RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

domingo, 29 de enero de 2012

Sencillo rococó, Marguerite Gérard (1761-1837)


Mientras los grandes artistas de finales del XVIII se dedicaban a recrear un mundo bucólico y abarrotado siguiendo la moda rococó, una mujer, Marguerite Gérard, se dedicó a pintar bellas escenas sencillas de la alta sociedad de París.

Cuñada y alumna de Fragonard
Marguerite Gérard nació en Grasse, en la Provenza, el 28 de enero de 1761 en el seno de una familia burguesa acomodada. Su padre, Claude Gérard, era fabricante de perfumes. Tenía poco más de 8 años cuando la pequeña Marguerite se trasladó a vivir a París con su hermana Marie-Anne y el marido de ésta, el famoso pintor rococó Jean-Honoré Fragonard.

Marguerite no había recibido una educación formal pero pronto supo aprovechar la oportunidad de tener en su propia familia a un pintor de la talla de su cuñado. Fragonard se convirtió en su profesor con el que empezó a colaborar en su taller con tan sólo 14 años.


El rococó más intimista
Lección de piano
Cuando el recargado estilo rococó estaba empezando a dar sus últimos coletazos, Marguerite, convertida en pintora profesional y exhibiendo sus obras en los principales salones de París, se decantó por un estilo sencillo, no recargado. Sus lienzos plasmaron la vida de la burguesía y la aristocracia parisina llegando incluso a pintar para el mismísimo Napoleón Bonaparte.

Marguerite Gérard se dedicó en cuerpo y alma a su obra pictórica, manteniéndose soltera para no perder su independencia.


Al final de su carrera como pintora empezó a recibir críticas por la repetición de sus temáticas. Pero cuando las críticas desaparecieron, sus cuadros permanecieron como el reflejo del pincel de una gran artista.


Marguerite Gérard moría en su retiro de París el 18 de mayo de 1837.





Por Sanda Ferrer



sábado, 28 de enero de 2012

La tenacidad de una reina, Constanza de Suabia (1248-1302)


Sepulcro de Constanza
en la Catedral de Barcelona
En el siglo XIII, en una Europa sumida en el largo conflicto entre güelfos y gibelinos, en un continente en continua lucha por ganar nuevos territorios, la reina de una pequeña isla luchó y se enfrentó a sus propios hijos para mantener bajo su estirpe la corona que le pertenecía. Constanza de Suabia fue reina de Sicilia y defendió con orgullo y tenacidad su trono y su reino. 

Entre el imperio y el papado
Constanza de Suabia nació en el año 1248 en el palacio real de Nápoles. Era hija de Manfredo de Suabia, rey de Nápoles y Sicilia, y de Beatriz de Saboya, nieta del emperador Federico II. Nadie se podía imaginar entonces que esta pequeña princesa jugaría un papel clave en la lucha por el poder en la Europa del siglo XIII. 

Manfredo de Suabia era hijo natural del emperador Federico II. Este se había enfrentado con el papado por el poder territorial de media Europa. Mientras los güelfos defendían un poder del Papa más allá de su papel como guía espiritual de la cristiandad, los gibelinos defendían la potestad del emperador para gobernar incluso por encima del papado. El conflicto entre estos dos grandes poderes, espiritual y terrenal, no terminó con la muerte de Federico II. 

 En Sicilia reinaba entonces Manfredo, quien no dudó en aliarse con la corona de Aragón y su rey Jaime El Conquistador para compensar la alianza abierta de la Santa Sede con Francia. La alianza se materializó en el contrato matrimonial entre la princesa Constanza y el infante Pedro, el segundo hijo del rey aragonés. 

Tenía poco más de 14 años cuando Constanza llegó a Montpelier donde se casaría con Pedro el 13 de junio de 1262. De esta unión nacerían cuatro hijos y dos hijas. 

Poco tiempo después, el Papa Urbano IV, quien se había opuesto abiertamente a la unión de Pedro y Constanza, excomulgó a Manfredo e inició una cruzada contra Sicilia. En la batalla de Benevento, en 1266, caía muerto el rey Manfredo y ocupaba su trono Carlos de Anjou. 

