RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

viernes, 15 de mayo de 2009

¿Regreso al neomachismo?

He-man esta de vuelta




Marcelo Tinelli volvió con una banda de muchachos que recrean una despedida de soltero permanente, la revista Hombre propone devorarse a las amantes. Alejandro Fantino, Roberto Pettinato y Mario Pergolini son parte de una mirada masculina tan sexista como homogénea. Mientras que la publicidad de un desodorante juega con cavernícolas que pegan garrotes a las mujeres y una marca de jeans pregona “Volvamos al hombre, de a uno por vez”. ¿Un regreso al neomachismo, el machismo que nunca se fue o manotazos de ahogado de una masculinidad en extinción? 

Por Luciana Peker 

El papá pingüino va a buscar el alimento cuando nacen los pingüinitos y la mamá se queda cuidando a la cría. Después, la mamá pingüina va a buscar el alimento y el papá se queda con los pingüinitos. “La pareja de pingüinos se hace cargo en forma alternativa de buscar el alimento y cuidar a sus pichones”, relata el libro de fauna autóctona El pingüino y su familia, de Editorial Colihue. Más allá de las fronteras nacionales –y de las metáforas político-pingüinísticas– también el auge del protagonismo pingüino (como en la película Happy Feet en donde se hace una alegoría a la posibilidad de tener deseos diferentes a los del resto de la tropa) despunta en la naturalidad de la democracia sexual para algunas especies. En el nuevo ciclo de Showmatch una parodia de Happy Feet fue el puntapié para presentar la casa del “Gran Cuñado” en alusión a un país gobernado por un pingüino y una pingüina. Sin embargo, lejos –lejísimo– del espíritu equitativo entre los sexos, el pingüinismo televisivo se ancla en la burla a las mujeres. 

Pero ésa es una que sabemos todos (sí, y todas) y no es sólo eso. El tinellismo –con los muchachos que se hacían los gomas hace 20 años y que ahora se juntan como en una remake de un viaje a Bariloche– revaloriza la idea de barra que se junta para abrazarse, cargarse por el fútbol, presentarse minas y ver quién tiene el ala más larga. Ahora, todas las bailarinas están mucho más desvestidas que las ex T-nellys y no están ni una de las humoristas que pasaron por el equipo –como Mariana Brisky y Sandra Monteagudo– en el rejunte del viejo staff. Tinelli juega a ser un separado nerd al que Guillermo Francella le quiere presentar chicas. Y carga a Larry de Clay por una rivalidad futbolera –San Lorenzo vs Boca– con la pregunta “¿Dónde vas a estar el jueves?” y su respuesta (sin compartir el micrófono, en el ABC del glosario de la viveza criolla) “Yo con tu mujer”. 

Y sí, hay que decirlo: como si la mujer –de Larry o de cualquiera– fuera un trofeo de caza para cargarse o burlarse entre amigos. ¿Amigos? “Vos no me querés”, le saca el brazo un Larry ofendido. El sketch vivencial es un prendedor del neomachismo televisivo que no sólo desnuda una imagen femenina siempre ninguneada, sino que también reflota una competencia masculina que no le hace bien a nadie. Nadie, son, también, ellos. 

Tinelli es una síntesis de lo más rancio y tóxico del machismo. Es el que la tiene más larga (más poder, más rating, más dinero) y los machos obedientes lo siguen, obedecen y celebran (en el estudio y en los livings de sus casas). Como en las manadas, se arrodillan y le ofrecen la cola al jefe en señal de obediencia. Y lo festejan y se ríen con él. Y comen de sus sobras. Y le temen. Y así será hasta que pierda el poder y hagan lo mismo con otro. Es la patota. Burlarse juntos de los más débiles, de las mujeres y, ahora, también de los chicos”, critica Sergio Sinay, autor del libro Conectados al vacío: soledad colectiva en la sociedad virtual. 

El neomachismo ataca de nuevo 
La vuelta de la muchachada tinellista no es el único signo para atrás en los pasos que dieron los varones por aflojarse el nudo de la corbata, arremangarse a cambiar algunos pañales y dejar caer viejos mandatos del deber ser masculino. La revista Hombre pone a Victoria Vanucci en tapa y titula “Lo que te devoraste Ogro” (en alusión a un supuesto romance de la símil vedette con el futbolista Cristian “Ogro” Fabbiani), ah, es “lo que te devoraste” porque en la foto se muestra la cola (el culo) de Vanina, “lo que se devoró” ni siquiera es ella, es su parte trasera. 

