RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

miércoles, 9 de julio de 2014

La rica escultora, Gertrude Vanderbilt (1875-1942)


Miembro de una de las familias más ricas y glamourosas de la América de finales del siglo XIX, Gertrude Vanderbilt utilizó su fortuna, que amplió al casarse con su marido, para dedicarse a desarrollar su gran pasión, la escultura. Educada en los más prestigiosos centros artísticos y guiada por el gran Rodin, Gertrude dejó importantes obras escultóricas, muchas conmemorativas de la Gran Guerra, en la que tuvo un destacado papel solidario. Tía de la que se convertiría en una de las principales mujeres del mundo de la moda, Gertrude veló por el bienestar de Gloria Vanderbilt, por la que llegó a luchar por su custodia. El museo Whitney de Nueva York recoge su legado artístico.


Gertrudis Vanderbilt nació el 9 de enero de 1875 en Nueva York en el seno de una acaudalada familia. Su abuelo era el magnate del ferrocarril Cornelius Vanderbilt. Gertrudis era la única niña de los cinco hijos de Cornelius Vanderbilt II y su esposa Alice Claypoole Gwynne, pues una hermana suya había fallecido poco tiempo antes de que ella naciera. La pequeña Gertrude tuvo una infancia feliz disfrutando de todos los lujos y conviviendo con sus hermanos a los que quería con locura.

Su educación estuvo a cargo de tutores privados que complementaron la formación recibida en el prestigioso y exclusivo Brearley School de Nueva York.

Gertrude tenía veintiún años cuando se casó con Harry Payne Whitney, un rico inversor y banquero que también pertenecía a una poderosa familia americana. La pareja tuvo tres hijos, Flora, Cornelius y Barbara.

Gertrude siempre había sentido un cierto interés por el arte pero fue durante un viaje por Europa a principios del siglo XX cuando entró en contacto con el mundo bohemio de París y descubrió su verdadera pasión artística, la escultura. Sin dudarlo, ingresó en la Art Students League de Nueva York y profundizó en el arte de la escultura. Tuvo incluso el gran honor de volver a París donde aprendió de Auguste Rodin. Su obra escultórica fue bien recibida por la crítica tanto europea como norteamericana.

En 1914 Gertrude instaló en una de las muchas posesiones de la pareja en Nueva York el Whitney Studio Club, un lugar en el que pudieran exhibir su obra los autores noveles. Amante de las artes, Gertrude también ayudaría a los nuevos músicos creando una organización que promoviera a los nuevos talentos.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Gertrude Vanderbilt dedicó parte de su tiempo y dinero en fundar un hospital en Juilly, cerca de París, para dar asistencia médica a los soldados heridos en el frente. Gertrude dedicaría parte de su obra escultórica a conmemorar a los héroes de la Gran Guerra.

En 1930 se fundaba el Whitney Museum for American Art en la ciudad de Nueva York, un centro artístico que aun hoy continua siendo un punto de referencia del arte norteamericano.



Al final de sus días protagonizó un complicado conflicto familiar con su cuñada Gloria Mercedes Morgan con quien llegó a los tribunales para conseguir la custodia de su sobrina, la que con el tiempo se convertiría en la famosa Gloria Vanderbilt.

Tras una larga enfermedad, Gertrude Vanderbilt Whitney fallecía el 18 de abril de 1942. Su obra se puede contemplar en lugares tan dispares como Perú, Washington o Huelva.


Por Sandra Ferrer

martes, 8 de julio de 2014

La reina amada, María de las Mercedes (1860-1878)


María de las Mercedes protagonizó uno de los reinados más breves pero más conocidos de la historia de España. Primera esposa de Alfonso XII, María de las Mercedes fue una muchacha alegre que se ganó el corazón de su primo y de todos los españoles que llevaban tiempo deseando una familia real mínimamente estable tras la partida de Isabel II y los años convulsos que le siguieron. Alfonso XII amó a su esposa con pasión y devoción por lo que cuando ésta falleció de tifus pocos meses después de contraer matrimonio, el rey quedó completamente desolado. Su historia de amor sería objeto de coplas, novelas y películas en los años posteriores.

La prima del príncipe
María de las Mercedes de Orleans y Borbón nació el 24 de junio de 1860 en el Palacio Real de Madrid. Mercedes formaba parte de la familia real más cercana a la reina Isabel II pues era su sobrina y ahijada. Su madre, la infanta Luisa Fernanda de Borbón, era la hermana pequeña de la reina. Su padre era Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo a su vez del rey francés Luis Felipe de Orleans.

