RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 27 de diciembre de 2011

En favor de los derechos de las mujeres, Olympe de Gouges (1748-1793)



El 26 de agosto de 1789, la Asamblea Nacional de Francia aprobaba solemnemente la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Un gran paso, sin duda, hacia las libertades de todos los hombres pero en el que las mujeres tenían una débil sino inexistente presencia. Aquel mismo año, una escritora francesa se atrevió a redactar una declaración análoga para las mujeres. Olympe de Gouges usó la palabra escrita para remover las conciencias en la Francia revolucionaria en favor de mujeres y negros. En su momento fue considerada, incluso por ella misma, un ser extraño que moriría en el cadalso a causa de sus provocativas ideas. Años más tarde, Olympe de Gouges sería recordada como una de las primeras feministas activas de la historia.

La hija de un carnicero de provincias
Marie Gouze nació el 7 de mayo de 1748 en Montauban, en el seno de una familia perteneciente a la pequeña burguesía. Su padre era carnicero y su madre era hija de un vendedor de paños.

Tenía 17 años cuando se casó obligada con un hombre mayor que ella. Con él tuvo un hijo, Pierre Aubry, al que mantuvo económicamente toda su vida pero del que se distanció a causa de sus actividades revolucionarias. Marie quedó pronto viuda y decidió no volver a casarse después de su fatídica experiencia con el matrimonio, al que calificaba de “sepulcro de la confianza y del amor”1.

Una femme de lettres en París
En 1770, con 22 años, marchó a París donde vivió mantenida por un amante y se convirtió en una femme de lettres a pesar de sus escasos conocimientos intelectuales. De hecho, buena parte de sus obras las tuvo que dictar. Pero eso no fue impedimento para que la entonces autodenominada Olympe de Gouges, adoptando el nombre de su madre, se convirtiera en una mujer conocida por sus obras y sus textos de carácter provocativo.

La esclavitud de los negros
Olympe se dispuso a ahondar en algunas de las injusticias intocables para la aristocracia del Antiguo Régimen. Una de ellos, la esclavitud de los negros, algo que, desde la llegada de los franceses a las colonias, se había convertido en una situación habitual para la aristocracia europea. Su obra La esclavitud de los negros se estrenó en 1789 y provocó el inmediato escándalo entre la clase alta, poseedora de esclavos y de negocios relacionados con la esclavitud. A pesar de que su obra fue retirada de los teatros, Olympe no se amedrentó y continuó escribiendo sobre este tema.

Personajes ilustres como el abate Grégoire o el diputado girondino Brissot, alabaron la postura antiesclavista de Olympe.

¡Despierta, mujer!
Con esta frase empieza el epílogo de su famosa Declaración de Derechos de las Mujeres y Ciudadanas, una obra que intentaba reproducir los mismos derechos que los hombres habían conseguido en su declaración de aquel primer año de la Revolución Francesa.

Siguiendo la misma estructura que esta, la Declaración de Derechos de la Mujer desgranaba los 17 artículos de la declaración de los hombres y reclamaba para las mujeres derechos análogos.

Las tres urnas
Olympe de Gouges mantuvo siempre posturas cercanas a la corona, defendió a la reina María Antonieta y se posicionó a favor de los girondinos. Durante la época del Terror se colocó en el punto de mira de Robespierre, lo que la llevó directamente a ser condenada a muerte.

Consciente de su final, Olympe continuó luchando por sus ideas y escribió un último panfleto titulado Las tres urnas o el Bien de la Patria, por un viajero de los aires. En su valiente y moderna decisión, Olympe pedía un referéndum en el que hombres y mujeres de Francia pudieran escoger entre una república, una monarquía constitucional y un gobierno federal 2.

En 1793 era detenida acusada de defender a la desaparecida Gironda. El 3 de noviembre subía al cadalso para ser decapitada, convirtiéndose en la primera mujer, después de la reina María Antonieta de ser ejecutada por la guillotina. Paradójicamente Olympe de Gouges había escrito en su Declaración de Derechos de las mujeres: “La mujer tiene derecho a subir al cadalso; y análogamente debe tener derecho a subir a la tribuna de oradores”3.

La extraña feminista
Olympe de Gouges fue poco reconocida por sus contemporáneos y contemporáneas. De hecho ella misma reconocía que era alguien extraño. Los derechos por los que luchó y murió Olympe de Gouges desaparecieron oficialmente en 1793 cuando la actividad política les fue prohibida a las mujeres y las luchadoras y activistas de la Francia revolucionaria como Etta Palm d’AeldersMary Wollstonecraft o la propia Olympe de Gouges fueron rechazadas y olvidadas4.

