RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Una escritora llamada Colombine, Carmen de Burgos (1867-1932)


A pesar de la gran cantidad de obras escritas por Carmen de Burgos, desde cuentos y novelas hasta artículos periodísticos, su figura es poco conocida. Feminista y republicana, Carmen de Burgos huyó de su ciudad natal y de un matrimonio en el que los malos tratos eran el centro de la relación y se embarcó hacia una aventura emancipadora para escándalo de los suyos. No en vano, Carmen fue una mujer atrapada en la España de finales del siglo XIX y principios del XX, donde no existía el divorcio y el papel de las mujeres se restringía a los muros de un hogar que no siempre era un lugar de amor y felicidad. Convertida en articulista con el pseudónimo de Colombine, Carmen hizo de su nueva vida en Madrid un mundo a su medida en el que, sin embargo, el dolor y la tristeza, tampoco la abandonaron.

La esposa maltratada
Carmen de Burgos y Seguí nació el 10 de diciembre de 1867 en la localidad almeriense de Rodalquilar donde su padre ejercía como vicecónsul de Portugal. Con tan sólo diecisiete años Carmen se casó con un periodista doce años mayor que ella, Arturo Álvarez Bustos. Su matrimonio fue dramático pues no sólo perdió a tres de los cuatro hijos que tuvo con su marido sino que éste pronto desató su agresividad sobre Carmen que sufrió malos tratos constantes.

Para sorpresa de todos, Carmen de Burgos decidió un día dejarlo todo y, puesto que el divorcio no estaba aún legalizado en España, abandonó su casa y se marchó a Madrid con su hija dispuesta a empezar una nueva vida. 

La maestra escritora

Con gran esfuerzo y determinación, Carmen de Burgos se había estado preparando para conseguir el título de maestra y cuando lo consiguió decidió dar un salto al vacío. En 1901 se fue con la pequeña María a Madrid y a los pocos meses obtuvo una plaza en una escuela de Guadalajara. Aceptó el puesto para poder ganarse la vida pero lo que en verdad quería era dedicarse a la escritura. Así que, además de dar clases, Carmen empezó a publicar colaboraciones esporádicas en prensa. Poco a poco sus escritos fueron apareciendo en cabeceras como El País o ABC hasta que consiguió un puesto como redactora en El Diario Universal. Fue aquí, y de la mano de Augusto Suárez de Figueroa, donde empezó a firmar con el pseudónimo "Colombine".

Empezaba entonces una carrera como periodista que la llevó incluso a convertirse en la primera mujer española en ejercer como corresponsal de guerra en Marruecos y a trabajar en otros periódicos no sólo nacionales sino también internacionales. 

Carmen escribiría también cuentos, novelas y relatos de viajes al tiempo que se convertía en un miembro más del círculo intelectual madrileño haciendo del salón de su casa uno de los salones literarios más importantes de la capital.

Carmen utilizó también su influencia como periodista para utilizar los periódicos en los que trabajaba como altavoz político en el que defendió públicamente la necesidad de una ley del divorcio y el voto femenino para las mujeres.

Un amor complicado
En aquellos años, Carmen de Burgos conocería al que se convertiría durante años en su pareja sentimental, el escritor Ramón Gómez de la Serna. Nada le importó que él tuviera veinte años menos que ella, Carmen y Ramón aceptaron mantener una relación pero manteniendo cada uno si independencia. El amor mutuo y la pasión por escribir fue lo que les mantuvo unidos.

Lo que Carmen de Burgos no se imaginaba es que veinte años después, Ramón terminara enamorándose de su hija María. Carmen se sintió traicionada por los dos seres a los que más quería en el mundo por lo que le costó superar un bache tan duro. El idilio terminó muy pronto. Ramón marchó avergonzado al extranjero de donde volvería casado y pidiendo el perdón de Carmen, que recibió. María fue también perdonada.

La republicana feminista
Al final de sus días, Carmen de Burgos dedicó sus esfuerzos a la política y a la defensa de los derechos de las mujeres. Cuando faltaban pocos meses para que en España se proclamara la República en 1931, se afiliaba al Partido Republicano Radical Socialista y participó activamente en mítines y conferencias en las que defendió los derechos de las mujeres.

