RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

sábado, 21 de diciembre de 2024

Caso Pelicot, un antes y un después frente a la violencia machista dentro y fuera de Francia

Algunas claves sobre el caso Pelicot



Fuentes: https://efeminista.com

La sentencia en el juicio por las violaciones a Gisèle Pelicot ha cerrado un caso que ha conmocionado al mundo gracias a la valentía de la demandante, una mujer de 72 años que dio un paso al frente en nombre de todas las víctimas que siguen «en la sombra».


Estas son las claves para entender el juicio con el que Gisèle Pelicot y la fiscalía han intentado marcar «un antes y un después» en la lucha contra la violencia sexual dentro y fuera de Francia:

1. Un espejismo roto

La vida de Gisèle Pelicot era aparentemente idílica: después de una carrera exitosa en la eléctrica pública EDF y cuatro décadas casada con su marido Dominique, con el que tenía tres hijos y varios nietos, ambos se trasladaron en 2013 a Mazan, un pueblo mediano en el sureste de Francia, para disfrutar de una plácida jubilación.

Lo único que parecía perturbar esa normalidad eran las pérdidas de conocimiento y otros síntomas extraños que sufría Gisèle, que llegó a sospechar que tenía un tumor cerebral o incluso alzhéimer.

En septiembre de 2020, Dominique Pelicot fue detenido por los vigilantes de un supermercado por haber grabado bajo las faldas de varias mujeres y, durante el registro de ordenador y la fase de instrucción de ese proceso, terminó de romperse el espejismo.

Las autoridades hallaron miles de fotos y vídeos en los que Gisèle aparecía inconsciente mientras se la sometía a abusos sexuales, con al menos 92 violaciones contabilizadas. Fue entonces cuando la víctima descubrió que sus síntomas se debían a las altas dosis de ansiolíticos que su marido le había suministrado sin su consentimiento.

2. ‘Monsieur-Tout-Le-Monde’

Las violaciones a Gisèle bajo sumisión química se prolongaron durante casi una década, entre 2011 y 2020, y las perpetraron unos setenta hombres, de los que se pudo identificar a 51, incluido Dominique.

El medio centenar restante, a los que Dominique contactaba por internet, eran hombres de entre 27 y 74 años y de todas las clases sociales: bomberos, camioneros, periodistas, enfermeros, militares y jubilados.

Ese abanico tan amplio llevó al movimiento feminista francés a apodar a los acusados como ‘Monsieur-Tout-Le-Monde’ (Señor todo el mundo’), para destacar que el agresor podía ser el vecino, el compañero de trabajo o el familiar de cualquiera.

«Yo también tenía un hombre excepcional, pero el perfil del violador puede estar en la familia, en los amigos», advirtió Gisèle Pelicot al intervenir en el juicio en octubre.

3. Una decisión excepcional

El proceso ha roto los moldes de los juicios por violación, en los que las víctimas suelen permanecer en el anonimato si es que llegan a los tribunales, pues se estima que el 80 % de las denuncias por agresiones sexuales en Francia quedan archivadas.

Pero Gisèle Pelicot, que tras conocer lo que le había ocurrido pensó en suicidarse, tomó una decisión extraordinaria: dejar que se supiera su nombre y promover que fuera un proceso público.

Quería, con ello, conseguir que “la vergüenza cambiara de bando”, una frase que ya se ha convertido en lema para el movimiento feminista, dado que muchas supervivientes no denuncian a sus agresores por el miedo a no ser creídas, la culpa o el temor a un proceso revictimizante.

El caso Pelicot también es excepcional por la amplitud de pruebas documentadas durante años por su propio marido, que impidieron a la defensa negar la existencia de los delitos, y por el hecho de que la demandante usara el apellido de Dominique, del que ya estaba divorciada.

“Tengo nietos que se apellidan Pelicot y no quiero que sientan vergüenza por su apellido, sino orgullo de su abuela”, defendió al ser cuestionada al respecto durante el proceso.

4. Una sentencia polémica

El juicio ha captado mucha atención mediática y a menudo ha humillado a Gisèle, quien se ha indignado por las estrategias de algunos abogados que intentaban rebajar la implicación de sus clientes en los abusos: «Para mí son violadores y lo seguirán siendo», ha subrayado.

Al final, el movimiento feminista tuvo que encajar un veredicto menos ejemplar de lo que esperaba: en vez de los 652 años de cárcel que había pedido la Fiscalía para el conjunto de 51 acusados, el tribunal los dejó en más de 400.

El exmarido de Gisèle recibió la pena más severa, los 20 años máximos por el delito de violación agravada, y deberá cumplir al menos dos tercios de ella entre rejas.

Sin embargo, otros acusados recibieron penas de apenas 3 años y hasta seis de ellos quedarán en libertad, algo que ha indignado a muchos, pero no -al menos públicamente- a la propia Gisèle, que este jueves dijo que “respeta” la decisión del tribunal.

5. ¿”Un antes y un después”?

La fiscal del tribunal de Aviñón, Laure Chabaud, pronosticó a finales de diciembre que el juicio marcaría “un antes y un después”, y muchas feministas aún confían en que la repercusión del caso obligue a hacer más contra la violencia machista en Francia.

Varias asociaciones presentaron en octubre 130 medidas para crear una ley integral contra las violencias sexuales, pero hasta ahora los pasos que han dado las autoridades son pocos y las organizaciones temen que, tras el final del juicio y con el bloqueo político actual en Francia, el impulso acabe por diluirse.

«El combate contra la impunidad no ha hecho más que comenzar», ha declarado en un comunicado la organización Fondation des Femmes.

No obstante, la propia Gisèle Pelicot se mostró satisfecha por la reverberación del caso: «He querido, al abrir las puertas de este proceso, que la sociedad hiciera suyos sus debates. No lo he lamentado en ningún momento», ha subrayado.


Fuente: https://efeminista.com/caso-pelicot-antes-despues-violencia-machista-dentro-fuera-francia/





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martes, 17 de diciembre de 2024

Betty Cuthbert y su récord de oros olímpicos



Hasta el día de hoy, Betty Cuthbert ha sido el único ser humano capaz de ganar el oro en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos Olímpicos. Nadie ha conseguido tamaña hazaña salvo ella. Esta es su apasionante biografía.

Elizabeth «Betty» Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Ermington, un suburbio de Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia.

Betty Cuthbert tuvo una hermana gemela, junto a otros dos hermanos, y su infancia fue feliz. Años después declaró: “Mis padres siempre me alentaron y tuve una buena vida familiar. Siempre nos enseñaron a respetar las cosas y a otras personas”.

Tras asistir a la Escuela Pública de Ermington y a la Escuela secundaria, Cuthbert empezó a trabajar en una guardería e inició su relación con el atletismo, el deporte que la encumbraría a la gloria. Sus entrenamientos se endurecieron rápido y los resultados no tardaron en llegar.

El 16 de septiembre de 1956, con tan solo 18 años, Betty Cuthbert pulverizó la plusmarca mundial de los 200 metros, con un registro de 23,2 segundos, y se convirtió en una de las grandes favoritas para los Juegos Olímpicos de Melbourne de ese mismo año.

Pocas semanas después de su primera gran gesta, Cuthbert no defraudó y, en los Juegos celebrados en su país, consiguió ganar la medalla de oro olímpica en las pruebas de 100 metros, 200 metros y relevo 4×100 metros. Un triple oro olímpico histórico.

En la final de 4×100 metros, la velocista australiana además logró una nueva plusmarca mundial.

Cuatro años después, tras conseguir nuevos logros y plusmarcas, Cuthbert volvió a participar en unos Juegos Olímpicos, los de Roma de 1960, en los cuales tuvo mala suerte. Una inoportuna lesión en la eliminatoria de los 100 metros, obligó a Betty a decir adiós a la competición sin cumplir ninguno de sus objetivos. Un golpe que, sin embargo, sirvió para que la atleta se creciese.

