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sábado, 21 de diciembre de 2024

Caso Pelicot, un antes y un después frente a la violencia machista dentro y fuera de Francia

Algunas claves sobre el caso Pelicot



Fuentes: https://efeminista.com

La sentencia en el juicio por las violaciones a Gisèle Pelicot ha cerrado un caso que ha conmocionado al mundo gracias a la valentía de la demandante, una mujer de 72 años que dio un paso al frente en nombre de todas las víctimas que siguen «en la sombra».


Estas son las claves para entender el juicio con el que Gisèle Pelicot y la fiscalía han intentado marcar «un antes y un después» en la lucha contra la violencia sexual dentro y fuera de Francia:

1. Un espejismo roto

La vida de Gisèle Pelicot era aparentemente idílica: después de una carrera exitosa en la eléctrica pública EDF y cuatro décadas casada con su marido Dominique, con el que tenía tres hijos y varios nietos, ambos se trasladaron en 2013 a Mazan, un pueblo mediano en el sureste de Francia, para disfrutar de una plácida jubilación.

Lo único que parecía perturbar esa normalidad eran las pérdidas de conocimiento y otros síntomas extraños que sufría Gisèle, que llegó a sospechar que tenía un tumor cerebral o incluso alzhéimer.

En septiembre de 2020, Dominique Pelicot fue detenido por los vigilantes de un supermercado por haber grabado bajo las faldas de varias mujeres y, durante el registro de ordenador y la fase de instrucción de ese proceso, terminó de romperse el espejismo.

Las autoridades hallaron miles de fotos y vídeos en los que Gisèle aparecía inconsciente mientras se la sometía a abusos sexuales, con al menos 92 violaciones contabilizadas. Fue entonces cuando la víctima descubrió que sus síntomas se debían a las altas dosis de ansiolíticos que su marido le había suministrado sin su consentimiento.

2. ‘Monsieur-Tout-Le-Monde’

Las violaciones a Gisèle bajo sumisión química se prolongaron durante casi una década, entre 2011 y 2020, y las perpetraron unos setenta hombres, de los que se pudo identificar a 51, incluido Dominique.

El medio centenar restante, a los que Dominique contactaba por internet, eran hombres de entre 27 y 74 años y de todas las clases sociales: bomberos, camioneros, periodistas, enfermeros, militares y jubilados.

Ese abanico tan amplio llevó al movimiento feminista francés a apodar a los acusados como ‘Monsieur-Tout-Le-Monde’ (Señor todo el mundo’), para destacar que el agresor podía ser el vecino, el compañero de trabajo o el familiar de cualquiera.

«Yo también tenía un hombre excepcional, pero el perfil del violador puede estar en la familia, en los amigos», advirtió Gisèle Pelicot al intervenir en el juicio en octubre.

3. Una decisión excepcional

El proceso ha roto los moldes de los juicios por violación, en los que las víctimas suelen permanecer en el anonimato si es que llegan a los tribunales, pues se estima que el 80 % de las denuncias por agresiones sexuales en Francia quedan archivadas.

Pero Gisèle Pelicot, que tras conocer lo que le había ocurrido pensó en suicidarse, tomó una decisión extraordinaria: dejar que se supiera su nombre y promover que fuera un proceso público.

Quería, con ello, conseguir que “la vergüenza cambiara de bando”, una frase que ya se ha convertido en lema para el movimiento feminista, dado que muchas supervivientes no denuncian a sus agresores por el miedo a no ser creídas, la culpa o el temor a un proceso revictimizante.

El caso Pelicot también es excepcional por la amplitud de pruebas documentadas durante años por su propio marido, que impidieron a la defensa negar la existencia de los delitos, y por el hecho de que la demandante usara el apellido de Dominique, del que ya estaba divorciada.

“Tengo nietos que se apellidan Pelicot y no quiero que sientan vergüenza por su apellido, sino orgullo de su abuela”, defendió al ser cuestionada al respecto durante el proceso.

4. Una sentencia polémica

El juicio ha captado mucha atención mediática y a menudo ha humillado a Gisèle, quien se ha indignado por las estrategias de algunos abogados que intentaban rebajar la implicación de sus clientes en los abusos: «Para mí son violadores y lo seguirán siendo», ha subrayado.

Al final, el movimiento feminista tuvo que encajar un veredicto menos ejemplar de lo que esperaba: en vez de los 652 años de cárcel que había pedido la Fiscalía para el conjunto de 51 acusados, el tribunal los dejó en más de 400.

El exmarido de Gisèle recibió la pena más severa, los 20 años máximos por el delito de violación agravada, y deberá cumplir al menos dos tercios de ella entre rejas.

Sin embargo, otros acusados recibieron penas de apenas 3 años y hasta seis de ellos quedarán en libertad, algo que ha indignado a muchos, pero no -al menos públicamente- a la propia Gisèle, que este jueves dijo que “respeta” la decisión del tribunal.

5. ¿”Un antes y un después”?

La fiscal del tribunal de Aviñón, Laure Chabaud, pronosticó a finales de diciembre que el juicio marcaría “un antes y un después”, y muchas feministas aún confían en que la repercusión del caso obligue a hacer más contra la violencia machista en Francia.