Reina de Aragón 
En 1276 Constanza y su marido Pedro eran coronados reyes de Aragón tras la repentina muerte del heredero. El entonces rey Pedro III recibió las súplicas de sus antiguos súbditos quejosos del gobierno de su nuevo monarca Carlos de Anjou. La mecha se encendió el lunes de Pascua de 1283 en las conocidas como Vísperas de Sicilia en las que el pueblo se rebeló contra el rey francés recibiendo el apoyo de Pedro III quien se encontraba en Túnez librando una batalla. 

Victorioso el rey de Aragón, mandó llamar a su esposa quien llegó a la isla con sus hijos. Constanza era nombrada reina de Sicilia y su segundo hijo, Jaime, heredero de dicho trono, separando así los destinos de Aragón y Sicilia. 

Reina de Sicilia 
Constanza II de Sicilia gobernó su nuevo reino ayudada de un consejo de nobles. La respuesta del papado no se hizo esperar. 

La excomunión y el ataque de Carlos de Anjou se sucedieron en el tiempo. Constanza, sola y sin el apoyo de su marido, tuvo que defender con gran esfuerzo el reino que un día debería pertenecer a su hijo. La reina no sólo salió victoriosa de la lucha con los franceses sino que llegó a capturar al hijo de Carlos de Anjou quien fue conducido a Aragón por orden de su marido. 

El 2 de noviembre de 1285 moría su esposo del que se había separado hacía tiempo y del que había tenido que aceptar constantes infidelidades. Su hijo Jaime era proclamado rey de Sicilia ese mismo año acatando el testamento de su padre. El Papa continuó protestando y exigiendo el retorno de la corona a las sienes de los Anjou. 

La Santa Sede consiguió del nuevo rey de Aragón, Alfonso III, la liberación de Carlos de Anjou a cambio de una tregua con Francia. De nuevo era proclamado rey de Sicilia el francés Carlos. Constanza se sintió traicionada por su propio hijo, quien no viviría mucho tiempo más, pues fallecería en 1291. 

Quien había sido rey de Sicilia, Jaime, era ahora proclamado rey de Aragón como Jaime II cediendo la corona siciliana a otro hermano, Fadrique. Pero de nuevo la reina sufriría otra traición de uno de sus hijos. Jaime II firmaba el Tratado de Agnani por el que se reconocían los derechos de Carlos de Anjou sobre Sicilia. Esta vez Constanza reaccionó con rapidez e hizo nombrar a su hijo Fadrique rey de Sicilia siendo coronado en Palermo el 25 de marzo de 1296. 

Constanza viajó hasta Roma para pedir la legitimidad de su hijo e intentó con todas sus fuerzas que la lucha entre sus propios hijos terminara. Al final, en 1302 se firmaba la paz de Caltalbellota por la que don Fadrique era reconocido rey de Sicilia y se casaba con Leonor, hija de Carlos de Anjou. 

La reina Constanza, cansada y envejecida pero satisfecha de haber mantenido en uno de sus hijos la corona de su amada Sicilia, se retiró a vivir sus últimos días a un convento franciscano de Barcelona. Moría aquel mismo año de 1302. Enterrada en el mismo convento que fue destruido años después, sus restos fueron trasladados a la Catedral de Barcelona donde reposan desde entonces.

 Si quieres leer sobre ella 


Reinas medievales españolas, Vicenta Márquez de la Plata y Luis Valero de Bernabé
Género: Biografías







Por Sandra Ferrer

martes, 24 de enero de 2012

La primera matemática, Hipatia (370-413?)


Unos años después de que el emperador Constantino decretara el cristianismo como religión oficial, el mundo de las ideas y la fe dio un giro importante en todo el territorio del Imperio Romano. Mientras años atrás muchas mujeres y hombres dieron su vida por una fe, la de Cristo, prohibida y perseguida, ahora le tocaba el turno a las creencias consideradas entonces como paganas. Hipatia de Alejandría ha pasado a la historia por su terrible fin. Perseguida por un obispo intransigente, terminó con una de las mujeres más sabias de la antigüedad, de la que poco nos ha quedado de su legado científico y filosófico, pues fue debidamente borrado de la historia por sus detractores.

