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sábado, 22 de marzo de 2025

Netumbo Nandi Ndaitwah presidenta de la República de Namibia

Una mujer del sur global toma el poder. Investidura presidencial 21 de marzo de 2025.




Avanzando en el conocimiento de las historias y el rol protagónico de las mujeres en el continente madre, África, presento esta nota informativa dedicada a Netumbo Nandi Ndaitwah. Se preguntarán ¿Quién es ella? Les contaré y en el transcurso del artículo por añadidura ofreceré algunos argumentos acerca de por qué es necesaria la escritura comprometida dedicada a las mujeres que lideran nuestra geopolítica de la emancipación.

Netumbo Nandi Ndaitwah es una lideresa política de los pueblos del sur global, de África, nacida en Namibia. El 27 de noviembre de 2024 resultó electa como presidenta de la república de Namibia en primera vuelta, con mayoría absoluta y el 58,07 % de los votos. Es la primera mujer en ocupar el cargo de Jefa de Estado de Namibia y ésta es la tercera nación africana que cuenta con una mujer como mandataria nacional, luego de Tanzania [1] y Malawi.

Otro dato revelador es que Netumbo Nandi Ndaitwah es la segunda mujer electa en el continente, la primera fue Ellen Johnson Sirleaf, de eso ya hace 14 años y salvando las distancias ideológicas. Lo que nos lleva a un hallazgo de enorme significado para nuestra geopolítica de emancipación, es la primera mujer de la tendencia de liberación africana en ser presidenta de su nación. 

Namibia es un país que no solo fue arrollado por el coloniaje y la vorágine del desarrollo capitalista, en su faceta de bestialización, por medio del genocidio y el sistema de segregación racial (mejor conocido como el apartheid).  Tuvo que librar la lucha armada, transitar el proceso de descolonización y edificar su independencia en 1990, a partir de la organización política y la irrestricta solidaridad internacional de Cuba como vanguardia del Tercer Mundo y la Unión Soviética.

La Organización Popular del Sudoeste de África (SWAPO, en inglés) es el partido político que lideró este proceso de emancipación nacional y ha gobernado a Namibia desde 1990. Fundada entre otros fines para combatir todas las tendencias reaccionarias del individualismo, tribalismo, racismo, sexismo y regionalismo; cooperar en la mayor medida posible con todos los movimientos genuinos de liberación nacional, gobiernos progresistas, organizaciones e individuos en todo el mundo hacia la eliminación completa del sistema colonial del imperialismo; trabajar por la creación de una sociedad sin clases, no explotadora y no opresiva y velar por que el gobierno popular trabaje en estrecha cooperación con todos los estados amantes  de la paz en pos de la paz y la seguridad mundial [2].

Netumbo Nandi Ndaitwah es miembro principal del comité central del partido, en el 2017 fue electa vicepresidenta y actualmente es la presidenta del partido.

Contarles sobre esta lideresa, es referirnos, por tanto, a la generación victoriosa de líderes y lideresas que lograron imponerse sobre las atrocidades del coloniaje y el capitalismo. Es abordar las luchas que se han dado en África por la autodeterminación de los pueblos, el antimperialismo, los derechos humanos y las reparaciones.

Este último campo de disputa sigue vigente para los pueblos arrollados por el coloniaje. Sin embargo, el caso de Namibia nos muestra evidencia de un avance significativo en la lucha por las reparaciones, concretamente cuando Alemania reconoció, un siglo después, el genocidio cometido (1904-1908), del cual propuso pagar alrededor de 1.000 millones de dólares. El canciller alemán Heiko Maasen en 2021 expresó «A la luz de la responsabilidad histórica y moral de Alemania, pediremos perdón a Namibia y a los descendientes de las víctimas» [3]. Reparaciones que todos los pueblos del sur debemos reclamar para construir nuestro bienestar arrebatado por el desarrollo de la sociedad occidental.

La historia política de Namibia muestra cómo los pueblos del sur global han venido construyendo su propia emancipación frente la intervención extranjera y el imperialismo. Así que estamos muy orgullosas y comprometidas con Netumbo Nandi Ndaitwah y su pueblo, quienes nos demostraron que sí se puede vencer. 

La militancia de NNN, como también se le conoce, ha sido muy activa. En su adolescencia se indignó por los crímenes de flagelación infringidos por el sistema de apartheid, llevándola a colaborar activamente para erradicar este horrendo crimen. Es así que tenemos que su activismo se edifica desde una edad muy temprana, cuando integró las filas del movimiento independentista. A los 14 años militaba en SWAPO (1966), destacó por sus gestiones diplomáticas dentro de dicha organización. Fue encarcelada junto a otros de sus camaradas. Para 1974, se fue en exilio a Zambia, Tanzania y otros países.  Presidió la Liga Juvenil de la SWAPO en Zambia. A su vez, presidió la Organización Nacional de la Mujer de Namibia (NANAWO). Lideres políticos transcendentales de este continente como Julius Nyerere elogiaron la firmeza de la defensa de Namibia de esta extraordinaria mujer del sur. 

Tiene una amplia formación académica. En la Unión Soviética recibió formación política como la mayoría de los defensores del Tercer Mundo. Estudió administración y gestión pública así como relaciones internacionales en el Reino Unido, efectuó un máster en estudios diplomáticos y tiene una experiencia destacada en el ejercicio político. En el 2020, la Universidad de Dar Es Salaam de Tanzania le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Letras por su “contribución a la lucha por la independencia del país y su liderazgo en diplomacia internacional, igualdad de género y panafricanismo” [4].

Ha tenido una trayectoria profesional y política destacada ocupando cargos públicos de relevancia estratégica como diputada, consejera presidencial para asuntos de la mujer, ministra de la mujer y bienestar infantil, información y turismo, vice primera ministra y canciller y vicepresidenta de la República.

Su ascenso político estuvo avalado por el líder anticolonial y presidente de Namibia Hage Geingob quien falleció en febrero de 2024. Según el director del Instituto de Investigación de Políticas Públicas (IPPR) de Namibia, Graham Hopwood, es una política histórica de SWAPO y cuenta con un liderazgo “que inspira en varios sectores del partido gobernante”. Se le considera una funcionaria pública responsable trabajadora, pragmática y honrada [5].

A sus 72 años es la mujer africana más importante en llegar a poder por parte de los movimientos anticoloniales, antimperialista y de izquierda. Además de liderar el partido de gobierno de un país africano. A quien hay que apoyar y extender nuestra alianza estratégica para construir ese mundo multicéntrico y pluripolar.

Namibia significa enorme, así nos explica uno de sus idiomas originarios, el Oshiwambo.  Su población es de aproximadamente tres millones de habitantes, cuenta con uno de los desiertos más antiguos y grandes del planeta (Desierto de Namib). Es un país estratégico para la geopolítica energética por su potencial en hidrocarburos y minería (diamantes, uranio, metales básicos, petróleo y minerales raros).

La presidenta expresó luego de conocerse los resultados electorales, que su pueblo votó por la paz, la estabilidad y el empoderamiento de la juventud. Y es vital significar que este proceso político a través del liderazgo de una mujer enarbola las banderas de la paz y la estabilidad para construir gestión pública. Un mensaje importante a la comunidad internacional que debe ser concretizado, el mundo necesita la paz para poder construir inclusión. La geopolítica de la emancipación una vez más da muestra a través de este país africano de que solo la paz puede lograr entendimiento y dirimir las diferencias frente a la guerra y la aniquilación imperialista de nuestra civilización.

