RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

lunes, 23 de junio de 2014

La sufragista inglesa, Emmeline Pankhurst (1858-1928)


Emmeline Pankhurst es uno de los nombres más importantes en la historia del sufragismo en la Inglaterra de principios del siglo XX. Emmeline vivió rodeada de personas defensoras de los derechos femeninos, ya fueran hombres o mujeres. Sus padres, su marido y sus hijas, creían en la necesidad de cambiar la sociedad y dar a las mujeres un papel más activo en el mundo que avanzaba a pasos agigantados. Pero el camino no fue fácil. Emmeline fue detenida en varias ocasiones, quedó viuda de manera prematura y acusó en su vida personal la dificultad que comportaba dedicar todos sus esfuerzos a una causa que, al menos, pudo ver materializada antes de morir. Pues fue gracias a Emmeline Pankhurst y muchas otras sufragistas que en 1928 se aprobó el derecho al sufragio femenino en Inglaterra.

Una familia moderna en la Inglaterra victoriana
Emmeline Goulden nació el 15 de julio de 1858 en Manchester en el seno de una familia con ideas más bien modernas en aquellos años. Su padre, Robert Goulden, era un hombre de negocios implicado en la vida política de su país defendiendo los derechos civiles de hombres y mujeres. Su madre, Sophia Crane, descendía de una familia con una larga tradición de defensa de los derechos femeninos.

Robert y Sophia ofrecieron la misma educación a todos sus hijos, ya fueran niños o niñas. El matrimonio Goulden tendría hasta diez hijos. Así, la pequeña Emmeline, pudo estudiar primero en una escuela de Manchester y posteriormente a un colegio en París, el École Normale de Neuilly.

Además de una educación privilegiada, Emmeline vivió una infancia rodeada de cultura, pues su padre era un amante del teatro y llegó a comprar un teatro en Salford, y acudía con su madre a actos políticos.

Sufragista prematura
Emmeline conoció el movimiento sufragista desde bien pequeña pues sus padres eran unos fervientes defensores de esta causa que aun era minoritaria en Inglaterra y muchos otros países del mundo. Su madre era una ávida lectora del Women's Suffrage Journal y acudía a los primeros mítines en defensa del voto femenino. Cuando Emmeline tenía tan sólo catorce años, acudió con su madre a uno de estos actos. 

Poco después de volver de París, donde terminó sus estudios, Emmeline conoció a un abogado veinticuatro años mayor que ella. Corría el año 1878 y la joven tenía tan sólo veinte años pero la diferencia de edad no fue un problema para que ella y Richard Pankhurst congeniaran desde el primer momento. Y es que Pankhurst era un defensor de la causa sufragista femenina, además de otros movimientos liberales del momento. 

Una pareja sufragista
Emmeline y Richard se casaron el 18 de diciembre de 1879 en la Iglesia de San Lucas en Salford. La pareja llegaría a tener cinco hijos, de los cuales, la mayor, Christabel y Sylvia, acompañarían en el futuro a su madre en las actividades sufragistas. Después de vivir en el hogar de los padres de Emmeline y en Chorlton-on-Medlock, los Pankhurst se trasladaron a vivir a Londres donde Richard sería elegido miembro del Parlamento y Emmeline abrió un comercio.



El hogar de los Pankhurst se convirtió en un lugar de reunión de activistas en favor de los derechos femeninos, abolicionistas que luchaban contra la esclavitud en Estados Unidos y defensores de otras causas sociales.

En 1889, la actividad política de Emmeline se materializó en la creación de la Liga de Mujeres, que pretendía aglutinar y dar forma al movimiento feminista que crecía en Inglaterra cada vez con más fuerza. La Liga fue pronto considerada una organización radical.

Madre e hijas sufragistas
Emmeline Pankhurst sufrió un duro golpe en su vida personal cuando casi una década después, en 1898, fallecía su marido. Emmeline se centró aun más en su lucha política y pronto se vería acompañada de sus propias hijas, quienes, a pesar de que con el tiempo tendrían ciertas diferencias ideológicas con su madre, crecerían políticamente a su lado.



