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sábado, 18 de febrero de 2023

‘Dumping amoroso’ o cómo las mujeres se muestran menos de lo que son para no ahuyentar a los hombres


Fuentes: www.eldiario.es

La escritora Mona Chollet asegura que una mujer heterosexual que no se pliegue a los mandatos de la feminidad “se arriesga a poner en peligro su vida amorosa”, mientras que la psicóloga Susana Covas se pregunta: “¿Existen hoy hombres que permitan relaciones igualitarias donde las mujeres no se tengan que empequeñecer?”.


La portada de la revista Paris Match de julio de 2019 mostraba a un Nicolas Sarkozy y una Carla Bruni felices y acaramelados. Pero la imagen no cuadraba: Bruni, diez centímetros más alta que su pareja, aparecía más baja que él, con su cabeza apoyada en el hombro del expresidente, que aparecía claramente más grande. Más o menos por aquella fecha una amiga me contó el acuerdo al que otra amiga había llegado con su pareja. Ella deseaba profundamente tener un segundo hijo, algo que él no compartía. El conflicto estaba poniendo en peligro su pareja. El ‘acuerdo’ que ella ofreció fue reducir su jornada de trabajo aún más y dormir con su hija y con el bebé a solas durante el primer año para que él no viera mermado su sueño y su energía para el trabajo. Así se hizo.

Son varias las autoras que en los últimos años han puesto el amor y las relaciones heterosexuales en el centro de sus investigaciones sociológicas y periodísticas. Eva Illouz, Mona Chollet o Liv Stromquist son algunas de ellas y comparten algunas premisas, por ejemplo, que el amor y las relaciones íntimas son un espacio fundamental de disputa por el poder –de género– en la actualidad. Y que la profunda y diferente socialización que arrastramos hombres y mujeres nos lleva a un escenario en el que esas relaciones reproducen desigualdad casi sin que nos demos cuenta.

En Reinventar el amor. Cómo el patriarcado sabotea las relaciones heterosexuales (Paidós), la escritora Mona Chollet asegura que una mujer heterosexual que no se autocensure en nada, “que no se pliegue a esas pequeñas o grandes alteraciones de sí misma que exige la feminidad tradicional, se arriesga a poner en peligro su vida amorosa”, a menos que encuentre un hombre “que no tema que se burlen de él o lo ridiculicen”. Chollet reflexiona sobre las diferentes formas de ‘empequeñecerse’ que llegan a adoptar las mujeres, desde las que tienen que ver con el físico y lo estético –ocupar poco espacio, moldear el cuerpo pero para que esté delgado y no musculoso y fuerte, el control de la imagen–, a las relacionadas con lo vital, lo económico y lo profesional –la renuncia a estándares importantes para sí misma, a objetivos personales, asumir más cargas en algún sentido, etcétera–.

Valeria cuenta, por ejemplo, que cuando está con su novio en un grupo de amistades se siente mal si nota que los demás le prestan más atención a ella que a él: “A veces me callo”. Carla dice que su novio y ella eran de los que mejores notas sacaban en la universidad. “Jamás llegué a hacer mal adrede un examen, pero sí a tener miedo de sacar mejor nota que él porque eso implicaba un drama y una bronca de varios días. Una vez que fui a reclamar por una asignatura que me encantaba y en la que iba a por el diez, me sentí casi como si le traicionara porque esa vez él sí había sacado mejor nota”, relata. María confiesa que haciendo deporte con su pareja se ha dejado ganar unos puntos “para que él no se sienta mal”. “Me controlo sobre todo al mostrar mi intelectualidad, lo que leo, lo que escribo…”, relata Mariana.

La escritora Flor Freijo explica en Decididas (Planeta) cómo el amor romántico se configuró desde la antigüedad como una relación de supervivencia (económica y de derechos) e intercambio para las mujeres. “Los vínculos de supervivencia económica continúan porque incluso en la actualidad seguimos en una situación de desventaja respecto a los varones. Pero no son solo las barreras objetivas las que nos ponen en una situación de desigualdad dentro del vínculo heterosexual sino las barreras subjetivas, que tienen que ver con la dependencia de la mirada del otro”, relata a elDiario.es. Esa dependencia de la mirada del otro, en la que las mujeres somos entrenadas desde pequeñas, hace que vigilemos constantemente desde nuestro aspecto hasta nuestro tono de voz, nuestro enfado o las demandas que le hacemos al otro.

“El mandato de sumisión y debilidad en el amor sigue muy presente. Pensamos en qué posición tenemos sexo para que nuestro cuerpo se vea mejor, nos esforzamos por mostrarnos atractivas, dóciles o vulnerables… Parece que tengamos que ceder cotas de poder, mostrarnos más chiquitas para poder ser amadas”, prosigue Freijo, que señala que el problema está en el vínculo y en el papel que el patriarcado asigna a cada sexo en las relaciones heterosexuales.

“O me hago la tonta o no ligo”

En una reciente formación con adolescentes, al sexólogo Erik Pescador se le acercó una chica: “Me dijo, sí, algunos hombres han cambiado pero yo a la hora de ligar o me hago la tonta o no ligo. Y es algo que me han dicho desde adolescentes hasta mujeres de 30, 40, 50 o 60 años. Es como si tuvieran que rebajar su lugar de poder para poder acercarse en lo afectivo en los hombres y que ellos se encuentren cómodos o seguros”. Pescador cuenta que los hombres tienden a estar acostumbrados a ejercer el poder de formas sutiles dentro de las relaciones, por ejemplo, marcando los tiempos o los ritmos, o decidiendo qué es aceptable o qué no .

No cuidar lo suficiente o no reconocerlas demasiado es parte de esa estructura de control. Incluso no dar amor para esperar recibirlo, no dar un beso y espero a que tú me lo des… son reclamos que se hacen desde el poder. En el amor seguimos jugando ese papel de controladores de la relación en el sentido de controlar el cuándo, el cómo, de qué forma… eso deja poco espacio para la identidad, la decisión y el lugar propio de las mujeres”, explica Erik Pescador.