En uno de estos actos públicos, el 8 de octubre de 1932, Carmen de Burgos, falleció repentinamente de un ataque al corazón. Carmen no pudo ejercer el derecho al voto conseguido hacía nada por Clara Campoamor, ni vio aprobada la ley del divorcio que ella tanto necesitó. Pero ella aportó su pequeño grano de arena a la lucha en favor de los derechos de las mujeres con su ejemplo y con su obra.

 Si quieres leer sobre ella 

Ellas mismas
María Teresa Álvarez 








POR SANDRA FERRER

martes, 30 de diciembre de 2014

La poetisa hereje, Tahirih Qurratu'l-Ayn (1817-1852)


En el Irán del siglo XIX, una mujer, hija de ulemas, se enfrentó a las reglas establecidas. Quiso leer y escribir, interpretar las palabras sagradas y ayudar a las mujeres a emanciparse en un mundo sumido en una profunda ortodoxia religiosa. Cuado Tahirih Qurratu'l-Ayn se quitó el velo en público, no sólo se enfrentó a unas rígidas leyes establecidas sino que demostró que las mujeres podían tener su propia opinión. Profunda mística, poeta y pensadora, Tahirih Qurratu'l-Ayn fue una mujer valiente en un mundo demasiado peligroso para ella. Su trágico final estaba escrito en todos los actos de su breve existencia.

La biografía de Tahirih Qurratu'l-Ayn está plagada de incertidumbres y de opiniones encontradas. Habría nacido en 1817, durante el reinado de la dinastía Kayar, en la ciudad provincial de Qazvin, en Irán, en el seno de una familia de ulemas. Hija de Muhammad-Salih Baraghani, un mulá versado en las leyes islámicas más fundamentalistas, su madre era miembro de una familia noble y hermana de un imán. Su familia era muy cercana a la corte del Sha Fath Alí donde tanto su padre como su tío y futuro suegro eran clérigos muy influyentes.

Tahirih recibió una educación distinta a la del resto de las mujeres de su entorno en la escuela Salehiyya que había fundado su propio padre y que tenía un espacio dedicado a la educación femenina. Algo sorprendente si se tiene en cuenta que su padre era uno de los defensores oficiales de las ideas más conservadoras en las que la mujer no podía tener acceso a ciertos conocimientos. Aún así, él supervisó la formación de Tahirih quien aprendió las bases de la religión islámica, literatura y poesía persa y conocimientos de jurisprudencia. Tahirih fue una alumna aventajada que no sólo aprovechó todas y cada una de las lecciones de su padre sino que se convirtieron en los cimientos para su futura vida intelectual.

Convertida en una mujer, Muhammad-Salih Baraghani y su madre vieron con preocupación la actitud de su hija, hermosa e inteligente, que memorizaba con gran facilidad el Corán y que empezaba a tener sus propias ideas sobre religión y política. Además de escribir hermosos poemas, Tahirih inició un camino peligroso para una mujer en el Irán del siglo XIX. No sólo empezó a cuestionar la ortodoxia religiosa, sino que defendió públicamente la emancipación de las mujeres. Simbolizado con un gesto público en el que Tahirih se desprendió del velo delante de su comunidad, luchó hasta su muerte porque las mujeres tuvieran acceso a la alfabetización y pudieran escoger su propio destino.

Para intentar frenar las ideas revolucionarias de su hija, su padre decidió casarla con su primo Muhammad Barghani con el que tendría tres hijos. A pesar de que su marido intentó que Tahirih se quedara relegada tras los muros de su casa, no consiguió frenar el espíritu de su esposa quien siguió enseñando a leer y escribir a sirvientas y mujeres que así lo querían y cuestionando las leyes islámicas establecidas. Ante la imposibilidad de su marido de frenar a su díscola esposa, la muerte de su suegro fue el pretexto para acusar a su propia esposa de haberlo asesinado.

Condenada a muerte acusada de haber matado al padre de su marido fue ejecutada cuando tan sólo tenía treinta y cinco años y su cuerpo lanzado a un pozo sin haber celebrado ningún tipo de ceremonia fúnebre. Su familia y sus detractores intentaron así borrar toda huella de Tahirih Qurratu'l-Ayn, una mujer que en la Persia del siglo XIX intentó romper unos muros que frenaban la libertad de las mujeres. 