En 1903 Emmeline dio un paso más en su carrera política con la creación de la Unión Social y Política de Mujeres. La nueva organización nació con mucha fuerza y las sufragistas empezaron a verse como una verdadera amenaza para los defensores de las ideas totalmente contrarias. Boicots mediáticos y represiones en sus actos fueron las consecuencias posteriores. Dos años después, la hija de Emmeline, Christabel y otra sufragista, Annie Kenney fueron detenidas en el transcurso de un miting del Partido Liberal y acusadas de agredir a la autoridad. Aquella detención marcaba un antes y un después en la lucha sufragista. 

Las Pankhurst, Emmeline y sus dos hijas Sylvia y Christabel iniciaron entonces sus manifestaciones en Londres defendiendo más activamente el derecho al voto femenino. Emmeline también terminaría en la cárcel, como muchas otras sufragistas, y protagonizarían huelgas de hambres que darían a su causa una visibilidad pública mucho más amplia. Lo triste fue que algunas de aquellas mujeres dejarían su propia vida en el camino.




El paréntesis de la Gran Guerra
Cuando en 1914 se iniciaba la Primera Guerra Mundial, Emmeline aceptó paralizar sus actividades sufragista y ayudar en la contienda a cambio de que el gobierno liberada a todas las mujeres encarceladas por defender el voto femenino. La nueva dirección política se materializó en la creación del Partido de las Mujeres en 1917 fundado por Emmeline y su hija Christabel en el que, sin abandonar sus reivindicaciones sufragistas, hicieron gran hincapié en la defensa de Inglaterra en la guerra.

La consecución de un sueño
En 1918 terminaba la guerra y el mundo ya no volvería a ser igual. Dos años después, los Estados Unidos aprobaban el derecho al voto femenino, lo que fue un impulso importantísimo para el partido de Emmeline, quien viajó al otro lado del Atlántico para conocer de primera mano el gran cambio político.

En 1925, Emmeline Pankhurst se integró en el Partido Conservador donde continuó defendiendo el sufragio femenino. Su sueño se vio realizado el mismo año de su muerte, en 1928. 

El 14 de junio de aquel año, a punto de cumplir los setenta, Emmeline Pankhurst fallecía en Londres. Había conseguido el objetivo por el que había luchado toda su vida. 


 Si quieres leer sobre ella 


Madres e hijas en la historia, María Pilar Queralt del Hierro 







 Películas que hablan de ella 

Sufragistas 











Por Sandra Ferrer



domingo, 22 de junio de 2014

LA SEÑORA WILDE, CONSTANCE LLOYD (1859-1898)


Oscar Wilde pasó a la historia como uno de los mejores escritores de la época victoriana, pero también por su vida privada plagada de turbios acontecimientos y por sus tendencias sexuales que, en aquellos tiempos puritanos, lo llevaron a la cárcel. Antes de sufrir el escándalo público, Wilde había intentado mantener una vida acorde a los estándares sociales de la época. En 1884 se había casado con una dama de extraña belleza y alta alcurnia con la que llegó a tener dos hijos. Constance Lloyd se enamoró sinceramente de Oscar, por lo que es fácil imaginar su turbación al descubrir los amores homosexuales de su esposo que no sólo fueron un escándalo sino que lo llevaron a la cárcel. Constance se refugiaría en sus hijos, en el arte y en la escritura, así como en estrambóticos movimientos espiritistas y filosóficos.

Constance Mary Lloyd nació el 2 de enero de 1859 en Dublín. Sus padres se llamaban Adelaide Atkinson Lloyd y su padre, que era abogado, Horace Lloyd. Poco o nada se conoce de los primeros años de su vida, pues su biografía pública se inicia con el matrimonio con el famoso escritor inglés.

Oscar y Constance se habrían conocido en 1879 en una fiesta. Cinco años después se casaban, ella profundamente enamorada del genio de la literatura. Tras una boda por todo lo alto y una romántica luna de miel en París, En menos de dos años, nacerían sus dos hijos, Cyril  y Vyvyan. 