El sexólogo menciona la “ventaja competitiva” que tienen los hombres en el patriarcado: “Para las mujeres el mandato es el del amor, el de tener pareja. Para los hombres el mandato no es el vínculo, no es el encuentro”. Mona Chollet argumenta una idea parecida: “Me parece innegable que, alimentando a las niñas y a las mujeres con romanzas, alabándoles los encantos y la importancia de la presencia de un hombre en sus vidas, se las alienta a aceptar su rol tradicional de proveedoras de cuidados. Se las coloca así en una posición de debilidad en su vida sentimental: si la existencia y la viabilidad de la relación les importan más que a sus compañeros, en caso de desacuerdo sobre cualquier tema, son siempre ellas las que cederán, las que llegarán a un compromiso o se sacrificarán”. La ensayista subraya la complementariedad machista del sistema. Mientras que a ellas se las educa para dar, a ellos se les educa para recibir; mientras a ellas se les inculca “el universo mental de la vida a dos”, a ellos se les invita a fantasear casi con lo contrario, con un universo de soltería o de independencia que enseguida percibe cualquier demanda o vulnerabilidad como algo difícilmente tolerable. 

Susana Covas es psicóloga especialista en feminismo aplicado a la vida cotidiana de las mujeres y ha investigado en profundidad el fenómeno de las nuevas masculinidades. Covas cree que no se puede hablar del amor desde las mujeres o desde lo hombres “porque esto es una cosa de a dos”. Y se hace varias preguntas: “¿Hay hoy hombres disponibles para tener vínculos amorosos en los que se pueda no empequeñecerse para estar con ellos?, ¿existen esos hombres que permiten relaciones igualitarias donde las mujeres no se tengan que empequeñecer?, ¿existen hombres con los que ella puede sentirse bien y gustable si no responde a ciertos cánones estéticos?, ¿existen hombres que lleven bien, fomenten y promuevan que las mujeres no renuncien a su intelectualidad o principios para estar con ellos?”.

‘Dumping amoroso’

Chollet describe la situación como dumping amoroso. Entiende que esta dinámica estructural puede empujar a muchas mujeres a conceder su amor a un hombre “rebajando sus exigencias en la relación –su demanda de reciprocidad en términos de atención, de empatía, de compromiso personal, de reparto de las tareas, etcétera– en comparación con otras parejas potenciales con las que compiten, absorbiendo el coste que ello implica para sí mismas”. La escritora asegura que esta estrategia proporciona a esas mujeres “una ventaja individual momentánea”, pero las perjudica a largo plazo, y tiene como objetivo “debilitar a las mujeres heterosexuales en su conjunto”.

“Permite a los hombres no sufrir jamás las consecuencias de un comportamiento negligente o maltratador. Así, no se ven nunca obligados a poner en cuestión los presupuestos que les ha inculcado su educación en cuanto a su lugar y a sus derechos. Están en disposición de dictar las modalidades de la relación y, si una mujer los abandona, están seguros de encontrar a otra que aceptará sus condiciones”, afirma.

La psicóloga Paula Delgado explica de qué manera la socialización de género se expresa a nivel psicológico: “La valía de las mujeres se une a lo buenas que somos atendiendo las necesidades ajenas, se une a ser buena pareja, buena amiga, buena hija, buena madre y eso queda por encima del bienestar personal”. Delgado cree que esa idea está detrás de ese empequeñecimiento de muchas mujeres, “al final cedemos y nos hacemos pequeñas por miedo a ocupar nuestro espacio o a que, si lo hacemos, sea una molestia”. Ese empequeñecimiento, prosigue, está relacionado por ejemplo con la renuncia a expresar con claridad emociones o necesidades en las relaciones, bien porque se entiende que no van a ser tenidas en cuenta, que van a molestar al otro, o que pueden suponer un problema que ponga incluso en riesgo el vínculo. Ese empequeñecimiento puede ser también agachar la cabeza lánguidamente, como Carla Bruni en esa portada de Paris Match.

Mona Chollet deja hueco para la esperanza: no empequeñecerse protege a las mujeres, puesto que obligará a los hombres a “revelar su verdadero rostro”; “si sale huyendo lo más probable es que no sea una gran pérdida; más bien representaba un peligro”. En cualquier caso, Chollet defiende la oportunidad de inventar unas relaciones amorosas más igualitarias y excitantes. “Y poco a poco, paso a paso, hacer que por fin se desplace el monolito de una cultura que coloca a las mujeres ante una alternativa imposible, obligándolas a elegir entre su realización amorosa y su integridad personal, como si lo uno fuera posible sin lo otro; como si se pudiera conocer la felicidad, dar y recibir amor a partir de un ser truncado”.


Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/dumping-amoroso-mujeres-muestran-son-no-ahuyentar-hombres_129_9941387.html?fbclid=PAAaYyz1BWzgjk9ava5s6YqwED1J-SbvBKG6nOWHNqxIZZoVFY-Ezwy_B4DGc






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sábado, 29 de agosto de 2020

Una multitud despide a Ebru Timtik en Estambul






La abogada que murió el día 238 de su ayuno de muerte, exigiendo un juicio justo, fue enterrada en Estambul bajo una fuerte presencia policial masiva.

Ebru Timtik y Aytaç Ünsal son abogados de la asociación de izquierda «Oficina Legal del Pueblo» (Halkın Hukuk Bürosu) y se declararon en huelga de hambre junto con otros compañeros encarcelados en febrero, que convirtieron en un «ayuno de muerte» el 5 de abril – el «Día de los Abogados». En el complejo de procesos contra presuntos miembros del DHKP-C, los abogados fueron condenados a largas penas de prisión de acuerdo con las leyes de terrorismo debido a declaraciones contradictorias de un testigo clave. Con su acción exigen un juicio justo.

El 14 de agosto, el Tribunal Constitucional de Turquía rechazó una solicitud de liberación de Ebru Timtik y Aytaç Ünsal como medida cautelar. Ignorando que los dos abogados ya superado el umbral crítico, la Corte alegó que «no hay información o dato disponible sobre la emergencia de un peligro crítico para sus vidas o su integridad moral y material con el rechazo de la solicitud para su liberación».

La Oficina Legal del Pueblo anunció la muerte de Timtik el jueves por la noche. Timtik perdió la vida el día 238 del ayuno de muerte en el Hospital Dr. Sadi Konuk en el distrito de Bakırköy de Estambul, donde fue retenida contra su voluntad. Luego, su cuerpo fue llevado al Instituto de Medicina Forense (ATK) en el distrito de Yenibosna.

Mientras tanto, la Fiscalía General de Estambul rechazó una solicitud para que la hermana de Timtik, Barkın Timtik, que también es abogada y esté encarcelada en la prisión de Silivri, asista al funeral. El fiscal citó la pandemia para rechazar la solicitud.