 Si quieres leer sobre ella

La mujer que leía demasiado
Bahiyyih Nakhjavani


lunes, 29 de diciembre de 2014

La viajera incansable, Ida Pfeiffer (1797-1858)


Una niña criada entre hermanos, en un mundo de libertad, cuando su madre decidió reconducirla hacia los rigurosos estereotipos que marcaba la sociedad del diecinueve para las mujeres, simplemente se rebeló. No quiso ser esposa, ni madre, ni mujer sumisa. Viena era demasiado pequeña para su espíritu aventurero. Cuando tuvo la oportunidad, lo dejó todo y con un minúsculo equipaje y una pequeña herencia, se embarcó a descubrir el mundo. Nada frenó a esta mujer insaciable, ni los caníbales y las tempestades. Se mezcló entre distintos pueblos y fue recibida por reyes y príncipes. Dos veces dio la vuelta al mundo y cuando su cuerpo estaba a punto de sucumbir, su espíritu aventurero aún planificaba un último viaje. Ida Pfeiffer fue sin duda una de las mujeres viajes más intrépidas del siglo XIX.

Una niña entre muchos hermanos
Ida Laura Reyer nació el 14 de octubre de 1797 en Viena en el seno de una familia de clase media y rodeada de siete hermanos con los que no tuvo ningún problema en relacionarse. Su padre, un hombre de carácter inflexible, trató a Ida como un chico más por lo que en los primeros años de su vida no recibió la típica formación destinada a las niñas. Ida disfrutó de una infancia en libertad, correteando y jugando con sus hermanos. Pero aquel mundo desaparecería con la muerte de su padre cuando Ida tenía tan sólo nueve años. Fue entonces cuando su madre tomó las riendas de su educación y la quiso reconducir y reconvertirla en una pequeña damita. Pero ya sería demasiado tarde.

Obligada a estudiar piano de la mano de un tutor personal, Ida llegó a quemarse los dedos con cera para impedir aquellas largas sesiones musicales. Y mientras su madre la obligaba a vestir como una dama, ella corría a esconderse en su habitación donde devoraba uno tras otro todos los libros de viajes que podía.

La rebeldía de Ida culminó cuando, a los diecisiete años, y para desesperación de su madre, se enamoró de su tutor de piano. Sin pensárselo dos veces, su madre despidió al desdichado profesor y buscó para su pequeña salvaje un partido más adecuado. El escogido fue un tal Dr. Pfeiffer, un viudo veinticuatro años mayor que Ida con una buena posición en el gobierno de Viena.

Una esposa desdichada
Corría el año de 1820 y la pareja se trasladaba a vivir a Lemberg, a 180 Km. de la capital austriaca. Ni que decir tiene que empezaba para Ida una de las épocas más tristes de su vida en las que ni tan siquiera la maternidad consoló su espíritu rebelde. Madre de dos hijos, dedicada a ser esposa y buena ama de casa, la vida de Ida Pfeiffer se complicó cuando la fama y el prestigio de su marido en el gobierno vienés cayó en picado tras ser acusado de corrupción.

Fue poco después cuando fallecía la madre de Ida y la pequeña herencia recibida le permitió dar un giro radical a su vida.

La mujer que quiso ser libre
En 1842, y con cuarenta y cinco años a sus espaldas, Ida Pfeiffer abandonaba a su familia y se disponía a vivir la vida con la que siempre había soñado. La herencia recibida no era demasiado dinero pero sí el suficiente para aquel espíritu aventurero dispuesto a enfrentarse a situaciones extremas que, lejos de amedrentarla, hicieron crecer en ella la felicidad y más ansias de vivir.


Empezaban entonces diecisiete años en los que Ida realizó dos veces la vuelta al mundo, siguiendo rutas distintas. Conoció lugares civilizados, salvajes, cercanos y remotos en los que Ida Pfeiffer sufrió el agotamiento, sed, hambre y la amenaza de piratas y grupos de salteadores. Pero nada impidió que siguiera adelante y se empapara de la belleza ante la que se encontró.

Dos años después de iniciar su periplo por el mundo en 1846, Ida Pfeiffer regresaba a Viena donde permaneció un tiempo escribiendo sobre sus excepcionales experiencias. Su libro se convirtió en un éxito de ventas que se tradujo en varios idiomas y la consagró como una auténtica viajera. 