En los siguientes Juegos Olímpicos, los de Tokio de 1964, Cuthbert así pues se vengó de lo ocurrido y, ante un público entregado, volvió a ganar una medalla de oro. Su cuarto oro olímpico. Ganó los 400 metros lisos con un tiempo de 52 segundos.

Con esa nueva medalla, Betty Cuthbert dejó dos récords extraordinarios para la posteridad. El de único ser humano capaz de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos. Y el de único ser humano ganador de esos tres oros olímpicos y el de la prueba de relevo 4×100 metros. Hasta hoy, ningún hombre o mujer ha superado ninguno de esos dos registros. Tras su última gesta, Cuthbert se retiró de la competición.

Ya en 1969, los médicos le diagnosticaron a la exatleta esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa. Y, a pesar de eso, esta continuó realizando actividades ligadas a causas humanitarias, entroncadas con movimientos de cristianos progresistas. Cuthbert se convirtió en una defensora comprometida de su enfermedad y en una activista incansable en la concienciación de la sociedad sobre la misma.

En el año 2000, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Sídney, Betty Cuthbert fue una de las portadoras de la antorcha olímpica y, en el 2012, ingresó en el Hall of Fame de la IAAF, la federación internacional de atletismo. Un reconocimiento importante que redondeaba otros anteriores como el de la MBE (Most Excellent Order of the British Empire), es decir la Orden del Imperio Británico, que recibió en 1969.

Betty Cuthbert murió finalmente el 6 de agosto del año 2017, con 79 años de edad, en Mandurah, Australia. Y, al día siguiente de su fallecimiento, la organización del Campeonato Mundial de Atletismo de Londres le dedicó un merecido minuto de silencio.

Después de enterarse del fatal desenlace, la australiana Cathy Freeman, campeona olímpica y mundial de los 400 metros, afirmó acertadamente sobre ella: “Betty ha sido una inspiración. Estoy muy feliz de haber conocido a un modelo a seguir tan extraordinario”.

Marlene Mathews, doble medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 en los que Cuthbert logró tres oros olímpicos, añadió: “Nunca he conocido a nadie que tuviera tanta fe y determinación. Fue esa fe la que la mantuvo en pie durante tanto tiempo y en los momentos más difíciles”.

Poco más se puede decir sobre la gran campeona Betty Cuthbert, el único ser humano que ha sido capaz hasta el presente de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad que se disputan en los Juegos y de añadir además el oro en el relevo 4×100 metros, salvo quizás un deseo de que su memoria permanezca entre nosotros. De que su memoria no se olvide. Parece evidente que así será.



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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Por el fin de la violencia contra las mujeres también en las prisiones


Fuentes: Desinformémonos

Cada 25 de noviembre, desde el año 1999, se rememora el día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Una fecha para concienciar y denunciar las violencias a las que mujeres y niñas se ven sometidas de forma extendida y generalizada en todo el mundo, que incluye a las que están privadas de libertad, aunque a menudo sean invisibilizadas.

Según las Naciones Unidas, casi una de cada tres mujeres han sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vidas. Si miramos dentro de las prisiones, nos encontramos que ese dato se multiplica, ya que allí hay una sobrerrepresentación de mujeres que han sufrido este tipo de violencias a lo largo de sus vidas. En el estado español, los últimos estudios indican que un 73% de las presas manifiesta haber sido en alguna ocasión víctima de violencia a manos de sus parejas o exparejas, pudiendo incluir tanto violencia psicológica, física o sexual (FIADYS, 2023).

Para las reclusas, a la violencia institucional que supone la prisión hay que sumarle la violencia patriarcal. Esta manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales se reproduce en el medio carcelario. Por lo que ellas viven un continuum del trato violento que reciben en el mundo libre y que se traslada al universo penitenciario, ya que se enfrentan a formas de violencia a las que se han tenido que enfrentar en sus hogares y en sus relaciones íntimas.

El Relator especial contra la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes de las Naciones Unidas ha denunciado este tipo de violencia de género intracarcelaria que “incluye violación y otras formas de violencia sexual tales como amenazas de violación, manoseos, “pruebas de virginidad”, ser desnudadas, requisas corporales invasivas, insultos y humillaciones de naturaleza sexual, etc.” (ONU, 2016).

Los “registros corporales exhaustivos” en los allanamientos, pueden constituir una forma oculta de abuso sexual. En estas situaciones sería el propio Estado el que está implicado en la rutinización del abuso sexual, permitiendo las condiciones que hacen a las mujeres vulnerables a la coerción sexual ejercida por guardias, como aquellas otras que incorporan en las políticas rutinarias prácticas tales como los registros exhaustivos y las inspecciones corporales, como escribe Ángela Davis (2003).

En las prisiones de la India, la violencia física y sexual (por parte de los custodios o de otros reclusos) es una situación habitual a la que se enfrentan las prisioneras (Singh, 2022). En las cárceles de Japón, también se denuncian abusos y malos tratos, como el uso de esposas para inmovilizar a las mujeres embarazadas, emplear arbitrariamente el aislamiento como forma de castigo, abusar verbalmente de ellas, negar la oportunidad de criar a sus criaturas en prisión y no brindan un acceso adecuado a la atención de salud mental y de salud pública (HRW, 2023).

El Comité para la Prevención de la Tortura ha encontrado denuncias de malos tratos a mujeres detenidas en prisiones europeas (y, más particularmente, de acoso sexual, incluido el abuso verbal con connotaciones sexuales), en particular cuando un Estado no proporciona alojamiento separado para las mujeres privadas de libertad (CPT, 2018).

En la prisión de Antofagasta, al Norte de Chile, durante los allanamientos en las celdas de las privadas de libertad, frecuentemente se destruyen sus pertenencias, se las golpea y se les revisar de manera intrusiva. Se recoge situaciones donde se obliga a las mujeres a desnudarse y hacer sentadillas o se les obliga a abrir sus nalgas con las manos y son revisadas a través de tacto vaginal (INDH, 2015).

En una prisión del estado de Paraná en Brasil, se aplica un anticonceptivo hormonal subcutáneo a todas las reclusas para evitar que tengan la regla y no tener que “soportar” (director dixit) el síndrome premenstrual de todas ellas. Según recuerda el relator contra la tortura la esterilización forzada es un acto de violencia y una forma de control social que viola el derecho de las personas a no ser sometidas a tortura y malos tratos.

El género combinado con otras características como la nacionalidad, la raza, la orientación sexual, la condición socioeconómica y la edad incrementan el riesgo de sufrir violencias de género carcelarias. Teniendo en cuenta el hecho de que las mujeres son particularmente vulnerables a los abusos en las cárceles y que a menudo sienten miedo de hacer la denuncia debido al temor de represalias, se debería añadir una garantía adicional para las mujeres contra la violencia y los malos tratos en las prisiones.

Que este 25N el grito sea por el fin de la violencia contra las mujeres, también en las prisiones.

Bibliografía:

– CPT (2018). Women in prison. CPT/Inf(2018)5

– DAVIS, A. (2003). Are the prison obsolete?. Seven Histories Press. New York.

– FIADYS (2023). Víctimas de violencia de género en prisión. Rompiendo el ciclo de la revictimización.

– HRW (2023), https://www.hrw.org/report/2023/11/14/they-dont-treat-us-human-beings/abuse-imprisoned-women-japan

– INDH (2015). Informe sobre las condiciones carcelarias. Chile.

– ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (2016). Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial de Torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. A/HRC/31/57, 5 de enero de 2016.

– SINGH, N (2022), Female prisioners in India and their condition. Lloyd Law College.

Alicia Alonso Merino. Feminista y abogada de derechos humanos. Realiza acompañamiento sociojurídico en cárceles de distintos países.