La historia del liderazgo político de la mujer en el mundo tiene un nuevo hecho que registrar desde la perspectiva de la geopolítica de emancipación. Este próximo 21 de marzo de 2025 Netumbo Nandi Ndaitwah toma posesión del cargo de presidenta de la República de Namibia para el periodo 2025-2030. Es una fecha histórica y coincide con el 35 aniversario de su independencia. La República Bolivariana de Venezuela estará representada por una importante delegación presidida por el Canciller Iván Gil, quien además está acompañado por el Viceministro para África Yuri Pimentel.

Namibia es una aliada de la República Bolivariana de Venezuela. Netumbo Nandi Ndaitwah ha jugado un rol protagónico en el estrechamiento de la relación bilateral. Tanto a nivel de partidos, SWAPO y PSUV, como del liderazgo juvenil de ambas organizaciones (JSWAPO y JPSUV) tienen nexos de amistad y solidaridad importantes, caracterizados por visitas, firma de acuerdos, entre otros intercambios. Ejemplo de esta hermandad, destaca el hecho de que, el 3 de marzo de 2021, el presidente Nicolás Maduro Moros otorgó en vida la Orden Francisco de Miranda al Padre fundador de Namibia, San Nujoma, y también condecoró con la misma orden a la entonces canciller Netumbo Nandi Ndaitwah. El líder histórico Nujoma expresó a propósito de la condecoración que:

«Acepto este premio con humildad en nombre del pueblo namibio y de otras personas progresistas del mundo, especialmente de quienes nos apoyaron en nuestra lucha por la libertad y la auténtica independencia»[6]

A su vez, el 12 de septiembre de 2024, el mandatario venezolano en el marco de la clausura del Congreso de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JSPUV), otorgó post mortem al presidente de Namibia, Hage Geingob, la mención Espada Libertadores y Libertadoras de Venezuela en su primera clase, condecoración recibida por la hija del mandatario, Nangula Geingob.

Namibia es un pueblo de dignidad, esperanza y vanguardia. Viene de la lucha por la liberación nacional de los pueblos africanos, del espíritu libertario de Bandung, es miembro del Movimiento de Países No alineados y ha sido solidaria con la causa saharaui, cubana y, por supuesto, la bolivariana. El líder histórico de Namibia, Nujoma, expresó en su momento que “El pueblo namibio enfatiza la importancia de la soberanía de Venezuela y llama a la comunidad internacional a no interferir en los asuntos internos de Venezuela”. Honor y gloria al legendario de los pueblos del sur, Nujoma, quien falleció el 8 de febrero de 2025.

Todo el mejor de los éxitos para este mandato feminista y antimperialista de Namibia.

Viva Netumbo Nandi Ndaitwah!

¡Viva la presidenta de Namibia!

Notas:

[1] https://www.ktalnews.com/news/u-s-world/ap-namibia-will-have-its-first-female-leader-after-the-vp-wins-presidential-election-for-ruling-party/.

[2] Estatuto del partido SWAPO.

[3] Cómo fue el «genocidio olvidado» de Namibia, cometido por Alemania y reconocido un siglo después. Tomado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57282350.

[4] Universidad de Dar Es Salaam, Tanzania. https://www.udsm.ac.tz/honorary-degrees

[5]Ortiz, Robert. Netumbo Nandi-Ndaitwah por el Centro de Estudios Internacionales, Barcelona. https://www.cidob.org/lider-politico/netumbo-nandi-ndaitwah

[6] Nujoma humbled by Venezuela recognition https://neweralive.na/nujoma-humbled-by-venezuela-recognition

Yasmín Corrales, internacionalista e investigadora.




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sábado, 8 de febrero de 2025

«El problema del feminismo blanco es creer que la cultura occidental es la más adecuada para la igualdad»

Entrevista a la escritora y abogada feminista pakistaní Rafia Zakaria



Fuentes: El Diario [Foto: Rafia Zakaria, durante su visita a Madrid. Lourdes Jiménez]

La autora de ‘Contra el feminismo blanco’ critica duramente un marco feminista que sigue teniendo como centro y referencia a las mujeres blancas, sus características, vidas, necesidades e historias.

Detrás de un título algo provocador –Contra el feminismo blanco (Editorial Contintametienes)- hay un libro para pensar y aprender. Lo firma Rafia Zakaria, una abogada feminista pakistaní, escritora, columnista en varios medios de comunicación, que, harta de ver cómo el racismo y la blanquitud se reproducen en la academia, el activismo, las ONG y también en el feminismo, se puso a escribir un manual no apto para ofendiditos u ofendiditas occidentales. Zakaria diserta desde la experiencia concreta y desde todo el conocimiento y experiencia acumulado, no solo desde la teoría, sino desde la práctica, que ella reivindica como fundamental, por encima de nociones elitistas de feminismo que alejan a muchas mujeres de él. Hace unas semanas, la abogada y escritora estuvo en Madrid para participar del ciclo de pensamiento organizado por la asociación Mujeres de Guatemala y La Casa Encendida.

¿Cómo define feminismo blanco y por qué acabar con él?

Uno de los conceptos centrales del libro es la idea de blanquitud, no en el sentido del color de la piel, sino como un sistema de dominación. La blanquitud es el sistema de colonialismo y subyugación, el deseo de mantener ese sistema y su centralidad en nuestro mundo, de modo que, de forma directa o indirecta, se mantiene el statu quo. Implica poner a la gente blanca esencialmente en el centro y priorizar sus preocupaciones y agendas. La razón por la que escribí este libro es que sentía que había un montón de interacciones que estaban teniendo lugar atravesadas por la raza y que, sin embargo, funcionaban bajo la idea de que en general, tienen lugar en igualdad de condiciones, con la misma cantidad de poder. Y eso era completamente erróneo. Hoy en día es muy raro que alguien vaya a ser abiertamente racista, la mayor parte del racismo sucede debajo de la superficie. Así que este concepto busca crear un vocabulario que permita que eso salga a la luz para que la gente entienda que todas nuestras interacciones están cargadas de diferencias de poder y, si no las reconocemos, entonces estamos participando de ello.

¿Cómo diría que funciona el feminismo blanco, de qué maneras concretas se reproduce la blanquitud, también en el feminismo?

Uno de los principales problemas es que las mujeres blancas asumen que la cultura blanca, es decir, la cultura europea occidental y norteamericana, es más adecuada para la igualdad de género y para la libertad de las mujeres que otras culturas. Voy a dar un ejemplo que me acaba de pasar. Hace un par de días hablaba con un grupo de mujeres, la mayoría blancas, y me preguntaban dónde había estado en los últimos tiempos. Conté que acababa de volver de Qatar e inmediatamente una de ellas dijo ‘oh la situación de las mujeres allí debe ser muy mala, debe haber sido difícil para ti estar allí’. Cuando la gente se entera de que soy musulmana sé que van a empezar con el ‘¿qué opinas del velo? ‘. No puedo decirte el número de veces que como mujer marrón y musulmana sufro esta suposición de que vengo de una cultura que es extremadamente represiva en la que las mujeres no tienen idea de cómo luchar por su libertad, así que tenemos que hacerlo por ellas y decirles qué hacer.