No es que la expresión “comerse”, “devorarse” o “darle” a una mujer sonroje a alguien, sino que muestra una idea de la sexualidad que –cuando la liberación sexual permite que las mujeres disfruten– necesita seguir poniendo énfasis en un hombre depredador que es capaz de fagocitar a una señorita (y no, por ejemplo, encontrar cómo hacerla gozar). 

En la cobertura –aburridísima por cierto– del partido de San Lorenzo el guiño del ex futbolista Alberto Acosta al notero el “Turco” Naim Sibara es “se te ve bien comido”, también en referencia al noviazgo de él con la actriz Emilia Attías. Basta de metáforas. “Triki por atriki”, informa el mensuario masculino que ya no sólo muestra desnudos sino que les explica a los hombres “cómo obtener entrega inmediata”. No placer: entrega. Que no es lo mismo. 

Tampoco es igual que una revista para hombres sea una guía de erotismo resentido a que la idea de “darles” a las mujeres se haga un juego. Y violento. La marca de desodorantes Axe tenía un juego en donde un cavernícola les daba garrotazos a las mujeres para sumar puntos. Hay dinosaurios que no se extinguieron. La marca de autos Renault tiene en el aire una publicidad en la que una mujer se define por su posibilidad de parir y un varón busca su rito iniciático como hombre: ir a un prostíbulo y comprarse un auto serían, según la marca, las marcaciones por las que un muchacho se convierte en hombre. Esa palabra. 

En el balance de las tandas del 2008 el periodista de Páginal12 Julián Gorodischer anunció “El final del reinado del varón metrosexual”. Y, este año, los modelos publicitarios se sacaron la crema humectante para volver a raspar, bien pinchudos. La marca de jeans Wrangler buscó en el oro perdido de la vieja masculinidad su filón marketinero. “Volvamos al hombre, de a uno por vez” dice el eslogan de la marcha atrás. El médico psicoterapeuta Carlos Alhadeff, autor del libro Confesiones de un machista arrepentido, tilda: “No creo que exista un neomachismo”, pero no porque piensa que el revaival es sólo una fantochada, sino porque nunca terminó de retroceder el macho de pelo en pecho. “El machismo es tan poderoso y ha tenido tanta permanencia que ni siquiera ha tenido que renovarse. ‘Volver al hombre’ significa retomar un poder que jamás se perdió. En una sola frase se dice que se ha sido magnánimo con las mujeres y que ya fue suficiente.” 

Y por si todo esto se quedara corto (guay con ese temita), el actor Coco Silly (ver recuadro) encarna el grotesco de la ostentación del macho argentino explícito. “La persistencia de expresiones machistas no pueden dejar de plantearse la mayoría de las veces como irónicas. Y, a veces, esos planteos que quieren parecer irónicos terminan siendo idiotas”, subraya el investigador del Instituto Gino Germani Mario Pecheny. El define: “La masculinidad misógina no es tradicional, sino antediluviana” y cree que del embate tinellístico ’09 lo más grave es la falta de protección a los menores. “Me dio pena el trato con los chicos que bailan por un sueño. Nominarlos, calificarlos y –a esa edad– interpelarlos con sus novias, novios y sensualidad es una forma de violencia no sólo simbólica. En su ambigüedad, los chicos persiguen su sueño y, al tiempo que les da felicidad, eso los hace sufrir y los denigra”, califica. 

Los enemigos invisibles del machismo: los (otros) hombres 
“A las mujeres las perjudica el machismo porque las afecta con violencia de todo tipo. Pero al varón también porque tiene que competir con las reglas de juego de esa violencia con sus semejantes y eso no sólo reproduce cual círculo vicioso nuestras formas de ser, pensar, sentir y actuar, sino que los condiciona contra todo cambio posible. Y si lo cuestionas no sos un ‘hombre’ con todas las letras”, señala el politólogo Daniel Blinder, que el 30 de mayo convoca a un encuentro de la organización Varones por la Equidad en la Facultad de Ciencias Sociales para mostrar (y pensar) que los hombres no son todos iguales. 

“Mamá ¿por qué siempre se les ve la cola a las mujeres? si los hombres están vestidos”, pregunta Matías, un chico de 7 años, mientras la tele prendida muestra el lugar de cola que tienen las mujeres en la idea de darle pum para arriba al viejo viejazo masculino. “El lugar que ocupa la mujer en su programa, en el fondo y como objeto, frente al varón rápido inteligente y vivo que quiere mostrar nos señala qué tipo de hombre propone: el de la cultura machista dominante”, delinea Blinder. 