Pero su legado pronto fue despertado. Durante las revoluciones de 1848, las mujeres de Europa recogieron el testigo de Olympe de Gouges para reclamar el sufragio femenino demostrando que su obra y el sacrificio de su propia vida no habían sido en balde. 


 Si quieres leer sobre ella 


Olympe de Gouges
Isabel Medina







______

1. La mujer en la historia de Europa. Gisela Bock. Pág. 67
2. Ídem. Pág. 69
3. Ídem. Pág. 64
4. Historia de las mujeres. Una historia propia. Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Pág. 849

Por Sandra Ferrer

lunes, 26 de diciembre de 2011

La virtud de la hermana, Santa Florentina de Cartagena (Siglo VI)


Durante el reinado visigodo y a lo largo de toda la Edad Media fueron muchas las mujeres que renunciaron a la vida para recluirse en un convento y llevar una existencia dedicada a la fe. Algunas de ellas fueron destacadas abadesas y sus nombres perduraron a lo largo de los años. El caso de Santa Florentina de Cartagena es uno de ellos pero entraña una singularidad. De su vida realmente sabemos bien poca cosa; su protagonismo en la historia se ha situado más bien es formar parte de una familia de santos y en ser la fuente de inspiración de una de las reglas monásticas femeninas de la España visigoda.

Los cuatro santos de Cartagena
Santa Florentina nació en Cartagena en el seno de una familia hispano-romana que profesaba la fe católica. Su nacimiento se sitúa en el siglo VI, en un tiempo en el que reinaba en Toledo una minoría visigoda de creencias arrianas. Sus padres, Severiano y Túrtura, pertenecían a una de las familias nobles más importantes de la zona. Florentina era la tercera de cinco hijos. Sus hermanos se llamaban Leandro, Fulgencio, Isidoro y Teodosia. Todos, excepto Teodosia, pasarían a la historia de la España visigoda cristiana como santos después de haber vivido carreras eclesiásticas exitosas. 

Sobre las vírgenes y el desprecio al mundo
Después de trasladarse toda su familia a Sevilla, Florentina ingresó en un convento. Para celebrar ese momento, su hermano Leandro escribió, alrededor de 580, un tratado o regla monástica para ella tituladoSobre la institución de las vírgenes y el desprecio al mundo. Esta obra es de suma importancia histórica porque refleja la visión que los hombres tenían de las mujeres y de cuál debía ser su actitud en la vida. En su exaltación de la virginidad como el estadio más puro y deseable de la mujer, Leandro nos abre una ventana a un mundo en el que ellas no sólo eran consideradas inferiores a los hombres sino que se les daba como única opción de vida virtuosa la virginidad. 

La obra de Leandro supone también la única regla que se conoce de la época respecto a la ordenación de la vida monástica femenina. Además de defender la virginidad, Leandro aconseja a su hermana y a todas las monjas, una vida de reclusión alejada de la risa, la conversación y centrada en la contención y la humildad1.

La santa de Cartagena
Florentina siguió con gran sumisión las directrices de su hermano y se convirtió en una importante religiosa de su tiempo. Tras ser nombrada abadesa, Florentina fundó varios monasterios y llevó una vida conforme a la regla dictada por San Leandro. Una vida que la llevó a ser venerada como santa.

______
1. Historia de las mujeres en España y Latinoamérica. Vol. 1. Isabel Morant. Pág. 531


 Si quieres leer sobre ella 

Velos y desvelos. Cristianas, musulmanas y judías en la España medieval. María Jesús Fuente
Género: Ensayo
 





Por Sandra Ferrer

viernes, 23 de diciembre de 2011

La Madre, María (Siglo I a.C.)


Virgen con el Niño y dos ángeles (1445)
Fra Filippo Lippi
Existen muchos personajes que han marcado nuestra fe, nuestra cultura y nuestra vida en general a pesar de no saber a ciencia cierta si fueron personas que existieron o de las cuales sabemos muy poco de su vida. La figura de la Virgen María ha influenciado sin lugar a dudas a muchos pueblos a lo largo de estos dos milenios.

¿Quién nos habla de María?
La principal fuente es la Biblia en la que se narran distintos pasajes de la vida de Jesús y por tanto aparece la figura de su madre. Pero en los evangelios bíblicos la mayor parte de sus referencias son respecto a la vida de su hijo por lo que se centran en el periodo que va desde la Anunciación hasta la Crucifixión de Jesús.