Una neoplatónica en un Egipto cristiano
Hipatia nació en Alejandría en una fecha indeterminada alrededor del año 370 d.C. Hija de un famoso filósofo y astrónomo llamado Teón, Hipatia recibió en su infancia y juventud una educación extraordinaria centrada en la filosofía, la astronomía, las matemáticas y la literatura. Hipatia pronto destacó como una de las primeras seguidoras de la corriente neoplatónica. Hipatia vivió en un Egipto que en el siglo IV era una de las provincias romanas que había experimentado una fuerte cristianización. Hipatia no era cristiana, por lo que quedaba expuesta a las enemistades de una parte de la población1. Sin embargo, la joven filósofa disfrutó durante un tiempo de una posición privilegiada como profesora en la escuela platónica dirigida por Plotino. 

Respetada por los eruditos de Alejandría, Hipatia se ganó su reconocimiento y se relacionó con ellos como una más. Además de dar clases en el Museion de la Universidad de Alejandría de filosofía platónica, geometría y astronomía2, su casa se convirtió en un centro de saber y conocimiento.

La castidad de la filósofa
Aunque algunos autores apuntan a que Hipatia llegó a contraer matrimonio, otros afirman que permaneció soltera3. Lo que está claro es que Hipatia dedicó su vida en cuerpo y alma a la ciencia y al pensamiento. La obra de Hipatia fue destruida tras su muerte por lo que su pensamiento filosófico se ha perdido. Sabemos sin embargo que fue la inventora de algunos aparejos para uso científico.

La intransigencia del obispo
En la Alejandría en la que vivía Hipatia, también residía uno de los obispos más intransigentes del cristianismo. Cirilo estaba en contra de los ritos paganos y de los pensamientos filosóficos. Según la versión del historiador Sócrates Escolástico, la muerte de Hipatia fue a manos de unos monjes exaltados instigados por el obispo, que la asaltaron mientras iba en su carruaje por las calles de Alejandría. Tras arrastrarla un tramo, la descuartizaron y quemaron su cuerpo.

Este fue el terrible final de una de las mujeres más brillantes de la Antigüedad Tardía. Su obra fue destruida, pero su muerte no pudo ser borrada de la historia, pasando de siglo en siglo como un ejemplo de final injusto para una mujer erudita, sabia y consecuente con sus ideas.
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1. Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf, pág. 20
2. Ídem, pág. 21
3. Ídem, pág. 21 

 Si quieres leer sobre ella  

Hipatia de Alejandría, Maria Dzielska 
Género: Biografía 
Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf 
Género: Ensayo 
Hipatia, Luis de la Luna 
Género: Novela histórica 
Agora, Marta Sofía Género:
Novela histórica








 Película que habla de ella 


Ágora









Por Sandra Ferrer

viernes, 20 de enero de 2012

La impresionista autodidacta, Lilla Cabot Perry (1848-1933)


El impresionismo es quizás una de las etapas de la historia del arte que más mujeres pintoras nos ha dejado. Una de esas mujeres fue Lilla Cabot Perry, una estadounidense que después de pintar durante muchos años de manera autodidacta terminó convirtiéndose en una artista de renombre.

La pintura como recreo

Lilla Cabot Perry nació el 13 de enero de 1848 en Boston. Hija de un reconocido cirujano, el doctor Samuel Cabot, Lilla disfrutó de una vida acomodada rodeada de personajes distinguidos de su tiempo como el escritor y diplomático, James Russell Lowell o la novelista, Louise May Alcott.

Cuando tenía 26 años, el 9 de abril de 1874, Lilla se casó con el erudito Thomas Sergeant Perry, con quien tuvo tres hijas.

Durante muchos años Lilla disfrutó pintando y aprendiendo de manera autodidacta pero en 1884, el mismo año del nacimiento de su última hija, inició una formación artística formal con el retratista Alfred Quentin Collins. Un año después, en 1885, Lilla conoció al que sería su verdadera inspiración y quien despertaría su pasión por el impresionismo, el artista Robert Vonnoh.