Fue entonces cuando Constance empezó a sospechar lo que ya su hermano le había advertido poco antes de casarse con Oscar. El escritor, después de vivir un breve periodo de matrimonio, dejó de prestar atención a su esposa, quien había cambiado su belleza juvenil por un cuerpo maltratado por dos embarazos demasiado consecutivos.

Antes de su condena pública por homosexual, Oscar y Constance llevaban tiempo distanciados. El dejó de ocuparse de sus hijos, vivía más en hoteles que en su propia casa y tenía relaciones con distintos hombres, además de vivir cercano a los mundos más turbios y oscuros del Londres victoriano. Constance intentó olvidar los desencuentros de su marido dedicándose a sus hijos y al arte y la literatura. En 1888 escribiría There Was Onceuna recopilación de cuentos infantiles que había oído a su abuela en la infancia.


En 1895 Oscar Wilde era detenido, juzgado y encarcelado acusado de "incidencia grave". Constance sólo visitó en una ocasión a su marido en la cárcel. Después le retiró toda ayuda económica y le obligó a renunciar a sus derechos paternos. 

Constance se refugió en la espiritualidad de un convento, leyendo a Dante o tocando el piano. Incluso podría haber llegado a tener una relación amorosa con otro hombre, pero este dato no está del todo documentado.

Constance Lloyd, fallecía el 7 de abril de 1898, con tan sólo treinta y nueve años. Enterrada en Génova, cuando Oscar Wilde visitó su tumba poco antes de morir, observaría con tristeza un epitafio que rezaba así: "Constance Mary, hija de Horace Lloyd". Muchos años después, en 1967, se añadiría "Esposa de Oscar Wilde".

 Si quieres leer sobre ella 
Constance, Franny Moyle 







Escrito por Sandra Ferrer

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

viernes, 20 de junio de 2014

Las flores arrancadas, las Trece Rosas († 1939)


Placa en memoria de las Trece Rosas situada en el cementerio de la Almudena
La madrugada del 5 de agosto de 1939, en una de las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid, trece mujeres, casi niñas o recién alcanzada la mayoría de edad, fueron fusiladas por la policía franquista. Solamente dos días antes habían tenido un juicio sumarísimo en el que fueron acusadas de actividades clandestinas en contra del régimen recién instalado en el poder después de tres años sangrientos de lucha fraticida.

Aquellas trece jóvenes pasarían a la historia como Las Trece Rosas. La gran mayoría eran muchachas que trabajaban como costureras y que, de un modo u otro, estaban relacionadas con los partidos de izquierdas y habían colaborado en el frente republicano con sus familiares o amigos. Al terminar la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse de manera clandestina en la capital. Pero la gran mayoría de dirigentes del Partido Comunista y de dichas juventudes habían huido al extranjero, habían sido detenidos o asesinados. Así, solamente quedaban un grupo de jóvenes dispuestos a continuar luchando por su sueño republicano. Pero la poca infraestructura y experiencia organizativa, unido a un fuerte represión y control policial en aquellos primeros meses de paz, fueron razones suficientes para que las JSU fueran disueltas de nuevo antes de haber realizado acciones clandestinas. Solamente se recuerda un hecho en el que durante el desfile del Caudillo en la celebración del día de la victoria que distribuyeron pasquines con la frase “Menos Viva Franco y más pan blanco”.

Imagen de la película Las Trece Rosas
Hombres y mujeres fueron detenidos a lo largo de la primavera del 39 y conducidos a varias cárceles. Entre ellos, aquellas jóvenes que serían trasladadas a la prisión de las Ventas, algunas al módulo de menores de edad. Allí permanecieron a la espera de un destino incierto hasta que un atentado mortal precipitó los acontecimientos. 

El 29 de julio miembros de las JSU asesinaron en Talavera de la Reina a Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, su hija de 18 años y el chófer del coche en el que viajaban.