Mercedes fue la quinta hija de los duques, una niña simpática, de tez morena y carácter risueño que tuvo una infancia feliz a pesar de los continuos traslados de su familia por causas políticas. De sus días inolvidables en el palacio de San Telmo en Sevilla, Mercedes y los suyos tuvieron que partir al exilio, primero en Lisboa y después en Francia.

Fue en la residencia francesa de Randan, donde los primos Mercedes y Alfonso se conocieron por primera vez.  Corría el año 1872 y los duques de Montpensier planificaron aquel encuentro familiar con Isabel II y sus hijos. Entonces Alfonso era un joven de poco más de doce años y se había trasladado desde Viena donde había iniciado sus estudios. 

Alfonso se encontró con una prima de doce años alegre que se coló en su corazón desde el primer momento. Pero aún tendrían que pasar años de distancia y conflictos familiares para poder conseguir una unión definitiva.

La esposa del rey
Mientras el amor entre Mercedes y Alfonso crecía poco a poco, España vivía unos tiempos difíciles en los que los conflictos y los constantes cambios de regímenes turbaron la existencia de sus habitantes. 

Fue el 29 de diciembre de 1874 cuando se produjo la restauración monárquica en la persona de Alfonso XII. Nombrado rey, como su amada Mercedes le había vaticinado tiempo atrás, inició un largo recorrido para poder llevar al altar a su amada. 

Y es que su madre, enfrentada históricamente con el duque de Montpensier, al que acusaba de intrigar en su favor para conseguir algún día la corona para él y su hermana, veía en aquella unión una manera de favorecer los proyectos políticos de Antonio de Orleans.

Pero a la reina en el exilio sólo le quedó el desaire público al no acudir al enlace entre su hijo y su sobrina. Una boda de estado pero basada en el amor mutuo que se celebró el 23 de enero de 1878.


María de las Mercedes se convirtió en una reina joven y amada no solamente por Alfonso, sino también por su pueblo. Pero la felicidad duró escasos meses. Mercedes empezó a ver su cuerpo debilitado hasta el punto de dejarse vencer por el tifus que se la llevó dos días después de haber cumplido los dieciocho años.

El rey Alfonso XII quedaría desolado ante la prematura muerte de su amada reina y esposa y se refugió en el palacio segoviano de Riofrío mientras los restos de María de las Mercedes permanecían en una capilla del Monasterio de El Escorial.




Más de cien años después, en el año 2000, fue trasladada definitivamente a la catedral de la Almudena, un templo que ella misma había impulsado en los últimos días de su corta existencia. Se cumplía así la última voluntad de un rey que fue protagonista de una de las historias de amor más conocidas y recreadas de la historia de España.

 Si quieres leer sobre ella 



De Alfonso, la dulcísima esposa
María Pilar Queralt del Hierro
 





La reina Mercedes
Ana Sagrera







 Películas que hablan de ella 


¿Dónde vas Alfonso XII? 

lunes, 7 de julio de 2014

20 libros de mujeres filósofas


Imagen relacionada

Filósofas como Christine de Pisan, Hipatia de Alejandría, Cristina de Lorena, Simone de Beauvoir, Susan Haack, Carla Lonzi, Amelia Valcárcel, entre otras, son las que podrás leer de manera gratuita con estos 20 libros digitales.

Aquí van los documentos:
  • Simone de Beauvoir – Los mandarines (leer aquí)
  • Jeanne Hersch y la fiesta como obra de arte (leer aquí)
  • Feminismo, educación y cuerpo: conversación con Graciela Hierro (leer aquí)
  • Christine de Pisan – La ciudad de las damas (leer aquí)
  • Santa Teresa de Jesús – Las moradas (leer aquí)
  • El pensamiento político de Madame de Staël (leer aquí)
  • María Paz López Martínez – Hipatia de Alejandría, mujer y mito (leer aquí)
  • Obras y escrito de Santa Teresa de Jesús (leer aquí)
  • Hipatia de Alejandría – El ocaso del paganismo (leer aquí)
  • Hildegarda de Bingen – Libros de las obras divinas (leer aquí)
  • Carta a la señora Cristina de Lorena, gran duquesa de Toscana (Cristina de Lorena) (leer aquí)
  • Santa Teresa de Jesús – Camino de Perfección (leer aquí)
  • Una carta inédita y autográfa de Santa Teresa (leer aquí)
  • Simone de Beauvoir – El segundo sexo (leer aquí)
  • Simone de Beauvoir – Memorias de una joven formal (leer aquí)
  • Las ideas políticas de Simone Weil sobre la barbarie y la crisis de la cultura occidental (leer aquí)
  • Sobre la filosofía del Informe Warnock (leer aquí)
  • Carla Lonzi – Escupamos sobre Hegel (leer aquí)
  • Hannah Arendt – La condición humana (leer aquí)
  • Simone de Beauvoir – La Mujer Rota (leer aquí)





Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

TIJERAS PARA TODAS. Textos sobre Violencia Machista en los Movimientos Sociales.






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jueves, 3 de julio de 2014

El mito del racismo negro y el hembrismo

Desde hace un tiempo, vengo constatando un desarrollo paralelo entre el discurso de la existencia del hembrismo, en base a que hay mujeres idiotas, y se ejemplifica con una supuesta actitud racista de un negro hacia un blanco. Ambos mitos se relacionan mutuamente, repitiéndose una y otra vez como una especie de mantra.
Yo quiero exponer porqué creo que el racismo negro o el hembrismo, actualmente, no pueden darse. El racismo es un fenómeno social, en el cual toda (o al menos gran parte) institución está conformada de manera que los individuos de otras “razas”[1] están sometidas a los blancos. Así es como ha surgido y es como se mantiene actualmente. Podrían haberse dado otros desarrollos históricos en universos paralelos. Pero actualmente, aún permanecen los privilegios de personas blancas, frente a personas de otras pigmentaciones. Para simplificar, hablaré de negritud, porque es el mito más extendido.
El negro racista… o cómo bombardear con autocomplacencia a los blancos.
Es conocido el mito, se pone siempre de ejemplo: “si un negro desprecia a un blanco por serlo, está siendo igual de racista”. Pues aunque su actitud no sea de aplaudir, ya que está prejuzgando a una persona por motivos de color de piel, resulta que no es posible para un negro en la sociedad actual ser racista. Porque el racismo no es una respuesta individual, sino una estructura social en la cual todo tiene un orden rígido que se reduce a blancos arriba, negros abajo. Si unos cuantos individuos negros, de forma individual, tienen actitudes de prejuicio racial, podemos resaltar lo feo del gesto. Pero no “es lo mismo pero al revés”. Entre otras cosas porque no disponen del control de todas esas instituciones y estamentos sociales que permitan una vuelta a la tortilla. En EEUU, por ejemplo, sigue habiendo una relación estrecha entre negritud y pobreza, y población reclusa [2]. Esto no es casual, y desde luego, nada tiene que ver con las capacidades de las personas negras. Claramente es el resultado de una estructura social. Así que no, cuando un negro es borde con un blanco…no está siendo racista. Estará siendo antipático, prejuicioso, pero no racista. El día en que hubiera matanzas de blancos por parte de negros, persecución, historia de esclavismo, “blanquización de la pobreza”, etc etc. El día en que los negros controlaran todo y los blancos estuvieran abajo, ahí habría racismo negro. Mientras tanto, habrá individuos de una identidad oprimida que reaccionan con una actitud agresiva ante individuos de identidad opresora, aunque estos últimos no pretendan mantener ese estatus. Y esta actitud, insisto, puede ser reprochable: usted no me conoce, ¿cómo sabe que yo, aun siendo blanco, no estoy interesado en destruir este orden absurdo de cosas, porque creo en la igualdad de la humanidad?. Ahí tenemos al Ferrocarril Clandestino como ejemplo de que personas blancas pueden estar interesadas también en derribar esos muros [3]. No se está alabando esa actitud, simplemente le estamos dando el peso que merece, y que no es uno que equilibre ninguna balanza entre las relaciones que existen entre blancura y negritud. Precisamente es un conocido mito porque nos permite invisibilizar y normalizar el racismo, poniendo las cosas en una balanza de “a mi una vez un negro me hizo mal”. Se reproduce porque nos hace sentir “confortables”, precisamente por esa autocomplacencia que permite. Así como muchos otros mitos que se extienden socialmente y permiten mantener ese desequillibrio motivado por “raza” [4].
Así que simplemente se hace necesario explicar que una actitud puede ser negativa, equivocada éticamente, lo que sea. Pero no se puede usar todo término. Acabamos simplificándolo todo a fascista, racista y sexista, en una especie de caca-culo-pedo-pis que nos idiotiza mentalmente. Existen más palabras, usémoslas, eso desarrollará nuestra capacidad cognitiva. El lenguaje es una gran forma de entrenar al cerebro.
Del mito del negro racista al bulo del ataque cotidiano hacia los hombres: la falacia del hembrismo.
De igual forma, con mayor frecuencia se exponen casos de mujeres que maltratan psicológicamente, amén de todas las maldades posibles que le puedan hacer a los hombres, pasando por romperles el corazón, que es la más habitual,  para intentar demostrar una especie de equidistancia. No hay equidad, por lo tanto, hablar de equidistancias es directamente absurdo. Una mujer puede ser imbécil, puede ser una cabrona despreciable que trate a un hombre de mala manera. Pero no es hembrista, porque no existe, por más que vengan hablando de lobbys, ese cambio de tortilla. En el contexto actual, siguen estando invisibilizados los trabajos de cuidados [5], la doble jornada laboral de la mujer [6], e incluso la supeditación a su marido en el caso de propiedad de tierras, explotaciones agrarias y demás [7], además de sufrir una invisibilización respecto a nuestra salud [8], entre otras muchas como menores sueldos [9], muertas por violencia de género [10], y un largo etcétera.