No creo que las mujeres blancas tengan una intención maliciosa, o que lo hagan para hacerme sentir por debajo de ellas, pero lo hacen. Exponen la suposición de que otras mujeres están de alguna manera por debajo y tienen menos idea de lo que es ser feminista, cuando la verdad es que las mujeres en estas culturas, como con las que crecí en Pakistán, luchan tanto para sobrevivir como mujer que son mejores luchadoras, grandes y fuertes, porque saben lo que es ir en contra de los hombres todo el tiempo. Hay muchas mujeres blancas que tienden a hablar mucho y a ocupar todo el espacio, y es muy difícil para ellas ceder ese espacio para que las mujeres marrones, negras, asiáticas, etc. también puedan hablar. Aunque estas mujeres son mayoría, tienen muy poca voz dentro del movimiento feminista global.

Pone el ejemplo del sufragismo, que siempre aparece como un hito en la historia del feminismo, tal y como la solemos escuchar y relatar.

Si sabemos algo sobre el sufragismo es por supuesto sobre el sufragismo blanco. El feminismo no empezó cuando las mujeres blancas decidieron luchar por el voto o en la Revolución Francesa. Esa es precisamente la cuestión: ¿qué marco consideramos feminista? Si tienes a una mujer blanca y sólo te fijas en las características de su vida y de sí misma, y si esas son las únicas mujeres en las que estás pensando cuando piensas en el feminismo, entonces eso es lo que encontrarás porque otras características que puedan tener otras mujeres marrones, negras, etc., ni siquiera forman parte del marco, así que quedan fuera. Empezar tu marco con el movimiento sufragista deja fuera a millones y millones de mujeres y a muchísima historia. La consecuencia, y digo esto como alguien que creció en Pakistán, es que si eres una chica pakistaní piensas que allí no ha habido feministas en absoluto, que todas están en América o en Europa. Eso es simplemente incorrecto, y si estamos tratando de crear un movimiento feminista que sea inclusivo pero seguimos haciendo esto, naturalmente que muchas de esas mujeres y chicas dirán ‘no queremos tener nada que ver, esto no se aplica a nuestras vidas’. Cuando creas una historia que deja fuera a tanta gente, naturalmente esas personas no van a estar interesadas en el propósito de esa historia.

En el libro hace una diferencia muy interesante entre los términos ingleses expertise y experience, que en español sería como diferenciar entre las mujeres que son expertas en sentido más teórico, de leer, escribir, estudiar, y las que tienen experiencias en el feminismo, que lo viven desde sus heridas y vivencias. ¿Cuáles son las consecuencias de que generemos esa diferencia?

Empecé mi carrera como abogada, trabajando con mujeres en un refugio para víctimas de violencia. Habían perdido sus hogares, estaban allí con sus hijos, no sabían qué iba a pasar en el futuro, y se les estaba pidiendo que mostraran un increíble grado de fuerza para ser capaces de, básicamente, sobrevivir. Hay millones de mujeres en todo el mundo que están experimentando esto en un nivel u otro. Sin embargo, al mismo tiempo, mis experiencias como estudiante de posgrado en aulas de teoría feminista eran muy diferentes, ya que no se hablaba de los retos reales a los que se enfrentan las mujeres en su día a día. Había conversaciones teóricas muy profundas sobre qué es el feminismo y sobre si deberíamos incluir esto o aquello. No estoy diciendo que esas conversaciones no sean importantes, pero me sentía frustrada porque creía que era urgente hablar de lo que las mujeres necesitan y merecen de la sociedad. Y no había urgencia en esas conversaciones. Tenía la sensación de que esas mujeres se sentían cómodas en su papel de teóricas. También veía que en el caso de las mujeres que estaban creando un importante discurso feminista antirracista dentro del mundo académico, su trabajo no estaba saliendo a la luz. En última instancia, quería señalar que las mujeres que sobreviven a estas situaciones difíciles, sus voces, deben ser fundamentales para el feminismo.

¿Cree que esa diferenciación que se hace está de alguna manera relacionada con las tensiones y debates feministas de los últimos años, con la ‘pelea’ por marcar cuál debe ser la agenda feminista y quiénes son las que pueden hablar en nombre del ‘verdadero’ feminismo?

Absolutamente. En inglés, la palabra que usamos para ello es gatekeeping, que significa que esencialmente están tratando de controlar quién pertenece y quién no pertenece. Eso sucede de varias formas, por ejemplo, cuando se les dice a las mujeres que necesitan estudiar feminismo o que su comprensión de las partes teóricas del feminismo es defectuosa o que no conocen la definición de feminismo. Todas estas réplicas me parecen discriminatorias y excluyentes. Es una forma de mantener a las mujeres fuera del feminismo, de intimidarlas para que guarden silencio, porque entonces piensan ‘quizás yo no sepa nada de feminismo’. Les quitas la confianza para hablar y participar.

Por eso, cuando la gente me pregunta cuál es la definición de feminismo, utilizo una muy sencilla: cualquiera que esté comprometido con la justicia igualitaria de género y con la transformación de las instituciones sociales, políticas y culturales para que reflejen esa igualdad. Y la práctica es crucial. Eso es todo. Las mujeres deberían poder hablar de sus experiencias y conectar a partir de ellas. Y las mujeres que tienen menos poder en la sala son las que deberían poder hablar más, porque son las que más necesitan que se oiga su voz. Estaría bien que alguna gente dejara de preocuparse tanto por la definición de feminismo y viera cómo interactúan en su vida diferentes tipos de discriminación, alienación o subordinación.

¿Está esa diferente forma de entender o definir el feminismo en la base de la disputa por los derechos trans, la autodeterminación de género y lo queer? Es decir, ¿es el intento por definir y controlar qué es el feminismo lo que está condicionando que haya quien señale eso como un problema, una especie de enemigo para las mujeres?

Existe una conexión muy importante. Personalmente, creo que toda la controversia en torno a los derechos trans es una distracción. El verdadero peligro para las mujeres no son las mujeres u hombres trans. Esto que se repite de las mujeres en los deportes, por ejemplo. El hecho es que las oportunidades para las categorías femeninas de todos los deportes son muy pequeñas en comparación con lo que los hombres tienen. Así que una forma de abordar esto sería, tal vez, aumentar la cantidad de recursos disponibles para el deporte femenino. Pero, por supuesto, nadie habla de eso porque es mucho más fácil que las mujeres se peleen entre ellas y se pidan definir qué es esto o lo otro. Es parte de la manera en la que el patriarcado crea ansiedad interna entre las mujeres, incluso por lo poco que tienen. Es una mentalidad de escasez que sucede cuando has sido subyugada durante mucho tiempo. Quiero decir, es asombroso pensar en todas las cosas que estamos viendo -por ejemplo, imágenes en directo de Marte-, pero que todavía estamos en una situación en la que las mujeres tienen que discutir si es importante que estén en la junta de su empresa mientras tantos hombres sienten la necesidad de afirmarse y de excluir a las mujeres de la toma de decisiones, de posiciones importantes y de la formulación de políticas. 