Las fuerzas policiales atacaron hoy a los familiares, amigos y simpatizantes de Timtik que esperaban frente al ATK para obtener el cuerpo. Se impidió que la gente recuperara el cuerpo y algunos abogados también fueron golpeados durante la represión.

El coche fúnebre fue luego secuestrado por la policía y llevado al Cemevi (lugar de culto aleví) en el barrio de Gazi bajo un cerco policial con vehículos blindados, en un intento de evitar que la gente se reuniera para el funeral.

A pesar de la represión y acoso policial, la familia de Timtik, parientes, colegas, amigos y simpatizantes marcharon desde el Cemevi hasta el cementerio para despedirse de la abogada de 42 años. A los periodistas se les permitió asistir al funeral solo con la condición de dejar sus cámaras afuera. Entre los presentes se encontraban los diputados del HDP Musa Piroğlu, Dilşat Canbaz Kaya, el diputado independiente Ahmet Şık y representantes de numerosos partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil.

El ataúd de Timtik, cubierto con su túnica y claveles, fue llevado al hombro por mujeres de camino al cementerio. El funeral con oraciones de la fe alevi continuó con discursos que prometían hacer crecer la lucha de Timtik y construir el mundo que soñaba.

Tras un minuto de silencio en memoria de los mártires de la revolución, los miembros del Grup Yorum cantaron las canciones populares favoritas de Timtik entre lemas: “Los abogados revolucionarios son nuestro honor”, ​​“Ebru Timtik es inmortal” y “El estado asesino rendirá cuenta”.

Mientras tanto, las fuerzas policiales reprimieron a la multitud y atacaron a los participantes del funeral. Los abogados también fueron maltratados durante el ataque policial que logró impedir la marcha hacia el cementerio.

Timtik fue enterrada en su túnica con el acompañamiento de canciones populares y lamentos, y el mensaje de los presentes: “los abogados revolucionarios no cederán”.

Después del entierro, la policía atacó a la multitud una vez más y detuvo a seis personas, incluido un cliente de Ebru Timtik, Eser Çelik.

Timtik es la cuarta persona de la causa DHKP-C que muere este año como resultado de un ayuno de muerte. Helin Bölek , solista de la banda de música Grup Yorum, murió el 3 de abril. Se había negado a comer durante 288 días en protesta por el encarcelamiento de otros miembros de la banda y la prohibición de conciertos de Grup Yorum. El 7 de mayo, el bajista de Grup Yorum,   Ibrahim Gökçek,  murió después de una huelga de hambre de 323 días. Antes de esto, el preso político   Mustafa Koçak  murió el 24 de abril como resultado de una privación de alimentos de 296 días.


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Turquía: Muere la abogada Ebru Timtik en el día 238 de ayuno de muerte

La abogada Ebru Timtik falleció después de que su corazón fallara el día 238 del ayuno de muerte exigiendo un juicio justo.

El 14 de agosto, el Tribunal Constitucional de Turquía rechazó una solicitud de liberación de los abogados en huelga de hambre Ebru Timtik y Aytaç Ünsal como medida de precaución. Ignorando que los dos abogados ya superaron el umbral crítico de riesgo de vida, la Corte alegó que “no hay información disponible sobre la emergencia de un peligro crítico para sus vidas o su integridad moral y material, con el rechazo de la solicitud para su liberación».

La Oficina Legal del Pueblo (Halkın Hukuk Bürosu, HKK) anunció en Twitter el jueves que Timtik estaba recibiendo asistencia médica después de que su corazón se detuvo: «Su pulso se ha detenido y nos hemos enterado de que está recibiendo un masaje cardíaco. Hacemos un llamado a todos nuestros colegas y a nuestra gente para que se reúnan frente al Hospital Dr. Sadi Konuk de Bakırköy».

En un anuncio actualizado, la HKK declaró que Timtik perd perdió la vida hoy.

Ebru Timtik y Aytaç Ünsal llevan meses en huelga de hambre y no han salido de la cárcel a pesar de que el Instituto de Medicina Forense los ha declarado no aptos para el encarcelamiento. Una denuncia ante el Tribunal Constitucional de Turquía en Ankara tampoco tuvo éxito. Los dos abogados, que se encuentran actualmente bajo observación contra su voluntad en dos hospitales de Estambul, permanecen detenidos.

Ebru Timtik y Aytaç Ünsal son abogados de la asociación de izquierda «Oficina Legal del Pueblo» (Halkın Hukuk Bürosu) y se declararon en huelga de hambre junto con otros compañeros encarcelados en febrero, que convirtieron en un «ayuno de muerte» el 5 de abril. «Día de los Abogados». En el complejo de procesos contra presuntos miembros del DHKP-C, los abogados fueron condenados a largas penas de prisión de acuerdo con las leyes anti terroristas, debido a las declaraciones contradictorias de un testigo clave. Con su acción exigen un juicio justo.

Fuente: ANF


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martes, 28 de abril de 2020

“Somos nosotras las que ponemos el cuerpo”, clase y género en tiempos de pandemia


Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones coge fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, pero no sin las que cuidan
Mujeres trabajando en un invernadero. 
Una auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid o una enfermera en Nueva York. Una teleoperadora que hace teletrabajo desde casa mientras cuida a sus hijos. Una trabajadora del hogar inmigrante y una trabajadora de la logística en Italia. Mujeres que ponen el cuerpo en la primera línea del combate contra la pandemia y la crisis social. 
“Somos las grandes olvidadas”, nos dice Isabel Calvo, auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid. Son miles las mujeres que, como ella, salen cada día a trabajar en tiempos de cuarentena, porque no pueden dejar sin servicio a personas enfermas o mayores. “En una jornada completa podemos llegar a ver a seis usuarios, les ayudamos con las actividades básicas de la vida, el aseo, la comida, una cita de un médico, recoger un poquito la casa”. Sin embargo, aunque están en contacto estrecho con personas en riesgo, no reciben la protección adecuada por parte de las empresas empleadoras. En los últimos días, Calvo ha tenido que contactar personalmente con diferentes asociaciones para conseguir material de protección, mascarillas o batas. “Parece que tiene que suceder, ojalá que no, la muerte de alguna compañera para que esto se visibilice, que se ponga en el mapa”. Y aunque ellas actúan como una barrera protectora para que muchos casos no lleguen a la sanidad pública, nadie las cuida. “Necesitamos protección, para poder proteger a los demás”, asegura. 
Tre Kwon es enfermera en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Junto con sus compañeras, personal sanitario y de limpieza, han creado el Grupo de trabajadoras de primera línea de la Covid-19, una especie de escudo humano para sortear la tormenta que se desata sobre las salas de emergencia cada día. Mientras Donald Trump declara en los medios que “estamos todos juntos en esto”, Tre Kwon piensa algo muy distinto. “Somos nosotras las que ponemos nuestros cuerpos en la línea de frente. Somos las que ponemos en riesgo a nuestras familias y a nosotras mismas en el trabajo”. Ella tiene una beba de tres meses y había ahorrado algún dinero para poder tomarse una licencia maternal, pero al ver por televisión la gravedad de la crisis ha decidido volver al hospital junto a sus compañeras y compañeros. Enfermeras y personal médico de Nueva York, California, Missouri y Texas están protestando por la “falta de preparación” de los hospitales para enfrentar la pandemia en el país más poderoso del mundo.
Las trabajadoras del hogar y los cuidados son un sector totalmente feminizado, que ocupa a más de 700.000 personas en España. La mayoría son migrantes y una parte importante trabaja como internas, en la economía sumergida y en situación irregular, debido a los requisitos de la Ley de extranjería, que no son fáciles de cumplir. En la última semana, el Gobierno calificó a este sector como parte de los servicios esenciales si tienen a su cargo el cuidado de personas enfermas o mayores. 
Marina Díaz lleva trece años como trabajadora del hogar y pertenece a la Red de Hondureñas migradas. “Con esta crisis sanitaria, económica y social estamos sufriendo mucho más la precariedad y vulnerabilidad, debido a que las medidas tomadas por el Gobierno no son las suficientes”. La situación se agrava, ya que no reciben insumos de protección para evitar los contagios. “El subsidio extraordinario aprobado por el Gobierno no cubrirá a todas las trabajadoras del hogar y los cuidados y además se tardará para poder obtener esa ayuda, pero la crisis la estamos viviendo ya”, explica. Díaz hace una pregunta simple: “Dicen que somos esenciales, que sostenemos la vida y la economía y facilitamos a personas, principalmente mujeres, que puedan trabajar fuera de sus hogares. ¿Entonces por qué no tenemos los mismos derechos que los demás trabajadores de España? ¿Qué es lo que impide la entrada al Régimen General de la Seguridad Social?” 
Maddy era una trabajadora inmigrante, empleada en la empresa DHL de Piacenza, cerca de Milán. Estaba organizada junto al sindicato de base Si-Cobas y participó de las huelgas que se desataron en el norte de Italia para exigir condiciones de protección sanitaria y el cierre de las empresas no esenciales cuando empezó la cuarentena. Falleció el 24 de marzo, después de contagiarse coronavirus. Sus compañeras y compañeros de trabajo prometen no olvidarla. El lema de muchas de estas huelgas era “Nuestra salud, antes que sus ganancias”. Cuando se tiene que ir a la huelga para no morir, es que hay un sistema que merece perecer. 
La pandemia, con epicentro en Italia, España y Estados Unidos, ha puesto al desnudo las profundas contradicciones del capitalismo patriarcal donde los trabajos de cuidados y los empleos más precarios siguen recayendo en las mujeres. Durante las décadas de ofensiva neoliberal se desplegaron múltiples tendencias que aumentaron como nunca el entrelazamiento de los agravios de clase, género y racismo para las mujeres trabajadoras.  
Mientras el Estado recortaba drásticamente los presupuestos de salud, educación y servicios sociales –preparando así el colapso del sistema sanitario ante pandemias como la actual– se incentivó la expansión de empresas privadas en estos sectores, que emplean trabajo femenino, precario y sin derechos. Al mismo tiempo, el ingreso al mundo laboral de millones de mujeres en todo el planeta, especialmente en los países más ricos, supuso un aumento de la demanda de mano de obra de mujeres migrantes, tercerizando el trabajo del hogar como trabajo asalariado. 
Pero la mayor feminización de la fuerza laboral no implicó una reducción de la carga del trabajo doméstico en los hogares para gran parte de las mujeres. Y en esta crisis, esa contradicción también estalla. ¿Cómo combinas el teletrabajo con cuidar a tus hijos durante todo el día? ¿O cómo cuidas adecuadamente a tu familia, si has sido despedida y tienes que elegir entre pagar el alquiler o comprar comida?
Si la conciliación familiar ya era una tarea titánica para la mayoría de las mujeres en tiempos “normales”, qué decir cuando tienes que sortear la presión de los jefes y el cuidado de los niños, al mismo tiempo, dentro de las cuatro paredes del hogar. ¿Y qué ocurre cuando no se puede establecer un espacio físico de teletrabajo separado del resto de la familia, en pequeños pisos sin condiciones adecuadas?
La crisis múltiple que estamos atravesando (crisis sanitaria, económica, geopolítica y social) desvela la barbarie de un sistema capitalista patriarcal que no puede asegurar ni siquiera la atención médica a gran parte de la población, donde algunas corporaciones capitalistas se lucran con la producción e investigación de vacunas, mientras se trata a las personas mayores o las que están enfermas como material descartable. Un sistema que se encamina hacia una probable depresión y que intentará, una vez más, reconstruir el ciclo de acumulación sobre los cuerpos cansados y explotados de las mujeres y el conjunto de la clase trabajadora, a costa de la vida de millones.
Pero algo está cambiando. Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones a las enfermeras y al personal médico, cuando se viraliza un video aplaudiendo a las limpiadoras de un hospital, cuando alguien le agradece a la cajera de un supermercado, está empezando a coger fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, sin grandes empresarias que rompan los techos de cristal, pero no podemos vivir sin las trabajadoras del campo, sin las que cuidan a niños y ancianos, sin las que producen nuestros alimentos y nuestra ropa. Una vez que esta idea prenda, será difícil apagar el fuego. 