Fuente: https://desinformemonos.org/por-el-fin-de-la-violencia-contra-las-mujeres-tambien-en-las-prisiones/



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sábado, 23 de noviembre de 2024

La guerra de Milei contra las mujeres


Fuentes: https://www.infobae.com/

Sobre el documento que se debatió el lunes en la Asamblea General y fue aprobado por 170 países, 13 se abstuvieron mientras que el gobierno de Milei ordenó a la delegación argentina se opusiera

La reciente votación de Argentina en contra de una resolución de la ONU que pretende prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas (1), es un capítulo más de los delirios negacionistas y conspiranoides de un gobernante como Javier Milei. 

Lo menciono ya que Argentina fue el único país del mundo que se atrevió a votar en contra de una resolución tan básica e importante, que incluso gobiernos autoritarios que vulneran los derechos de las mujeres día a día, como Irán y Rusia, no fueron capaces de votar en contra de algo así.

Las razones para votar en contra de parte de Argentina, se enmarca dentro de la llamada batalla cultural contra lo woke que estaría dando Javier Milei, junto a otros personajes en aquel país como Agustín Laje y Emmanuel Dannan, quienes pretenden estar a la vanguardia de lo estúpidamente incorrecto de las ultraderechas actuales.

De ahí que lleven al extremo un discurso ideológico dogmático que cree que existe un plan mundial macabro de la ONU para destruir a las naciones llamado globalismo, siendo las políticas de género su instrumento principal para llevarlo a cabo.

Parece una mala broma, pero no lo es, Javier Milei cree realmente que el patriarcado y la lucha de las mujeres por vivir en un mundo menos violento y más igualitario, es un plan de la izquierda mundial para destruir a los hombres e imponer un dominio totalitario en contra de nosotros.

En consecuencia, Milei niega la desigualdad de género, señalando que en el fondo es una guerra entre sexos promovida por la izquierda mundial, la cual luego de la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética, creó una nueva oposición para seguir generando conflictos.

Es el mal llamado marxismo cultural, usado hasta el cansancio de parte de la ultraderecha actual, que hace que cualquier reivindicación colectiva o de algún grupo en particular, sea visto como parte de un plan promovido por una ensalada de actores, que va desde la Agenda 2030 de la ONU, el grupo de Puebla, Disney, China y de George Soros. 

No hay que sorprenderse por tanto que Argentina haya votado en contra también de una resolución sobre los derechos de los pueblos indígenas en la ONU (2), con la misma retórica contra el globalismo y de un plan maquiavélico para destruir a los países. 

Podrá parecer ser ridículo todo esto, pero estos discursos se siguen viralizando y atraen a mucha gente, sobre todo hombres, quienes votan a personajes como Milei o Trump, dentro de un mundo cada vez más distópico y surreal, que busca desesperadamente certezas de cualquier manera. 

Ante esto, sin duda este tipo de votaciones contra las mujeres es una amenaza para su integridad física y de toda índole, pero por lo mismo, a no bajar los brazos, que los intentos de Milei por negar desigualdades de género y de toda índole es solo un intento desesperado de una masculinidad tradicional y enojada, que se resiste a toda costa a la pérdida de privilegios.

En otras palabras, finalmente la batalla cultural de Milei no es otra cosa que una guerra para seguir defendiendo el racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia, el especismo, la destrucción de la Naturaleza y de toda forma de discriminación y rechazo a la pluralidad existente, así como pasó hace un siglo atrás con el fascismo y nacionalsocialismo, sólo que ahora endiosan el mercado en vez del estado. 

Dicho lo anterior, que este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, sea un momento especial de conmemoración, en donde todos y todas acompañemos la lucha histórica que han dado las compañeras en Argentina, que hoy en día más que nunca necesitan de nuestro apoyo y solidaridad. 


1:  https://www.infobae.com/politica/2024/11/14/argentina-fue-el-unico-pais-de-la-onu-que-voto-en-contra-de-una-resolucion-para-eliminar-y-prevenir-la-violencia-contra-las-mujeres/

2:  https://www.infobae.com/politica/2024/11/11/argentina-fue-el-unico-pais-de-la-onu-que-voto-en-contra-de-una-resolucion-sobre-derechos-de-los-pueblos-indigenas/

Sobre el autorAndrés Kogan Valderrama es Sociólogo, Diplomado en Masculinidades y Cambio Social, Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea


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sábado, 16 de noviembre de 2024

Las redes sociales, el escenario de dos nuevas denuncias por agresiones sexuales a varias actrices


Fuentes: https://www.elsaltodiario.com

Las denuncias por agresión sexual publicadas en redes sociales contra el actor y profesor Juan Antonio Codina y el director de cine Eduard Cortés airean la violencia machista que sufren las trabajadoras de las artes escénicas y el sector audiovisual.


En los últimos diez días, dos denuncias hechas públicas a través de redes sociales han vuelto a poner en el escaparate la violencia machista presente en el interior de espectáculos teatrales y rodajes de películas, señalando a dos presuntos agresores sexuales. 

La noche del 3 de noviembre, la escuela de teatro Estudio Juan Codina anunció en su cuenta en la red social Instagram la suspensión permanente de su fundador, Juan Antonio Codina, de todos los ámbitos de la organización y también su cese como profesor. 

El equipo directivo afirma que tomó esa decisión “para velar por la seguridad e integridad del alumnado y por la viabilidad y estabilidad del equipo interno y docente”. Lo hizo tras la acusación realizada por una antigua alumna del centro, la actriz Miranda Yorch, quien tres días antes había publicado en esa misma red social que, cuando tenía 19 años, fue violada por el director de la escuela en la que estudiaba interpretación, 32 años mayor que ella. Yorch no mencionó el nombre del profesor ni tampoco el de la escuela, pero sí aludió a que él “presumió de ello en un escenario, blanqueó lo ocurrido ante un público que desconocía la realidad de los hechos”. En una publicación anterior, la actriz ya había difundido un vídeo con un monólogo de Codina, por lo que una interpretación posible era que se refiriese a él, hecho que Yorch confirmó al diario El País el 6 de noviembre.

A finales de octubre, la fotógrafa y directora Silvia Grav denunció, también vía Instagram, que había sufrido grooming (acoso y agresión sexual online) por parte del cineasta Eduard Cortés cuando ella tenía 19 años y él 55, ofreciéndole trabajo a cambio de sexting. Varias mujeres más han prestado sus testimonios en el mismo sentido en el diario Ara. La Academia del Cine Catalán ha abierto una comisión de investigación para tratar las denuncias contra Cortés, miembro de la institución, y ha ofrecido asesoramiento jurídico y psicológico a las actrices que se han manifestado. Su directora, Laia Aubia, descarta que la Academia vaya a emprender acciones legales contra Cortés y emplaza a las conclusiones del trabajo de la comisión para determinar qué sanciones se le impondrán cuando termine ese proceso. “Esto va en contra de los tiempos, porque todo el mundo quiere reacciones inmediatas, pero tenemos que analizar qué podemos hacer y lo haremos, evidentemente”, reconoce Aubia. La directora de la Academia se muestra cauta a la hora de recomendar o no que la víctima de una agresión sexual lo comunique públicamente o denuncie en el juzgado: “Esa decisión tiene que estar guiada siempre por una garantía máxima de reparación y cómo de preparada está la víctima para afrontar un proceso que, en muchas ocasiones, implica revictimización”. En su opinión, cualquier comunicación pública en un medio de comunicación o en redes sociales “tiene el valor indudable de ser detonador para que otra gente se sienta con valor para contar, pero la decisión siempre ha de estar precedida de un asesoramiento jurídico y psicológico”.

Secretos a voces y acción institucional

La exposición pública de estos dos casos en redes sociales ha propiciado la apertura de una cuenta en Instagram, @testimoniosartesescenicas, que pretende recopilar y difundir denuncias de agresiones, de forma anónima o no según decida la persona que quiere dar a conocer la situación que ha sufrido. “No queremos que los abusos en las artes escénicas sigan siendo secretos a voces”, explican las creadoras de la cuenta, seis actrices que definen su iniciativa como un espacio para “denunciar cualquier maltrato, discriminación, abusos psicológicos, físicos, sexuales o de cualquier índole en distintos entornos (escuelas, industria, agencias) y distintas disciplinas escénicas: teatro, danza, música, audiovisual”. El principal objetivo de la cuenta, abierta el 4 de noviembre, es “acabar con las conductas abusivas que se prolongan de forma sistemática y se reiteran con total impunidad”.