Parece anatema, pero esa es nuestra realidad. Y es una realidad urgente porque estamos en un momento de transformación. En todo el mundo, los sistemas políticos están cambiando la importancia que damos a la democracia, a la igualdad. Y si las mujeres no presentamos al menos una apariencia de frente unido, en el que insistamos en mantener nuestros derechos, será un mundo muy oscuro. El nivel de misoginia en este momento en el mundo parece ser mayor de lo que era en épocas anteriores. No es sólo el tipo habitual que ha existido siempre, siento que hay mucha rabia entre los hombres y el deseo real de hacer daño y de ver a las mujeres subyugadas.

En los últimos años, el término ‘empoderamiento’ se ha convertido en un ‘clásico’ de los encuentros, las políticas y las medidas sobre igualdad y mujeres. Usted es muy crítica con la evolución de ese término y su aplicación. ¿Qué ha pasado con el empoderamiento?

Lo describiría de dos maneras. Por un lado, el término procede originalmente de un colectivo de mujeres indias que lo definió como el movimiento para transformar las instituciones sociales, culturales y políticas de modo que reflejen la igualdad de género. Pasó de eso a ser adoptado por la ONU y formar parte de instrumentos transnacionales. El problema fue que pasó de ser una palabra que tenía significado a una de moda que sonaba bien y que todo el mundo quería poner en sus papeles. Ahora puede significar cualquier cosa, desde la compra de un determinado tipo de sujetador deportivo a luchar contra las guerrillas armadas en Nigeria. Cuando un término se diluye de esa manera, desafortunadamente, tiene muy poco impacto. Por eso ya no soy un gran fan de la palabra empoderamiento.

Por otro lado, soy columnista de un periódico paquistaní desde 2009. Durante gran parte de la guerra contra el terrorismo, yo estuve allí y se invertían cantidades increíbles de dinero en Afganistán y Pakistán para esta idea del empoderamiento. Era una situación muy difícil: como feminista diriges un refugio y de repente, el gobierno de Estados Unidos quiere darte 40 millones y quieres aceptarlo, pero al mismo tiempo era un feminismo ‘de goteo’. Es decir, pones dinero desde arriba y te permite hacer cosas, pero como no hay aceptación de los interesados, de abajo, tan pronto como Estados Unidos se fue, o tan pronto como se acabó la subvención, el proyecto se acabó. Se pusieron millones, por ejemplo, en proyectos para que las niñas afganas pudieran aprender a patinar o jugar al baloncesto o cosas que son buenas, pero si hablamos de una sociedad en la que las mujeres no tienen educación básica y viven en zonas muy alejadas, separadas unas de otras, sin atención sanitaria básica, entonces esa priorización es errónea. ¿Por qué se les da prioridad a que jueguen al baloncesto en lugar de a que puedan recibir las vacunas básicas? Por un lado, bombardeas su aldea y, por otro, decides que vas a construir una escuela en algún lugar.

Entiendo que entonces eso desacreditó esa idea del empoderamiento…

Manchó la idea del empoderamiento y del feminismo para toda una región del mundo, de modo que ahora si estás hablando sobre los derechos de las mujeres es algo controvertido y se considera inherentemente pro-estadounidense. Ese fue el otro motivo por el que llegué a la idea de la blanquitud, porque lo que intentaba mostrarles es que lo que realmente rechazan es la blanquitud, no el empoderamiento de las mujeres. Cuando se habla o se discute sobre los principios feministas, inmediatamente se te considera pro-occidental, pro-estadounidense, anti-Pakistán, anti-Afganistán. Por eso es tan importante separar estas ideas, porque está perfectamente bien que la gente se sienta como se siente sobre la blanquitud y el colonialismo, porque esa ha sido la base de su subyugación. Pero decir que todo discurso sobre la emancipación de las mujeres es de alguna manera occidental es incorrecto. Así que ahora el trabajo dentro de estas sociedades tiene que ser, y está sucediendo, observar a las mujeres dentro de sus propias culturas y saber que lucharon estas luchas desde hace mucho y crear una especie de narrativa indígena del feminismo.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/rafia-zakaria-problema-feminismo-blanco-creer-cultura-occidental-adecuada-igualdad_128_11933962.html


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sábado, 1 de febrero de 2025

Mujeres con hachas que reventaron tabernas y el machismo decimonónico

Historia feminista del siglo XIX & WTCU


Fuentes: https://www.pikaramagazine.com

En la primera ola del feminismo anglosajoncéntrica (mediados del siglo XIX, principios del siglo XX), se creó la organización feminista más antigua, grande e influyente de Estados Unidos: la Unión de Mujeres Cristianas por la Templanza, traducido al castellano (Woman’s Christian Temperance Union, WCTU.


[Abro inciso. Si la palabra cristiana te rechina piensa que, en el siglo XIX, las instituciones religiosas eran la escapatoria ante las cárceles de las mujeres, esto es, el matrimonio y la casa. Los conventos eran los espacios no mixtos y feministas de aquella época; los lugares donde tenían acceso a la cultura y al deseo lésbico. Y, si no, piensa en la monja feminista y lesbiana Sor Juana Inés de la Cruz o en las fundaciones religiosas que crearon centros universitarios femeninos cuando las mujeres no tenían acceso a la universidad. Cierro inciso]

La WCTU fue un movimiento social liderado por mujeres cristianas que luchó para despejar el abuso de alcohol de la ecuación de las violencias machistas. Este movimiento rompió a golpe de hacha las tabernas y el arquetipo del ángel del hogar, creando la primera plataforma política y feminista en Estados Unidos. También fue el precursor de la ley de Volstead, conocida como la ley seca, y del sufragio femenino. No es casualidad que a los siete meses de aprobarse una, se aprobase la otra. Tampoco lo es el borrado histórico que invisibiliza el poderío de estas mujeres que hicieron posible la ley seca -estés o no de acuerdo- y el sufragio femenino en un contexto en el que no tenían voz ni voto -literal-.

EEUU: Estados Ebrios Unidos y Ultramachistas

Para conocer cuál fue la gota que colmó el vaso -nunca mejor dicho- y que llevó a las mujeres a tomar medidas frente a la relación directa entre las violencias machistas y el exceso libatorio, se ha de contextualizar la profunda alcoholización que se dio en aquella época.

Las bebidas etílicas estaban presentes en todas las esferas de la vida. Los médicos recetaban alcohol, ya que el agua potable escaseaba y la que había disponible transmitía enfermedades. Las familias granjeras tenían un barril de sidra en la puerta del que tomaban antes de entrar, bebiendo en cada comida, incluso en el desayuno. Se suministraba a trabajadores y tropas su cuota de licor diaria, de manera que los soldados al volver de sus batallas en la Guerra de Secesión se sumaban a la ola de dipsomanía que se extendía por todo el país.

Para 1830, el hombre promedio de más de 15 años bebía el equivalente a 88 botellas de whisky al año. Por aquel entonces, el gasto anual en alcohol, que representaba el 70 por ciento de los ingresos federales, era mayor que los gastos totales del Gobierno. Todo este dinero iba a parar a la industria cervecera y a las tabernas. Estas últimas eran una institución exclusivamente masculina, ya que el consumo de bebidas espirituosas se consideraba (y aún se considera) signo de hombría. De igual manera, se pensaba que la hambruna convertía en hombres a los hijos, quedando los pater familia excusados cada vez gastaban el salario en las tabernas y empobrecían a sus familias.