En 1851, a pesar de su edad y del agotamiento al que había expuesto su cuerpo, Ida necesitaba volver a volar. En esta segunda ocasión, consagrada como viajera, no fueron pocas las invitaciones de compañías ferroviarias y navieras así como de europeos que vivían en lugares remotos. Además, Ida había ganado bastante dinero con las ventas de su libro por lo que este segundo viaje fue un poco más "cómodo" que el primero. El segundo viaje empezó en África desde donde se trasladó a Singapur y desde allí se adentró en aventuras tan peligrosas como disponerse a conocer a los antropófagos batak, de los que pocos europeos habían escapado con vida. Ella lo consiguió. El continente americano, desde el sur hasta el norte, fue la última etapa de su segundo viaje por el mundo.

Su segundo libro fue también un éxito de ventas y el reconocimiento definitivo como viajera. Algunas sociedades geográficas como las de Berlín o París la aceptaron entre sus miembros aunque otras como la de Londres primaron su naturaleza femenina por encima de su valentía para denegar su ingreso.

Ida Pfeiffer realizó aún otro viaje, esta vez a Madagascar donde, además de sufrir la ira de la reina Ranavala, quien la encarceló durante un tiempo, contrajo unas fiebres que mermaron definitivamente su cuerpo. De nuevo en Viena, escribió otro libro de viajes y se preparó para viajar a Australia. Pero el 27 de octubre de 1858, su cuerpo dijo basta. Pocos antes había viajado a Londres y Berlín pero a sus sesenta y un años, con una larga lista de aventuras a su espalda, Ida Pfeiffer ya no pudo continuar. Pero Ida se fue habiendo cumplido su sueño. Había conocido buena parte de un mundo que para ella era una necesidad vital descubrir y experimentar.

 Si quieres leer sobre ella 


Viajeras intrépidas y aventureras
Cristina Morató







Viajeras de leyenda
Pilar Tejera







Por Sandra Ferrer



domingo, 21 de diciembre de 2014

El coraje de la condesa, Maria von Maltzan (1909-1997)


En el crudo y terrible invierno de 1943, los nazis se afanaban por convertir la capital del Reich, Berlín, en una zona libre de judíos, oJudenfrei. Sin embargo, y a pesar de su cruel empeño en liquidar a cualquiera de ellos, eran conscientes de que aún había muchos escondidos. Una de sus guaridas, según sospechaban, era el hogar de una condesa alemana. En una redada en el apartamento de Maria von Maltzan, un oficial nazi preguntó si había alguien escondido en el sofá. Con una calma heroica, Maria respondió que no, pero que si lo quería comprobar disparando al sofá, que lo hiciera, y añadió: pero antes quiero un papel escrito y firmado por usted en el que se comprometa a pagar por la nueva tela y las reparaciones de los agujeros que usted haga en él1. Tras unos segundos, el oficial desistió y se marchó. En aquel sofá estaba escondido el amor de su vida. Un coraje que le valió ser una de las mujeres más valientes de la Segunda Guerra Mundial. Pero aquella valentía le dejaría secuelas el resto de su vida.

Maria Helene Françoise Izabel von Maltzan nació el 25 de marzo de 1909 en Silesia, en el seno de una familia aristocrática alemana. Maria tuvo una infancia privilegiada en el Palacio de Militsch en una extensa finca de dieciocho mil acres con su extensa lista de siete hermanos de los que ella era la más pequeña. En aquel pequeño paraíso de bosques y lagos en el que la familia del conde de Maltzan convivía con un amplio número de animales y pájaros Maria encontró la pasión de su existencia, las animales. Un área de estudio poco común en una muchacha pero que su padre, con quien estuvo siempre muy unida, intentó apoyar siempre. 



La pequeña Maria, una pequeña salvaje en su universo propio, sufrió un duro golpe cuando tenía doce años y falleció su padre. Su madre, una mujer estricta y defensora de los estereotipos sociales de su tiempo, se dispuso a hacer de su hija una joven dama digna de su rango aristocrático.

Tras estudiar en escuelas de Militsch, y contraviniendo los deseos de su madre, Maria se dispuso a estudiar veterinaria. Primero en Breslau y Munich, poco después se trasladó a estudiar en el Instituto de Ciencias Naturales de Berlín donde obtuvo el doctorado. Para desesperación de su madre, en 1935 se casó con un artista de cabaret llamado Walter Hillbring con el que mantuvo una breve relación de un año.