Las impulsoras de este espacio de denuncia digital, que utiliza #SeAcabó, el lema contra el machismo en el fútbol tras el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, entienden que compartir estas historias “ayuda a reconocernos en otras personas, darnos cuenta de que no estamos solas y de que no estábamos locas cuando pensábamos que una determinada situación estaba traspasando límites”. Asimismo detallan que otra de sus intenciones es ser pedagógicas: “Que una conducta no sea un delito no quiere decir que sea tolerable, hay conductas muy cuestionables, como la humillación, las faltas de respeto o el maltrato psicológico por parte de directores o profesores de interpretación, y este puede ser un espacio para compartir experiencias y sentirnos acompañadas”. 

También son conscientes de los límites que enfrentan estas acusaciones públicas de carácter extrajudicial, sin garantías y con el riesgo de exponer a la víctima o recibir denuncias que, estas sí, iniciarían procesos en el juzgado. Por eso censuran en sus publicaciones los nombres de los presuntos agresores. “Nos da mucha rabia no poder decirlo claramente, pero nos han asesorado jurídicamente y no podemos hacerlo. No podemos poner ni nombres ni iniciales ni nada que identifique claramente al agresor. Solamente podemos dar pistas”.

Esa precaución no obedece exclusivamente a una cuestión de defensa legal, sino que las creadoras de la cuenta precisan que “no se trata de hacer una caza de brujas y señalar a personas para lincharlas”. Por eso valoran que “si hay personas que se han equivocado al enseñar o al dirigir, o al tratar con otros artistas, y tras una reflexión son conscientes de que su forma de actuar fue cuestionable y deciden trabajar en revisarse y comportarse con respeto, bienvenidos sean esa reflexión y ese aprendizaje”.

Para Ignacio Martín, responsable institucional del sindicato Unión de Actores y Actrices, las denuncias difundidas a través de redes sociales son “vías de expresión”, pero opina que, frente a los casos de agresiones sexuales, “un sindicato tiene que ser una vía de resolución y de acción, no de expresión. Queremos aportar recursos de acompañamiento y jurídicos que permitan evitar que se repitan y queden impunes las situaciones de abuso”. Cuenta que han trabajado para renovar su asesoría jurídica y el protocolo de actuación ante estos casos, de manera que la persona que haya sufrido violencia machista encuentre en el sindicato “un primer espacio, un primer recibimiento para que podamos valorar con la víctima todas las posibilidades que tiene: legales, de otros servicios, de acompañamiento”. Martín señala que en el sector de las artes escénicas hay “gente muy joven que asume que determinadas actitudes hay que soportarlas al inicio de tu carrera”, y considera que el sindicato debe aportar respuestas apropiadas ante esas actitudes.

En 2022, la Academia del Cine Catalán creó un servicio para tratar el acoso sexual que sufren las actrices, que ofrece atención jurídica y psicológica a las víctimas de violencia machista en el sector audiovisual y de las artes escénicas. Este departamento, de carácter pionero, tiene como objetivo convertirse en un espacio donde las mujeres que trabajan en el sector encuentren apoyo y acompañamiento para contar los casos de agresiones y acoso sexual que hayan sufrido y puedan tomar decisiones. “No puede ser que de todos los casos que se conocen solo se denuncie un 10%, esto indica que aquí pasa algo, la gente no sabe dónde tiene que ir, no se siente protegida, no encuentra un espacio seguro donde consultar qué hacer”, declaraba entonces a El Salto la presidenta de la Academia del Cine Catalán, Judith Colell. “Era muy necesario”, valora Laia Aubia dos años después de la apertura del servicio, llevado a cabo de manera externa a la institución y con total confidencialidad. “Hemos cubierto una demanda que existía y que ha ido de la mano del sector audiovisual en Catalunya, se ha evidenciado ante las productoras, por ejemplo, la necesidad de saber qué hacer, cómo actuar en estos casos”, asegura la directora de la Academia. Desde su creación y hasta julio de este año, el departamento ha realizado 21 acompañamientos, a 17 víctimas y cuatro testigos. “Del primer año al segundo hemos detectado cambios en la temporalidad de los hechos que relataban las víctimas. El primer año eran antiguos, de hacía mucho tiempo, y el segundo han sido hechos recientes”, comenta Aubia. En mayo, la Academia publicó otra herramienta que ha desarrollado, su Protocolo guía para la prevención y abordaje de las violencias machistas y LGTBI-fóbicas en el sector audiovisual

Los casos de Codina y Cortés se suman a otros que han obtenido respuesta institucional en los últimos meses. Esta misma semana, Elena Cabrera publicó en eldiario.es que el 30 de octubre el Centro Dramático Nacional, dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, activó el protocolo por acoso sexual y despidió a un actor de la obra La gaviota. A mediados de abril, la Fiscalía Provincial de Madrid presentó una denuncia en el juzgado contra el dramaturgo Ramón Paso por delitos sexuales a varias jóvenes de entre 18 y 25 años que habrían tenido lugar entre 2018 y 2023 durante castings en los que participaban el dramaturgo y las víctimas. La Fiscalía dio este paso tras culminar las diligencias preprocesales que abrió en noviembre de 2023  y tomar declaración a las 14 mujeres, que ratificaron su denuncia contra el director teatral.

El 10 de octubre, el Ministerio de Cultura puso en funcionamiento la Unidad de Prevención y Atención contra las Violencias Machistas en el Sector Audiovisual y Cultural. En febrero, el ministerio ya había anunciado su intención de desarrollar esta unidad, con los objetivos de acompañar a víctimas de violencia machista y realizar estudios específicos para la elaboración de protocolos y recomendaciones que respondan a las necesidades específicas de cada sector y organismo vinculado a la cultura. El anuncio se entendió como una reacción del ministerio a la indignación suscitada por las acusaciones de violencia sexual contra el director de cine Carlos Vermut que varias mujeres que habían trabajado con él hicieron en las páginas de El País a finales de enero. El ministro Ernest Urtasun manifestó en la gala de los Premios Feroz, celebrada el mismo día de la publicación de esas denuncias contra Vermut, su compromiso de trabajar para garantizar que la cultura sea “un espacio seguro y libre para todas las mujeres”.

La onda expansiva del #MeToo

Una denuncia pionera en España fue la presentada en marzo de 2018 por la actriz Iria Pinheiro en el Juzgado de Instrucción Número 1 de Santiago de Compostela por vejaciones, insinuaciones de orden sexual y tocamientos por parte de José Luis Viñas Orta, director del programa Con amor e compañía, emitido por TVG. En septiembre de 2023, el Juzgado de lo Penal número 1 de Santiago de Compostela absolvió a Viñas Orta de los delitos de acoso sexual, acoso laboral y abuso sexual a los que se enfrentaba a raíz de la demanda.

La denuncia de Pinheiro fue una gota más en la corriente de mujeres que desde 2017 alzaron la voz para desbordar el dique en torno al acoso sexual en el sector audiovisual internacional. Actrices, directoras o productoras fueron más allá de la queja por la falta de mujeres en papeles protagonistas u otras muestras de desigualdad y señalaron a unas estructuras de poder que fomentan las agresiones bajo la amenaza, real, de perjudicar sus carreras en caso de no someterse a ellas. 

Tras la primera acusación de violación contra el poderoso productor Harvey Weinstein, hecha pública por la actriz Rose McGowan en octubre de 2017, nombres consagrados en la industria de Hollywood como los de Salma Hayek, Natalie Portman o Uma Thurman hablaron en primera persona sobre abusos continuados o casos de acoso sexual, además de sobre diferencias salariales. El movimiento #MeToo, de denuncia de los casos de violencia machista en la industria cinematográfica, echó a rodar, creando una onda expansiva que alcanzó dimensión global. Weinstein sería condenado en 2020 a cumplir dos penas de 23 y 16 años de prisión, aunque la primera fue anulada en 2024. Un total de 80 mujeres denunciaron por abusos sexuales a Weinstein.