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sábado, 11 de abril de 2020

Mujeres & Lucha contra el COVID-19: Esta «guerra» tiene rostro de mujer


Fuentes: https://www.pikaramagazine.com/
Pensemos en cada enfermera, auxiliar, médica, limpiadora, cuidadora mientras aplaudimos en nuestro balcón a las ocho de la tarde
Enfermeras, limpiadoras, cuidadoras de mayores, auxiliares, técnicas, internistas, cajeras. No cuesta mucho percatarse de que en esta ‘guerra’ del coronavirus son quizá las mujeres quienes más están luchando en primera línea de fuego, peleando cuerpo a cuerpo contra el enemigo. Y esto es una novedad en tiempos de ‘guerra’, con comillas porque habría mucho que discutir sobre la conveniencia de emplear terminología bélica para relatar la pandemia. En todo caso, dado que el uso de esta jerga se ha impuesto, resulta interesante destacar la inmensa cantidad de mujeres en el campo de batalla de esta contienda. Por supuesto, también hay mujeres y no mujeres dejándose la piel en la retaguardia y en infinidad de sectores implicados en acabar con el coronavirus: investigación, gobierno, transporte, policía, ejército, fábricas, distribución, etc. Pero esta vez, en esta guerra mundial vírica, resulta elocuente el número de ellas enfrentándose cara a cara con el adversario, respirando su aire contaminado, jugándose el pellejo. De hecho, una enfermera del País Vasco de 52 años ha sido la primera víctima del sector sanitario tras dar positivo en Covid-19.
Muchas de estas luchadoras, como era de prever, tampoco cobran los justo, pero esta característica no resulta llamativa ya que a los menos privilegiados siempre les toca hacer de lo mismo, de carne de cañón. Lo destacable desde una perspectiva militar es que ellas puedan ser mayoría en el frente. ¿Destacable por qué? Destacable uno: porque nunca había sucedido a pesar de que ya lucharon en las guerras griegas de Esparta y Atenas en el siglo IV a. C., en el asedio de Constantinopla en 626 y en las dos Guerras Mundiales. Y destacable dos: porque los heroísmos de las mujeres suelen desaparecer con demasiada velocidad de la Historia una vez acabada la contienda. ¿Pretendo hacer de menos a nuestros guerreros? No. ¿Se debería erigir un monumento a quienes combaten en esta batalla? Dada la insistencia en el heroísmo del cuerpo sanitario tampoco estaría mal. Ya se verá. En todo caso y de momento, dejemos constancia del hecho. Pensemos en cada enfermera, auxiliar, médica, limpiadora, cuidadora mientras aplaudimos en nuestro balcón a las ocho de la tarde. Están dando la cara por nosotros —y sin mascarilla— en esta guerra cuyo enemigo invisible se inspira y puede que expires. En esta guerra que, seamos conscientes, ya no consiste en matar sino en cuidar, sanar, limpiar, alimentar. En salvar vidas. El campo de batalla son ahora los hospitales, las residencias de ancianos, los hoteles y los parques feriales convertidos en estancias médicas dada la saturación de personas enfermas y la tenacidad del rival coronavírico.
Miro las cifras del 3 de abril. Se han infectado más de 17.000 personas del sector sanitario en todo el territorio español, un 14,6 por ciento del total de contagios, y una de las principales causas ha sido el contacto con pacientes debido a la carencia de equipos de protección individual: mascarillas, batas, guantes, gafas. Se hacen delantales con bolsas de basura. Tampoco hay respiradores para las personas enfermas. No hay test de detección.
¿Están yendo a la guerra sin armas ni escudos?
Miro las últimas cifras del INE y en 2018, el 68 por ciento de todos los y las profesionales sanitarios colegiadas fueron mujeres. Un porcentaje que se dispara en Enfermería, donde alcanzaron el 81 por ciento: guerreras: primera línea de fuego.
El porcentaje de mujeres cuidadoras de mayores y limpiadoras salta a la vista y los contagios se disparan entre ellasCasi la mitad de las empleadas de limpieza de los hospitales de Madrid está infectada o aislada. En las plantillas de residencias de mayores de Cataluña se han cifrado más de 3.000 contagios.
¿Heridas de guerra?
Tomo el título de este artículo de una variación del libro de la escritora, periodista y Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich La guerra no tiene rostro de mujer. En él, Alexiévich hace hincapié en que casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, pero su historia nunca fue contada. Ellas regresaron a la vida doméstica y no volvieron a hablar de la guerra o lo hicieron entre amigas y en voz baja. Alexiévich recoge los estremecedores testimonios de estas francotiradoras, instructoras sanitarias, zapadoras, comandantes de cañón antiaéreo, tiradoras de ametralladora, etc. «No se ha relatado la guerra femenina sino la masculina —dice la Premio Nobel—. En lo que narran las mujeres no hay lo que estamos acostumbrados a leer y a escuchar: cómo unas personas matan a otras de forma heroica y finalmente vencen. Los relatos de mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana». Tan inhumana esta vez como verse en la obligación de sostener la mano de gente enferma, en especial anciana, a la que se deja morir por falta de recursos. Tan humana.
Con la resonancia del texto de Alexiévich en mi cabeza, repaso algunos vídeos protagonizados por personal sanitario femenino, subidos a las redes estos días de contienda. En uno de ellos, una enfermera joven de ojos como faros al borde de las lágrimas exige que no salgamos de casa y que miremos su cara entumecida y amoratada tras diez horas de trabajo con un equipo de protección por el que además da las gracias ya que «esto que viene es muy gordo. No hay camas, no hay respiradores, no hay personal, no hay equipos de aislamiento». No hay miedo a llorar.
A veces me recuerdan a los liquidadores de Chernóbil que desinfectaron la central nuclear radiactiva con trajes de chichinabo y a veces, cuando salen del hospital tras largas jornadas, los moratones que el equipo de protección dibuja en sus rostros parecen pinturas de guerra. Sí. De esta guerra no guerra.
En otra grabación, dos mujeres que trabajan en un hospital gaditano cantan con gracia andaluza cómo desinfectar con lejía las estancias para no contaminar al siguiente turno. «La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio», dice Alexiévich. También sus canciones. Y sus bailes, como la interpretación de Single ladies, de Beyoncé, en un vídeo glorioso: pura vitalidad. «Ellas hablan de la parte no heroica de la guerra», afirma la escritora bielorrusa. ¿Pero qué es un héroe? Un héroe es una «persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble», según el diccionario. Y sorprende esta definición tan alejada de ‘supermanes’ y de monumentos ecuestres soberbios. ¿Habíamos olvidado la abnegación como condición del héroe? ¿Y el buen humor? ¿O es que tal vez la causa noble no sea matar sino curar, cuidar, limpiar, atender, escuchar, hacer felices, salvar vidas?
Salvar vidas a capa y espada.
No.
Salvar vidas a mascarilla y respirador.
De ahí que la imagen de estas heroínas pintada por el artista Franco Rivolli, convertida en símbolo en Italia, suscite sensaciones ambivalentes. Se trata de una enfermera con alas, de una enfermera-ángel acunando maternalmente la silueta de una Italia envuelta en la bandera del país. Una imagen popular y deliciosa. Pero una imagen también demasiado contemplativa y espiritual dado el ímpetu, la energía, la acción y el valor puestos en marcha por estas luchadoras a quienes yo veo más bien como a la teniente Ripley de la película Alien. Con equipo de protección y respirador en mano, combatiendo al bicho que se coló en la nave por no cumplir la cuarentena.
Venga, ahora con los pies en la tierra. Ángeles no. Tenientes peliculeras tampoco. Mujeres. Humanas. Mortales.


