldas, y los ciclos de la naturaleza dependen de ella, que guía mediante tres jinetes controladores del tiempo (día, atardecer y noche) de tres colores, blanco, rojo y negro. Usualmente se la representa volando encima de un caldero y remando con una escoba, en su misión de vigilancia.
Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos
Como otros seres primordiales, se cree que formaba parte de la Diosa Tripartita (virgen, madre y bruja), cuya “tridimensionalidad” correspondería a las tres edades de la mujer.
En otras versiones se relata que cada vez que le hacen una pregunta envejece un año, y para rejuvenecer bebe un té muy especial hecho con rarísimas rosas azules; si alguien se las consigue Baba Yagá sabe recompensarlo muy bien.
Hay quienes cuentan que vive con su hija Marinka y que además es la abuela del diablo; de acuerdo a ciertas leyendas tuvo 41 hijos.
Baba Yagá, la bruja de los bosques rusos
En los distintos mitos se habla de su gusto por capturar a los héroes para comérselos, pero siempre éste la engaña y a quien termina ella comiéndose es a sus hijas. En este sentido, esta bruja eslava nos recuerda a la de Hansel y Gretel, y no por nada el folclore se encarga de representarnos esas figuras arquetípicas, comunes a la cultura humana.
Si te interesó esta bruja, seguro que te gustará leer sobre las brujas de agua.
http://supercurioso.com/baba-yaga-la-bruja-de-los-bosques-rusos/
Subido por Cecy Méndez Bejarano

viernes, 18 de marzo de 2016

La música virtuosa, Sophie Carmen Eckhardt-Gramatté (1899-1974)


La primera vez que Sophie Carmen Eckhardt-Gramatté se subió a un escenario para debutar como intérprete, siendo una niña, lo hizo demostrando un gran virtuosismo tanto con el piano como con el violín. Desde pequeña demostró ser una apasionada de la música y, tras estudiar en algunos de los conservatorios más prestigiosos del mundo, donde aprendió de grandes de la música, dedicó su vida a mostrar su talento. Su carrera profesional derivó años más tarde en la composición, convirtiéndose en una compositora prolífica que fue capaz de componer desde sinfonías y óperas hasta conciertos instrumentales. Un talento que, sin embargo, no pudo ser admirado en todo su esplendor por las generaciones futuras, pues parte de su obra aún permanece inédita. 


Sophie Carmen Eckhardt-Gramatté nació en Moscú el 6 de enero de 1899 en el seno de una familia poco convencional. Su madre, Catherina von Kochevskaya era profesora de música en el hogar de los Tolstoi. Ella, a su vez, había aprendido de los grandes pianistas de la saga de los Rubinstein. Antes de que Sophie naciera, su madre ya se había separado de su marido, Nicolás Friedman, quien no queda claro que fuera el verdadero padre, a pesar de que Sophie mantendría su apellido hasta que se casó por primera vez. 

Siendo una niña muy pequeña, Catherina envió a Sophie a vivir con unos familiares a una comuna de refugiados rusos en Inglaterra. En 1904, su madre se la llevó a vivir a París donde inició de manera precoz sus estudios musicales, de la mano de la propia Catherina primero y en el conservatorio poco después. Con tan sólo once años debutó tocando en el mismo concierto el piano y el violín. Poco tiempo antes, ya había escrito sus primeras composiciones musicales. 



En 1914, marchó con su madre a Berlín donde continuó estudiando y actuando aunque ya entonces sabía que su verdadera pasión era la composición. En 1920 se casaba con Walter Gramatté, un pintor expresionista alemán. La pareja vivió a caballo entre Berlín y España, donde Sophie recibió clases del gran chelista Pau Casals. Ya entonces su fama se había extendido por todo el mundo y su arte era requerido en las principales salas de concierto. De hecho, la Orquesta de Philadelphia la invitó a tocar conjuntamente pero Sophie tuvo que declinar, al menos por el momento, la invitación debido a la grave tuberculosis que sufría su marido. Walter fallecía en 1929. Para entonces, Sophie decidió marchar de Europa y aceptar la invitación de viajar a los Estados Unidos donde sólo tocó durante una temporada con la Orquesta de Philadelphia. Tomó la decisión de aparcar la interpretación y dedicarse de lleno a su verdadera pasión, la composición. 