Una americana en París

Poco después de iniciar sus clases de pintura en Estados Unidos, Lilla se trasladó a París donde continuó formándose en la Academia Colarossi. Cuando en 1889 presentó dos de sus cuadros en el Salón de la Sociedad de Artistas, uno de su esposo y otro de Edith, una de sus hijas, Lilla se consagró como una verdadera artista profesional.

Aquel mismo año, Lilla descubrió a Claude Monet y no dudó en acercarse hasta Giverny, ciudad del artista impresionista, para aprender de cerca los secretos del pintor.

El retorno a Boston

En 1894, cuando ya había regresado a Boston con su familia, Lille dio una conferencia sobre Monet, hecho que le abriría las puertas de la Exposición Universal de Chicago en la que expuso 7 cuadros.

Tras un breve paréntesis de 4 años en Japón, a donde Lilla siguió a su marido por cuestiones profesionales, Lilla regresó definitivamente a Boston tras una estancia corta en París donde volvió a exponer su obra.

Su primera exposición individual en la Galería Braus de Nueva York en 1922 anunció el declive de la artista. Un año después caía gravemente enferma de difteria. En 1928 se quedaba viuda. 5 años después, el 28 febrero 1933, ella misma moría, a los 85 años de edad.


Por Sandra Ferrer

miércoles, 18 de enero de 2012

La torre de tres ventanas, Santa Bárbara (Siglo III)


En la historia de la mártir cristiana Santa Bárbara se mezcla realidad y ficción como en muchas de las historias de otras mujeres y hombres que murieron por su fe en los primeros siglos del cristianismo. Santa Bárbara vivió en una época oscura para los seguidores de Jesús; años antes de que el Emperador Constantino autorizara la fe cristiana en el Imperio Romano, otros emperadores como Diocleciano sembraron el terror entre aquellos que no creían en los dioses oficiales. Santa Bárbara se distingue de otros mártires por el hecho de haber sido ejecutada por su propio padre.

La princesa sátrapa
La tradición cristiana sitúa a Santa Bárbara en Nicomedia como una princesa hija del rey sátrapa Dióscoro. Este rey habría encerrado a su hija en una torre alejándola de la vista de todos. Las razones no están claras. Podría haber sido encerrada para evitar cualquier tentación por parte de algún hombre o para alejarla de la fe cristiana.

La historia de la Santa confirma que los intentos de su padre no surtieron efecto pues la muchacha terminó convirtiéndose al cristianismo y para demostrarlo hizo construir tres ventanas en la torre en la que estaba recluida como símbolo de la Santísima Trinidad.

Condenada por su propio padre
Santa Bárbara fue perseguida y acusada por el propio rey, su padre. Tras someterla a horribles martirios fue el mismo Dióscoro el que decapitó a su hijo. La leyenda de Santa Bárbara cuenta que un rayo mató al rey tras haber dado muerte a su hija.

Santa Bárbara, cuya festividad es el 4 de diciembre, es representada con múltiples atributos. Un rayo, una corona o una torre son algunos de ellos.

Es patrona, entre otros, de los artilleros y los mineros. 

viernes, 13 de enero de 2012

El deseo de la música, Maddalena Casulana (1540-1590)


La educación musical de las mujeres, sobre todo de las pertenecientes a la burguesía y la nobleza, era bastante común en la Europa medieval y renacentista. La excelencia de alguna de aquellas mujeres hizo que sus interpretaciones traspasaran los muros del ámbito privado y se atrevieran incluso a sumergirse en sus propias composiciones. 

Maddalena Casulana fue una de aquellas mujeres tocadas por el don de la creatividad musical. A pesar de ser la primera mujer en publicar un trabajo musical y de haber colaborado con algunos de los principales músicos de su tiempo, poco sabemos de la vida de esta genial artista.


Su vida en las dedicatorias
Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Maddalena Casulana situado en Casola d’Elsa, en Siena, alrededor de 1540. Localización que se deduce de su apellido y de la cita del literato sienés Giulio Piccolomini, quien la nombra entre muchos de los artistas destacados de Siena. 

Como su nacimiento, los escasos datos de su biografía, que se reducen a su recorrido profesional por distintas ciudades de Italia, se conocen gracias a dedicatorias hechas por ella misma en sus obras o por otros autores que la citan.