En un reportaje publicado por El Salto en abril de 2018, Pinheiro opinaba que lo que ocurre en su profesión es “que la jerarquía da pie a muchos abusos de poder y el machismo imperante genera la visión de que las actrices somos muñecas dirigibles y al alcance del consumidor”. Los hechos denunciados por Iria Pinheiro no son excepciones, según explicaba Berta Ojea, entonces secretaria de Igualdad en la Unión de Actores y Actrices: “Son comportamientos viejos y de siempre, que existen en la industria cinematográfica y en las artes escénicas”.

“Parte de la violencia de este tipo de sucesos es que se quedan encajonados en el espacio privado”, reflexionaba en el mismo reportaje la artista Carmen Tomé, cuya denuncia contra el comisario Javier Duero fue la chispa de la que surgió La Caja de Pandora, un grupo de más de 3.000 agentes del mundo del arte y de la cultura que se organizó “por un contexto artístico libre de violencias machistas y abusos de poder”. En un comunicado leído en el museo Reina Sofía de Madrid el 29 de enero de 2018, el colectivo explicó que “este tipo de agresiones y/o abusos se realizan con normalidad en todas las situaciones de la vida, y en nuestro sector del arte y la cultura de una forma muy específica”. También aseguraban que “la mala praxis y los acuerdos tan laxos a los que nos vemos sometidas generan que las mujeres en el arte estemos constantemente expuestas a ciertas agresiones absolutamente normalizadas e interiorizadas”. 


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lunes, 4 de noviembre de 2024

Como anillo al cuello, un recorrido por la literatura femenina que denuncia la opresión de la institución matrimonial



Purificació Mascarell habla en su nuevo libro de una serie de obras literarias de autoras que, desde el silencio al que fueron relegadas durante décadas, denunciaron las dinámicas opresivas del matrimonio y reclamaron la dignidad y la libertad de las mujeres

Como anillo al cuello', un recorrido por la literatura femenina que  denuncia la opresión de la institución matrimonial
Purificació Mascarell

Durante siglos, el destino correcto de toda jovencita de bien fue el matrimonio. A través de él se suponía que las mujeres encontrarían el auténtico sentido de su vida mediante el cuidado de su marido y de sus hijos.

El día de la boda era, en las sociedades más tradicionales, el más importante de la vida de una mujer, ya que su futuro parecía estar estrechamente vinculado a encontrar el esposo adecuado. Ese momento también marcaba la transición de la juventud a la adultez: de la sumisión al padre a la sumisión al marido.

La literatura, escrita fundamentalmente por hombres, ha jugado un papel clave en la perpetuación y legitimación de este modelo. En infinidad de novelas, poemas y obras de teatro es habitual la representación de la mujer casada como un ser virtuoso, sumiso y abnegado. Servidora de su hombre y cuyo bienestar siempre está subordinado al del resto de la familia.

En estas obras literarias, el ámbito doméstico y emocional era el de las mujeres, mientras que a los hombres se les reservaba el espacio público y racional. Las mujeres que se atrevían a salirse de la norma solían ser castigadas o marginadas en aquellas historias, tal y como sucedía en muchos casos en el mundo real.

Sin embargo, también hubo otra literatura que, con gran dificultad y escaso apoyo editorial, se dedicaba a denunciar la situación de desigualdad, injusticia y dolor en la que vivían muchas mujeres, especialmente dentro de la institución del matrimonio. Esta tradición literaria, que fue sepultada por las voces masculinas del canon pese a la calidad artística de sus obras, continúa intentando salir a la luz.

Como Anillo Al Cuello : La opresión matrimonial en la literatura femenina

En este sentido, es muy importante la reciente publicación de Como anillo al cuello. La opresión matrimonial en la literatura femenina, escrito por la profesora de la Universitat de València Purificació Mascarell, donde se dedica a analizar, y seguramente descubrir para algunos lectores, obras como ¿De quién es la culpa? de Sofía Tolstaia, esposa de Tolstoi, Una mujer, de Sibilla Aleramo, Oculto sendero, de Elena Fortún, o Una mujer en el frente de Alaine Polcz, además de otros muchos de autoras como Mary Wollstonecraft, George Sand (Amantine Aurore Dupin), Mercedes Pinto, Caterina Albert o Aurora Bertrana, por citar algunos ejemplos.

“Mi objetivo al escribir este libro era trazar una constelación de voces femeninas que, en principio, pueden parecer desconectadas entre sí por pertenecer a tradiciones literarias, épocas o países diferentes”, explica la autora. “No obstante, si se escuchan con detenimiento, estas voces están conectadas por su conciencia feminista y por su defensa de la dignidad humana. Quería recuperarlas y ponerlas en relación, que ofrecieran a los lectores un trampolín hacia textos desconocidos o hacia textos que merece la pena revisitar bajo otra mirada”.

muestra cómo el discurso literario se adelantó al legal, al político y al mediático a la hora de denunciar la opresión femenina y de solicitar leyes que protegieran a la mujer. “La escritura literaria fue un mecanismo de crítica al patriarcado cuando ni la justicia ni la sociedad asumían el dolor de las mujeres víctimas. Sirvió para dejar constancia del sufrimiento, pero también de las salidas a la opresión”, afirma Mascarell.

Una investigación abierta y en proceso

La propia autora también está muy presente, a través de vivencias propias, en un libro cuyo objetivo no es tanto establecer un canon literario de las autoras que han hablado sobre la relación entre mujer y matrimonio, sino que busca trazar “un recorrido personal y crítico a través de autoras que considero significativas por su compromiso con la causa de la libertad femenina, pero también, por supuesto, por su compromiso con la creación de obras de primera calidad estética”.

Por lo tanto, Como anillo al cuello es un libro sobre arte femenino comprometido y que, según la autora, podría seguir ampliándose con otras voces y otras experiencias femeninas: una investigación abierta y en proceso.

Nuestra época también favorece, por suerte, que cada vez sea más fácil leer a estas autoras cuyas obras llevaban décadas relegadas a las estanterías más recónditas de las librerías de viejo. Según Mascarell, ahora es mucho más fácil encontrar los libros de estas autoras que hace diez o veinte años. “Aparte del trabajo hecho desde la academia por las investigadoras, sobre todo por las más jóvenes, contamos ahora con editoriales que han rescatado y publicado textos que eran complicados de encontrar”, afirma. “Pienso en todas las voces femeninas de la Edad de Plata que ha recuperado para el público lector la editorial Renacimiento, con la que yo misma colaboro. O en el trabajo de rescate que están llevando a cabo editoriales que solo publican a mujeres, como Bamba, Espinas, Torremozas o Ménades. La entrada de editoras independientes en el panorama literario ha favorecido este rescate”.

En el mismo sentido, el libro también es una especie de exorcismo: hablar abiertamente de lo que ha pasado para que nunca más vuelva a ocurrir. “Narrar las diferentes violencias que han sufrido y sufren las mujeres en el seno matrimonial es el primer paso para identificarlas y luchar contra ellas”, sostiene Mascarell. “El patriarcado siempre nos ha destinado al silencio, como bien explica la teórica Hélène Cixous. El simple hecho de romper ese silencio y de atrevernos a hablar o a escribir ya es un gesto radical de subversión”.

Todo un catálogo de opresiones

Al recorrer una variedad tan grande de épocas y de casos, el abanico de calamidades relatadas por las autoras es muy amplio. Desde el mansplaining, ese tratamiento paternalista y condescendiente que sitúa a la mujer en una posición de menor de edad ad eternum, hasta la violencia sexual, es decir, las violaciones dentro del matrimonio. Una práctica normalizada durante siglos y silenciada por las mismas mujeres que la han padecido y la padecen.