En 1934 se casaba con Ferdinand Eckhardt, un historiador de arte austriaco con el que se mudó a vivir de nuevo a Berlín y poco después a Viena. Por aquel entonces, Sophie cosechó muchos éxitos musicales y recibió varios prestigiosos premios por su labor. En 1953, y por razones laborales de su marido, la pareja se mudó de nuevo, esta vez a Canadá, donde Ferdinand había aceptado el puesto de director de la Galería de Arte de Winnipeg. Allí, además de componer y convertir su hogar un centro de reuniones de los amantes de la música, Sophie ejerció como profesora. 



Años después, durante un viaje a Stuttgart, Sophie cayó a la salida de un autobús y falleció en el hospital donde le operaron, el 2 de diciembre de 1974. Sus restos fueron enterrados junto a su primer marido y su madre en Berlín. Su legado artístico, unas ciento setenta y cinco composiciones, están custodiadas por la Fundación Eckhardt-Gramatté. 






Por Sandra Ferrer
Subido por Cecy Méndez Bejarano

jueves, 17 de marzo de 2016

La reina amada, María Amalia de Sajonia (1724-1760)


Carlos III se casó solamente una vez. Fue un matrimonio concertado, decidido por sus padres, pero él, un hijo abnegado, aceptó la elección de buen grado. El que entonces era rey de Nápoles se enamoró de la elegida, María Amalia de Sajonia, desde el primer momento en que se vieron. A ella le sucedió lo mismo. El suyo fue un matrimonio prolijo, trece hijos habidos en menos de dos décadas. Pero además de las continuas muertes prematuras, la tardía llegada de un príncipe varón que estuviera capacitado para ejercer sus futuras tareas de gobierno agriaron irremisiblemente el carácter de la otrora alegre María Amalia. Convertida en reina de España en 1759, nunca se adaptó a su nueva patria, en la que, sin embargo, no tuvo tiempo de permanecer. Su muerte, pocos meses después dejaría al monarca sumido en una profunda tristeza. 

María Amalia de Sajonia entró en el tablero de juego de la monarquía española en 1738, cuando su futuro esposo tenía 22 años y ostentaba la corona del reino de Nápoles. Sus padres, Felipe V e Isabel de Farnesio consideraron que era el momento de elegir una esposa para su hijo. Felipe V quería para Carlos una princesa austriaca, por lo que decidió solicitar la mano de una de las hijas del emperador Carlos VI, su antiguo rival en la Guerra de Sucesión al trono español. Pero la negativa muy poco diplomática por parte de la corte de Viena obligó a buscar en una rama secundaria de la Casa de Austria. La escogida era sobrina nieta del emperador. 

Hija de Federico Augusto II, príncipe-elector de Sajonia y futuro rey de Polonia y de la archiduquesa María Josefa de Austria, hija de José I, anterior emperador del Sacro Imperio, María Amalia de Sajonia era aún una niña de trece años. A pesar de que era una muchacha inteligente y culta, elegante y amable, su físico no era muy agraciado. De hecho, hubo voces que se elevaron afirmando sin ningún tipo de reparo que “esa reina, con su marido, forman la pareja más fea del mundo”. 



Dos años después de celebrarse el enlace entre Carlos y María Amalia se anunció con gran alegría el primer embarazo de la reina. Pero aquel fue el inicio de una larga y dolorosa peregrinación de partos y muertes prematuras que provocaron en María Amalia una mutación de su carácter con constantes excesos de ira y ataques de nervios. La primera niña, María Isabel fallecía a los dos años de edad, el mismo año del nacimiento de su hermana María Josefa que no sobrevivió más que escasos meses. Otras María Isabel y María Josefa nacieron en 1743 y 1744, llevando los nombres de sus hermanas difuntas. Solamente ésta última llegaría a la edad adulta. Embarazada por quinta vez, María Amalia tuvo que soportar de nuevo la desilusión por no haber engendrado a un heredero varón. Nacía María Luisa, que con el tiempo sería emperatriz. 