Para encontrar los orígenes de María hemos de acercarnos a los Evangelios Apócrifos, entre ellos el conocido como el Evangelio de la Natividad de María. Según este texto, atribuido en la Edad Media a San Jerónimo, María habría nacido en Nazaret de Joaquín y Ana quienes habrían entregado a María al templo de Dios para ser educada junto con otras vírgenes.

Cuando a los 14 años se decidió que María debía casarse ella se negó a contraer matrimonio si tenía que renunciar a su voto virginal. Fue esta la razón por la cual se casaría con José pero no tendría una vida marital con él.

La historia sagrada
Las referencias a María en la Biblia se inician después de esta unión con José. A partir de ese momento se relatan los momentos principales de su vida y de la de Jesús. El primero, la Anunciación del Arcángel San Gabriel a María. Según este relato, María recibió la noticia del Ángel de que concebiría a un hijo a pesar de no haber conocido varón. El siguiente gran momento es la visita a su prima Isabel quien también había quedado milagrosamente encinta del que sería San Juan el Bautista.

El nacimiento de Jesús marca el punto culminante de la presencia de María en los textos sagrados, relatando su viaje de Nazaret a Belén, la llegada del niño en un pesebre, la adoración de los magos y su posterior huida a Egipto.

A partir de entonces se hace un silencio importante hasta la pasión de Jesús pues María aparece citada en pocas ocasiones en la vida pública de su hijo, entre ellos las conocidas bodas de Canán.

El dogma de su muerte
Desde 1950 se considera como dogma de fe por el credo cristiano católico la Asunción de la Virgen. Este dogma no deja claro si María murió como el resto de seres humanos o ascendió directamente a los Cielos.

Un símbolo de amor y generosidad
La historia de María esta llena de incertidumbres en las que se mezcla la fe y la tradición. Pero la figura de María destaca por encima de muchas otras si la consideramos como un símbolo de amor maternal supremo y generosidad absoluta.

Por Sandra Ferrer

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Corazón puro, Teresa de Calcuta (1910-1997)


Entre las figuras destacadas del siglo XX podríamos incluir sin lugar a dudas a la Madre Teresa de Calcuta. Una pequeña mujer de origen albanés que renunció a todo para dedicarse a los más necesitados guidada por una profunda y sincera fe en Dios. Desde Calcuta, donde fundó su congregación e inició su trabajo con pobres, enfermos y desahuciados de la sociedad, la Madre Teresa expandió por el mundo una vida ejemplar: el trabajo y la dedicación al prójimo.


La pequeña flor albanesa
Agnes Gonxha Bojaxhiu nació el 26 de agosto de 1910 en Uskub, en el antiguo Imperio Otomano y en la actual república de Macedonia. Gonxha significaba algo así como “pequeña flor”. Era la hija pequeña de Nicola y Drane Bojanxiu, una pareja de origen albanés. 

Cuando Agnes tenía 8 años su padre falleció repentinamente dejando a la familia en una situación económica precaria. A pesar de ello, su madre no dudó en dar una educación a sus hijos. Rodeada de una profunda fe católica, Agnes pronto se sentiría atraída por la vida religiosa. 

Tras los pasos de Teresa de Lisieux
Con 12 años, Agnes tenía muy claro que su vida iba estar ligada a la religión pero fue al cumplir los 18 cuando sintió definitivamente la llamada de la fe. El 15 de agosto de 1928 resolvió que quería ser monja tras una de las muchas peregrinaciones a la capilla de la Virgen Negra de Letnice. 

Aquel mismo año, Agnes viajó a Irlanda con la intención de aprender inglés. En la abadía de Loreto fue admitida como postulante. Su vida se había decidido para siempre. Ya no volvería a ver a su familia y su trayectoria vital se iba a centrar en los pobres de la India. 

El 6 de enero de 1929, Agnes llegó a Calcuta. En Darjeeling inició su etapa como novicia. Dos años después, el 24 de mayo de 1931, Agnes hacía sus votos y se convertía en monja. En el Colegio de Santa María de Entally en Calcuta, Agnes escogió su nombre de religiosa. En honor a Teresa de Lisieux, la patrona de los misioneros, Agnes se haría llamar a partir de entonces Teresa. 

La llamada dentro de la llamada
Convertida en la hermana Teresa, sus primeros años como monja los dedicó a la enseñanza de historia y geografía en el convento de Loreto del que llegaría a ser su directora. Durante todos esos años, Teresa no vivió ajena a la pobreza que se respiraba en las calles de Calcuta. Así, movida por un sentimiento de solidaridad hacia el prójimo, Teresa tuvo una visión mientras volvía de un retiro espiritual. Lo que ella describió como la “llamada dentro de la llamada” fue determinante para dedicarse en exclusiva a los más necesitados. 