Cuando en 1933 los nazis alcanzaron el poder, Maria hacía tiempo que era consciente del peligro que Hitler supondría para su país. Había leído la autobiografía del Führer, el Mein Kampf, con un espíritu crítico. Maria, en su calidad de condesa, estuvo en estrecha relación con los nazis de Berlín obteniendo información que sería de utilidad en sus colaboraciones con grupos de la resistencia. 

Los judíos sabían que el apartamento de Maria von Maltzan, un almacén transformado cerca del ferrocarril, estaba abierto a todo aquel que necesitara esconderse de los nazis. Uno de los judíos a los que protegió se convertiría con el tiempo en su marido. Hans Hirschel, un investigador y escritor judío, vivió mucho tiempo escondido en el apartamento de Maria por el que pasaron muchos judíos antes de ser ayudados a escapar de Alemania. Las operaciones de huida fueron organizadas por María von Maltzan en colaboración con la Iglesia sueca de Berlín. Ella y un joven sueco llamado Eric Wesslen idearon un sistema de huida llamado schwedenmöbel (muebles suecos)2. 

Maria von Maltzan era Maria Müller por la noche. Hans Hirschel observaba como su amante alemana salía de noche tras recibir misteriosas llamadas telefónicas que la llevaban a peligrosas incursiones nocturnas en las que trasladaba junto a Wesslen a los judíos hasta la frontera. Maria no sólo se jugaba la vida por la noche, también durante el día cuando tenía que esconder a todo aquel que lo necesitaba y soportar las redadas nazis. A todo ello se unió la dramática pérdida del bebé que iba a tener con Hans. Cuando el pequeño nació, requirió de la ayuda de una incubadora para salir adelante. Pero los bombardeos que cayeron sobre la ciudad dejaron sin electricidad el hospital en el que estaba el bebé de María y su incubadora se apagó. El corazón del pequeño también.



Maria von Maltzan y Hans Hirschel sobrevivieron a la guerra y a todas las terribles vicisitudes que tuvieron que soportar. La pareja se casó en dos ocasiones, después de un tiempo separados mientras Maria empezó a sufrir secuelas psicológicas después de todo lo vivido en el pasado.

Cuando la condesa Maria von Maltzan se quedó viuda en 1975, tenía sesenta y seis años y decidió redirigir su vida. Abrió entonces un centro veterinario en Berlín que se hizo famoso por asistir de manera gratuita a todos los animales que lo necesitaban.

En 1986 escribió sus memorias para que nadie olvidara el horror que vivió junto con millones de personas en toda Europa. Un año después era galardonada con el título de Justa entre las Naciones.

Maria von Maltzan falleció el 12 de noviembre en Berlín.

 Si quieres leer sobre ella

Heroínas de la II Guerra Mundial, Kathryn J. Atwood









_____

Notas

1. Heroínas de la II Guerra Mundial, Kathryn J. Atwood, pág. 41
2. Ídem, Pág. 42


Por Sandra Ferrer

sábado, 20 de diciembre de 2014

Modelando la fauna y la historia, Anna Vaughn Hyatt Huntington (1876-1973)


Casi un siglo vivió Anna Vaughn Hyatt Huntington y a lo largo de su extensa vida observó e inmortalizó con su talento escultórico hermosos animales y famosos personajes de la historia. Amante de la naturaleza, Anna pasaba largas horas en los zoológicos observando las formas de los animales que luego modelaría con gran talento en su estudio, entre ellos, el caballo que fue su auténtica pasión. Con su marido compartió el amor por la historia y sus manos crearon bellas esculturas de personajes históricos de la talla del Cid Campeador o Juana de Arco. Recibió un largo número de reconocimientos artísticos y su obra se puede observar en infinidad de lugares de todo el mundo, ya sean originales o reproducciones.


Anna Vaughn Hyatt Huntington nació el 10 de marzo de 1876 en Cambridge, Massachusetts. Anna era la pequeña de los tres hijos de Alpheus Hyatt, un profesor de paleontología y zoolología de la Universidad de Harvard, y Aduella Beebe Hyatt, una pintora de paisajes. Si de su padre heredó el amor por los animales, de su madre lo haría del arte. 