Venecia, Florencia, Milán o Vicenza fueron algunos de los destinos de la compositora en los que se dedicó a impartir clases de música y a componer madrigales. 

Que estuvo casada con un hombre que al parecer se llamaba Mezari se sabe también por la dedicatoria que el editor veneciano Angelo Gardano le hizo en una publicación de madrigales en la que citaba a la compositora como Maddalena Casulana di Mezari. 

1586 es la última fecha en la que aparece algún dato de la biografía de Maddalena; fue el año en el que se publicó su última composición. Tras esta fecha, el silencio, hasta 1590 que parece que fue el año en el que murió. 

El primer libro de madrigales
Maddalena Casulana empezó su andadura musical como intérprete de laúd y cantante aunque pronto se centró en su actividad como compositora. En 1566 ya había compuesto cuatro madrigales que se recopilarían bajo el nombre de Il Desiderio (El Deseo). 

Maddalena pasó a la historia de la música por ser la primera mujer en ver publicada una de sus obras musicales. Con el sencillo nombre de Il primo libro di madrigali, se publicaba en Venecia su primera recopilación de madrigales a cuatro voces. Esta importante obra estuvo dedicada a otra gran mujer, Isabela de Médici, hija del Gran Duque de Toscana Cosme I de Médici y su esposa Leonor de Toledo y una apasionada de la música. 

De esta dedicatoria destaca su reflexión acerca de la capacidad de las mujeres para dedicarse a la composición: Deseo mostrar al mundo, tanto como pueda en esta profesión musical, la errónea vanidad de que sólo los hombres poseen los dones del arte y el intelecto, y de que estos dones nunca son dados a las mujeres.

Maddalena dedicó su vida a la composición, regalando a la historia de la música más de 60 madrigales.

 Si quieres leer sobre ella

Creadoras de música, VVAA
Género: Ensayo

domingo, 8 de enero de 2012

Romanticismo y lucha social, Bettina von Arnim (1785-1859)


Filósofa, pensadora, escritora, compositora, cantante y activista social. Estos son algunas de las maneras con las que podemos definir a Bettina von Arnim, una de las mujeres más importantes del romanticismo alemán del siglo XIX. Creció rodeada de personajes ilustres, tuvo una formación excepcional y utilizó su intelecto para crear belleza y luchar contra las injusticias sociales. Su activismo la llevó a dirigirse al rey de Prusia y sufrir la denuncia social.

Rodeada de grandes personajes
Elisabeth Catharina Ludovica Magdalena Brentano nació el 4 de abril de 1785 en Frankfurt, en una familia de comerciantes de origen italiano. 

Bettina tuvo la desgracia de perder a su madre cuando tenía 8 años y a su padre cuando tenía 14. Después de quedarse huérfana en 1797, y tras un periodo de formación en un convento de ursulinas, Bettina se trasladó a vivir con su abuela, la escritora Sophie von La Roche. Durante el tiempo que vivió con su ilustre abuela, Bettina tuvo la ocasión de sumergirse en su extensa biblioteca y de conocer un amplio círculo de intelectuales, entre ellos Beethoven, Mendelssohn, Brahms, Schumann y Goethe. Bettina también entabló una estrecha amistad con Karoline von Günderrode, otra pensadora romántica. De sus relaciones con algunos de estos grandes nombres, surgieron obras como sus cartas de Goethe o una recreación de la correspondencia con Karoline von Günderrode.

Tras un periodo de convivencia con su cuñado, Friedrich von Savigny, un famoso jurista. Bettina se casó con el poeta Achim von Arnim, en 1811. Bettina y Achim tuvieron siete hijos.

Bettina mantuvo una vida intelectual dentro de la sociedad berlinesa en la que creó uno de sus salones literarios. En sus reuniones se hablaba de arte, literatura, filosofía y política con grandes personalidades del momento. La joven condesa fue admirada por sus composiciones musicales por los principales compositores del momento.