Sin el derecho al divorcio ni leyes contra el maltrato machista ni el abuso sexual, fueron las mujeres las que sufrieron los estragos del vicio etílico: miseria; golpes; violaciones sexuales; la muerte de sus maridos y familiares por peleas, accidentes y enfermedades derivadas del alcoholismo… Ante este desamparo estatal, las organizaciones femeninas por la templanza fueron una vía para que las mujeres pudieran expresar sus preocupaciones sobre las violencias machistas. En una época en la que no podían votar, miles de mujeres fueron escuchadas políticamente por primera vez en Estados Unidos.

Un bautismo de poder y libertad

En este periodo histórico se podría decir que detrás de una gran mujer siempre había un gran borracho. Algunas de estas legendarias fueron Susan B. Anthony, Eliza J. Thomson, Frances Willard y Carry A. Nation.

Susan B. Anthony, activista por la abolición de la esclavitud y cuyo papel fue fundamental en el movimiento por el sufragio femenino, fundó en 1852 la primera Sociedad de Templanza de la Mujer del estado de Nueva York, después de que se le impidiera hablar por ser mujer en una conferencia sobre la abstinencia. Pero la que alentó a las mujeres a tomar las calles para frenar la venta de bebidas alcohólicas fue Eliza J. Thomson, impulsora de las revueltas de abstemias políticas, conocidas como la Cruzada de las Mujeres.

El 24 de diciembre de 1873, Thomson reunió a 75 mujeres del pueblo de Hillsboroa (Ohio) para ir a las farmacias pidiendo que se comprometiesen, bajo contrato, a dejar de surtir recetas con etanol. Lo mismo hicieron con las tabernas, frente a las que se situaron de rodillas, o con tabernáculos portátiles, a orar y cantar. Tras impedir el acceso y ahuyentar o persuadir a sus clientes, obligaron a propietarios a cerrar sus locales. De esta forma nació la Cruzada de las Mujeres, que luego se extendió, a los pocos días, por 911 comunidades, logrando cerrar unos 1.300 expendios de licor. Fue tal su éxito que en 1874 disminuyeron los ingresos fiscales por concepto de alcohol.

Con estos actos de desobediencia civil, salieron de los parámetros de comportamiento femenino aceptables y de la sumisión. Miles de mujeres que nunca antes habían sentido que podían hacer algo fuera de las casas, se unieron para celebrar, según dijo una de ellas, “el bautizo de poder y libertad”.

Aunque la Cruzada perdió impulso al cabo de un año, consiguió revitalizar el movimiento temperante y conseguir la implementación de las primeras leyes estatutarias que prohibían la venta de alcoholes en ciertos estados. La Cruzada fue la simiente de la Unión de Mujeres Cristianas por la Templanza (WCTU).

La influencer estadounidense del siglo XIX

El 18 de noviembre de 1874 se fundó la WCTU, cuyo objetivo fue, en un principio, lograr la abstinencia total. Los frentes políticos de la organización se ampliaron a partir de 1879, año en el que llegó a la presidencia Frances Willard, destacada feminista y lesbiana (camuflada). Teniendo presente que el consumo excesivo de alcohol era la causa y consecuencia de problemas sociales más importantes y no un asunto personal, introdujo la filosofía “do everything” (hacer de todo). Bajo este lema abogó por la justicia social desde la interseccionalidad.

Francis Willard, en un retrato fotográfico de autoría desconocida
Foto Francis Willard, en un retrato fotográfico de autoría desconocida

Para generar un cambio de conciencia, apostó por la educación, fundando en 1880 el Departamento de Instrucción de Templanza Científica. Mediante este organismo se implementaron en el sistema escolar público programas sobre el alcohol y sus males (un pelín exagerados para meterles el miedo en el cuerpo, todo hay que decirlo). En 1896 la WCTU contaba con 39 departamentos destinados a reformar las leyes laborales, educativas, infantiles y penitenciarias, entre otras muchas.

Durante la presidencia de Willard, la WCTU logró aumentar la edad de consentimiento sexual de siete a 16 años en muchos de los estados, la instalación de fuentes de agua públicas en plazas de todo el país como alternativa sana a las bebidas espirituosas y la apertura de centros para mujeres alcohólicas debido a las recetas médicas.

En 1888 fundó la WCTU mundial. Y es que bajo el liderazgo de Willard, la WCTU se convirtió en la organización de mujeres más grande y progresista del siglo XIX.

Alianza sufragista y su caballo de Troya

Convencida de que el voto les daría un poder real para abordar un amplio espectro de problemas sociales, Willard consiguió que la WCTU respaldase formalmente el sufragio femenino en 1881.

Gracias a ella, la WCTU utilizó la templanza como un trampolín hacia el empoderamiento. A menudo llamaba a la organización la “Universidad WCT”. En ella se capacitaba a mujeres en liderazgo, oratoria y pensamiento político. De este campo de entrenamiento salieron las que luego fundaron la Asociación Nacional de Sufragio de Mujeres Estadounidenses (NAWSA, por sus siglas en inglés). 
Otra de las hazañas de Willard fue persuadir a las mujeres que estaban en contra del sufragio femenino. Para ello construyó un caballo de Troya al que llamó “home protection” (protección del hogar). Para esta campaña creó de forma astuta un lema conservador que vinculaba el sufragio con los dos espacios donde le era más fácil acceder a las mujeres: el hogar y la iglesia.

Consciente de que el hogar y la familia eran las principales preocupaciones con respecto a la ingesta inmoderada de alcohol, empleó esta retórica para tranquilizar a las mujeres conservadoras. De esta forma, logró que pensasen que el voto femenino era una causa digna para defender los valores burgueses y tradicionales sin dinamitar la esfera privada.

Así fue como este movimiento atrajo a más mujeres a la lucha por el derecho al voto que cualquier otra organización, confiriéndoles un papel en los asuntos públicos que nunca más perdieron.

Si los hombres no nos hacen caso, hachazo al canto

A veces hace falta una dosis de amenaza para llamar la atención y que te hagan caso. De eso bien sabía Carry A. Nation, la leyenda del movimiento antialcohólico.

Con un hacha en la mano y en la otra la Biblia, destruyó tabernas convirtiéndose en el terror de beodos y taberneros.

Carry A. Nation tomó este apellido de su segundo marido (el primero murió de cirrosis), para hacer el juego de palabras “carry a nation to prohibition” (llevar a la nación a la prohibición), ya que se referían a la ley seca como “prohibition”. Como presidenta de la WCTU del condado Barber (Kansas) dirigió marchas pacíficas hasta que, harta de no ser escuchada, le dijo a los legisladores: “Si no me dais votos, usaré piedras”. Así que esta agitadora, que se definía como “un bulldog que corre a los pies de Jesús, ladrando a lo que él rechaza”, decidió, por orden divina, cumplir con su cometido.