“Abusos de poder, control, desprecio de las capacidades intelectuales femeninas, cosificación… Y, por supuesto, violencia física de todo tipo”, detalla Mascarell. “Y el encorsetamiento en la figura de ángel del hogar o madresposa. Bajo esa idea de que no existe mayor felicidad para una mujer que dedicarse en cuerpo y alma al marido, los hijos y el hogar. Una patraña que ya desmontó Betty Friedan con su estudio La mística de la feminidad”.

Un libro optimista a pesar de todo

Para terminar, la autora no duda en calificar el mensaje de su libro como puramente optimista. De hecho, expone muy brevemente la experiencia matrimonial de sus antepasadas para contraponerla con su propia vida y la libertad que ha tenido. “Sería una absoluta mentira decir que no hemos mejorado respecto a nuestras madres o abuelas: por supuesto que hemos progresado muchísimo en un siglo”, reconoce. “Lo que no quiere decir que estemos en un estadio ideal ni mucho menos”.

Para la profesora, el futuro de las relaciones humanas pasa por la tolerancia y el respeto al máximo nivel. También por el apoyo mutuo. “Los hombres que no entienden esto, que no están dispuestos a repartir sus privilegios ancestrales, están destinados a quedarse solos —las mujeres cada vez los soportan menos— y, por ello, a estar cada vez más rabiosos”, reflexiona. “Y no me gusta vivir en un mundo con gente rabiosa, la verdad. Preferiría que se hiciera más pedagogía de lo que es realmente el feminismo (una vida digna para cada ser humano del mundo, sin importar su sexo) y que los hombres entendieran que oprimiendo o sometiendo al 50% de la población, como ocurre en Afganistán, aparte de hacerle daño a las mujeres, se lo hacen a sí mismos: crean un infierno de injusticia y de dolor en vez de una sociedad en plenitud donde cada persona pueda desarrollar su libre proyecto de vida”, concluye.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/anillo-cuello-recorrido-literatura-femenina-denuncia-opresion-institucion-matrimonial_1_11703998.html


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sábado, 26 de octubre de 2024

«Cuando una mujer va a un museo aprende que somos inútiles y poco listas»


Entrevista a la historiadora Griselda Pollock



 [Foto: Griselda Pollock (Marta Jara)]

La pionera del enfoque feminista en el arte visita el Museo Reina Sofía para impartir un semanario titulado ‘Yo no debería estar aquí, quizás. Pensamiento feminista y memorias del trabajo artístico en la distopía de la IA’

Cuando la segunda ola de feminismo, entre 1960 y finales de la década de los 80, se preguntaba por qué no había obras de mujeres en los museos, Griselda Pollock (Bloemfontein, Sudáfrica, 75 años) ofreció algunas respuestas. La historiadora del arte reveló en sus investigaciones que la relegación del sexo femenino responde a un sistema construido social y culturalmente durante siglos. Desde el Renacimiento, a las pintoras no se les permitió tomar clases de desnudo y fueron limitadas a las artes decorativas, mientras que el ideal del genio artístico se erigía con atributos masculinos.

Después de la publicación de Antiguas maestras (1981, en España en 2021 por Akal), Pollock no ha dejado de dar talleres en espacios artísticos en ambos lados del Atlántico. Profesora emérita de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Leeds (Reino Unido) visita España regularmente desde 1969, cuando llegó como au pair, y en esta ocasión dará un seminario el viernes en el Museo Reina Sofía este viernes 25 de octubre titulada Yo no debería estar aquí, quizás.

¿Cuál de los museos españoles le interesa más para sus investigaciones?

He disfrutado muchos. Me encantó ir al Museo del Prado, subir a la planta superior y caminar por esa especie de galerías, y encontrarme con un Leonardo da Vinci que vosotros no creéis que es un da Vinci, pero definitivamente lo es. También participé con el Thyssen en un simposio el pasado enero, a propósito de la exposición Maestras. Participé por Zoom porque he decidido no contribuir a la contaminación del aire con carbono y no volaba desde hace cinco años. He roto mi regla al venir aquí porque lleva tres días en llegar por barco.

¿Pero a cuál de ellos se le puede implementar una perspectiva feminista?

Déjame aclarar algo. El trabajo que hago se llama intervenciones feministas en las historias del arte. La mayoría de los museos presentan una historia del arte, y no se trata de añadirle una perspectiva feminista, sino de deshacer y deconstruir la historia que gran parte de los museos presentan, que está basada en periodos, movimientos, estilos y maestros. Me interesa pedirles a los museos que muestren al público algo más que esta gran narrativa nacional sobre la grandeza del arte español. No se puede simplemente añadir mujeres a esa historia, porque ya está construida sobre jerarquías, supremacías y nacionalismos. El Prado tiene una enorme colección de arte de diferentes periodos y países, pero da la sensación de que están ahí para decir cuán grande fue España, y lo fue; fue un gran imperio. A eso lo llamo diferenciar el canon. No estoy enseñando algo diferente, pero quiero mostrar los diferentes aspectos de lo que se presenta como la historia principal.

¿Cómo evidenciar entonces el lado femenino de la historia en un contexto como el del Museo Nacional del Prado?

No basta con que el Prado añada mujeres a su colección, porque sé que ya ha tenido exposiciones de mujeres artistas, pero las llaman mujeres artistas. Cuando haces una exposición de Velázquez, no dices: “Estoy haciendo una muestra de un artista hombre”; es simplemente un artista. El artista no tiene sexo; es solo Velázquez. Pero cuando se trata de otro grupo que cuestiona la heteronormatividad, el eurocentrismo o el masculino, le ponen un adjetivo: lo llaman mujeres artistas, artistas queer o artistas con discapacidad. Entonces, inmediatamente se nota que hay una jerarquía. Todo lo que no es la norma recibe una etiqueta.

Lo que creo que los museos deben hacer es entender esa estructura y deconstruirla. Puedes invitarme a hacer una exposición feminista, pero eso no deconstruye la estructura. Puedes montar una muestra como la de Maestras en el Thyssen con todas esas creadoras mujeres, pero ¿qué tienen en común? Soy diferente a otras mujeres, por mi edad, religión, historia, sexualidad. No soy solo otra mujer, como tú no eres solo otro hombre. Cada vez que tengo alguna experiencia, la gente me dice “bueno, eres una mujer”. Lo soy, es un hecho, pero no es lo más interesante sobre mí; soy una intelectual, historiadora del arte y muy mala pintora.

Los museos son un brazo educativo de la nación y deben preguntarse qué imagen estoy mostrando de los seres humanos y si es un espejo en el que todo el mundo se vería reflejado. La respuesta es no, porque en la mayoría de los museos aprendo que ninguna mujer ha hecho nada en la historia del arte que merezca la pena poner en las paredes de un museo. Cada mujer que va a un museo aprende que somos inútiles, poco inteligentes y creativas, que no hemos hecho nada que construya la historia de la civilización occidental. Pero eso no cambia si simplemente pones unas pocas mujeres en la institución.

¿No está de acuerdo en que se trate al arte hecho por mujeres como un género en sí mismo o en salas especializadas?

Estoy de acuerdo si organizan el resto de sus salas bajo la misma categoría. Hay que enseñarle a la gente que cada obra de arte tiene algo para ver y aprender, más allá de que sea una pieza de un artista muy importante o del barroco. El arte debe ser tratado como una forma de aprender sobre la complejidad del mundo, sobre cómo la gente ha entendido sus cuerpos, sexualidades, placeres, de formas muy diversas. Los museos cuentan una única Historia del arte, pero podemos usar todas las obras de arte para contar muchas historias. No educamos lo suficiente a la gente para que comprenda lo interesante que es el arte, porque solo decimos esto es un Rembrandt, pero no explicamos por qué Rembrandt pudo pintar todos esos cuadros, quién se los encargó, o por qué tenían dinero para autorizarlo.

¿Siente que sus estudios a principios de la década del ochenta han influenciado en esta ola de libros y exposiciones sobre mujeres?