Fue en la granja de verano de su familia donde Anna empezó a sentir una verdadera pasión por los caballos y otros animales a los que empezó a modelar en arcilla. Aquella incipiente actividad era solamente un entretenimiento pues hasta los diecinueve años estuvo estudiando para ser una violinista profesional. Pero un día en el que ayudó a su hermana mayor Harriet a arreglar la pierna de una escultura que estaba haciendo, esta se dio cuenta del talento de Anna y la animó a participar en el grupo escultórico elaborando la forma de un perro. La pieza final no sólo fue expuesta en un centro artístico sino que fue vendida haciendo nacer en Anna su entusiasmo por la escultura.


Sybil Ludington | Lago Carmel, NuevaYork

Anna empezó a estudiar este arte en Boston de la mano del escultor Henry Hudson Kitson y pronto marchó a Nueva York para seguir formándose con otros artistas de renombre. Aunque Anna se dio cuenta que prefería la observación directa de los animales que ella ansiaba inmortalizar que el estudio academicista. Así que dejó las cuatro paredes de los estudios de arte y pasó largas horas en el Zoo del Bronx.



Sus primeras esculturas ecuestres fueron aclamadas por la crítica y abrieron a Anna un largo camino artístico que duraría hasta los últimos años de su longeva existencia. Durante aquellos años, Anna compartió estudio y trabajo con algunas otras escultoras como Abastenia Saint Leger Eberle.
Juana de Arco

En 1907 Anna decidió dar un salto en su carrera y embarcarse en la aventura europea. Un año después el Paris Salon se rendía a sus pies con unas hermosas esculturas de jaguares. Después de viajar a Nápoles y volver por un tiempo a los Estados Unidos, Anna regresaba a París para acometer una de sus obras cumbre en la que estuvo soñando y trabajando durante años. En 1915, en una emotiva ceremonia, se desveló la hermosa estatua ecuestre de Juana de ArcoAquellos fueron años de reconocimientos artísticos y continuo trabajo en obras que le eran encargadas gracias a la fama de su talento.

En 1923 Anna conoció al que se convertiría en su marido. Fue en la Sociedad Hispánica de Nueva York donde se estaba organizando una exposición de esculturas. Archer Milton Huntington era un rico heredero del ferrocarril que dedicaba parte de su tiempo a obras filantrópicas relacionadas con la cultura hispánica por la que sentía un gran interés. El 10 de marzo de aquel mismo año, el día que ambos celebraban su cumpleaños, se casaron en una bonita ceremonia en el estudio de Archer.

Su marido le contagió su pasión por la cultura hispana que se tradujo en obras como una escultura del Quijote y otra del Cid Campeador que fue donada a Sevilla que, en agradecimiento, nombró a la pareja hijos adoptivos de la ciudad andaluza. 



Anna y Archer vivieron en una casa a las afueras de Nueva York donde crearon un zoológico que les sirvió para seguir estudiando la anatomía animal. Poco después donarían los animales a Nueva York y se trasladaron a una amplia propiedad en Redding, Connecticut donde Anna empezó a experimentar con el aluminio sin dejar de modelar con el bronce.



Hasta pocos años antes de su muerte, Anne continuó modelando hermosas obras de arte, como una increíble composición ecuestre con Lady Godiva

Lady Godiva

A finales de los sesenta dejó definitivamente su arte y vivió retirada en su hogar de Redding hasta su muerte, el 4 de octubre de 1973.

Por Sandra Ferrer

jueves, 18 de diciembre de 2014

La reina que se enfrentó a Roma, Boudicca (Siglo I d.C.)


En los primeros años de la era cristiana, cuando el Imperio Romano continuaba extendiendo su poder por el mundo conocido, fueron pocos los que se enfrentaron abiertamente a su hegemonía. En la Britania romana, donde ahora se encuentra el condado de Norfolk, una reina sola y obligada a someterse a Roma, luchó hasta el final en uno de los enfrentamientos más cruentos que se conocen en los que las legiones romanas no tuvieron la más mínima compasión del ejército de voluntarios que había reclutado Boudicca con su carisma y valentía. Boudicca no triunfó, y su historia estuvo silenciada durante siglos. 