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viernes, 28 de febrero de 2020

Este 8M y siempre: el feminismo de clase como punta de lanza en la lucha antifascista

El sindicato CNT insta a luchar contra el patriarcado en todas sus formas, ya sea en lo laboral como en lo social, en este Día de las Mujeres Trabajadoras.


La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) llama este 8M a unir fuerzas entorno a la lucha antifascista. El feminismo de clase será la punta de lanza que acabe con esta arma de represión, desigualdad y odio, que cada vez tiene más fuerza en instituciones y en el discurso público. Frente a eso, el sindicato reclama que la diversidad y transversalidad sea el motor de un feminismo de clase y combativo, que rompa el cerco de uniformalidad que pretenden el capitalismo, el patriarcado y el fascismo.
Trabajadoras del hogar, mujeres migrantes, trans, racializadas, pensionistas, obreras, cualificadas o no… todas estamos llamadas a una lucha que es por los derechos de todas pero también por una sociedad mejor. El feminismo como muro contra el fascismo. Algo que siempre ha existido pero que, hoy más que nunca, es necesario recordar. No dejaremos de escuchar discursos sobre las prioridades de uno u otro movimiento, sobre lo que nos separa, lo que nos diferencia, pero debemos tener claro que el enemigo común es el que es. El que nos quiere represaliadas, precarias, sin derechos y aisladas.
Por eso, este 8M, como en los anteriores, CNT sale a las calles para reclamar la equidad en los puestos de trabajo, la derogación de las reformas laborales que atentan especialmente contra las trabajadoras, denunciando la explotación y la vulneración de derechos especialmente en los sectores llamados ‘feminizados’, exigiendo el reconocimiento como enfermedad profesional las dolencias que se dan en esos sectores y que no son conocidos por afectar a las mujeres en su mayoría, reclamando la incorporación del trabajo doméstico al mismo nivel que los demás trabajos, denunciando el paro salvaje que sufren las persona trans, la indefensión en la que la Ley de Extranjería deja a nuestras compañeras migrantes, la discriminación y estereotipación que sufren las personas racializadas en lo laboral y social, rechazando falacias como la del feminismo capitalista marca del Ibex 35 y apostando por jubilaciones dignas tanto para las mujeres que han contribuido económicamente, como las que trabajaron en el interior del hogar, dando la cara por quienes no tienen otra opción que subsistir en la economía sumergida.
Seguiremos en la primera línea de acción y luchando mano a mano con el resto del movimiento feminista para que los cuidados o la maternidad no sea un freno para las mujeres. Creemos que ampliar el permiso de maternidad y paternidad, no es suficiente para lograr que el centro de la economía sea la vida y no el mercado. Por eso, exigimos que sea el mercado el que se adapte a la vida para construir una sociedad con valores. Queremos ayudas reales y eficaces por menores al cargo, lo mismo que para familiares o personas dependientes (cambiar dependientes por diversidad funcional) de las que nos responsabilizamos. Corresponsabilidad de cuidados con nuestros compañeros, más presencia de mujeres en puestos de representación dándonos visibilidad en organizaciones sociales, reivindicativas así como sindicatos. Empezando por el nuestro.
Queremos ser la gota de la marea que acabe con la violencia machista. Desde los puestos de trabajo, en casa y en la calle, contra el acoso de cualquier tipo o las amenazas que hagan peligrar los derechos humanos de más de la mitad de la población, con los que CNT está comprometida como organización anarcosindicalista, de clase, antimilitarista, antifascista y feminista que somos.

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sábado, 22 de febrero de 2020

Las mujeres aumentan la brecha de lectura con los hombres

El 37,8% de la población no lee nunca o casi nunca, según el último barómetro encargado por la Federación de Gremios de Editores


Reunión de un club del libro en la librería La Central de Madrid.

Las mujeres leen más que los hombres en España y la brecha va en ascenso. Según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), presentado este viernes, esa diferencia ha aumentado un punto porcentual respecto al estudio anterior, que recogía los datos de 2018. En concreto, el 68,3% de mujeres lee libros en su tiempo libre frente al 56% de los hombres
De acuerdo con esa realidad, el perfil más típico del lector de libros en España es una mujer mayor de 55 años, con estudios universitarios y que vive en un área urbana. El 83% de ellas lee libros al menos una vez por semana, de acuerdo con los datos de esta muestra elaborada con información de 5.000 individuos por la empresa Conecta Research & Consulting para la FGEE, en la que colabora el Ministerio de Cultura y Deporte.


En cuanto a los hombres, su perfil es coincidente con el de las mujeres: un individuo de 55 años o más, también con estudios universitarios y residente en un área urbana. La mayoría de ellos, el 76,7%, lee en su tiempo libre.
Con todo, los índices de lectura siguen mejorando en España. El 68,5% de la población lee, en una tendencia que ha experimentado un crecimiento de 8,2 puntos desde 2010. El porcentaje de lectura en el tiempo de ocio ha aumentado un 5,2% desde 2010. La mitad de este público, además, lee al menos dos veces por semana. El porcentaje de lectores de libros que leen a diario en su tiempo libre se ha estabilizado en el 32% tras haber aumentado el año anterior. En perspectiva, desde 2010 esta cifra se ha incrementado en 5,1 puntos.
Pero no todos los datos son luminosos. Un alto porcentaje de la población no lee libros casi nunca en su tiempo libre: el 37,8%. Mientras que el principal motivo para la lectura sigue siendo el entretenimiento, los que no tienen el hábito arguyen como principal excusa que no tienen tiempo (el 41%). De ese 37,8%, el 31,5 no lee libros nunca.
En la presentación del estudio, el ministro de Cultura y Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes, ha definido la lectura como “un asunto de Estado” y, por tanto, ha afirmado que convertirla en un hábito “es un objetivo fundamental” de su ministerio “en diálogo con los territorios, las fuerzas políticas y sociales, el sector del ibro y la ciudadanía”. Rodríguez Uribes ha considerado “un gran dato” el incremento de lectores en España, pese a no ser “espectacular”, aunque sí “constante y esperanzador”.
Por territorios, seis comunidades se encuentran por encima de la media española (62,2%), por este orden: Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, La Rioja y Aragón. Las otras 11, aunque han mejorado los índices de lectura respecto al año anterior, se quedan por detrás, siendo Extremadura la peor posicionada con el 52,2%.