El 7 de junio de 1900 fue a Kiowa (Kansas) cargada con piedras y botellas camufladas como paquetes y entró en varias tabernas rompiendo barriles, botellas y mobiliario. Cuando un policía la arrestó por daños a la propiedad ella gritó: “No estoy dañando nada, lo estoy destruyendo”. Ya entre rejas dijo: “Me encierran como a un cachorro pero saldré como un león rugiendo y haré que todo el infierno aulle”. Dicho y hecho. En cuanto salió la leona, atacó otra taberna con el arma que se convertiría en su símbolo: el hacha. Con la venta de insignias en forma de hacha y las donaciones recibidas en sus conferencias pagó las multas de sus 30 encarcelaciones. Al poco tiempo, se sumaron a ella centenares de personas, creando el Ejército de Defensores del Hogar con el que cerró unas 100 cantinas.

Cuando la WCTU de Topeka (Kansas) declaró no estar de acuerdo con su método, ella contestó: “Déjenme decirles, señoras, que no saben toda la alegría que pueden llegar a sentir hasta que empiecen a destruir y destruir”. Sin embargo, la mala prensa nubló muchas de las buenas acciones que tuvo con diversos colectivos desfavorecidos. Por mencionar una de tantas, compró una casa lo suficientemente grande para convivir con mujeres que habían perdido la suya a causa de sus maridos alcohólicos, o que habían sido abusadas.

Después de esta perorata histórica propongo un brindis (sin alcohol) por todas estas mujeres que hicieron posible el sufragio femenino y que denunciaron la correlación entre la embriaguez y las violencias machistas, reventando tabernas, la esfera privada y, con ello, el machismo decimonónico.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2025/01/mujeres-con-hachas-que-reventaron-tabernas-y-el-machismo-decimononico/




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martes, 17 de diciembre de 2024

Betty Cuthbert y su récord de oros olímpicos



Hasta el día de hoy, Betty Cuthbert ha sido el único ser humano capaz de ganar el oro en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos Olímpicos. Nadie ha conseguido tamaña hazaña salvo ella. Esta es su apasionante biografía.

Elizabeth «Betty» Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Ermington, un suburbio de Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia.

Betty Cuthbert tuvo una hermana gemela, junto a otros dos hermanos, y su infancia fue feliz. Años después declaró: “Mis padres siempre me alentaron y tuve una buena vida familiar. Siempre nos enseñaron a respetar las cosas y a otras personas”.

Tras asistir a la Escuela Pública de Ermington y a la Escuela secundaria, Cuthbert empezó a trabajar en una guardería e inició su relación con el atletismo, el deporte que la encumbraría a la gloria. Sus entrenamientos se endurecieron rápido y los resultados no tardaron en llegar.

El 16 de septiembre de 1956, con tan solo 18 años, Betty Cuthbert pulverizó la plusmarca mundial de los 200 metros, con un registro de 23,2 segundos, y se convirtió en una de las grandes favoritas para los Juegos Olímpicos de Melbourne de ese mismo año.

Pocas semanas después de su primera gran gesta, Cuthbert no defraudó y, en los Juegos celebrados en su país, consiguió ganar la medalla de oro olímpica en las pruebas de 100 metros, 200 metros y relevo 4×100 metros. Un triple oro olímpico histórico.

En la final de 4×100 metros, la velocista australiana además logró una nueva plusmarca mundial.

Cuatro años después, tras conseguir nuevos logros y plusmarcas, Cuthbert volvió a participar en unos Juegos Olímpicos, los de Roma de 1960, en los cuales tuvo mala suerte. Una inoportuna lesión en la eliminatoria de los 100 metros, obligó a Betty a decir adiós a la competición sin cumplir ninguno de sus objetivos. Un golpe que, sin embargo, sirvió para que la atleta se creciese.

En los siguientes Juegos Olímpicos, los de Tokio de 1964, Cuthbert así pues se vengó de lo ocurrido y, ante un público entregado, volvió a ganar una medalla de oro. Su cuarto oro olímpico. Ganó los 400 metros lisos con un tiempo de 52 segundos.

Con esa nueva medalla, Betty Cuthbert dejó dos récords extraordinarios para la posteridad. El de único ser humano capaz de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad individuales que se disputan en los Juegos. Y el de único ser humano ganador de esos tres oros olímpicos y el de la prueba de relevo 4×100 metros. Hasta hoy, ningún hombre o mujer ha superado ninguno de esos dos registros. Tras su última gesta, Cuthbert se retiró de la competición.

Ya en 1969, los médicos le diagnosticaron a la exatleta esclerosis múltiple, una enfermedad degenerativa. Y, a pesar de eso, esta continuó realizando actividades ligadas a causas humanitarias, entroncadas con movimientos de cristianos progresistas. Cuthbert se convirtió en una defensora comprometida de su enfermedad y en una activista incansable en la concienciación de la sociedad sobre la misma.

En el año 2000, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Sídney, Betty Cuthbert fue una de las portadoras de la antorcha olímpica y, en el 2012, ingresó en el Hall of Fame de la IAAF, la federación internacional de atletismo. Un reconocimiento importante que redondeaba otros anteriores como el de la MBE (Most Excellent Order of the British Empire), es decir la Orden del Imperio Británico, que recibió en 1969.

Betty Cuthbert murió finalmente el 6 de agosto del año 2017, con 79 años de edad, en Mandurah, Australia. Y, al día siguiente de su fallecimiento, la organización del Campeonato Mundial de Atletismo de Londres le dedicó un merecido minuto de silencio.

Después de enterarse del fatal desenlace, la australiana Cathy Freeman, campeona olímpica y mundial de los 400 metros, afirmó acertadamente sobre ella: “Betty ha sido una inspiración. Estoy muy feliz de haber conocido a un modelo a seguir tan extraordinario”.

Marlene Mathews, doble medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 en los que Cuthbert logró tres oros olímpicos, añadió: “Nunca he conocido a nadie que tuviera tanta fe y determinación. Fue esa fe la que la mantuvo en pie durante tanto tiempo y en los momentos más difíciles”.

Poco más se puede decir sobre la gran campeona Betty Cuthbert, el único ser humano que ha sido capaz hasta el presente de ganar el oro olímpico en las tres pruebas de velocidad que se disputan en los Juegos y de añadir además el oro en el relevo 4×100 metros, salvo quizás un deseo de que su memoria permanezca entre nosotros. De que su memoria no se olvide. Parece evidente que así será.



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domingo, 7 de abril de 2024

«Descolonizar el tiempo es renunciar a la acumulación capitalista»

Entrevista a Adriana Guzmán Arroyo educadora popular aymara y feminista

Fuentes: https://www.pikaramagazine.com/

Hemos hablado con Adriana Guzmán Arroyo, educadora popular aymara y referente del feminismo comunitario antipatriarcal en Bolivia, sobre colonialismo, racismo, extractivismo, heterosexualidad obligatoria, familia, comunidad, Estado. privilegios, colores y lenguas minorizadas. Y sobre aprender a levantar la cabeza.


Adriana Guzmán Arroyo es educadora popular aymara, feminista y q’iwsa(no heterosexual, en aymara). Desde pequeña veía los cuerpos de su abuela y abuelo aymaras, su piel, su idioma, su lengua y se sentía muy cerca de ellos, pero no fue hasta después de la masacre del gas de 2003 cuando se reconoció como feminista y aymara, empezando así un camino de ruptura con las ideas coloniales y racistas que se habían ido instalando en su cuerpo.