No, porque todo lo que he escrito durante los últimos 50 años no me llevaría a hacer una exposición de mujeres artistas como grupo colectivo. Uno de mis ejemplos suele ser la famosa pintora Artemisia Gentileschi, que estaba muy interesada en Caravaggio. Quería entender lo que Caravaggio hizo con la pintura y luego hacer algo con ello, pero no como él lo hizo. Así que otra forma de hacer exposiciones es mostrar esas conversaciones que hubo entre los creadores, en lugar de decir: “aquí hay un Caravaggio, aquí hay una Gentileschi”. Expones un mismo tema y muestras cómo lo ha resuelto cada uno. ¿Cuántas veces puedes tener la pintura de una virgen y un Jesús bebé, y seguir encontrando variantes de cómo los dispones en el mismo espacio y hacer que funcione?

¿Cómo lograr una transición a una colección igualitaria de forma natural y sin cumplir la cuota de género?

No voy a decir cómo se debe hacerlo, pero se me ocurren ideas. He comisariado exposiciones en las que he incluido a creadores de diferentes nacionalidades, etnias, sexualidades y géneros, pero los puse en una misma conversación. No me preocupo por las etiquetas, sino por los temas, los problemas y cómo los artistas los abordan y resuelven desde diferentes puntos de vista. La exposición ha sido inclusiva, pero los integrantes se anunciaron por sí solos, sin que yo tuviera que decir este es un hombre queer o esta otra es una mujer de la India. El espectador tiene que hacer algo de trabajo y decir “vale, ¿cómo estos ocho artistas me ofrecen diferentes perspectivas de algo?”.

¿Qué la llevó a cuestionar el rol de la mujer en el arte y escribir Antiguas maestras en 1981?

Hice una licenciatura en historia del arte y no aprendí nada sobre las mujeres. Éramos estudiantes de doctorado junto a la coautora [Rozsika Parker], feministas. En ese entonces, los estadounidenses estaban escribiendo libros sobre mujeres artistas invisibilizadas por la historia y los obstáculos que atravesaron. En los setenta ya existían como ocho libros al respecto, así que nos preguntamos qué hace diferente a nuestro libro, y encontramos varias cosas. Una de ellas es que las mujeres solo fueron excluidas de la historia del arte en el siglo XX.

De hecho, hasta 1950 era muy fácil encontrar información sobre autoras; sus obras estaban en todos los lugares importantes, en los sótanos, pero estaban ahí. Nos basamos en esas colecciones para decir aquí hay una historia del arte de mujeres. Pero luego nos sorprendimos cuando personas como Ernst Gombrich escribieron en los años cincuenta y sesenta los primeros libros de historia del arte sin incluir a ninguna mujer. Lo otro que descubrimos fue que hay toda una estructura detrás de por qué las mujeres han sido excluidas y tratadas como ciudadanas de segundo rango. No solo queríamos los nombres de las artistas, sino entender a quién le interesaba borrar que hubo mujeres científicas, filósofas y creadoras.

Fuente: El Diario



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«Parece que ser mujer romaní significa tener marido, muchos hijos y una vida tradicional»

Entrevista a Vera Kurtiç socióloga y activista feminista, romaní serbia



Entrevistamos a Vera Kurtiç, autora del ensayo ‘Džuvljarke. La existencia lesbiana de las mujeres romaníes’, basado en el contexto serbio, que ha sido traducido a castellano por la editorial Altramuz


Hace diez años Vera Kurtić, socióloga y activista feminista, lesbiana y romaní serbia, escribió ‘Džuvljarke. La existencia lesbiana de las mujeres romaníes’. ‘Džuvljarke’ es el término romaní para designar el lesbianismo de forma peyorativa. Kurtić lo resignifica y se empodera desde él en este libro que investiga la intersección entre ser lesbiana y ser romaní en el contexto de Serbia. Partiendo de ‘La existencia lesbiana’ de Adrienne Rich, Kurtić hilvana reflexiones, investigación y testimonios de diversas mujeres romaníes lesbianas. Entrevistamos a su autora con motivo de su reciente traducción al español de la mano de la editorial Altramuz.

En primer lugar, ¿nos podrías explicar qué te llevó a escribir este libro hace diez años?

Por un lado, creo que siempre es un buen momento para escribir un texto así, aunque ahora las circunstancias sean algo diferentes. En aquel momento, reflexionar sobre la existencia de las mujeres lesbianas romaníes era algo nuevo de lo que apenas se hablaba. Hoy ya, sobre todo en círculos activistas, se da más por hecho. Incluso en las propias comunidades se tiene conciencia de que las identidades LGBT existen en paralelo con la identidad romaní. Pero hace diez años era necesario escribir sobre esto para que dejara de ser un tabú. Es que esta discriminación ni siquiera estaba reconocida por el Comisionado para la Igualdad, que es casi la única institución responsable de velar por la igualdad de todos los ciudadanos.

También, una de las cosas que hizo que me lanzara con el libro fue el hecho de que mucha gente pensase que no hay personas LGBT en la comunidad romaní. Lo hice para llamar la atención de la población heterosexual y mayoritaria de Serbia, que se pone en el centro y juzga todo sólo bajo sus propias experiencias. Lo hice para mostrar que estamos, que existimos. Estaba dirigido a la comunidad romaní y a la comunidad LGBT, pero también a todo el resto de la sociedad, porque hemos sido objeto de burlas de todos ellos.

Por ejemplo, cuando en 1997, junto con más colegas y amigos, fundamos Women’s Space, la primera organización en Serbia que se ocupaba de brindar apoyo a mujeres de múltiples grupos vulnerables, especialmente mujeres romaníes y lesbianas, la intersección romaní y lesbiana no la acababan de tener clara ni otras feministas ni otros círculos romaníes. Creo que eso ya ha cambiado y la gente ha empezado a entender que la lucha por una sociedad más justa y humana debe ser inclusiva e integral.

¿Qué vamos a encontrar en este libro?

Las lectoras pueden encontrar experiencias y pensamientos de mujeres lesbianas romaníes serbias. Creo que muchas personas desde aquí [el Estado español] también van a sentir el dolor común de la chica serbia que cuando iba a ver a su novia tenía que esperar en el banco de enfrente de su casa porque, por ser romaní, no la dejaban entrar. Tal vez la situación o el contexto no tiene por qué ser el mismo, pero el sentimiento de humillación y dolor es universal. Hay muchos testimonios que muestran lo difícil que es estar aislada en el propio dolor y sufrimiento.

 ¿Podrías hablarnos de cómo se vive en Serbia esta doble discrimianción por ser lesbiana y romaní?

Serbia es un lugar donde es difícil ser diferente. Es decir, solo con ser romaní o solo con ser lesbiana ya es suficiente para que te encuentres a diario con mucha discriminación. ¡Pues imagina si eres ambas cosas!, entonces los problemas a los que te enfrentas como mujer romaní y como lesbiana se te juntan.

A esto hay que sumarle que las comunidades a las que perteneces tampoco te van a aceptar; tu familia y amigos te dan la espalda, son violentos contigo porque no te aceptan, y la comunidad LGBT también te rechaza porque está llena de racismo hacia las personas romaníes. Por supuesto, esto es una generalización. También hay familias romaníes que están llenas de comprensión y aceptación, y también hay personas LGBT más abiertas de mente.

¿Ha cambiado este panorama en los últimos años? ¿Está Serbia ahora más abierta a la diversidad? ¿Ha habido alguna mejora en políticas antirracistas o contra la LGTBQIA+fobia?

Aunque me encantaría poder decir otra cosa, Serbia no ha cambiado. ¡Y eso que tuvimos una primera ministra lesbiana! Te pongo un ejemplo: gracias a algunos avances de años anteriores, en 2022 Serbia acogió el Euro Pride y, de repente, el partido gobernante se volvió loco. Aunque durante años el Orgullo se ha celebrarado con normalidad, fue prohibido sin motivo alguno. Hasta esa primera ministra estaba en contra del Orgullo, todo fue increíblemente grotesco.