Boudicca, nacida alrededor del año 30 d.C., era la esposa del rey de la tribu de los icenos, Prasutagus. Durante su reinado, el rey había mantenido una relación de alianza con los romanos quienes les permitieron una cierta libertad de movimiento disfrutando de un período de paz en su historia. Pero el hecho de que Prasutagus y Boudicca no hubieran tenido hijos varones complicaba la situación futura, cuando el rey falleciera. A pesar de que Prasutagus pactó con los romanos una futura alianza y gobierno conjunto entre el imperio y sus hijas, al fallecer alrededor del año 60, su última voluntad no fue respetada. Roma no aceptaba que el poder pudiera traspasarse por vía femenina así que tras la muerte del rey de los icenos, hizo de este pueblo uno más de los que sucumbieron a su voluntad. Muchos de sus ciudadanos fueron esclavizados y las tierras y posesiones confiscadas. A la reina, mientras veía cómo sus hijas eran violadas por las huestes romanas, se le exigió el pago de la deuda contraída por su marido con el imperio.

Boudicca decidió entonces rebelarse contra Roma, algo que era a todas luces un suicidio pero que ella consiguió al menos intentarlo. A Boudicca se unieron otros pueblos vecinos que soñaban con liberarse de las cadenas de Roma. Con una voluntad de hierro, la reina de los icenos organizó un ejército que consiguió conquistar Camulodunum y Londinium.

Los ejércitos romanos, al mando de Cayo Suetonio Paulino, el entonces gobernador de Britania esperó a Boudicca en un territorio situado entre Londinium y Viroconium donde tuvo lugar la terrible batalla de Watling Street.



Boudicca y su ejército de hombres mal armados y mujeres y niños no consiguieron, a pesar de su superioridad numérica, doblegar las imparables legiones romanas. Ante la inminente derrota, Boudicca desapareció de la historia. Según Tácito, se suicidó antes de ser apresada, mientras que Dión Casio asegura que falleció a causa de las heridas sufridas en la batalla.

Lo cierto es que los hechos narrados por estos dos historiadores romanos desaparecieron durante siglos, hasta que en los tiempos del renacimiento volvieron a salir a la luz. Pero fue en la época de la reina Victoria, quien la ensalzó como una de las más grandes heroínas del pasado británico, cuando Boudicca volvió a renacer. Poemas laudatorios, un buque de guerra con su nombre y una estatua erigida por orden del Príncipe Alberto, fueron algunos de los homenajes más destacados a esta reina cuyo nombre significa "victoria".



Por Sandra Ferrer

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La amante oculta del dictador, Eva Braun (1912-1945)


Uno de los elementos en común con muchas de las mujeres que estuvieron al lado de dictadores fue su total y completa sumisión a ellos. Amantes o esposas dispuestas incluso a morir por unos hombres que no las trataron precisamente con respeto. Uno de los casos más conocidos es el de Eva Braun, quien consiguió casarse con Adolf Hitler dos días antes de suicidarse. Eva pasó toda su corta vida intentando llamar la atención de un hombre que la mantuvo en secreto incluso para sus colaboradores más cercanos. Cuando el final estaba próximo ejerció de "secretaria" del Führer. Aun así, y aunque pudiera parecer sorprendente, Eva Braun se pasó años navegando entre la alegría de ser la amante de Hitler y la desesperación de verse constantemente relegada de su lado. 


La niña que quería ser actriz
Eva Anna Paula Braun nació el 6 de febrero de 1912 en el número 45 de la Isabellastrasse de Múnich. Eva era la segunda hija de Friedrich Braun, un maestro de escuela, y Franziska Kronenberg, modista. Tras Isle, su hermana mayor, y ella, llegaría la pequeña Margaret. Eva había nacido en el seno de una familia de tradición católica y conservadora por lo que fue educada junto a sus hermanas primero en un colegio de monjas y después en el liceo católico de Múnich. Ya desde entonces, Eva se mostraba como una estudiante revoltosa a la que le gustaba mucho más el deporte que las ciencias y soñaba con ser actriz de cine mientras disfrutaba escuchando música de jazz. 

Al terminar sus estudios en el liceo muniqués, Eva ingresó en el Institut der Englischen Fraülein de Simbach, situado en la frontera austrobávara donde aprendió distintos idiomas y disciplinas como mecanografía o economía doméstica.