Y cuando al fin llegaba al mundo en 1747 el primer hijo varón, Felipe Antonio, tuvieron que asumir pasados pocos años, que aquel era un niño demente incapaz de gobernar. Con gran dolor por su parte, Carlos tuvo que excluirlo de la línea sucesoria por su retraso mental. 



Aquellos años María Amalia se convirtió en una reina amargada, enferma y debilitada por los constantes partos y por la presión psicológica a la que se vio sometida. Quienes sufrieron más aquella situación fueron sin duda los miembros del servicio quienes recibían gritos y golpes por cualquier mínimo error en el protocolo. 

En 1748 los reyes de Nápoles recibieron con gran alegría al que, esta vez sí, sería rey de España como Carlos IV. Tras él vendrían otros seis vástagos que heredarían el trono napolitano y enlazarían  con distintas casas reales europeas. 

El 10 de agosto de 1759 fallecía Fernando VI de España. Para mayor gloria de Isabel de Farnesio, quien llevaba años anhelando la subida al trono español de uno de sus hijos, Carlos de Nápoles era proclamado Carlos III de España. Tras organizar un consejo de regencia para el que sería su sucesor en el reino napolitano, su hijo Fernando, Carlos y María Amalia emprendieron el viaje hasta Madrid. 

El nuevo hogar de María Amalia no fue en absoluto de su agrado. Feliz en su corte de Nápoles, la nueva reina de España no se adaptó nunca al clima, las costumbres, los palacios ni, sobre todo, a su suegra. A pesar de que en el pasado habían mantenido una cariñosa correspondencia, la presencia de ambas en la corte supuso un choque de poderes irreconciliable. 




La tristeza que embargó a María Amalia, quien nunca llegó a hablar bien el español, afectando con ello su vida social, hicieron mella en su maltrecha salud. Además de fumar de manera considerable tabaco cubano que hacía traer a palacio en grandes cantidades, los continuos embarazos y enfermedades, así como un accidente montando a caballo sufrido poco antes de llegar a España, terminaron por minar el cuerpo de María Amalia. Unas violentas fiebres la debilitaron pocos meses después de su llegada a Madrid y falleció a finales de septiembre de 1760. Después de veinte años de matrimonio en los que, a pesar de las vicisitudes, Carlos fue un esposo feliz, quedó totalmente desolado. “Este es el primer disgusto que me ha dado en veintidós años de matrimonio”, exclamó el monarca viudo quien no volvió a casarse y nunca se le conocieron amoríos. 

Por Sandra Ferrer
Subido por Cecy Méndez Bejarano

miércoles, 16 de marzo de 2016

70 libros gratis en PDF sobre feminismo cultural


No te puedes perder esta genuina colección de 70 libros digitales en PDF sobre feminismo culturalpara descargar completamente gratis.

Es sabido que los movimientos feministas han crecido vertiginosamente en los últimos años, convirtiéndose en motores del cambio social y el reconocimiento de la mujer en todos los ámbitos de la vida cultural, profesional y personal.

En esta oportunidad me complace anunciar que la Asociación de Mujeres en las Artes Visuales Contemporáneas (MAV) ha difundido una extensa biblioteca gratuita de libros, ensayos, artículos y debates sobre feminismo.

Para acceder al contenido virtual de manera gratuita sólo tienes que dirigirte al enlace incluido después de cada título. Inmediatamente podrás ingresar a todo el material digital para leer en línea o descargar de forma gratuita en formato PDF.

Como se recuerda, hace poco tuvimos la oportunidad de compartir una extensa biblioteca de 80 libros gratis en PDF de mujeres escritoras (BUSCA CON ESE NOMBRE EN ESTE BLOG). Ahora es el turno de explorar una nueva biblioteca dedicada a la construcción de la identidad cultural de la mujer.