La reacción no se hizo esperar y el 3 de agosto se celebró un Consejo de Guerra ante el que fueron juzgados 57 miembros de las JSU que permanecían detenidos desde hacía meses. Entre ellos, las trece mujeres que dos días después perderían la vida de manera trágica en las tapias de la Almudena en uno ejercicio de escarmiento público por parte del régimen recién instaurado.

En esta foto aparecen las trece rosas acompañadas de otras mujeres
Las Trece Rosas fueron trece víctimas más de la guerra civil y la dictadura franquista. Mujeres con nombre y apellidos, que tuvieron una vida breve que fue sesgada en un tiempo de represión en el que el franquismo se dispuso a borrar de las tierras aún manchadas de sangre a todos sus enemigos.

Estas fueron aquellas mujeres: 

Victoria Muñoz García
Una de las más jóvenes de las Trece Rosas, fue asesinada con tan sólo 18 años. El año 1936 ingresó en las JSU y continuó con sus actividades clandestinas al terminar la guerra en el grupo de Chamartín de la Rosa. Sus dos hermanos habían muerto fusilado uno y tras recibir una paliza en prisión el otro. 

Luisa Rodríguez de la Fuente
Luisa fue junto con Victoria la más joven del grupo al morir con 18 años. Trabajaba como modista y colaboraba con las JSU desde los tiempos de la guerra. Luisa no tuvo ningún cargo importante en el grupo por lo que se dedicó a tareas varias.

Julia Conesa Conesa
Fusilada a los 19 años, Julia era una joven asturiana afincada en Madrid que se afilió a las JSU donde llegó a ser secretaria deportiva del Sector Oeste. 

Adelina García Casillas
Hija de un guardia civil, había nacido en Ávila y trabajaba como modista. Durante la guerra se había afiliado al JSU. Fue fusilada con 19 años.

Virtudes González García
Virtudes era una modista de Madrid que se había unido a las JSU en 1936 y había sido nombrada secretaria femenina del club “Pablo Vargas”. Fue fusilada con 19 años.

Elena Gil Olaya 
Tenía 20 años cuando Elena, modista madrileña y miembro de las JSU desde 1937 fue fusilada junto a las demás detenidas.

Dionisia Manzanero Salas
Dionisia participó activamente en la guerra civil como enfermera, ayudando en la retaguardia e incluso estuvo en el frente. Cuando fue detenida con 20 años, trabajaba como modista en su Madrid natal.

Ana López Gallego
Ana había nacido en La Carolina, Jaén, pero vivía en Madrid donde trabajaba como modista. Durante la guerra se unió a las JSU y fue nombrada secretaria femenina del Radio de Chamartín de la Rosa. Tenía 21 años cuando fue fusilada. Ana tuvo una muerte cruel al no fallecer a la primera carga. Viendo que aun no había fallecido, la joven preguntó en voz alta “¿Es que a mí no me matan?”

Martina Barroso García
Martina había nacido en un pueblo de Ávila llamado Gilbuena. Trabajó en Madrid como modista y en un comedor social. Afiliada a las JSU en 1937 fue fusilada con 22 años.

Joaquina López Lafiite
Asturiana de nacimiento, Joaquina era una estudiante de 23 cuando fue detenida y fusilada. Había ingresado en el PCE en 1936.

Carmen Barrero Aguado
Carmen llevaba trabajando desde los 12 años como modista para ayudar a su madre viuda a mantener una extensa familia de nueve hijos. Durante la guerra fue militante del PCE y en la posguerra pasó a dirigir su sección femenina. Fue fusilada con 24 años.

Pilar Bueno Ibáñez
Zaragozana nacida en Sos del Rey Católico, Pilar vivía con sus tíos en Madrid desde pequeña. Trabajaba como modista y era miembro del PCE desde 1936. Fue fusilada con 26 años.

Blanca Brisac Vázquez
La más mayor de las trece, Blanca fue una comunista nacida en San Sebastián que antes de casarse fue pianista. Cambió la música por la costura tras contraer matrimonio. Vivía en Madrid cuando fue detenida y fusilada con 29 años.