Existen mujeres idiotas, nadie lo duda. Como humanas, tenemos un amplio abanico de virtudes y defectos. Pero su actitud es individual, mientras que el patriarcado es una  estructura social, lo que implica un desigual reparto del poder con sesgo de género, que provoca que las mujeres no participen del espacio público, que exista una división sexual del trabajo, infravalorando la correspondiente a la mujer, feminización de la pobreza, menor autonomía personal y en las relaciones sociales. Una forma de definirlo es: forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres, el marido sobre la esposa, del padre sobre la madre y los hijos e hijas, y de la línea de descendencia paterna sobre la materna Asímismo, se universaliza el “yo” masculino, planteándolo como vara de medir y referencia, siendo uno de los fundamentos de la dominación patriarcal [11].
Por eso, por mucho que sean idiotas, no pueden ser hembristas, simplemente porque no se tiene esa capacidad. Y aunque Obama es negro, y Merkel mujer, el orden social permanece rígidamente asentado. Obviamente, se ha avanzado. Se han mellado los pilares que sostienen ese orden. Pero la única dirección posible es continuar haciéndolo. No apuntalarlos para mantener las cosas tal cual están, sino derrumbar lo que queda de ello, que aún es mucho. y para ello, es fundamental no caer en la autocomplacencia de “para mí también es duro”, “yo no tengo la vida solucionada por ser blanca”, etcétera etcétera. No, obviamente entran otros factores, entre ellos la fundamental: la clase social. Pero por ser blanco, no la tienes tan complicada como la de un negro, y por ser hombre, no te ponen las mismas zancadillas que si fueras mujer. Así que, con una analogía atlética: si al resto de personas se les ponen obstáculos, entenderemos que el primero en llegar a meta con la pista lisa está siendo privilegiado frente a los demás. Siguiendo la analogía, es posible que nuestra pretensión de hecho no sea llegar a meta, ni ganar nada en atletismo. Pero ya que se nos obliga a correr, hay que remarcar esos obstáculos que existen y denunciarlos, no detenernos en que para el corredor que gana “también es duro tener que entrenar todos los días”.
Nadie está diciendo que la vida de un hombre blanco es de rosas por el mero hecho de ser varón y blanco. Ni que deba darse la vuelta a ninguna tortilla. Ni que todos los hombres blancos sean una panda de malnacidos esclavistas y machistas. Pero resulta paradójico que en una realidad en la que las mujeres mueren y cumplen dobles y triples jornadas, las personas negras se vinculan con la pobreza y la cárcel, siempre salga alguien corriendo a defender la socialmente cómoda idea de que “l@s oprimid@s tb oprimen”. Y no…pueden cagarse en tu madre y eso puede molestar, pero no te oprimen, sobretodo porque no pueden, al menos en base a esa identidad que se concibe como socialmente inferior.
Por favor, déjate de autocomplacencias, de buscar obsesivamente ejemplos de “mujeres que tratan mal a los hombres”, de “grupos feministas que pretenden el exterminio masculino”, de confundir los artículos de revistas Cosmopolitan con los postulados feministas, y de “negros que también han hecho cosas malas”, “de que los gitanos son racistas con los payos” y demás sandeces varias. Deja de confundir términos, porque no hay equidistancias ni equivalencias en un contexto de desigualdad. Y deja de utilizar esos argumentos para pretender suavizar la diferencia que se da entre las clases oprimidas y las opresoras. O al menos, no te creas tan de izquierdas si no estás dispuest@ a moverte de tu área de comodidad que permite perpetuar las cosas tal y como están.
[1] si bien el término no sea adecuado, ya que no existen realmente las razas desde ningún punto de vista médico, biológico, genético, etcétera. Las Razas humanas no existen:
[2] Datos del Census Bureau de EE.UU.
http://www.census.gov/newsroom/releases/archives/income_wealth/cb12-172.html
Resumidamente, la población negra representan más del 27% de la población en situación de pobreza. Muy equiparado con población hispana, con más de un 26%. Los blancos de origen no hispano, representan menos del 10%. Esto demuestra ua clara vinculación entre identidad racial y etnia con la pobreza y la exclusión social.
[3] The Underground Railroad
[4] Para desmontar este tipo de mitos, un gran pensador de nuestro tiempo decidió realizar este ejercicio de compilación de argumentos contra las intoxicaciones y comeduras de tarro racistas de turno:
[5] Estos son llevados a cabo por mujeres en el 99% de los casos, y que si se tuvieran en cuenta supondrían 1/3 del PIB. Pérez Orozco, A. y López Gil, S. (2011) Desigualdades a flor de piel: Cadenas globales de cuidados. ONU Mujeres. Disponible en
[6] Propuesta por la Titularidad Compartida, desde el MAGRAMA
[7] Según un estudio que está a punto de publicarse sobre las vivencias de las mujeres campesinas vascas, existe una clara discriminación en el sector agrario, predominando la falta de reconocimiento como trabajadoras agrícolas. Esto puede constatarse concretamente en que carecen de titularidad de las actividades agrícolas cuando los 2 miembros de la pareja lo comparten, además de a la hora de pedir ayudas para emprender la actividad agrícola y al pretender darse de alta en la Seguridad Social Agraria.
[8] Más información al respecto en la Revista on-line Mujer y Salud, disponible en
También existe información al respecto, en inglés, en el colectivo ecofeminista Women’s Voice for the Earth
[9] Encuesta de estructura salarial. INE. Informes anuales disponibles en
[10] Información disponible en las Estadísticas del Ministerio de Igualdad (o el Ministerio en el que sea diluído):
También en la Red estatal de organizaciones feministas contra la violencia de género.
[11] Dolores Reguant (2007) Explicación abreviada del Patriarcado.