“El machismo perjudica en primer lugar a los varones porque hace de sus vidas existencias sin sentido y los convierte en depredadores que, además de dañar, se dañan. Los varones mueren entre cinco y diez años antes que las mujeres. Mueren intoxicados de machismo en accidentes, guerras, homicidios, peleas violentas, mueren de enfermedades orgánicas conectadas con la experiencia emocional del machismo (cáncer de colon, de próstata, de pulmón, úlceras). Se suicidan más que las mujeres y terminan sus existencias más solos que ellas porque no supieron construir vínculos reales”, plantea Sinay. 

Alejandro Fantino hace gala de su experiencia en el arte del sexo grupal en la televisión nocturna y les recomienda a sus entrevistadas que escuchen las andanzas sexuales de sus novios porque “no hay nada peor que un hombre sin pasado”. Roberto Petinatto es más culto o cool –pero tuvo que ser citado por el Inadi por el humor sexista del Gato de Verdaguer– y Mario Pergolini se retiró de la televisión con un humor tan seudo inteligente como despectivo con las mujeres. Todos forman parte de una marea televisiva distinta entre sí pero uniforme a la hora de mostrarse como varones. 

“El machismo perjudica a los varones al poner una vara imposible de alcanzar respecto de siempre poder y estar a la altura: sexualmente, laboralmente, económicamente y en lo que sea. La frustración produce sufrimiento e impotencia y puede llevar a comportamientos agresivos o autoagresivos”, observa Pecheny. El investigador, sin embargo, plantea un polémico machismo positivo: “Pero el machismo como una ‘sensación de felicidad de ser varón’ no es condenable ni indeseable. A muchos chicos, adolescentes, jóvenes, adultos y viejos el ‘ser varón’ y ‘hacer cosas de varones’ y entre varones –lo cual implica posicionarse respecto de las mujeres, cual benditas enemigas– los hace felices y enhorabuena”. 

“No creo que se trate de neomachismo, sino del machismo de siempre, que sigue siendo el modelo hegemónico en la conformación de la identidad masculina”, subraya Sinay, también autor del libro La masculinidad tóxica. “Si hay un auge de mensajes publicitarios y mediáticos que apuntan hacia ese lugar es porque ahí está el núcleo más fuerte del mercado. Esta publicidad sexista y tóxicamente machista es la de siempre. Como el escorpión, a veces se disfraza y habla de hombres suaves, tiernos o sensibles, pero lo hace sólo cuando se trata de abrir algún nicho nuevo en el mercado (cosméticos, ropa, alimentos light, etc.) y luego vuelve a su naturaleza. Si esta publicidad perversa tiene éxito es porque el machismo prevalece como modelo que le asegura al varón ser reconocido socialmente. Es el modelo que prevalece en la política, en los negocios, en los deportes, en la forma criminal y suicida de conducir autos, en la manera de practicar deportes, en la conducta sexual, en la distancia emocional con los hijos y en las relaciones con las mujeres.” 

“Creo que lo que se está haciendo no es volver al hombre, sino volver al macho o más que volver aferrarse a ese modelo. Ser hombre es otra cosa –diferencia Sinay–. Requiere testosterona espiritual, coraje emocional para decir que no a los mandatos tóxicos, autenticidad para manifestarse emocional y afectivamente a través de un modelo propio (no femenino y no antagónico al femenino), inspiración para explorar el mundo interno y ser lo que se es y no ser lo que hace (hasta hoy la gran mayoría de los varones se sigue definiendo por su productividad, por su hacer, por eso cuando hay crisis pierden trabajos o quiebran sus emprendimientos económicos, quedan reducidos a nada, dejan de ser, no existen ni siquiera sexualmente). Para ser macho sólo hay que ser obediente, seguir la manada. Para ser hombre se requiere un coraje profundo, que no nace de los genitales, como el ‘coraje’ machista. La naturaleza real del varón está escondida, a la espera de ser explorada y reivindicada.” 



El neosexual 

Uno de los pilares del feminismo fue interpelar la existencia del instinto maternal en las mujeres. Sin embargo, la marca Axe asegura –en base a una encuesta realizada a mujeres de 14 países– que “el instinto masculino está de vuelta” y anuncian la llegada del neosexual, que, porsu, no quiere usar un jaboncito de mujer (rechaza casarse, tener una bombacha colgada en la canilla y todas esas supuestas pestes rosas) para comprarse sus propios productos en el supermercado como el –oh, estudios de mercado– Axe Instinct. Según esta encuesta, los varones tienen que recuperar aspectos más rústicos, ser fuertes, decididos y responder a su instinto a la hora de tener sexo y ser más viriles. ¿Liberación masculina o bajos instintos? 