Activismo social
En 1831, Bettina quedaba viuda. En ese momento empezó su vida pública y de lucha social. El detonante de su despertar a la conciencia política y social fue una terrible epidemia de cólera que asoló por aquel tiempo Berlín y puso de manifiesto la cantidad de pobreza que había en la ciudad. Bettina no lo dudó y se puso en contacto con el rey Federico Guillermo IV de Prusia para demandarle la creación de un “ministerio de los pobres”. Ni esta vez ni otras posteriores en las que Bettina intentó hacer abrir los ojos al monarca, consiguió su objetivo. No sólo eso sino que, tras la revolución de 1848 fue declarada como uno de los enemigos públicos de la patria.

A pesar de ser condesa por matrimonio, Bettina no se conformó con una pequeña ayuda a los pobres, sino que se convirtió durante las luchas de mediados del siglo XIX en una auténtica activista en favor de los derechos de los más necesitados.

Bettina von Arnim luchó y escribió hasta el fin de sus días, el 20 de enero de 1859.

 Si quieres leer sobre ella 


Mujeres filósofas de la historia, Ingeborg Gleichauf











POR SANDRA FERRER

sábado, 7 de enero de 2012

Contemplando la luna, Murasaki Shikibu (978-1014)


En el lejano Japón del siglo X, una mujer de noble familia pero triste vida llegó a brillar con luz propia en el mundo de la literatura. Murasaki Shikibu supo aprovechar la cultura que le brindó su padre y en medio de una existencia de constantes pérdidas consiguió introducirse en la corte imperial y escribir una de las obras cumbre de las letras japonesas.

La cultura de una nobleza en decadencia
Murasaki Shikibu era el pseudónimo de una mujer que nació alrededor del año 978 en Kyoto, Japón. Perteneciente a una familia de funcionarios de la nobleza media, descendía del poderoso clan de los Fujiwara, una familia de aristócratas que durante los últimos tiempos de esplendor de la era Heian había sostenido un importante poder en la corte imperial.

Cuando nació Murasaki, su familia había perdido parte del poder y la influencia que ostentaran en el pasado, aunque su reputación se mantuvo gracias al éxito como poetas y literatos de algunos de sus miembros, como el propio padre y el abuelo de Murasaki.

Murasaki supo aprovechar la oportunidad que le brindó su padre de aprender el chino, lengua oficial del poder que estaba vetada a las mujeres. Pronto Murasaki empezó a destacar como alumna aventajada de su padre.

La felicidad de la cultura se vio ensombrecida durante su infancia por la pérdida de sus seres más queridos. Primero su madre, quien había muerto siendo un bebé y después su hermana mayor, quien se había hecho cargo de la pequeña.

Después de 2 escasos años de matrimonio con un noble llamado Fujiwara no Nobutaka, Murasaki quedaba viuda con una hija pequeña a su cargo.

El relato de Genji
Es probable que fuera en sus primeros años de viudedad cuando Murasaki empezara a escribir la obra que la haría inmortal: El relato de Genji. La historia de un príncipe irreal, Hikary Genji, fue el camino para mostrar un realista retrato de su época. Según la tradición, el relato de Genji habría sido inspirado por sus largas veladas contemplando la luna; y aunque esto fuera una imagen idealizada de la escritora, lo cierto es que muchos artistas la inmortalizaron contemplando la luna mientras escribía. La obra pronto se convirtió en un clásico de la literatura japonesa y en una de las primeras novelas psicológicas. Murasaki supo plasmar en su obra una sociedad en decadencia que había relegado a la mujer a un oscuro segundo plano y la había hecho más que dependiente de un mundo machista.

La escritora en la corte
La fama de Murasaki y su obra la llevaron a convertirse en dama de compañía en la corte de la emperatriz Akiko en el año 1013. Si se acepta como válida la fecha de su muerte el año 1014 ciertamente disfrutó muy poco tiempo de aquella nueva vida. Aunque hay autores que alargan su existencia hasta el 1025.

Antes de morir, Murasaki dejó para las letras universales otra gran obra, el Diario de Lady Murasaki, una obra autobiográfica y una colección de 128 poemas.