En 2003, en la masacre del gas lucharon contra el colonialismo, el racismo, el extractivismo, después de que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozadaautorizara la represión contra manifestantes que mostraban su rechazo a la decisión del Gobierno de exportar gas: “Ahora se ha puesto de moda el extractivismo, pero hace 500 años que venimos luchando contra la explotación de la plata, la minería y después la explotación de los hidrocarburos que ha destrozado nuestros territorios, que ha generado una mentalidad capitalista que rompe la comunidad, toda otra forma de vida que tenemos en Abya Yala”, explicaba Adriana Guzmán en Bilbao una mañana lluviosa y gris, después de haber participado en el congreso Nuevas narrativas para una educación feminista y antirracista, organizado por InteRed.

¿En qué momento te diste cuenta que esa lucha contra el extractivismo, el racismo, el capitalismo y el colonialismo era también una lucha contra el sistema patriarcal?

Estábamos en las calles organizadas protestando y cuando volvemos a las casas los compañeros quieren que las casas estén limpias y que las wawas [les hijes] hagan sus tareas, que haya comida caliente. Entonces una gran pregunta fue: ¿quién cuida en la revolución? Entendimos que existía también esta forma de opresión a la que luego le vinimos a llamar patriarcado, como lo han hecho otras feministas también. Para nosotras la masacre del gas fue mirarnos al espejo y reconocernos como aymaras. Queremos ser aymaras, pero no bajo los términos patriarcales que nos va a imponer la heterosexualidad obligatoria, no como la mujer que se calla y agacha la cabeza y va detrás del marido, no como la mujer que solo sirve para sembrar la papa. Queremos vivir bien y no se puede vivir bien si las mujeres vivimos mal, si a las mujeres nos matan o nos violan. Queremos cuestionar la revolución dentro de la revolución. Y no queremos solo participar políticamente, queremos decidir, no queremos ser diputadas solo para decir que hay mujeres diputadas. Logramos que en Bolivia el impuesto directo a los hidrocarburos esté destinado a las universidades. Nosotras queríamos que nuestras wawas estudien en una universidad digna, en un espacio de conocimiento desde los pueblos.

“El patriarcado es un sistema de todas las opresiones, articula el colonialismo, el racismo, el capitalismo, el extractivismo, pero se construye sobre el cuerpo de las mujeres”

¿Cómo fue el proceso de elección en la asamblea constituyente de la palabra en aymara para nombrar el concepto “patriarcado”?

A esto lo llamamos la lucha en el territorio de las palabras, porque venimos de la lucha en el territorio. Lo primero que hicimos fue reconocernos feministas. Nuestros compañeros nos dijeron: “Feministas son las académicas, las europeas. Las indígenas no son feministas”. Fue toda una discusión epistemológica y política donde nosotras decimos que nos llamamos feministas porque recuperamos la palabra y nosotras inventamos un contenido. No es que el feminismo nació en Francia, el feminismo va a nacer en todos los territorios donde luchemos contra el patriarcado. Y ahí llegó la segunda palabra, que era “patriarcado”. Había que discutirlo en la asamblea constituyente. Planteamos que el patriarcado es un sistema de todas las opresiones: articula el colonialismo, el racismo, el capitalismo, el extractivismo, pero se construye sobre el cuerpo de las mujeres. ¿Cómo se ha aprendido que a la naturaleza se le pueden sacar los árboles, el agua, el aire, todo? En el cuerpo de las mujeres, porque nos sacan el agua, el aire, los afectos, todo. Pero estaba otra vez la justificación de los hombres aymaras: “En nuestro pueblo no existe la palabra patriarcado”. La palabra patriarcado no existe, pero la realidad patriarcal sí, ¿cómo se puede llamar? Usamos la palabra pacha usutawa: tiempo enfermo, un tiempo que hace daño. O pacha janiw walikiti: un tiempo que no está bien. Unquq pacha en quechua. Y así en guaraní y en distintos idiomas empezamos a construir estos conceptos de patriarcado, de capitalismo, de machismo, de racismo.

“La propuesta fundamental del feminismo comunitario es autoorganización, autonomía y autodeterminación”

Descolonizar la memoria, descolonizar los feminismos (2019) es el título de tu libro. ¿Qué se propone desde el feminismo comunitario antipatriarcal para llevar a cabo esta descolonización?

La comunidad es contraria al Estado, aunque haya sido un Estado plurinacional; nosotras decimos siempre: “Estado plurinacional solo para transitar a la comunidad”. La comunidad te exige la responsabilidad propia de construir lo que quieres con tus manos. Es imposible que un presidente se haga cargo de 11 millones de personas. La comunidad hoy existe, la comunidad que se autoorganiza, que logra tener agua, que en Bolivia durante la pandemia ha logrado tener medicina y no morirse, ha logrado circular la comida. La propuesta fundamental del feminismo comunitario es autoorganización, autonomía y autodeterminación y entendemos que eso se llama comunidad, un sistema político. Hacer comunidad es renunciar al individualismo, a la acumulación, y por eso nos parece una propuesta antipatriarcal, anticapitalista y anticolonial. La misma importancia tienen las personas como las montañas, las aguas, los animales, los pájaros y todo. En la comunidad en la que las wawas dialogan con las abuelas y los abuelos y se valoran sus conocimientos y sabiduría.

“Estos feminismos que ahora están de moda y hablan de la igualdad y el empoderamiento son funcionales al sistema”

“Leer en las arrugas de las abuelas”, te hemos escuchado decir.

Nuestras mamás y nuestras abuelas han peleado por una vida digna, porque nadie nos maltrate. Nos hemos encontrado con que habían luchado por lo mismo que estábamos peleando nosotras: porque no haya extractivismo, no destruyan la comunidad, no se lleven a las niñas en la trata y tráfico, no maten a las mujeres, no destruyan la naturaleza. Hemos empezado a recuperar la memoria de abuelas en todo Abya Yala. La Tránsito Amaguañadice en los años 30 que “es importante la tierra, es importante el territorio, es importante no tener patrón, pero también es importante que no te cases niña”. Recuperar la memoria de Bartolina Sisala Domitilala comandanta Ramonala María Sabina nos hace tener certeza sobre lo que estamos planteando. Frente a semejantes problemas (contaminación, trata y tráfico, que se lleven a tu hija, a tu sobrina, a la hija de tu hermana, que destruyan tu comunidad, el río y la montaña donde has crecido) que te vengan a plantear un discurso de igualdad de género es insuficiente, es indignante. Estos feminismos que ahora están de moda y hablan de la igualdad y el empoderamiento son funcionales al sistema. Nosotras creemos que los feminismos tienen que ser antisistémicos, antipatriarcales.
Por eso creo que un principio fundamental es que podamos dialogar entre todas las feministas, por más diferencias que tengamos hay que seguir discutiendo y politizando la lucha contra el patriarcado y el extractivismo. No basta que las feministas de Europa se vayan a Bolivia a apoyar la lucha contra la hidroeléctrica o denuncien a la empresa de Bolivia, necesitamos que haya acciones más concretas hacia los bancos que financian esas empresas en Europa, a los dueños de estas empresas, así como nosotras perseguimos a los jueces, a los feminicidas y pintamos su casa. Así creo que tendría que funcionar en Europa, la presión social para que estás empresas vayan reduciendo sus intervenciones en Abya Yala o vaya poniéndose más en cuestión esto.