Y todo estuvo acompañado por la incitación al odio de los medios de comunicación bajo el control del régimen. La violencia aumentó muchísimo en ese momento. Las mentes se lavan y hay que tener cuidado, es muy peligroso, sobre todo en un país que ya de base tiene un nivel de tolerancia tan bajo y que además se cruza con la tensa situación política que ha estado presente en Serbia durante más de tres décadas. No sé qué pasará más adelante, pero todavía no hemos avanzado nada.

Aparecen muchas voces de mujeres lesbianas romaníes que hablan de esta invisibilización dentro y fuera de su comunidad: “Una mujer romaní no puede ser lesbiana”. ¿Podrías hablarnos de esto?

Es alucinante, la gente no concebía que alguien pudiese ser a la vez una mujer romaní y lesbiana. De verdad, me resultaba completamente increíble. Como si ser mujer romaní significase automáticamente tener marido, muchos hijos y vivir un modo de vida tradicional.
Por eso es muy importante hablar de las lesbianas romaníes, o de las personas LGBT romaníes en general, tanto como sea posible, porque entonces es cuando la gente empieza a repensar. Seguro que muchas de las personas que no eran capaces de concebirlo, en el fondo tienen buenas intenciones y simplemente necesitan darle unas vueltas.

Y más allá de esa invisibilización, también hay que recordar que hay muchas mujeres que fueron casadas a la fuerza, a veces cuando eran niñas. Tenemos que pensar en cómo se sienten estas mujeres, pero también esos hombres, si tuvieron siquiera la oportunidad de desarrollar sus identidades. No han podido elegir a quién amarán.

Vera Kurtiçc posa con las editoras de Altramuz, Tamara Gámez y Sandra Carmona
Vera Kurtiçc posa con las editoras de Altramuz, Tamara Gámez y Sandra Carmona

A lo largo del libro hablas de esta invisibilización en la que cual tus comunidades (LGTBQIA+ y romaní) no te aceptan pero las mayorías serbias tampoco lo hacen. Hay muchas historias de novias serbias que ocultan a novias romaníes. ¿Nos podrías contar un poco más sobre esta discriminación?

Creo que entre la mayoría serbia todavía existe un sentimiento de vergüenza si sales con una persona romaní. Si alguien se topa con ese desprecio con frecuencia, todo el rato, empezará a creer que no merece nada mejor. Varias de mis entrevistadas me dijeron que aceptaron relaciones en las que estaba claro que no serían tratadas como iguales por el mero hecho de ser mujeres romaníes. Por eso, es extremadamente importante crear una comunidad de lesbianas romaníes, así como una comunidad romaní LGBT. Tenemos que apoyarnos los unos a los otros y si alguien no nos acepta, nos reforzamos y recordamos que el problema no está en nosotros. Pero cuando estás sola y te tratan así, es difícil aceptarte y amarte a ti misma.

En el libro encontramos muchas historias de violencia psicológica, pero también física. ¿Qué papel cumplen?

La violencia, especialmente la amenaza constante de violencia, tiene como objetivo mantenernos continuamente en un estado de sumisión y miedo. Es un mecanismo probado y comprobado que las sociedades no democráticas aplican a cualquier grupo y tendencia social. Tanto las personas romaníes como las LGBT, así como otros grupos minoritarios, tienen una experiencia histórica de violencia y sufrimiento, como por ejemplo, el genocidio nazi en Europa o las guerras en la ex-Yugoslavia durante los años noventa. El mensaje es que debes ocultar tu identidad tanto como sea posible, de lo contrario sufrirás las consecuencias. De esta forma se aplica el control, no se permite que nadie sobresalga, demuestre que existe, piense diferente, etcétera.

Por eso, el hecho de que existan lesbianas romaníes fue un shock para muchos ciudadanos. El miedo a una posible violencia hace que permanezcamos invisibles. Y esto no se aplica sólo a las lesbianas romaníes, sino también a otros grupos y situaciones. La gente no espera tanta valentía de las mujeres romaníes. Además de querer mejorar nuestra vida como lesbianas y mujeres romaníes, también queremos mejorar el entorno en el que vivimos, oponiéndonos al control y al miedo.

Además, existe el temor de acudir a la policía a denunciar, porque corres el riesgo de recibir aún más violencia. ¿Qué ocurre con este racismo institucional y LGTBIQA+fóbico?

Actualmente, se dan situaciones de brutalidad policial contra las personas LGBT. Por poner un ejemplo, hace poco se denunció un caso de violencia policial física, psicológica y sexual contra un hombre gay y su compañero de habitación, y la fiscalía lo ha desestimado. Esta decisión de la fiscalía no es más que una prolongación de las prácticas de tortura. La gente cada vez confía menos en las instituciones; casi nadie se atreve a denunciar.

Esto provoca la creación de un armario romaní y/o lesbiano. Muchos de los testimonios hablan sobre la imposibilidad de decir la palabra ‘lesbiana’.

Así es, incluso después de la publicación del libro, durante las presentaciones en Serbia y otros países cercanos, me encontré con que muchas de las lesbianas romaníes no querían decir que eran lesbianas. Una de las frases que usaban en su lugar, y que escuché en Macedonia por primera vez era “yo practico ese deporte”. Se siguen utilizando códigos, expresiones ambiguas para subsumir la parte de la personalidad bajo la de la conducta, en lugar de a través de la existencia.

Muchas de tus entrevistadas en el libro imaginan un futuro fuera de Serbia. ¿Crees que esto ha cambiado? ¿Pueden las mujeres lesbianas romaníes imaginar hoy en día un futuro más posible en Serbia?

Lamentablemente, no puedo decir que haya cambiado nada. Después de todo, yo misma he abandonado Serbia. Para mí es importante vivir en un país donde no haya violencia tan abiertamente, ni donde la violencia sea totalmente impune en todos los ámbitos.

En estos diez años, uno de los grandes cambios que ha tenido lugar ha sido el boom de las redes sociales. ¿Crees que las nuevas generaciones en Serbia abrazan más la diversidad?

Se ha vuelto mucho más sencillo crear y publicar contenidos propios, y sí creo en los jóvenes que tienen la valentía de pensar por sí mismos y reflexionar.

¿Crees que ya se ha roto el silencio?

Todavía no lo suficiente, pero creo que sucederá. En los últimos años hemos publicado mucho sobre el activismo LGBT romaní, ha habido muchas críticas, pero también recibimos mucho apoyo, de dentro y de fuera de la comunidad LGTB y romaní, y esto es muy importante. El silencio habrá que ir rompiéndolo poco a poco.

¿Y qué hay del antigitanismo en Europa?

Creo que ni siquiera tenemos información real, porque ocurre todos los días y la gran mayoría de los casos no se denuncia. Sigo el trabajo de, por ejemplo, el European Roma Rights Centre, y creo que la labor de este tipo de organizaciones es muy importante.

Me gustaría destacar la lucha de la comunidad activista romaní en Alemania, especialmente en Berlín, que es donde vivo actualmente. Ahora se han organizado contra la última medida racista del ferrocarril alemán que [con motivo de la construcción de un túnel para una nueva línea] pretende retirar el monumento a las víctimas romaníes del genocidio que, por cierto, ¡es el único que hay en toda Europa! Hay personas LGBT entre los activistas, y nadie se pregunta quién es qué o deja de ser, la lucha es común y eso es importante.

Para concluir, en el libro hablas de diversas alianzas internacionales con la comunidad LGTBIQA+ romaní que comenzaban a trazarse. ¿Cuál es el panorama diez años después?

Hay diversas iniciativas similares en Europa. Destacaría la participación del movimiento LGBT romaní en el Orgullo de Praga y Berlín [International Queer Pride]. Hay muchos debates abiertos en otras ciudades de toda Europa. Creo que este panorama debería hacerse cada vez más y más visible para que otras personas puedan sumarse.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2024/10/parece-que-ser-mujer-romani-significa-tener-marido-muchos-hijos-y-una-vida-tradicional/


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