En 1949 había reunido a su alrededor un grupo de jóvenes dispuestas a seguirla en su misión de ayudar a los pobres más pobres. El 7 de octubre de 1950, aquella monja que había abandonado el hábito de las hermanas de Loreto para vestir un sari blanco con líneas azules, recibió la autorización del Vaticano para crear su propia congregación. Nacían las Misioneras de la Caridad, un grupo reducido de 13 mujeres, escasos recursos y excepcional fuerza de voluntad.

Dos años después se inauguraba el primer hogar para moribundos en Calcuta conocido como Kalighat, la casa del corazón puro. En Kalighat se daba refugio a aquellas personas desahuciadas por falta de medios y que deseaban poder morir en paz y con dignidad. 

A Kalighat le seguirían otras fundaciones como el centro Shanti Nagar para leprosos, el Hogar del Niño del Inmaculado Corazón para los niños abandonados, centros médicos, hospicios y orfanatos.

La fama de la madre Teresa y de sus hijas de la caridad se fue extendiendo por todo el mundo y llamando la atención de personajes ricos e influyentes que no dudaron en aportar dinero a la causa de las misioneras. Décadas después, poco antes de su muerte, las Misioneras de la Caridad habían llegado a más de 100 países y habían creado más de 400 centros en todo el mundo. 

Su vida de renuncia y arduo trabajo se apagó el 5 de septiembre de 1997. Era entonces una anciana de 87 que había sufrido en sus últimos años de vida la malaria, problemas de corazón y varios accidentes que le habían costado la rotura de costillas y clavícula. La Madre Teresa murió en Calcuta donde se le ofrecieron funerales de estado.

Del Nobel a la beatificación
La Madre Teresa de Calcuta recibió infinidad de premios y reconocimientos, entre ellos el Nobel de la Paz, en 1979. Tras declinar la asistencia al banquete y pedir que el premio fuera destinado a los pobres de la India, la Madre Teresa continuó trabajando por la paz y la erradicación de la pobreza en el mundo.

La obra de la Madre Teresa fue impulsada sin duda alguna por su profunda fe. Una fe que la llevó a crear una de las congregaciones religiosas más carismáticas del siglo XX y a provocar el aceleramiento en su proceso de beatificación. 

Después de su muerte acaecida el 5 de septiembre de 1997, el Vaticano inició el proceso de beatificación dos años después sin esperar a los cinco años que marcaba el Derecho Canónico. El proceso culminó el 19 de octubre de 2003 cuando el Papa Juan Pablo II proclamó beata a la Madre Teresa de Calcuta, siendo su festividad el 5 de septiembre.

La Madre Teresa fue un gran ejemplo de amor al prójimo. A pesar de recibir también críticas a su obra, su legado, una de las pocas congregaciones creadas primero para mujeres (su sección masculina se fundaría en los años 60), fue de gran ayuda y consuelo para muchos desarrapados de la sociedad.

 Si quieres leer sobre ella


Ven, sé mi luz: Las cartas privadas de la santa de Calcuta, Teresa de Calcuta







Mi legado, Teresa de Calcuta







16 mujeres muy, muy importantes, Jordi Sierra y Violeta Monreal










Por Sandra Ferrer

domingo, 18 de diciembre de 2011

Lecciones de una historiadora, Ban Zhao (45-116)


En el siglo I d.C. el mundo occidental conocía el lejano y desconocido mundo de oriente gracias a la Ruta de la Seda. En aquellos primeros tiempos de la era cristiana, la dinastía Han llevaba más de dos siglos reinando en China. En aquel tiempo, una mujer escribió uno de los capítulos de la intelectualidad femenina más importantes de la historia de oriente.

Entre la nobleza y la erudición
Ban Zhao nació alrededor del año 45 en Fufeng, un poblado situado en la provincia de Shaanxi. Ban Zhao tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia de nobles intelectuales e influyentes. Su padre, Ban Biao, era un famoso historiador. Tenía un hermano general, Ban Chao, y otro hermano también historiador, Ban Gu, quien continuó el trabajo histórico de su padre en la redacción del conocido como Libro de Han, la primera biografía de la dinastía reinante y que ella se encargaría de terminar años después.

A pesar de haber nacido mujer, Ban Zhao tuvo a su disposición un gran número de obras históricas, filosóficas y científicas. No desaprovechó este excepcional acceso a la cultura y pronto mostró una gran pasión por la lectura y el conocimiento.