Descargas gratuitas

En cuanto al soporte digital, el porcentaje de lectores ha aumentado hasta el 29,1%, algo menos de un punto que el año anterior. La descarga gratuita sigue siendo la principal forma de obtención de libros digitales (54,7%).
Un 62,6% de los españoles compró algún libro según el estudio de 2019, incluidos los de texto. Son apenas dos décimas más que el año anterior. Los que compraron libros que no eran de texto se situaron en el 50,4%. El principal canal de adquisición sigue siendo la librería tradicional, seguido por Internet.
Patria, la novela de Fernando Aramburu publicada por Tusquets, lidera la lista de los 20 libros más leídos en 2019, seguida de la Trilogía de la Ciudad Blanca (Planeta), de Eva García Sáenz de Urturi, y la saga Los Pilares de la Tierra (Plaza & Janés), de Ken Follett. Por detrás, entre otros, están la serie El cementerio de los libros olvidados (Planeta), de Carlos Ruiz Zafón, la de Harry Potter (Salamandra), de J. K. Rowling, o la Trilogía del Baztán (Destino), de Dolores Redondo. Es precisamente Dolores Redondo la autora que más han leído los entrevistados en el barómetro. Le siguen Idelfonso Falcones, Ken Follett, Fernando Aramburu, Carlos Ruiz Zafón, Eva García Saénz de Urturi, Arturo Pérez Reverte, María Dueñas, Julia Navarro y Santiago Posteguillo.
FUENTE; https://elpais.com/cultura/2020/02/21/actualidad/1582288090_293986.html

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martes, 28 de mayo de 2019

Colombia. ¿A construir feminismo comunitario y popular?


Por América Niño
Cada 8 de marzo a nivel nacional  e internacional se convoca una movilización para que las mujeres se tomen las plazas públicas, demostrando que la lucha feminista sigue vigente.
Sin embargo, hablar de esta fecha solo como una conmemoración histórica de las mujeres representada en el “tratado de Copenhague” al recordar la fábrica textil incinerada con sus obreras dentro, es reducir las reivindicaciones actuales del movimiento de mujeres en Latinoamérica, pues este tiene asidero en las luchas sociales en que las mujeres se han dejado el pellejo en la calle y en la casa por la defensa de sus cuerpos y sus territorios.
Escribo este texto reconociendo la labor de aquellas que han sido invisibilizadas, abusadas, violadas, asesinadas y constantemente maltratadas, pero que aun así trabajan por la vida digna de pueblos, comunidades y barrios marginales. Si bien Las revoluciones francesa, industrial, Bolchevique** y el movimiento sufragista son referentes de la lucha histórica, hoy las mujeres en Latinoamérica tenemos el deber de replantear cuál es la historia que legitimamos a través de nuestro discurso y accionar evaluando qué tanto esto nos acerca o nos aleja de la realidad que vivimos.
Es necesario dar el lugar que merece a la construcción colectiva del feminismo comunitario y popular como un concepto vivo que se forja al calor de la lucha organizada comenzando en los pueblos indígenas de Bolivia, Guatemala y México y que poco a poco permeó otros países y sectores sociales, pues no se trata de un movimiento de mujeres histéricas y enojadas que buscan a toda costa enfrentarse a los hombres para ejercer violentamente la misma opresión de la que han sido objeto históricamente, sino que parte de la necesidad de construir colectivamente movimiento social que reconozca el capitalismo de la mano del patriarcado como los elementos fundamentales de todas las dominaciones que impiden la libertad de hombres y mujeres.
No es preciso continuar pensando que una es la lucha del feminismo por los derechos de las mujeres y otra la de la clase popular por la defensa de los territorios
El elemento de clase es fundamental en esta construcción, ya que pone un escenario en el que compara los cuerpos de las mujeres con los territorios de la madre tierra, en este sentido, los pueblos empobrecidos de América Latina que han sido despojados violentamente por las transnacionales, representan los cuerpos de las mujeres puestas al servicio del capital y el consumo. Tal afirmación nace de las cosmovisiones indígenas que reconocen la tierra como la gran madre que nos da sustento y al sol como al padre que la fertiliza, pero es necesario plantear que son los territorios que habitan los pobres en América Latina los que han sido históricamente despojados y explotados, agudizando así las condiciones de desigualdad determinadas por el uso y propiedad de la tierra.
No es preciso continuar pensando que una es la lucha del feminismo por los derechos de las mujeres y otra la de la clase popular por la defensa de los territorios, pues somos las mujeres de la clase popular integradas a las lógicas del movimiento social quienes hoy estamos asumiendo la construcción del feminismo comunitario y popular y reconocemos que este debe ser antipatriarcal, anticapitalista, antiimperialista y decolonial.
En Colombia puntualmente muchas colectivas de mujeres y organizaciones han acogido al feminismo comunitario y popular como una de sus banderas de lucha, ya que pone en el centro del debate la necesidad de la organización alrededor de las problemáticas y las necesidades de las comunidades, si bien en Centro Oriente las asociaciones de mujeres como ASMUC, AMAR y la asociación de mujeres del Centro Oriente María Antonia Santos Plata no se han declarado abiertamente feministas populares, sus declaraciones políticas del 8 de marzo recogen elementos muy importantes dentro de la construcción colectiva del feminismo comunitario y la lucha por los derechos de las mujeres, los pueblos y las comunidades.
En Colombia puntualmente muchas colectivas de mujeres y organizaciones han acogido al feminismo comunitario y popular como una de sus banderas de lucha, ya que pone en el centro del debate la necesidad de la organización alrededor de las problemáticas y las necesidades de las comunidades
Ejemplo de ello es la movilización de las mujeres de ASMUC en Yopal en la que no solo exigen una vida libre de violencias, reconociendo así la vulnerabilidad de las mujeres en contextos plenamente patriarcales y machistas, sino que además su lucha se afianza en las exigencias por una vivienda digna, educación, salud, agua y territorio para el trabajo y la vida, esto muestra con hechos que las mujeres no estamos por fuera de los procesos de lucha de la clase popular, sino que al construirlo hombro a hombro junto a nuestras familias y compañeros. Somos conscientes de la explotación a la que hemos sido sometidas y que aquella trasciende todos los espacios de nuestra vida pública y privada.
Para nosotras es vital que se garanticen los derechos a una vivienda digna, porque allí cimentamos las bases de la familia y de la sociedad, así como del agua porque es la fuente de la vida y de la salud, la tierra para trabajar dignamente y tener acceso a bienes de consumo colectivo que nos garanticen la vida digna en todos los niveles y finalmente del acceso a la salud y la educación porque son derechos que hemos ganado históricamente y a los cuales no vamos a renunciar.
Otro ejemplo se halla en la declaración política de AMAR que manifiesta “Marchamos y luchamos contra todas las formas de opresión, violencias, e injusticias laborales del sistema capitalista, reconociendo que el conflicto en Colombia además de ser armado, es social, político económico y cultural, que su origen está en las desigualdades e iniquidades sociales producidas por el sistema capitalista basado en la explotación y la dominación de una clase sobre la otra, donde se mercantiliza la vida, la dignidad de los seres humanos y sus territorios.” Lo que confirma que somos las mujeres en Latinoamérica quienes frente a un sistema completo de opresión y múltiples escenarios de violencia en los cuales somos doblemente oprimidas, no nos rendimos o abandonamos la lucha por la libertad de los pueblos oprimidos sino que la enriquecemos aportando a las discusiones y disputas las condiciones específicas de las mujeres.
Es preciso abordar las luchas de las mujeres desde una perspectiva que vincule nuestras necesidades y nos permita tejer en condiciones de igualdad y equidad reconociendo el capitalismo y el patriarcado como sistemas de valores que es necesario transformar en todos los escenarios de la vida.
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trochandosinfronteras.info/a-construir-feminismo-comunitario-y-popular/