Antonia Torres Llera
Antonia era una joven de 19 años que trabajaba en una fábrica de sellos en Madrid, ciudad en la que nació. Desde 1936 formaba parte de las JSU. Antonia no murió junto a las otras trece condenadas el 5 de agosto, sino que fue fusilada el 19 de febrero de 1940 por un error administrativo.



 Si quieres leer sobre ellas 

Las trece rosas, Jesús Ferrero






Trece rosas rojas, Carlos Fonseca






 Películas que hablan de ellas 

Las 13 rosas








Por Sandra Ferrer

miércoles, 18 de junio de 2014

La reina amada, Bárbara de Braganza (1711-1758)


Bárbara de Braganza fue la única esposa del rey Fernando VI. A pesar de que su matrimonio, como el de la gran mayoría de los enlaces reales, fue una cuestión de estado, y aunque Bárbara no era una muchacha precisamente agraciada, su cultura, su sensibilidad y su manera de ser enamoraron al entonces Príncipe de Asturias. No sólo a él. Pues pronto se ganaría el afecto de su pueblo y de la corte. Solamente la reina Isabel de Farnesio, madrastra de su esposo, sintió por ella una animadversión hasta el fin de sus días. Pero Bárbara de Braganza supo estar a la altura de las circunstancias y no sólo supo controlar su precaria situación en los años previos al nombramiento de Fernando VI, sino que se convirtió en una pieza clave para su marido en la política exterior de España. 

Una princesa amante de la cultura
Maria Madalena Bárbara Xavier Leonor Teresa Antonia Josefa de Braganza, más conocida como Bárbara de Braganza, nació el 4 de diciembre de 1711 en la corte de Lisboa. Bárbara fue la segunda hija de los tres vástagos habidos del rey Juan V de Portugal y su esposa la reina María Ana de Austria. La princesa heredó de su padre la pasión por la cultura y el arte. Educada por tutores excepcionales, Bárbara aprendió seis idiomas y fue una apasionada de la música. 

Su aspecto, sin embargo, no era demasiado agraciado. A una constitución más bien robusta, se unieron unas poco favorecedoras manchas en el rostros causadas por la viruela sufrida cuando tenía apenas catorce años. 

Una princesa mal recibida
A nivel político, Bárbara tampoco era una princesa de las más importantes de Europa. Pero cuando Felipe V volvió al trono tras el fallecimiento de su hijo Luis I, decidió establecer una alianza con su vecino peninsular. Portugal, durante la Guerra de Sucesión, se había posicionado en el bando austriaco y Felipe V consideró que, pasados los años, era necesario proponer un acercamiento con Portugal. Dicho acercamiento se materializó en un doble matrimonio cruzado. Mientras el príncipe Fernando debería casarse con la princesa portuguesa, la hija de Felipe V y su segunda esposa, María Victoria, contraería matrimonio con José, el heredero al trono portugués. 



En un primer momento, la opinión general fue rechazar aquella alianza con Portugal, pensado que el futuro rey podría haber matrimoniado con alguna princesa más importante del Viejo Continente. Aún así, Bárbara se supo ganar el afecto de la corte y pronto se creó en torno a su persona un partido afín a la futura reina consorte. 

En parte, la simpatía general hacia la portuguesa, fue su mano derecha al tratar con la todo poderosa Isabel de Farnesio. Segunda esposa de Felipe V, no dudó en mostrar abiertamente su desprecio hacia los hijos de su marido y su primera mujer, María Luisa Gabriela de Saboya e intentar sobreponer los intereses de sus propios vástagos. 


La familia de Fernando VI 


Un exilio en palacio
Isabel de Farnesio no podía soportar ni la estrecha relación y complicidad que se forjó entre Fernando y Bárbara ni la buena imagen que tenía aquella muchacha poco agraciada físicamente pero de gran cultura y buenas dotes para la política.

En su intento desesperado por evitar a toda costa la influencia de estos en su esposo, el ya decadente Felipe V, consiguió aislar a la pareja durante más de una década recluidos en sus estancias reales y con muy poca comunicación con el exterior.