La Venerable Dama Cao
Ban Zhao tenía 14 años cuando se casó con Cao Shishu, un residente local con el que hizo su incursión en la corte, donde fue conocida como la Venerable Dama Cao. Allí no sólo destacó por su erudición sino que se convirtió en la maestra y gran confidente de la Emperatriz, Dowager Deng Sui, quien lloraría sinceramente su muerte años después.

Cuando Ban Zhao quedó viuda decidió dedicar su vida a sus hijos y al estudio. Astronomía, geografía, historia, filosofía, fueron campos que Ban Zhao dominó rápidamente a la perfección, siendo respetada por su gran sabiduría.

Lecciones para mujeres
Además de algunas poesías y ensayos, dos son las principales obras que se conservan de Ban Zhao. Una de ellas es conocida como las Lecciones femeninas, un interesante libro sobre su visión de las mujeres y el papel que debían ejercer éstas en el seno del matrimonio y de la sociedad. Además de ser sumisas, Ban Zhao defendía la inteligencia y el conocimiento en las mujeres para poder servir mejor a sus maridos. A pesar de una primera impresión negativa para la mujer, Ban Zhao planteaba una vida de silencio y trabajo para llegar a conseguir un buen matrimonio y una mejor viudedad, algo más común entre mujeres que entre hombres. Las viudas con una importante herencia eran sin duda las mujeres que mejor podían vivir en libertad y tener una cierta influencia social, no sólo en la China del siglo I sino en muchas sociedades occidentales hasta hace relativamente poco tiempo.

La historia dinástica
Ban Zhao completó el trabajo de su padre y después su hermano Ban Gu, quienes murieron sin haber terminado su historia sobre la dinastía Han, el conocido como Libro de Han. Ban Zhao se convertía así en la primera historiadora de China.

En memoria de la historiadora
La muerte de Ban Zhao alrededor del año 120 fue llorada por muchos de sus seguidores, entre ellos la emperatriz, quien no sólo se vistió de luto por su maestra, sino que llegó a organizarle un funeral de Estado.

Ban Zhao fue enterrada en la aldea Dagu, cerca de su hermano Ban Gu.

Por Sandra Ferrer

viernes, 16 de diciembre de 2011

La pequeña reina, María Luisa Gabriela de Saboya (1688-1714)


En la convulsa España de principios del siglo XVIII, cuando moría una dinastía y otra se aposentaba en el trono a golpe de cañón, una niña italiana demostró ser capaz de dirigir los designios de nuestro país con rigor y contundencia. María Luisa Gabriela de Saboya encabeza la larga lista de reinas consortes de la dinastía borbónica en España y aunque no inició la genealogía de esta casa real su papel en la historia fue determinante.


De la tranquila Saboya a la revuelta España
María Luisa Gabriela de Saboya nació en Turín el 13 de septiembre de 1688. Era hija del duque de Saboya y rey de Cerdeña, Víctor Amadeo II, y de Ana María de Orléans, sobrina del rey Luis XIV de Francia. 

La menor de tres hermanos, María Luisa tuvo una infancia feliz pero breve. En poco tiempo el rey francés puso su atención en ella y su hermana María Adelaida para utilizarlas como peones estratégicos en aquella Europa a punto de levantar las armas. 

En el testamento del último Austria español, Carlos II, se estipulaba que Felipe de Anjou, el que terminaría siendo Felipe V, debía casarse con alguna hija del emperador austriaco Leopoldo I para sellar con una alianza matrimonial una paz que no se conseguiría hasta pasados unos cuantos años. El emperador no se conformó y prefirió intentar conseguir el territorio español con las armas. Dada esta situación, Luis XIV decidió utilizar a María Luisa para afianzar una alianza entre Francia, España e Italia. 

Así fue como el destino de una joven niña de 12 años pasó de sus felices veladas en su tierra natal a tener que convertirse de la noche a la mañana en la reina de un reino débil gobernada por un rey todavía más débil. 

Marcando posiciones
El 8 de mayo de 1701, el mismo día en que el joven Felipe V era jurado como rey a la edad de 17 años, se anunciaba su compromiso matrimonial con la pequeña María Luisa. Tres meses más tarde, el 11 de septiembre, se celebraba la boda por poderes en la capilla de la Sábana Santa de Turín. Fue el tío de la novia, el príncipe de Saboya-Carignan, el que representó al novio en la ceremonia.