Ni los dinosaurios eran tan machistas 

“El cuidado paternal de las aves tiene origen en los dinosaurios” es el artículo publicado en la revista Science, de diciembre del 2008, en donde se cuenta cómo sólo los machos de Tiranosaurios Rex o Carnotaurus cuidaban los huevos de sus crías. A través de diferentes reconstrucciones los investigadores llegan a la conclusión de que “los progenitores responsables del cuidado de los huevos, que ponían las hembras, eran machos”. No hay una asociación directa entre la naturaleza –menos prehistórica– y la realidad. Pero ni en la era jurásica la idea del macho era tan machista como en la televisión y la publicidad actual. Al menos, para los dinosaurios lo importante no era poner huevos, sino cuidarlos. 



La pingüino 

La semana estuvo marcada por las imitaciones de políticos/as en la casa de “Gran Cuñado” de Showmatch. El facilismo machista hizo que (de todas las humoradas y críticas posibles al Gobierno) la saña de los humoristas deTinelli estuvo puesta –casi exclusivamente– en la supuesta debilidad del poder de Cristina o, explícitamente, en la idea que el poder no lo tiene ella, sino su marido, Néstor Kirchner. En el primer programa, por ejemplo, no se aludió al cuestionamiento por las listas testimoniales, pero sí se hizo decir al imitador de Néstor que Cristina era él mismo y se acusó a la Presidenta de ejercer una función testimonial “porque no gobierna ella, sino su marido”, en boca de la doble de Lilita Carrió. 



Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-4913-2009-05-17.html 

miércoles, 13 de mayo de 2009

LA APARICIÓN DEL MOVIMIENTO FEMINISTA

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Movimiento feminista, movimiento para conseguir la igualdad política, social y económica entre mujeres y hombres. Algunos de los derechos de igualdad que se reivindican son el control de la propiedad privada, la igualdad de oportunidades en la educación y el trabajo, el derecho al sufragio o voto libre y la libertad sexual.
El movimiento feminista, también conocido como movimiento por la liberación de la mujer, surgió en Europa a finales del siglo XVIII. A pesar de que ya en 1970 la mayoría de las mujeres en el mundo habían conseguido mejorar sus derechos, todavía está pendiente la total igualdad con el hombre a nivel político, económico y social.
El movimiento feminista está compuesto por diferentes elementos sin una estructura jerárquica. Aunque no se basa en un conjunto de principios formales, su idea central es que las mujeres sufren una opresión no compartida por el hombre y de la que, por lo general, los hombres son los beneficiarios políticos, sociales, emocionales y económicos.
Cuando el feminismo occidental resurgió en la década de 1960, el movimiento defendía preferentemente que las experiencias individuales de subordinación de la mujer no eran incidentes aislados debidos a diferencias particulares de personalidad, sino la expresión de una opresión política común. También se esgrimió la idea de hermandad, pero este concepto ha sido muy criticado por incoherente, ya que dentro del movimiento se mantienen prejuicios de raza y clase social. En los últimos años, tanto las diferencias como las similitudes entre mujeres han pasado a ser objeto de investigación académica.
El movimiento feminista sigue tres líneas de actuación: exploración de una nueva solidaridad y conciencia (que facilita la valoración de las posiciones política y social), realización de campañas a favor de temas públicos y el estudio del feminismo.
Estatus tradicional
Ya desde los albores de la historia escrita es patente el dominio del hombre en las distintas sociedades. Puede suponerse que el dominio masculino se remonta al paleolítico como resultado de la valoración de la caza como actividad fundamental. Las religiones monoteístas también apoyan la idea de que la mujer es por naturaleza `más débil' e `inferior' al hombre. En la Biblia, por ejemplo, Dios situó a Eva bajo la autoridad de Adán y san Pablo pedía a las cristianas que obedecieran a sus maridos. De forma análoga, el hinduismo sostiene que una mujer virtuosa debe adorar a su marido (pathivratha) y que el poder de su virtud servirá de protección a ambos.
Todo ello induce a que las mujeres se encuentren en una situación de desventaja en la mayoría de las sociedades tradicionales. Su educación se limita a aprender habilidades domésticas y no tienen acceso a posiciones de poder. El matrimonio es una forma de protección aunque con una presión casi constante para dar a luz hijos, especialmente varones. En estas sociedades una mujer casada adquiere el estatus de su marido, vive con la familia de él y no dispone de ningún recurso en caso de malos tratos o de abandono.
En la legislación romana (base de la europea y de la estadounidense) el marido y la mujer eran considerados como uno, ya que la mujer era la `posesión' del marido. Como tal, la mujer no tenía control legal sobre su persona, sus tierras, su dinero o sus hijos. De acuerdo con una doble moralidad, las mujeres respetables tenían que ser castas y fieles, pero los hombres respetables no. En la edad media, bajo la legislación feudal, las tierras se heredaban por línea masculina e implicaban poder político, lo que favorecía aún más la subordinación de la mujer.
Hubo, sin embargo, algunas excepciones. En la antigua Babilonia y en Egipto las mujeres tenían derecho a la propiedad y en la Europa medieval podían formar parte de los gremios artesanos. Algunas mujeres ostentaban autoridad religiosa como, por ejemplo, las chamanes o curanderas siberianas y las sacerdotisas romanas. En ocasiones las mujeres ostentaban autoridad política, como las reinas egipcias y bizantinas, las madres superioras de los conventos medievales y las mujeres de las tribus iroquesas encargadas de designar a los hombres que formarían parte del consejo del clan. Algunas mujeres instruidas lograron destacar en la antigua Roma, en China y durante el renacimiento europeo.
El gran cambio
El Siglo de las Luces (con su énfasis político en la igualdad) y la Revolución Industrial (que originó enormes cambios económicos y sociales) crearon un ambiente favorable a finales del siglo XVIII y principios del XIX para la aparición del feminismo y de otros movimientos reformadores. En la Francia revolucionaria los clubes republicanos de mujeres pedían que los objetivos de libertad, igualdad y fraternidad se aplicaran por igual a hombres y mujeres. Pero la aprobación del Código Napoleónico, basado en la legislación romana, cortó en Europa cualquier posibilidad reivindicativa en ese sentido. En Inglaterra, Mary Wollstonecraft publicó Vindicación de los derechos de la mujer (1792), el primer libro feminista que pedía la igualdad en un tono decididamente revolucionario.
Con la Revolución Industrial la transformación de los trabajos manuales (realizados desde la antigüedad por las mujeres de forma gratuita) hacia un modelo de producción masiva mecanizada permitió a las mujeres de las clases bajas trabajar en las nuevas fábricas. Esto supuso el comienzo de su independencia y proletarización: las condiciones de trabajo no eran buenas y sus salarios, inferiores a los de los hombres, estaban controlados legalmente por sus maridos. Al mismo tiempo se consideraba que las mujeres de la clase media y alta debían permanecer en casa como símbolo decorativo del éxito económico de sus maridos. La única alternativa para las mujeres respetables de cualquier clase era el trabajo como profesoras, vendedoras o doncellas.