La joven que conoció a Hitler
En 1929 Eva Braun terminaba sus estudios y su padre pronto se afanó en buscarle un trabajo. Lo encontró en la tienda de fotografía de Heinrich Hoffmann, fotógrafo afín al partido nacionalsocialista, donde Eva trabajó durante muchos años como aprendiz de fotografía.

A finales de aquel mismo año, en la tienda de Hoffmann, cuando Eva tenía tan sólo diecisiete años, conocía a Adolf Hitler quien se presentó con el nombre falso de señor Wolf. Hitler tenía entonces cuarenta años y no fue reconocido por la joven Eva. Pero poco a poco empezó entre ellos una relación inocente y platónica que se alargó durante unos años. En aquel tiempo, Hitler mantenía una estrecha y extraña relación con su sobrina Geli Raubal que terminó trágicamente con el suicidio de ésta en 1931.

Mientras tanto Eva continuaba manteniendo en secreto su relación con Hitler en contra de su voluntad. Este secretismo y las constantes ausencias de Alfi hicieron tomar una determinación a Eva. Seguiría el mismo camino que la desaparecida Geli pero sin llegar hasta el final. Como una drástica llamada de atención, Eva se disparó una bala en el corazón pero antes de caer inconsciente llamó a gritos a su hermana quien trajo al médico que la salvó. 

La amante secreta
Hitler cayó en la trampa. Además, no se podía permitir otra trágica muerte de alguien cercano a él, sobre todo en aquellos momentos complicados para el partido nazi. Pero la aparente victoria de Eva Braun se convirtió en una larga espera en la sombra. Hitler la convirtió en su amante, pero no hizo pública su relación. Eva continuó viviendo con sus padres y trabajando para Hoffmann.

Cuando en 1933 Adolf Hitler era nombrado canciller, Eva Braun no se alegró demasiado pues era consciente de que la presencia de su amante en Múnich se reduciría drásticamente.




Cansada de esperar, Eva volvió a usar la táctica de la amenaza jugando de nuevo con su propia vida. Su segundo intento de suicidio, esta vez con una caja de somníferos fue la llave para viajar a Berlín. En 1935 Hitler accedió a que Eva permaneciera a su lado en calidad de secretaria. Pero incluso en esa ocasión, la amante secreta continuó alejada de los actos públicos y nunca fue presentada oficialmente ni tan siquiera a las personas más cercanas al Führer. 


En los años siguientes Eva pasó mucho tiempo en Obersalzberg, en el refugio conocido como Berghof, que Hitler se hizo construir y donde ella ejerció como ama de casa y vivió totalmente alejada de la oscura realidad que empezaba a amenazar Europa. Mientras Hitler visitaba a su "Evchen" ("tontita" o "cabeza de chorlito") los fines de semana, Eva disfrutaba de veladas con amigas y de su gran pasión por la cámara. Sus largas horas de filmación y las imágenes que hizo se convirtieron con el tiempo en un valiosísimo documento histórico de aquellos años.

La esposa de un día
El universo paralelo en el que vivía Eva con lujo, banquetes y demás riquezas mientras el mundo se moría de hambre y era exterminado por el largo brazo del nazismo, se rompió en 1944 cuando Hitler y sus tropas fueron conscientes de que la victoria de Alemania ya no era algo factible.

Con una extraña lucidez que contrastaba con el mundo idílico en el que había vivido hasta entonces, Eva Braun se trasladó a Berlín y se refugió en el búnker de Alfi. Adolf no consiguió convencerla de que huyera y salvara su vida. Eva tenía claro que iba a quedarse con él hasta el final.




Eva se despidió de los suyos y mantuvo una asombrosa calma. El 28 de abril de 1945 alcanzaba su objetivo vital largamente soñado, se casaba con Adolf Hitler. Dos días después, el señor y la señora Hitler terminaban con su vida. Sus cuerpos, por expreso deseo, fueron quemados. Terminaba así una vida breve marcada por una profunda obsesión. 

 Si quieres leer sobre ella 


Las mujeres de los dictadores
Diane Ducret
Las mujeres de los nazis
Anna Maria Sigmund
Valquirias. Mujeres del Tercer Reich
Miguel del Rey y Carlos Canales









Por Sandra Ferrer