Los futuros reyes supieron manejar con gran sabiduría la situación y aguantaron estoicamente aquella situación manteniendo en secreto sus alianzas con la corte y con algunas cortes extranjeras. 

Al fin reyes
Así, cuando en 1746 moría de manera inesperada el primer borbón español, Fernando VI subía al trono junto a su esposa Bárbara de Braganza como reina regente. Isabel de Farnesio fue inmediatamente desterrada al palacio de la Granja. En aquel hermoso rincón segoviano y en el vecino palacio de Riofrío, la reina viuda esperaría más de una década hasta ver a su hijo subir al trono español como Carlos III.

Sepulcro de Bárbara de Braganza
Bárbara de Braganza demostró ser una reina inteligente, que ayudó a su marido en las cuestiones de estado, promovió las artes y la cultura y se ganó el cariño de su pueblo. La Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Jardín Botánico, la música de Farinelli o el teatro, recibieron el apoyo incondicional de la reina.

Poco antes de morir, sintiéndose ya débil y enferma, Bárbara construir el monasterio de las Salesas Reales en el que acogería a monjas de San Francisco de Sales y se daría educación a las niñas de alta alcurnia.


En dicho monasterio sería enterrada tras su fallecimiento en el palacio de Aranjuez el 27 de agosto de 1758. 

Como el amor de Fernando VI y Bárbara de Braganza no se tradujo en herederos reales, Isabel de Farnesio pudo ver con satisfacción como, tras la muerte de Fernando, quien siguió a su esposa un año después de su muerte, era su hijo quien se convertía en Carlos III.



Por Sandra Ferrer

martes, 17 de junio de 2014

La primera gran tenista, Charlotte Cooper (1870-1966)


Charlotte Cooper, con su imagen esbelta y elegante, vestida con largos trajes a la moda victoriana, cosechó a lo largo de su extensa carrera como deportista un gran número de títulos, entre ellos, alzarse como la primera mujer en la historia en ganar unos Juegos Olímpicos. Algo poco habitual, pues a principios del siglo XX eran pocas las féminas que practicaban algún deporte de manera profesional y las menos las que alcanzaban un rango de élite. Pero Charlotte inició un largo camino de éxitos para muchas deportistas en general y tenistas en particular que, con el paso del tiempo, demostraron que el sexo débil también era capaz de batir marcas y ganar en unas olimpiadas. 

Charlotte Reinagle Cooper Sterry nació el 22 de septiembre de 1870 en Ealing, Inglaterra. Charlotte, conocida cariñosamente como “Chattie”, era la hija pequeña de un molinero llamado Henry Cooper y su esposa Teresa Georgiana Miller. 

Charlotte aprendió a jugar a tenir en el club de tenis de su localidad natal. A los veintidós años ganó el primero de la que sería una larga lista de premios. Dos años después ganaba su primer título de individuales en Wimbledon, repitiendo en 1896 y 1898. Pero su mayor logro llegaría en las olimpiadas de París de 1900, las primeras en las que las mujeres pudieron participar. Charlotte se convirtió en la primera mujer en la historia en ganar un premio olímpico.



En 1901, el mismo año que conseguía ganar en Wimbledon por cuarta vez, Charlotte se casaba con el abogado y tenista Alfred Sterry que con el tiempo sería nombrado Presidente de la Lawn Tennis Association. Charlotte apartó por un tiempo su faceta de deportista. En 1903 nacía su primer hijo, Rex, y dos años después Gwen, ambos muy vinculados con el mundo del tenis a lo largo de su vida. 


Después de un pequeño paréntesis dedicado a su familia, en 1908 y con treinta y siete años de edad, Charlotte volvía a Wimbledon para ganar de nuevo. Amante del deporte y deportista incansable, Charlotte no dejó de jugar y conseguir premios hasta los cincuenta años. Cuando su cuerpo ya no acompañó aquel espíritu incansable, la tenista se retiró a vivir una vida tranquila hasta los noventa y seis años. Charlotte Cooper fallecía el 10 de octubre de 1966 en Helensburgh, Escocia.

