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sábado, 16 de mayo de 2015

La bruja del aire, Marina Raskova (1912-1943)


El 22 de junio de 1941 y bajo el nombre de “Operación Barbarroja” los alemanes entraban en territorio ruso. La Segunda Guerra Mundial ya había asolado media Europa. Le tocaba el turno a una Unión Soviética que veía cómo a través de sus fronteras el nazismo se extendía de manera amenazante. Por aquel entonces, las tropas soviéticas empezaban a sufrir serios problemas de abastecimiento, por lo que cualquier ayuda era bienvenida. En octubre de aquel mismo año, y tras una formación relámpago, tres nuevos regimientos del aire entraban en combate. Nada tendrían de especial si no fuera porque todos sus miembros eran mujeres. Su creadora fue una mujer que iba a ser cantante de ópera, pero terminó convirtiéndose en una de las mejores aviadoras de la Unión Soviética.

De la música al cielo
Marina Raskova nació 28 de marzo de 1912 en el seno de una familia rusa de clase media. Su padre, Mikhail Malinin, era profesor de canto y su madre, Anna Liubatovich, profesora. Su infancia en Moscú transcurrió rodeada de música. Su padre inculcó en Marina su pasión, por lo que no es de extrañar que estudiara en el conservatorio moscovita. Sin embargo, su carácter perfeccionista hizo que la música se convirtiera en algo estresante para ella. La química fue su sustituta, en parte porque su padre hacía tiempo que había muerto y la familia necesitaba dinero para subsistir, así que empezó a trabajar en una fábrica de tintes. Todo esto sucedía en 1929, el mismo año que se casaba con el ingeniero Serguéi Raskov, con el que tendría una hija, Tania y del que se divorciaría pocos años después.

Pero sería su trabajo como dibujante de planos en el Centro de Navegación Aérea de la Academia del Aire el que cambiaría su destino para siempre. Cuando en su nuevo puesto entró en contacto con el mundo de la aviación, supo que había encontrado su verdadero camino.



En un tiempo récord asumió tales conocimientos que la convirtieron al año de ingresar en el centro en profesa de la Academia del Aire Zhukovski. Era la primera mujer que lo conseguía. Y no sería su único logro.

Admirada por Stalin
En 1934 se graduaba y empezaba una larga serie de vuelos cuyas marcas no pararía de superar. La más sonada fue la hazaña que consiguió en 1938 cuando junto a otras tres mujeres se embarcaron en una aventura que las pondría al borde de la muerte. 

Marina Raskova, Valentina Grizobudova y Polina Osipenko decidieron hacer un viaje que atravesara toda la “Rodina” nombre con el que se conocía a la madre patria rusa. El 24 de septiembre un bimotor ANT-37, al que pusieron el mismo nombre de Rodina, despegaba de Moscú con destino a la lejana Komsomolsk. Fueron veintiséis horas de vuelo ininterrumpido en el que atravesaron más de seis mil kilómetros de tundra y estepa. La aventura se complicó cuando, sobrevolando Siberia, las alas del avión empezaron a acumular hielo. Para poder perder peso y ganar altura empezaron a lanzar objetos innecesarios. La propia Marina, viendo que la situación era complicada, no dudó ni un segundo en lanzarse ella misma en paracaídas en plena estepa rusa. Un campesino salvó a Marina de una muerte segura y las tres mujeres regresaban a Moscú como auténticas heroínas.


Con tan sólo veinticinco años, Marina Raskova era galardonada junto a sus compañeras, con la Estrella de Oro de los Héroes de la Unión Soviética, siendo las primeras mujeres en recibirlo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Tal fue la fama de Marina en este y otros retos aeronáuticos, que el propio Stalin quiso tener una entrevista privada con ella. Para entonces, la Segunda Guerra Mundial estaba haciendo verdaderos estragos en muchos puntos del territorio europeo. Y Rusia no sería la excepción.

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética, Marina Raskova aprovechó su rango de Mayor de la Fuerza Aérea Soviética con el que había sido nombrada poco tiempo atrás, y no dudó en pedir personalmente a Stalin que le permitiera organizar nuevos regimientos de combate aéreo. La petición, sin embargo, era excepcional, pues Marina propuso que su equipo estaría formado en su gran mayoría por mujeres. Por primera vez en la historia, el rol femenino en un conflicto armado no se iba a reducir a tareas en la retaguardia. Marina quería, confiaba, sabía, que ellas podían ser tan válidas como sus colegas pilotos en el aire. 