miércoles, 2 de julio de 2014

HETEROPATRIARCADO CAPITALISTA

... El contexto en el que pensamos y vivimos, es el........
.......HETEROPATRIARCADO CAPITALISTA, palabrejos que definene un mundo de relaciones desiguales, donde se nos asigna, un montón de imposibles, por ejemplo, una clase social que no mejora en proporción al esfuerzo que le pongas, una nacionalidad que determina tu movilidad y esperanza de vida, un entorno cultural que lleno de estructuras invisibilizadas, y un género que decidirá, desde tus deseos sexo-afectivos hasta tu gusto en cuestión de colores.

La madre del emperador, María Leticia Ramolino (1750-1836)


Napoleón Bonaparte fue sin duda uno de los personajes más importantes y destacados de la Europa del XIX. Con su tenacidad y determinación llegó a ser emperador y poner en jaque a muchos de los países de la Vieja Europa que vieron cómo los ejércitos del corso amenazaban sus fronteras. Aquel hombre bajito que llegó a lo más alto, provenía de una familia de la Córcega independiente, de padre abogado y madre noble. Esta, María Leticia fue una mujer hermosa e inteligente que estuvo siempre al lado de sus hijos. Mujer también de carácter, no dudó en enfrentarse al emperador a causa de su boda con Josefina Bonaparte. 