En Europa surgieron algunos grupos feministas que no tuvieron gran repercusión. La Iglesia católica se opuso al feminismo argumentando que destruía la familia patriarcal. En los países agrícolas se mantenían las ideas tradicionales y en las sociedades industriales las reivindicaciones feministas tendían a ser sofocadas por el movimiento socialista.
El feminismo tuvo mayor aceptación en Gran Bretaña, protestante en su mayor parte y muy industrializada, y en Estados Unidos. Sus dirigentes eran mujeres cultas y reformistas de la clase media. En 1848 más de 100 personas celebraron en Seneca Falls, Nueva York, la primera convención sobre los derechos de la mujer. Dirigida por la abolicionista Lucretia Mott y la feminista Elizabeth Cady Standton, entre sus principales exigencias solicitaron la igualdad de derechos, incluido el derecho de voto, y el fin de la doble moralidad. Las feministas británicas se reunieron por primera vez en 1855. La publicación (1869) de Sobre la esclavitud de las mujeres de John Stuart Mill (basado en gran medida en las conversaciones mantenidas con su mujer Harriet Taylor Mill) atrajo la atención del público hacia la causa feminista británica, sobre todo en lo relativo al derecho de voto. Hasta finales del siglo XIX y bien entrado el XX no se incluyó este derecho en las Constituciones de los países. En España se concedió en 1932, en la II República. Hoy todavía existen países como Kuwait, Jordania y Arabia Saudí donde la mujer no tiene derecho a votar.
ACTIVIDADES Y CUESTIONES
  • Las mujeres tenían un mundo muy reducido, lo tenían reducido a su hogar. Estaba discriminada porque no tenía unos derechos civiles y políticos: la mujer casada vivía en una subordinación legal respecto al marido y, en el terreno político, ninguna mujer tenía derecho al voto.
  • Su objetivo principal era conseguir el voto o sufragio para las mujeres, lo que se quería era no sólo la actividad política sino acabar con los agravios que padecían en el terreno laboral.
  • Él pensaba que la situación de la mujer era una cosa artificial, resultado de una represión forzada en determindadas direcciones y de un estímulo antinatural en otras. Su postura era rarísima en un hombre de esa época (parece que él era el de los pocos que tenían cerebro).
INVESTIGACIÓN
Anthony, Susan Brownell (1820-1906), destacada reformadora social estadounidense que dirigió la lucha por el sufragio femenino. Falleció antes de que se adoptara la decimonovena Enmienda (26 de agosto de 1920).
Primeros años de su vida
Nació el 15 de febrero de 1820 en Adams (Massachusetts). Educada por su padre (maestro de escuela), Anthony se convirtió en pedagoga y ejerció la docencia hasta la edad de 30 años.
Cuáquera liberal y reformista radical, participó desde 1848 hasta 1853 en el movimiento antialcohólico. Entre los años 1856 y 1861 asumió la causa abolicionista y trabajó en la Sociedad Antiesclavista Americana. En 1863, durante la Guerra Civil estadounidense, fundó la Liga de Mujeres Leales para luchar en favor de la emancipación de los esclavos. Finalizado el periodo de la Reconstrucción posterior a la Guerra Civil, protestó contra la violencia infligida a los negros y exigió la total participación de éstos en el movimiento sufragista femenino.
La lucha por los derechos de la mujer
La lucha de Anthony por los derechos de la mujer comenzó en 1851, cuando conoció a Elizabeth Cady Stanton. Desde 1854 hasta 1860 ambas propugnaron la reforma de las leyes discriminatorias del estado de Nueva York, pronunciando conferencias y organizando una campaña para modificar la legislación existente.
Después de la guerra, Anthony y Stanton consideraron que el objetivo primordial de su lucha debía ser conseguir el sufragio universal, por lo que en 1869 fundaron la National Woman Suffrage Association para conseguir una enmienda constitucional que otorgara a las mujeres tal derecho. Aunque la 15ª Enmienda permitió el derecho al voto de los esclavos recién liberados, las mujeres de todas las razas continuaban siendo excluidas. Entre los años 1868 y 1870 Anthony y Stanton publicaron un periódico, Revolution, en el que denunciaron las injusticias que sufrían las mujeres. Viajó a Europa en 1883, y en 1888 participó en la creación de la Asamblea Internacional de Mujeres, donde estaban representados 48 países. Dimitió a los 80 años del cargo de presidenta de la National American Woman Suffrage Association, si bien continuó participando regularmente en sus convenciones hasta su fallecimiento, ocurrido el 13 de marzo de 1906 en Rochester (Nueva York).
Pankhurst, Emmeline Goulden (1858-1928), sufragista británica que dirigió en su país el movimiento en favor del derecho de voto de la mujer. Nació en Manchester y estudió en la École Normale de París (1873-1877). Contrajo matrimonio con Richard Marsden Pankhurst, un abogado que defendía la igualdad de derechos de la mujer, en 1879. Fue una de las fundadoras de la Liga para el Sufragio Femenino (WFL) creada en 1889, que cinco años después consiguió que se aprobara una ley que permitía votar a las mujeres en las elecciones locales. En 1903 organizó junto con sus hijas Christabel y Silvia la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU) en Manchester, grupo que adquirió cierto renombre cuando trasladó su sede a Londres y comenzó a organizar reuniones públicas y marchas de protesta frente a la Cámara de los Comunes. Sus actividades fueron adquiriendo un tono cada vez más agresivo, por lo que fue arrestada y encarcelada en varias ocasiones desde 1908 hasta 1913. Realizó varias huelgas de hambre en señal de protesta durante los periodos que pasó en prisión.
En 1914, a comienzos de la I Guerra Mundial, alentó a las sufragistas a que abandonaran su campaña y se entregaran al trabajo de guerra. Falleció en Londres el 14 de junio de 1928, pocas semanas después de que se otorgara el derecho al voto femenino.