A pesar de que en su camino hacia su nueva patria y su nueva vida estuvo acompañada por toda su familia, hecho del todo inusual, María Luisa tuvo que despedirse no sólo de sus seres queridos sino también de todas las damas de su séquito. Por orden del Rey Sol, solamente sería una dama la que aconsejaría y controlaría los movimientos de la nueva reina en España: Anne-Marie de la Trémoille, conocida como la princesa de los Ursinos. Luis XIV era consciente de la debilidad de carácter de su joven nieto y, a pesar de que María Luisa era tan sólo una niña, podía llegar a dominar a su marido, como efectivamente se comprobaría poco tiempo después. Además, Anne-Marie se convirtió en la confidente del rey francés y de su entonces esposa, Madame de Maintenon.

Efectivamente, cuando en Figueras se celebró la ceremonia nupcial con Felipe, su nueva esposa le negó el acceso a la habitación la noche de bodas como protesta por la decisión de su abuelo. A pesar de que con el tiempo la princesa de los Ursinos y María Luisa estrecharían lazos y se convertirían en grandes aliadas, ya en los inicios demostraron ambas que tenían las cosas mucho más claras que el recién nombrado rey de España. 

La regencia
A pesar del mal comienzo de su matrimonio, Felipe y María Luisa terminaron enamorándose y haciéndose inseparables el poco tiempo que la Guerra de Sucesión Española les permitió. Cuando Felipe tuvo que marchar a Italia a defender sus posiciones, María Luisa tuvo que aceptar su papel como regente, cargo que asumió efectivamente el 8 de abril de 1702. Con la ayuda del cardenal Portocarrero y la Junta de Regencia, la nueva reina empezó a gobernar ganándose el respeto de todos los que la rodeaban.

Tras un leve descanso de su tarea gubernativa en 1703 con la vuelta del rey, al año siguiente volvió a quedarse sola. Tras los nuevos ataques del archiduque Carlos de Austria, el otro pretendiente al trono español, Felipe V tuvo que reiniciar su traslado a las zonas en conflicto. De nuevo en 1710 volvería María Luisa a coger en solitario las riendas del gobierno.

Sus hijos, los reyes fugaces
María Luisa no sólo cumplió con responsabilidad su papel de reina y de regente sino que también consiguió darle herederos al rey. El primogénito, Luis, sería el primero en llevar este nombre en la rama española de los Borbones. Dos años después de su nacimiento, en 1709 llegaba Felipe, que sólo conseguiría vivir escasos 6 días. Felipe Pedro, nacido en 1712 tampoco llegaría a la edad adulta, pues murió en 1719. Finalmente, Fernando, también llegaría a ser rey de España como Fernando VI. 

Pero a pesar de dar a la nueva dinastía dos reyes, ninguno de los dos iniciaría el árbol genealógico principal de la familia real. Sería Carlos III, el hijo de la segunda esposa de Felipe, Isabel de Farnesio, quien terminaría afianzando la dinastía.

El doloroso fin de una gran reina
La joven reina vivió los últimos años de su vida luchando contra una terrible tuberculosis que no sólo la debilitó por dentro sino que destruyó su belleza y encanto externos. Los terribles dolores de cabeza que sufría llevaron a los médicos a raparle el cabello, que nunca más le volvería a crecer, viéndose condenada a tener que usar pelucas. La debilidad de su rostro y los dolorosos y abultados ganglios de su cuello hicieron que mudara su aspecto y tuviera que hacer un gran esfuerzo por ocultar su débil y enfermiza apariencia.

Después de 7 años de sufrimiento, en los que tuvo la fuerza de voluntad de seguir gobernando y seguir teniendo hijos, María Luisa Gabriela de Saboya moría sin que los médicos nada pudieran hacer por ella. Moría el 14 de febrero de 1714, sin haber alcanzado los 20 años de edad. 

A pesar de que Felipe V lloró sinceramente la muerte de su esposa, aquel mismo año se casaba con Isabel de Farnesio. 

María Luisa Gabriela de Saboya formó parte de una de las páginas más tristes y conflictivas de la historia de España. Desde el primer momento aceptó su papel con responsabilidad y madurez y ayudó a su esposo a gobernar su nuevo reino como él nunca hizo.
 Si quieres leer sobre ella 

Jaque a la reina blanca, José Miguel Carrillo de Albornoz
Género: Novela histórica






Vida privada de los borbones, Manuel Ríos Mazcarelle
Género: Ensayo








Donde se alzan los tronos, Ángeles Caso
Género: Novela histórica






por Sandra Ferrer

viernes, 9 de diciembre de 2011

La primera parlamentaria británica, Nancy Astor (1879-1964)