Un regimiento excepcional
El sueño de Marina Raskova se materializó con la creación del Grupo de Vuelo Especial nº. 122. Un sueño que compartieron cientos de voluntarias que de manera casi inmediata empezaron a hacer cola para poder ocupar una plaza en la Academia de Aviación Zhukovski. Fue la propia Marina quien seleccionó a unas aspirantes que deberían enfrentarse a una formación dura e intensiva que las tendría que convertir en pilotos del ejército soviético.

Aun no había terminado 1941 cuando el primer grupo de aspirantes se trasladó a la base aérea situada en un pueblecito a orillas del Volga llamado Engels, al norte de Stalingrado. Lo que sus colegas masculinos aprendieron en años de formación, ellas tuvieron que hacerlo en un tiempo récord. Más de doce horas de vuelo diarias en rudimentarios aviones de madera y lona. 

Mientras las aspirantes a piloto se sometían a este duro entrenamiento, otras mujeres del regimiento tuvieron que realizar una tarea indispensable: reconvertir el vestuario masculino en prendas adecuadas para las mujeres. Las diligentes agujas transformaron los uniformes de soldados en piezas acordes a las tallas femeninas mientras que en las botas se incrustaban todo tipo de materiales blandos que ayudaran a reducir sus tallas. Los aviones también se tuvieron que adaptar a las nuevas medidas, elevando los asientos y acercándolos a los pedales. 

Seis meses después, Marina Raskova vio con orgullo que sus mujeres estaban preparadas para elevarse a los cielos en guerra. El original Regimiento nº 122 se dividió en tres. 

El 586, conocido como el Regimiento de Aviación de Caza, entraba en combate en abril de 1942. Comandado por Tamara Kazarinova, este regimiento realizó más de mil misiones. 

El 587 fue el Regimiento de Aviación de Bombardeo y estuvo comandado por la propia Marina Raskova. Desde diciembre de 1942 superaría también las mil misiones.

Las brujas de la noche
El Regimiento 588 fue quizás el más conocido de todos. Su nombre oficial fue el de Regimiento de Aviación de Bombardeo Nocturno fue en Alemania se las rebautizó como las “Brujas de la noche”. Aquellas mujeres comandadas por Evdokiia Bershanskaia, iniciaron sus misiones, las cuales superarían las veinte mil, en el verano de 1942. 



La principal estrategia utilizada por las pilotos del Regimiento 588 era intentar compensar la lentitud de los pesados aparatos que tenían que pilotar volando en el último momento con el motor apagado. De noche y a punto de alcanzar su objetivo, paraban el motor, lanzaban las bombas y volvían a encender el aparato para poder salir con vida. Aquella estrategia hacía que los aviones emitieran unos extraños sonidos que el ejército y la población enemiga comparó con el ruido de una escoba volando. De ahí el apodo de Brujas de la noche. Además de jugarse la vida con un modo tan peligroso de atacar, volaban sin paracaídas para aligerar el peso del avión al máximo y poder cargar cuantas más bombas en su interior. Siguiendo este plan de ataque, las brujas de la noche, realizaban varias incursiones en territorio enemigo en una misma noche.

Stalingrado
En noviembre de 1942, cuando los Regimientos creados por Marina ya habían conseguido pilotar biplanos y llevaban un sinfín de incursiones en territorio enemigo, el estado mayor del ejército las mandó a apoyar a las tropas que desde agosto luchaban en la que se convertiría en una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial.

Marina Raskova haría su último vuelo el 4 de enero de 1943. Su avión no fue abatido con un aparato enemigo. Fue el frío ruso el que terminó con una de las mujeres más valientes que había conocido la guerra. Aquel gélido día de invierno, una tormenta de nieve limitó la visibilidad de su bimotor PE-2 que terminó estrellándose. Toda la tripulación moría en el acto y se consideró que habían muerto en combate. 

Las cenizas de Marina Raskova fueron enterradas en un muro del palacio del Kremlin. Recibió condecoraciones a título póstumo y muchas calles de distintas ciudades rusas recibirían su nombre. Pero el mayor homenaje que pudo recibir fue el esfuerzo incansable que sus compañeras continuaron realizando hasta el final de la guerra. 


Muchas de aquellas mujeres dejaron su vida a bordo de aquellos pájaros de lata, inestables, peligrosos y frágiles. Pero lo hicieron con valentía, instruidas por una mujer que un día soñó con conquistar el cielo. 

 Si quieres leer sobre ella 


Las brujas de la noche
Lyuba Vinográdova







Por Sandra Ferrer

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