La dama corsa
María Leticia Ramolino nació en Ajaccio, Córcega, el 24 de agosto de 1750. Leticia era la hija pequeña de Giovanni Geronimo Ramolino y Angela Maria Pietrasanta, ambos pertenecientes a la nobleza de la isla. Cuando su padre falleció siendo ella una niña de cinco años, su madre volvió a casarse con un capitán llamado François Fesch.

Leticia fue educada siguiendo las estrictas normas de la alta sociedad de su tiempo preparándose para ser una dama refinada, piadosa y perfecta ama de casa. Pero la joven y hermosa Leticia siempre se interesó por la vida política de Córcega. 

En 1764, cuando Leticia tenía apenas catorce años siguió los mandatos de su familia y se casó con Carlos Bonaparte el 2 de junio de aquel año. Carlos era un abogado de buena familia cuatro años mayor que ella con quien, a pesar de haberse visto obligada a casarse, mantuvo una relación muy buena. De los trece hijos que tuvieron, ocho consiguieron llegar a la edad adulta y muchos de ellos se convirtieron en reyes, duques y, uno, emperador.

Precisamente cuando Leticia estaba embarazada del futuro Napoleón Bonaparte, las tropas francesas, bajo las órdenes de Luis XV, invadían Córcega con el fin de anexionarla. A pesar de su estado, Leticia no abandonó a su marido quien viajó por toda la isla en busca de apoyos a la causa corsa. Los sueños se desvanecían con la victoria francesa en la revuelta de Ponte-Novo.

En aquella Córcega francesa, Carlo Bonaparte se vio obligado a dejar sus actividades políticas. Los Bonaparte vivieron desde entonces en sus propiedades alejados de la vida pública. Fue en aquel tiempo cuando Leticia podría haber tenido una relación amorosa extramatrimonial con un amigo de su marido, el Conde de Marbeuf. 

En 1785 fallecía Carlo Bonaparte y dejaba a la joven Leticia de treinta y cinco años, viuda y al cargo de una amplia prole. Fue gracias a su determinante austeridad y a la ayuda económica de sus hijos mayores, que Leticia pudo mantener sus propiedades. 

La dama francesa
Cuando en 1789 estallaba la revolución francesa, Leticia no pudo evitar que sus hijos se implicaran en el destino de Francia arrastrándola a ella misma a una vida lejos de su Córcega natal. Durante la revolución, Napoleón se había posicionado del lado jacobista y se había enfrentado abiertamente a los nacionalistas liderados por Pasquale Paoli, un enfrentamiento que le obligó a él y a su familia a exiliarse a Francia en 1793.

Napoleón se cobraría la revancha cuando su rápido ascenso en el París revolucionario le permitió derrotar a los corsos enemigos de sus ideales. Convertido en un hombre rico y poderoso, Napoleón no se olvidó de su madre a quien le permitió vivir lujosamente además de poder retornar temporalmente a su hogar en Ajaccio.



Cuando en 1796 Napoleón se encontraba en un momento exitoso de su carrera militar, contrajo matrimonio con una viuda francesa llamada Josefina de Beauharnais. Aquel matrimonio fue razón suficiente para alejar a Napoleón de su madre, quien nunca aceptó aquella relación mostrando su disconformidad abiertamente, desde el mismo momento de hacerse pública su relación hasta la muerte de Josefina.

Mujer de gran carácter y fiel a sus convicciones, Leticia llegaría incluso a declinar la invitación a su ceremonia de coronación imperial. Hecho que no impidió al gran pintor Jacques-Louis David no sólo inmortalizarla es un archiconocido cuadro La coronación de Napoleón, sino que la situara en un lugar de honor, en la tribuna ubicada justo en el centro del lienzo.

La dama romana
Leticia Bonaparte, fiel a su clan, siguió a su hijo a su triste destino en el exilio de la isla de Elba tras su caída en desgracia en 1814 y le ayudó en su intento desesperado de volver a París.

Tras la reclusión definitiva de Napoleón en Santa Helena, Leticia decidió retirarse a vivir a Roma, donde se instalaría en el palacio Rinuccini, lugar que convirtió en memorial de la gloria pasada de su familia.


El 2 de febrero de 1836, tras un debilitamiento progresivo de su cuerpo, Leticia Bonaparte fallecía con ochenta y cinco años de edad. Su nieto, Napoleón III, fue el encargado de construir años más tarde la Capilla Imperial de Ajaccio, donde los restos de su abuela descansarían para la eternidad.  

Por Sandra Ferrer