Nancy Astor ocupó un escaño en la Cámara de los Comunes del Parlamento Británico por el partido Conservador durante veinticinco años. Era la primera mujer que ejercía un cargo de este tipo en Inglaterra y su paso por la cámara no dejó indiferente a casi nadie. Y es que Nancy fue una parlamentaria sin pelos en la lengua, que no dudó en decir siempre lo que pensaba aunque fuera más que políticamente incorrecto. Sus ideas pro esclavistas y su supuesta afinidad con el nazismo, oscurecieron sus acciones solidarias durante la Segunda Guerra Mundial. Su marido, del que tomó el título de vizcondesa la obligó a dejar su carrera política. Al final de sus días se encontró prácticamente sola a causa de las muertes de sus seres queridos y del distanciamiento de aquellos que veían a Nancy como una mujer con ideas de lo más extravagantes. 


La hija del esclavista
Nancy Witcher Langhorne nació el 19 de mayo de 1879 en Danville, en los Estados Unidos. Sus padres se llamaban Chiswell Dabney Langhorne y Nancy Witcher Knee y tenía siete hermanos. Su padre había sido un hombre de negocios que había sufrido la abolición del esclavismo pero que pronto recuperó su fortuna invirtiendo en sectores como el ferrocarril.

Nancy vivió una infancia rodeada de lujo en una mansión en Virginia conocida como El Mirador. Con dieciocho años conoció al que sería su primer marido mientras cursaba sus estudios en la ciudad de Nueva York. 

Su primer matrimonio, del que nacería un hijo, Robert, fue un auténtico desastre y solamente duraría escasos seis años. Tras la muerte de su madre, Nancy con su hijo del que consiguió la custodia y una de sus hermanas, Phyllis se trasladaron a vivir a Inglaterra. 

La esposa del vizconde
Poco tiempo después de su llegada Nancy se casaría en 1906 con Waldorf Astor, hijo de un vizconde y de origen también norteamericano. Empezaba entonces una vida de lujo a caballo entre Cliveden, una propiedad situada en Buckinghamshire y una fastuosa mansión londinense. Nancy se había convertido en toda una anfitriona de lo más refinado de la capital inglesa y empezó a entablar interesantes contactos que utilizaría posteriormente en su carrera política. Uno de los personajes más curiosos que conoció en aquel tiempo fue Phillip Kerr, marques de Lothian, con quien se acercó a las creencias del cristianismo científico.

Durante la Primera Guerra Mundial, Nancy Astor se volcó en ayudar a los soldados convirtiendo su mansión de Cliveden en un hospital para soldados canadienses.  

Cuando en 1919 fallecía su suegro, Waldorf Astor heredaba el título de vizconde y Nancy se convertía a su vez en vizcondesa. Aquello sería también el primer paso para llegar al parlamento británico.

La parlamentaria 
El ya entonces vizconde Astor tuvo que dejar su escaño por Plymouth Sutton al convertirse automáticamente en miembro de la Cámara de los Lores por su nuevo título nobiliario. Fue entonces cuando Nancy se planteó seriamente ocupar el lugar de su marido en la Cámara de los Comunes.

En una campaña electoral bastante reñida, Nancy consiguió su escaño que ocupó el 1 de diciembre de 1919. Su papel como parlamentaria destacó más por lo que dijo que por lo que hizo. Con una particular capacidad de decir y defender cosas a menudo inadecuadas, Nancy se negó a una ley del divorcio, a pesar de haberse divorciado ella misma en los Estados Unidos, no defendió precisamente a las sufragistas y no tuvo inconveniente en verbalizar opiniones crueles que le granjearon más de un enemigo dentro y fuera del parlamento.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Nancy Astor hizo algún comentario que la posicionaron demasiado cerca de las ideas antisemitas y de los defensores del nazismo en Inglaterra. 

Sus actividades solidarias, que continuó durante aquellos años, no compensaron el daño que hacían sus propias declaraciones. 

Un retiro obligado
Las cosas se le complicaron a Nancy cuando su hijo fue detenido acusado de homosexual y alcohólico y ella misma emprendió un viaje con su amigo George Bernard Shaw a la Rusia comunista. Los miembros de su partido, los Tories empezaron a ver en los giros extravagantes de su parlamentaria elementos más que incómodos para su imagen.

A la tristeza que supuso la desaparición de algunos de sus hermanos y amigos que fueron muriendo en aquellos años, se sumó la mala relación con su marido quien la obligó, apoyado por los miembros de su partido, a abandonar su escaño y la vida política. Nancy Astor tuvo que retirarse pero no dejó de mostrar públicamente sus opiniones a favor de la esclavitud o del antisemitismo. 