Varias asociaciones presentaron en octubre 130 medidas para crear una ley integral contra las violencias sexuales, pero hasta ahora los pasos que han dado las autoridades son pocos y las organizaciones temen que, tras el final del juicio y con el bloqueo político actual en Francia, el impulso acabe por diluirse.

«El combate contra la impunidad no ha hecho más que comenzar», ha declarado en un comunicado la organización Fondation des Femmes.

No obstante, la propia Gisèle Pelicot se mostró satisfecha por la reverberación del caso: «He querido, al abrir las puertas de este proceso, que la sociedad hiciera suyos sus debates. No lo he lamentado en ningún momento», ha subrayado.


Fuente: https://efeminista.com/caso-pelicot-antes-despues-violencia-machista-dentro-fuera-francia/





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martes, 17 de diciembre de 2024

Betty Cuthbert y su récord de oros olímpicos



Hasta el día de hoy, Betty Cuthbert ha sido el único ser humano capaz de ganar el oro en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos Olímpicos. Nadie ha conseguido tamaña hazaña salvo ella. Esta es su apasionante biografía.

Elizabeth «Betty» Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Ermington, un suburbio de Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia.

Betty Cuthbert tuvo una hermana gemela, junto a otros dos hermanos, y su infancia fue feliz. Años después declaró: “Mis padres siempre me alentaron y tuve una buena vida familiar. Siempre nos enseñaron a respetar las cosas y a otras personas”.

Tras asistir a la Escuela Pública de Ermington y a la Escuela secundaria, Cuthbert empezó a trabajar en una guardería e inició su relación con el atletismo, el deporte que la encumbraría a la gloria. Sus entrenamientos se endurecieron rápido y los resultados no tardaron en llegar.

El 16 de septiembre de 1956, con tan solo 18 años, Betty Cuthbert pulverizó la plusmarca mundial de los 200 metros, con un registro de 23,2 segundos, y se convirtió en una de las grandes favoritas para los Juegos Olímpicos de Melbourne de ese mismo año.

Pocas semanas después de su primera gran gesta, Cuthbert no defraudó y, en los Juegos celebrados en su país, consiguió ganar la medalla de oro olímpica en las pruebas de 100 metros, 200 metros y relevo 4×100 metros. Un triple oro olímpico histórico.

En la final de 4×100 metros, la velocista australiana además logró una nueva plusmarca mundial.

Cuatro años después, tras conseguir nuevos logros y plusmarcas, Cuthbert volvió a participar en unos Juegos Olímpicos, los de Roma de 1960, en los cuales tuvo mala suerte. Una inoportuna lesión en la eliminatoria de los 100 metros, obligó a Betty a decir adiós a la competición sin cumplir ninguno de sus objetivos. Un golpe que, sin embargo, sirvió para que la atleta se creciese.

En los siguientes Juegos Olímpicos, los de Tokio de 1964, Cuthbert así pues se vengó de lo ocurrido y, ante un público entregado, volvió a ganar una medalla de oro. Su cuarto oro olímpico. Ganó los 400 metros lisos con un tiempo de 52 segundos.

Con esa nueva medalla, Betty Cuthbert dejó dos récords extraordinarios para la posteridad. El de único ser humano capaz de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos. Y el de único ser humano ganador de esos tres oros olímpicos y el de la prueba de relevo 4×100 metros. Hasta hoy, ningún hombre o mujer ha superado ninguno de esos dos registros. Tras su última gesta, Cuthbert se retiró de la competición.

Ya en 1969, los médicos le diagnosticaron a la exatleta esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa. Y, a pesar de eso, esta continuó realizando actividades ligadas a causas humanitarias, entroncadas con movimientos de cristianos progresistas. Cuthbert se convirtió en una defensora comprometida de su enfermedad y en una activista incansable en la concienciación de la sociedad sobre la misma.

En el año 2000, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Sídney, Betty Cuthbert fue una de las portadoras de la antorcha olímpica y, en el 2012, ingresó en el Hall of Fame de la IAAF, la federación internacional de atletismo. Un reconocimiento importante que redondeaba otros anteriores como el de la MBE (Most Excellent Order of the British Empire), es decir la Orden del Imperio Británico, que recibió en 1969.

Betty Cuthbert murió finalmente el 6 de agosto del año 2017, con 79 años de edad, en Mandurah, Australia. Y, al día siguiente de su fallecimiento, la organización del Campeonato Mundial de Atletismo de Londres le dedicó un merecido minuto de silencio.

Después de enterarse del fatal desenlace, la australiana Cathy Freeman, campeona olímpica y mundial de los 400 metros, afirmó acertadamente sobre ella: “Betty ha sido una inspiración. Estoy muy feliz de haber conocido a un modelo a seguir tan extraordinario”.

Marlene Mathews, doble medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 en los que Cuthbert logró tres oros olímpicos, añadió: “Nunca he conocido a nadie que tuviera tanta fe y determinación. Fue esa fe la que la mantuvo en pie durante tanto tiempo y en los momentos más difíciles”.

Poco más se puede decir sobre la gran campeona Betty Cuthbert, el único ser humano que ha sido capaz hasta el presente de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad que se disputan en los Juegos y de añadir además el oro en el relevo 4×100 metros, salvo quizás un deseo de que su memoria permanezca entre nosotros. De que su memoria no se olvide. Parece evidente que así será.



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