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viernes, 10 de mayo de 2019

Mujeres trabajadoras encabezan huelgas y conflictos en Euskadi


Por Cynthia Lub, José Molina / Izquierda Diario
Poco o nada difunden los grandes medios de comunicación, sobre las huelgas y conflictos de las mujeres trabajadoras. Esta vez en Euskadi, donde si bien el paro registrado en abril ha descendido, persiste la precariedad laboral muy especialmente en los sectores laborales más feminizados.

Desde haces meses se están desarrollando en diferentes ciudades de Euskadi huelgas y conflictos de sectores laborales altamente feminizados: 9 meses de huelga de las trabajadoras de la limpieza de comisarías y juzgados de Guipúzcoa, 60 días en las residencias para mayores, 26 días de huelga en centros educativos.
Poco o nada difunden los grandes medios de comunicación, sobre las huelgas y conflictos de las mujeres trabajadoras. Esta vez en Euskadi, donde si bien el paro registrado en abril ha descendido, persiste la precariedad laboral muy especialmente en los sectores laborales más feminizados.
El sindicato Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB) (Comisiones de Obreros Abertzales) denuncia que entre las mujeres que tienen empleo, “las jornadas parciales tienen mucha mayor presencia que entre los hombres, con todas las consecuencias que ello conlleva. El análisis de la contratación también revela la mala calidad del empleo que abre las puertas a la precariedad. De hecho, entre los contratos realizados en marzo, un 48,5% fueron eventuales por circunstancias de la producción (48,5%) o de obra o servicio (26,3%). Los contratos indefinidos, por su parte, solo supusieron el 5,2% del total de contratos”. Veamos algunos de los conflictos más significativos.
Trabajadoras de la limpieza en huelga contra la “brecha salarial”
Ya llevan nueve meses de huelga las trabajadoras de la limpieza contratadas por la empresa vizcaína de servicios Garbialdi que tiene contrato con el Gobierno en las comisarías y juzgados de todo el territorio de Guipúzcoa, exigiendo mejoras salariales. Y en especial contra la “brecha salarial” que les separa de sus compañeros siendo que la plantilla es en un 90% femenina. Una caja de resistencia hace posible aguantar un conflicto con jornadas de paro, que en principio se iba a desarrollar del 16 de septiembre hasta el 3 de octubre del 2018. Pero los paros se han extendido hasta ahora.
El conflicto de 5.000 trabajadoras de residencias para mayores en Gipuzcoa alcanza los 60 días
El conflicto de las residencias de Gipuzkoa está motorizado por la renovación del convenio y contra la precariedad que sufre otro de los sectores más feminizados. Se inició tras las jornadas de huelgas que comenzaron el pasado 28 de septiembre de 2018 y desde entonces hasta final de año, se desarrolló un total de 62 días de paros hasta el 10 de mayo de 2019; aunque sin perspectiva de que patronal y sindicatos alcanzaran un acuerdo de inmediato.
El secretario general, Mitxel Lakuntza del sindicato ELA, ha explicado que las trabajadoras soportan una brecha salarial del 30%, es decir, que cobran 6.000 euros menos al año. A la vez, ha reivindicado el derecho de las personas mayores a recibir un cuidado de calidad, pero denunciando que no será posible bajo las condiciones laborales precarias de las trabajadoras ya que “Por contra, 15 minutos no bastan para levantar, limpiar y vestir a una persona”, criticando las fuertes cargas de trabajado que soportan.
Por su parte, el sindicato LAB también convocó jornadas de huelga en las residencias de Gipuzkoa para los días 29 y 30 de abril y 2, 3, 4 y 5 de mayo en demanda de un convenio provincial sectorial digno para las 5.000 trabajadoras del sector, quienes protagonizarán diversas manifestaciones. En una rueda de prensa, LAB explicó que el servicios de residencias “tiene que ser un servicio público, y también que no tomen decisiones en función de los intereses de las empresas privadas”.
Por otro lado, los sindicatos ELA, STEILAS, CCOO, LAB y UGT continúan en huelga a 26 días en los dos últimos cursos y 23 en el actual con un amplio acatamiento masivas manifestaciones en Bilbao. En sus reivindicaciones luchan contra el deterioro cada vez mayor de las condiciones de trabajo y un cambio de su convenio que lleva 10 años sin mejoras.
Las mujeres trabajadoras están al frente de muchos conflictos en todo el Estado, contra la precariedad laboral producto de las externalizaciones, siendo un ejemplo la lucha de las camareras de limpieza de los hoteles organizadas en todo el Estado en Las Kellys. Contra los recortes en sectores laborales feminizados como la educación, la sanidad y los servicios sociales. O las trabajadoras del SAD (Servicio de Atención Domiciliaria) quienes por cierto, también este sábado se movilizarán contra la precariedad laboral en Bilbao, donde a su vez se espera otra masiva manifestación de pensionistas.


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