Por Sandra Ferrer

miércoles, 4 de enero de 2012

La púrpura rasgada, Emperatriz Teodora (501-548)


En Rávena, una pequeña ciudad italiana alejada del gran centro de poder que era en el siglo VI Constantinopla, unos imponentes y bellos mosaicos nos muestran a una de las emperatrices más excepcionales del Imperio Bizantino. Teodora, de quien poco se sabe a ciencia cierta pero de quien se dijeron multitud de calumnias, aparece en San Vital elegante con su manto púrpura decorado en su parte inferior con una cenefa en la que se han bordado finamente a los tres Reyes Magos al estilo persa. Como ellos, Teodora porta una ofrenda, un cáliz, para la iglesia. Esta imagen solemne, elevada, contrasta con las palabras que Procopio de Cesarea le dedicó en su Historia secreta. Lo que sí es cierto es que Teodora, aunque tampoco su esposo, el emperador Justiniano, tenía un origen noble. Pero la gran emperatriz bizantina supo escalar hasta uno de los tronos más importantes de la Antigüedad Tardía y no sólo ejercer como emperatriz consorte, sino gobernar con eficacia, mano dura y decisión.

La hija del guardián de osos

Teodora nació en los primeros tiempos del siglo VI en el seno de una familia de origen sirio. Su padre era el domador de osos de la facción de los Verdes del hipódromo. La pobre situación de su familia se agravó con la muerte de su padre. Teodora y sus hermanas Comito y Anastasia se introdujeron entonces en el mundo del teatro, una esfera social muy ligada a la prostitución. La belleza y el poder de seducción de Teodora hicieron de la joven una de las artistas más populares de Constantinopla. Su dedicación a la prostitución es algo que nos cuenta Procopio de Cesarea en la Historia Secreta, una dura crítica a la pareja imperial.

Con apenas 20 años Teodora habría marchado a la provincia de Pentápolis siguiendo a su gobernador del que se habría convertido en su concubina. Tras una nefasta experiencia, la joven habría regresado a la capital del imperio. En su periplo de vuelta, Teodora habría entrado en contacto con los monofisitas en Egipto, una herejía perseguida por el poder bizantino.

La plebeya y el advenedizo

Durante la juventud de Teodora, reinaba en Bizancio el emperador Justino, un soldado que había llegado a lucir la púrpura imperial y que había asociado al trono a su sobrino, Justiniano, quien ejercía como cónsul ordinario desde 521. Fue ese año en el que Justiniano se fijó en Teodora y se enamoró de ella sin remisión. Tras la muerte de su tía, la emperatriz Eufemia, opuesta a la relación de concubinato entre su sobrino y Teodora, el emperador Justino permitió la unión legal entre patricios y personas vinculadas con el espectáculo.

Justiniano y Teodora se casaron el año 525. Dos años después, tras la muerte de Justino, Justiniano se convertía en emperador. Su esposa era nombrada augusta. 




La emperatriz

Teodora ejerció su papel como emperatriz con gran rigor y responsabilidad. Defendió la promulgación de leyes a favor de los derechos de las mujeres regulando y protegiendo la situación jurídica del sexo femenino.

Teodora gobernó con mano de hierro y no vaciló al vengarse de todos aquellos patricios que habían intentado impedir su ascenso al trono. No se conformó con el papel de emperatriz consorte y gobernó junto a su esposo.

Todo ello, su actitud, sus orígenes, sus creencias religiosas herejes para algunos, su poder y su intención de ejercerlo en favor de las mujeres, pudieran haber sido razones suficientes para llevar a escritores como Procopio a no dudar en escribir historias que alimentaran una auténtica leyenda negra que contrasta con la solemnidad de la imagen de Teodora en San Vital, una imagen que parecen haber querido rasgar.

Quién fue en verdad Teodora, si la prostituta descrita por Procopio o la gran dama del mosaico de Rávena poco importa. Lo importante es que fue una de las emperatrices que escogió gobernar, gobernar en favor de las mujeres, a pesar de su pasado, a pesar de vivir en un mundo dominado por las ideas en masculino, a pesar de no estar predestinada a la púrpura imperial.

 Si quieres leer sobre ella 

Teodora, emperatriz de Bizancio, Gillian Bradshaw
Género: Biografía






Historia secreta, Procopio de Cesarea
Género: Biografía






Mujeres de la Antigüedad, Jesús de la Villa
Género: Ensayo






Amantes poderosas de la historia
Ángela Vallvey