Alejada de la mayor parte de sus hijos, viuda desde 1952 y con el recuerdo de los pocos que la apoyaron y que ya habían muerto, Nancy Astor vivió sus últimos años de vida sola. Al final de sus días estuvo a su lado una de sus hijas quien la acompañó en sus momentos postreros. Fallecía el 2 de mayo de 1964.

 Series que hablan de ella 

Nancy Astor 

viernes, 2 de diciembre de 2011

La pintora trapecista, Suzanne Valadon (1867-1938)


Autorretrato - 1883
El impresionismo y todas sus variantes dieron al mundo del arte grandes nombres de pintores pero también fue un momento en el que las mujeres pintoras destacaron en un número elevado. Una de ellas, Suzanne Valadon, se consagró como una de las artistas postimpresionistas más importantes. Pintora de éxito, tuvo una vida bohemia acorde a los estereotipos bohemios del momento.

El salto de la trapecista

El verdadero nombre de Suzanne Valadon era Marie-Clémentine Valade. Marie-Clémentine nació el 23 de septiembre de 1867 en Bessines-sur-Gartempe. Su madre, Madelaine, era una costurera y lavandera que tenía una vida amorosa muy disipada lo que hizo que Marie-Clémentine no supiera nunca quien había sido su padre.

Marie-Clémentine tenía 14 años cuando se fugó a París. Su madre la encontraría en Montmatre donde sobrevivía como podía y empezó a vivir la vida bohemia rodeada de artistas e individuos de dudosa reputación.

Mujer con contrabajo - 1908
Al poco tiempo aceptó el reto de trabajar como acróbata en un circo en el que pasó un tiempo feliz y donde sería vista por los grandes artistas del momento como Renoir, Degas, Puvis de Chavannes o Toulouse Lautrec, algunos de los cuales terminarían teniendo una relación sentimental con ella. Un tiempo breve, sin embargo, pues su temeraria intención de convertirse en trapecista la llevó a subirse a un mástil del que cayó y quedó malherida.

La modelo que aprendió a pintar

Frustrado su sueño de vivir como una artista de circo, su belleza física la llevó a dedicarse a posar como modelo para los pintores de París. Pero pronto empezó a aprender y a practicar en secreto el manejo del pincel y los entresijos de la pintura. Sería uno de esos pintores, Degas, quien más animaría en sus primeros años como pintora a que continuara con su obra artística que le terminaría reportando fama, dinero y reconocimiento entre los colegas de profesión. Este reconocimiento culminó el año 1894 cuando se convirtió en la primera mujer en administrar la Société Nationale des Beaux-Arts. Las principales temáticas de sus obras fueron las naturalezas muertas y los desnudos.

Mujer con medias blancas - 1924
Su relación con los artistas del momento traspasó los límites de la profesionalidad. Como su propia madre, Marie-Clémentine dio a luz a un niño en 1883 cuando era aún una joven de 16 años y sin saber quién era el padre. Al pequeño le puso el nombre de Maurice Valandon aunque con el tiempo asumiría el apellido de Utrillo gracias a un periodista español, admirador de la pintora, llamado Miguel Utrillo y Molins, quien lo reconoció legalmente como su padre. Maurice Utrillo seguiría los pasos de su madre, no sólo convirtiéndose en un gran artista sino también en un bohemio libertino.

Pero antes de conocer al periodista español, Marie-Clementine tuvo otras relaciones amorosas. Con algunos de sus amantes llegó a casarse aunque dichos compromisos no durarían demasiado. Toulouse Lautrec fue uno de sus amantes más destacados. Si Degas la había animado a continuar pintando, fue Lautrec quien llegó incluso a proponerle cambiar su nombre por el de Suzanne Valadon para conseguir más reconocimiento entre los artistas bohemios de París.

Artista consagrada, vida vacía

Suzanne Valandon vivió el último período de su vida como una artista consagrada. Sin embargo, la fama de su arte postimpresionista no compensó la tristeza de su vida privada. Compartía su casa con su anciana madre y con su hijo, quien pronto se convirtió en un pintor controvertido demasiado dependiente del alcohol.

Suzanne Valadon moría el 7 de abril de 1938. Sus obras permanecen vivas en grandes pinacotecas del mundo como el Centro Georges-Pompidou de París o el Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

 Su  obra 



Consulta online toda su obra en Wikipaintings
http://www.wikipaintings.org/en/suzanne-valadon






Por Sandra Ferrer