El 20 de abril de 1534 una mujer de apenas veintiocho años subía al cadalso para ser ejecutada. Se llamaba Elizabeth Barton y poco tiempo antes había sido considerada una santa y visionaria tocada por la mano divina. Fue posiblemente su enfrentamiento directo con el rey Enrique VIII lo que la convirtió en una farsante para la historia oficial. El monarca, que también la había alabado, no aceptó que una monja condenara públicamente su divorcio de Catalina de Aragón. Conocida como “La monja de Kent” nunca se pudo dilucidar si sus visiones eran ciertas.
Elizabeth Barton nació alrededor del año 1506 en Aldington, cerca de Canterbury y aunque no se conoce nada de sus orígenes, es probable que perteneciera a una familia humilde. Cuando tenía diecinueve años la encontramos sirviendo en la casa de un farmacéutico local. Fue entonces cuando cayó enferma y empezó a experimentar sus primeras visiones y profecías.
La fama de Elizabeth se expandió cuando hombres de iglesia como el arzobispo William Warham y el obispo John Fisher creyeron en ella. Fue el propio arzobispo quien medió para que Elizabeth ingresara en el convento benedictino del Santo Sepulcro de Canterbury.
En 1528 fue recibida por el cardenal Thomas Wolsey y el propio rey Enrique VIII quien también creyó en sus visiones. Pero la opinión real empezó a cambiar a raíz del proceso de divorcio de su primera esposa, Catalina de Aragón, y su intención de casarse con Ana Bolena. Un conflicto personal que derivaría en la ruptura con la iglesia de Roma. La hermana Elizabeth no dudó en amenazar públicamente a Enrique VIII con la condena divina y denunciar su conducta.
El rey dudó en un primer momento en atacar a la monja de Kent por su gran popularidad pero los agentes de Enrique no tardaron en detenerla y acallar sus profecías contra él. En la Torre de Londres fue interrogada y probablemente torturada hasta forzarla a una declaración que la condenaba a morir. Un proceso dirigido por el todopoderoso cardenal Wolsey, fiel a la corona, del que no hubo juicio por lo que nunca se podrá llegar a saber si Elizabeth era una demente o una santa.
El rey dudó en un primer momento en atacar a la monja de Kent por su gran popularidad pero los agentes de Enrique no tardaron en detenerla y acallar sus profecías contra él. En la Torre de Londres fue interrogada y probablemente torturada hasta forzarla a una declaración que la condenaba a morir. Un proceso dirigido por el todopoderoso cardenal Wolsey, fiel a la corona, del que no hubo juicio por lo que nunca se podrá llegar a saber si Elizabeth era una demente o una santa.
El 20 de abril de 1534 fue decapitada en Tyburn y su cabeza colgada de una pica en el Puente de Londres. Fue la primera mujer en la historia en sufrir tal escarnio público a su memoria.
El conflicto religioso entre católicos y protestantes que se extendió por Inglaterra en los años posteriores hizo de Elizabeth Barton el símbolo de la santidad o de la maldad. Unos la conocían como la “Santa doncella de Londres” mientras otros la bautizaron como la “Loca doncella de Kent”.
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