70 libros gratis sobre feminismo cultural






#1. Feminismos e interactualidad - IV Congreso Internacional, 2008 (leer aquí)
#2. Atravesando lenguajes: sobre "el placer de ser cuerpo" conversación con Assumpta Bassas (leer aquí)
#3. Arte Popular y Feminismo / Bartra, Eli (leer aquí)
#4. Carmen de Burgos «Colombine», crítica feminista de arte (leer aquí)
#5. Arqueología y teoría feminista / Colomer, Laia  (leer aquí)
#6. Feminismo, teoría y práctica de una arqueología científica / Cruz Berrocal, María (leer aquí)
#7. La imagen de la mujer en el cómic: Cómic feminista, cómic futurista y de ciencia-ficción / Díez Balda, María Antonia (leer aquí)
#8. Estéticas feministas contemporáneas / Escudero, Jesús A. (leer aquí)
#9. Cuerpos y políticas feministas / Esteban, Mari Luz (leer aquí)
#10. Arte y Feminismo / Alario, María Teresa (leer aquí)
#11. Situar los ciberfeminismos / Fernández, María y Faith Wilding (leer aquí)
#12. Psicoanálisis y feminismo / Flax, Jane (leer aquí)
#13. Mujeres, arte y literatura: Imágenes de lo Femenino y Feminismo / García Rayego, Rosa (leer aquí)
#14. Frida Kahlo 1907-1954 Dolor y pasión - Taschen, 1999 (leer aquí)
#15. Frida Kahlo: contra el mito - 2008 (leer aquí)
#16. Frida Kahlo: A los 100 años de su nacimiento, diecisiete respuestas a su pintura (leer aquí)
#17. Frida Kahlo: Bodegón con cuerpo de mujer (leer aquí)
#18. Frida Kahlo, Autorretrato de una Mujer (leer aquí)
#19. La Expresión Plástica de Louise Bourgeois. Estrategias Feministas para una praxis terapéutica / Jiménez Arenas, Isabel María (leer aquí)
#20. Generando problemas: las artistas feministas ponen en escena el sexo femenino / Jones, Amelia (leer aquí)
#21. El Lyceum Club de Madrid: un refugio feminista en una capital hostil / Mangini, Shirley (leer aquí)
#22. Perspectivas feministas en el arte actual (conferencia) / Martínez-Collado, Ana (leer aquí)
#23. Antropología y feminismo / Moore, Henrietta L. (leer aquí)
#24. El cuerpo como representación del poder. El arte colectivo y político ciberfeminista mexicano / Ordóñez, Sonia (leer aquí)
#25. ¿Puede la Historia del Arte sobrevivir al Feminismo? / Pollock, Griselda (leer aquí)
#26. Feminismo y música / Ramos López, Pilar (leer aquí)
#27. Plumas feministas, ejercicios de traducción / Ramos López, Pilar (leer aquí)
#28. La imagen virtual de la mujer. De los estereotipos tradicionales al ciberfeminismo / Rubio Liniers, María Cruz (leer aquí)
#29. Feminismos, representaciones y prácticas políticas durante los 90 en el estado español / Ruido, María (leer aquí)
#30. Modelos de prácticas artísticas en torno a la sociología feminista / Sosa Sánchez, Roxana  (leer aquí)
#31. Estrategias artísticas feministas como factores de Transformación Social: Un enfoque desde la Sociología de Género / Sosa Sánchez, Roxana (leer aquí)
#32. Feminismos en la Antropología, nuevas propuestas críticas / Suárez, Liliana et al. Coord. (leer aquí)
#33. Mujer y ciberfeminismo: las nuevas tecnologías de la información / Universidad Menéndez Pelayo (leer aquí)
#34. Un cuarto propio conectado. Feminismo y creación desde la esfera público-privada online / Zafra, Remedios (leer aquí)
#35. Nos miran, nos miramos (sobre género, identidad, imagen y educación) / Alario, Mª Teresa (leer aquí)
#36. Género y capacidades diferentes en el espacio público urbano / Alonso Vidal, Martha (leer aquí)
#37. La arqueología del género: espacios de mujeres, mujeres con espacio / Falcó Martí, Ruth (leer aquí)