Por Sandra Ferrer

lunes, 16 de junio de 2014

COMO INSERTAR, BIEN, LA COPA MENSTRUAL

Ya he publicado varias entradas referentes al uso de la copa menstrual, sin embargo hay un tema que todavía no he tocado y es como colocarse la copa menstrual. En un principio no tenía pensado tratar este tema porque la mayor parte de las copas menstruales vienen con un folleto en el cual se explica como introducir la copa menstrual, pero dado que muchas usuarias me hacen preguntas al respecto he pensado que sería interesante publicar una entrada al respecto.



Como ya sabéis la copa se debe introducir doblada y debe desplegarse en el interior de la vagina para recoger el flujo menstrual. En un principio todo parece muy fácil pero a veces la copa no se despliega, cuesta introducirla, se mueve... En esta entrada vamos a intentar analizar todos estos puntos.

  • Conocer nuestra anatomía: debemos recordar que nuestro canal vaginal no es vertical, si no que se inclina ligeramente hacia el recto. Por eso no debemos introducir la copa verticalmente, si no con un ángulo de inclinación de 30 a 45º, igual que hacemos cuando introducimos un tampón. Si introducimos la copa verticalmente, hacia el ombligo, la copa chocará contra el hueso púbico y no quedará bien colocada.
  • Doblar la copa: aunque en la mayor parte de blogs o folletos informativos solo se mencionan un par de dobleces existen al menos una decena de ellas. Cada doblez se adapta mejor a un tipo de copa y mujer, por eso mientras no nos familiaricemos con nuestra copa es bueno probar diferentes métodos, para ver cuál se adapta mejor a nosotras y nuestra copa.

  • Por lo general aquellas dobleces más sencillas como la doblez en "C" o en "S" van bien para las copas firmes, que se despliegan bien en por ellas mismas. Las dobleces más elaboradas como pueden ser la doblez "origami" o "diamante" van mejor con las copas más blandas, que necesitan más ayuda para desplegarse completamente. Este vídeo de Lunette explica muy bien las diferentes formas de doblar una copa, para las que les resulte difícil seguir el vídeo existe la versión fotográfica. c7
    Si os resulta incómodo introducir la copa debido a que, incluso doblada, se os hace muy grande una solución muy práctica es humedecerla con agua o ponerle un poco de lubricante. Así será más resbaladiza y entrará con mayor facilidad. En el caso de optar por la opción del lubricante recomiendo aplicarlo solo en la parte superior de la copa, de otra forma toda la copa sería resbaladiza y difícil de manejar. 


  • Asegurarse que la copa está bien colocada: una vez hemos introducido la copa debemos comprobar que se ha abierto correctamente y que el cérvix está rodeado por la copa, no fuera. 
  • Muchas mujeres saben que la copa se ha abierto correctamente porque escuchan un "pop" cuando se desdobla, sin embargo eso no pasa con todas las copas. 
    Las copas más blandas no hacen ningún tipo de ruido al desplegarse, y no escuchar el sonido no quiere decir que no se haya desplegado bien. Para tener la certeza de que la copa se ha desplegado correctamente y ha creado vacío lo mejor es girarla 180º (media vuelta) una vez esta dentro y luego pasar el dedo por el borde comprobando que no queden dobleces. Si hay alguna doblez podemos deshacerla con la mano y si no somos capaces lo mejor es sacarla y volverla a introducir. 
    Es importante también asegurarse que el cérvix, por el cual sale la sangre, queda rodeado por la copa porque si está fuera la copa no podrá recoger la sangre y habrá pérdidas. 


Creo que he comentado lo más importante a la hora de colocar una copa menstrual, sí aún así tenéis dudas estaré encantada de responderlas en el apartado de comentarios o por correo electrónico.
Si a pesar de colocar la copa correctamente todavía tenéis fugas o pérdidas con la copa os recomiendo visitar la serie de posts dedicados a pérdidas con la copa menstrual.