#38. La violencia de género en la antigüedad / Instituto de la mujer (leer aquí)
#39. Identidad de género vs. Identidad sexual / Universitat Jaume I (leer aquí)
#40. Mujer y Arteterapia, una visión sobre la violencia de género / Ojeda, Marina y Serrano, Ana (leer aquí)
#41. Imágenes y representaciones de género / Ortega, Félix (leer aquí)
#42. Y la Mujer se hace visible: Estudios de Género en la Arqueología Ibérica / Prados Torreira, Lourdes (leer aquí)
#43. Género y performance / Preciado, Beatriz (leer aquí)
#44. La Arqueología del Género en la Prehistoria / Sánchez Liranzo, Olga (leer aquí)
#45. Género Sinfónico. La participación de las Mujeres en las Orquestas Profesionales Españolas / Setuain, María / Noya, Javier (leer aquí)
#46. La memoria de las vencidas: política, género y exilio en la experiencia republicana / Tavera, Susanna (leer aquí)
#47. El significado de la creación de tejidos en la obra de mujeres artistas / Larrea, Iratxe (leer aquí)
#48. Mujeres viendo mujeres / Ledo Andión, Margarita  (leer aquí)
#49. La mujer y el retrato. Una aproximación al objeto / López Fernández, María Ángeles (leer aquí)
#50. Violencias geográficas. La imagen de mujer en las relaciones oriente-occidente / Lozano, Rían (leer aquí)
#51. La mujer en el espacio pintado: de la Edad Moderna a la Contemporánea / Luque, Laura y Matas, Rafael  (leer aquí)
#52. Una aproximación a las mujeres artistas en China / Manonelles Moner, Laia (leer aquí)
#53. Identidad, cuerpo y nuevas tecnologías: o cómo ven las artistas españolas del último tercio del siglo XX a la mujer contemporánea / Martí Ciriquian, Elena (leer aquí)
#54. Mujeres en el arte, una relación políticamente desequilibrada / Martínez, Rosa (leer aquí)
#55. La figura de la mujer en la producción escultórica aragonesa entre 1900 y 1939 / Martínez Aured, Victoria (leer aquí)
#56. La mujer y la seducción en el universo de la representación en la década de los 80 y 90 / Martínez Collado, Ana (leer aquí)
#57. La mujer, crítico de arte / Martínez de Lahidalga, Rosa (leer aquí)
#58. La Mujer y Publicidad en España: Contradicciones Sociales y Discursivas / Martínez Martínez, Inmaculada José (leer aquí)
#59. La mujer semidesnuda. Una mirada metodológica a la fotografía / Miguel Sáez de Urabayen, Ainara (leer aquí)
#60. Feminismo radical y feminismo liberal. Pasos previos para una discusión posible (leer aquí)
#61. ¿Un dilema para las mujeres? Respuestas a Jorge Malem / Osborne, Raquel (leer aquí)
#62. Crítica literaria femenina / Antònia Cabanilles (leer aquí)
#63. Noticia de los diccionarios de mujeres a principios del siglo XX / Juan Gutiérrez Cuadrado  (leer aquí)
#64. Domesticidad, idealización y masculinidad: las mujeres en tres novelas de Armando Palacio Valdés / Begoña Camblor Plandiella (leer aquí)
#65. Identidad, cuerpo y nuevas tecnologías: o cómo ven las artistas españolas del último tercio del siglo XX a la mujer contemporánea / Elena Martí Ciriquian (leer aquí)
#66. Feminismo o ideología liberal en el pensamiento de Eugenio María de Hostos / Lucía Guerra Cunningham (leer aquí)
#67. Magas, niñas, adúlteras y travestis / Blas Matamoro  (leer aquí)
#68. Estrellas, flores y princesas como objetos en 1615 / Lope de Vega / Mª. Soledad Arredondo  (leer aquí)
#69. Para acabar con el feminismo de Rojas. Una visión crítica a la crítica / María Teresa Julio (leer aquí)
#70. Mujeres, ciudadanía y globalización / Isabel Turégano (leer aquí)


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Subida por Cecilia Méndez B.