Hablas también de descolonizar la temporalidad y la linealidad en los feminismos y en la manera de entender los procesos históricos.

Hay un feminismo hegemónico, liberal, blanco que habla de empoderamiento, que dice “supérate”, que dice que el mundo ha cambiado porque hay una mujer taxista, porque ha habido una mujer presidenta o porque hay una mujer negra vicepresidenta en los Estados Unidos. Eso no evita que los Estados Unidos siga matando migrantes, siga invadiendo los territorios o financiando, acompañando a Israel en el genocidio en Palestina. No creemos en estos proyectos lineales de que hay que luchar, capacitarse, formarse, hacer la revolución, tomar el poder y la vida va a cambiar. Esa es una linealidad del tiempo que le ha servido a Europa, pero le ha servido porque ha logrado el desarrollo y las comodidades que tiene ahora gracias al saqueo de nuestros pueblos. Descolonizar el tiempo para nosotras es generar condiciones en la lucha que nos permitan vivir bien todos los días, acabar con las relaciones de violencia, criar a las wawas de otra forma, en comunidad. Para recuperar los saberes, hablar con nuestras abuelas, nuestros abuelos, se necesita tiempo. Si te metes en la lógica capitalista de explotación, tienes que correr en los tiempos de productividad que te marca el capitalismo. Descolonizar el tiempo es renunciar a la acumulación capitalista. En el mundo aymara el tiempo es circular y no es un círculo en sí mismo que se repite, nosotras venimos de la comunidad y por tanto es lógico que podamos volver a la comunidad, porque hay una memoria política, hay una memoria genética, hay una memoria territorial. Toda esa insistencia en que querer hacer comunidad es difícil es una justificación del sistema, hacer comunidad es mucho más fácil que vivir en todo este mundo racista individualista y de explotación.

“Nosotras tenemos que transformar el Estado, porque nuestras hijas van a la escuela pública”

¿Qué ha cambiado en Bolivia con la aprobación en 2009 de la Constitución y con la declaración de un Estado plurinacional y en qué aspectos sientes que se podía haber ido más allá?

Desde 2009 hemos estado en la construcción de la ley de educación y en la construcción de la ley de violencia que habla de patriarcado. Hemos estado en la construcción del plan de salud de las mujeres para vivir bien, en las cumbres de justicia para refundar una justicia que no sea patriarcal, que tenga valores mínimos como los tiene la justicia comunitaria. Hemos visto que el Estado era útil para algunas cosas. En las que no vaya a ir más allá, le pedimos que no interrumpa nuestras luchas. Se ha ido extendiendo el cordón del pueblo aymara que va por todo Bolivia, llega hasta el norte de Chile, hasta el norte de Argentina y se han empezado a discutir, a intercambiar, a recuperar la cultura, la música. Más allá de las fronteras de los propios Estados. ¿Qué necesitamos? Qué el Estado no intervenga. Es mucho más fácil construir esa autonomía, esa reconstitución territorial cuando no hay un Estado que te persigue, cuando hay un Estado que es capaz de hablar de descolonización. Mientras exista, necesitamos que plantee un marco mínimo de lo que necesitamos los pueblos para vivir bien. Yo creo que en algunos lugares de Europa hay una mirada muy esencialista e higienizadora de no tener relación con el Estado. Tienen los privilegios y el dinero para hacer sus iniciativas a parte, una educación distinta, una salud distinta, trabajo de autocuidado autónomos. Nosotras tenemos que transformar ese Estado, porque nuestras hijas van a la escuela pública, porque son nuestros territorios los que se están discutiendo en ese Estado y en esa política pública. Incluso a los Estados fascistas hay que presionarlos, primero para sacar a los fascistas de ahí, lo segundo para que cumplan con las garantías mínimas: educación, salud. Tenemos la Constitución de 2009 y un código penal de 1970. No se ha transformado para llevar adelante esa Constitución. También ha habido un golpe de Estado fascista y racista [en 2019 y que implicó la salida de Evo Morales de la presidencia] para dejar claro cuál es nuestro lugar como indígenas: en las casas como sirvientas. El pueblo se ha organizado y ha logrado sacar ese golpe en un año, pero ese fascismo sigue, sigue organizado, está representado en el Parlamento y hay un discurso de odio racista que ha crecido más. Eso ha impedido que se profundice en la Constitución. Hay una ley en educación que que a mí me parece que es muy importante. Hay procesos de educación que se han estado haciendo con transformación curricular y metodológica, descolonizadora y comunitaria. En el sistema de salud también hay transformaciones para concretar la Constitución. Pero este fascismo, este permanente ataque para generar una inestabilidad al Gobierno ha hecho que el Gobierno también tome una posición conservadora: “No voy a profundizar nada más, hasta aquí llegamos, cuidemos lo poco que tenemos”. Y para nosotras esa no es la forma de cuidar, para nosotras hay que profundizar lo que tenemos, porque sino lo poco que tenemos fácilmente se recicla para el sistema y se pierde.

“El castellano nos impone una forma de entender el mundo y nosotras queremos vivir en otro mundo”

En el congreso Nuevas narrativas para una educación feminista y antirracista has hablado de la importancia de que las lenguas de los pueblos estén en el sistema educativo, no como asignatura, sino en todos lados, como acto de dignidad.

Sí, aprender nuestras lenguas no solo para hablar bien, sino para dejar de pensar, sentir y amar en castellano. El castellano nos impone una forma de entender el mundo y nosotras queremos vivir en otro mundo, queremos construir ese otro mundo. Y recuperar esa otra imagen del mundo es recuperar la lengua para poder pensar, sentir, querer y alimentar la rabia desde nuestras propias lenguas, eso es parte de la descolonización, de la autonomía, de la autodeterminación. Es un acto de dignidad no tener que esconder tu lengua, tu color de piel, tu forma de vestir ni tu forma de comer para poder ser reconocida en el mundo. También presentaste el material didáctico Nosotras somos Abya Yala, un libro para colorear creado por les niñes del feminismo comunitario, para dejar de pintar princesas y hombres araña y pintar a las abuelas de las que vosotras les habláis. En esa discusión sobre las abuelas dijimos “tiene que haber reglas para pintar” y una de las reglas es que no hay un color piel, porque toda la vida han estado con maestras y maestros que les han dicho que había que pintar los dibujos de color piel y ese color piel oficial nunca ha sido nuestro color de piel. Y otra regla era “no hay colores feos ni bonitos, ni vivos ni muertos”, porque como nosotras vivimos en un lugar que es 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar no existe el naranja de los cítricos y el verde de las palmeras. Yo aprendo a amar y a reconocer los colores que hay en mi entorno, los colores como montaña, como agua. El negro es el color fundamental para nosotras, para nuestra ropa, para nuestra vida. Es más, la Wipala, que tiene muchos colores, antes tenía una franja negra en medio que era el color de la vida, de que todo viene de ahí, contrario a lo que las maestras y maestros dicen, que el negro parece un color muerto. En los colores y en las formas de vestir hay lógicas coloniales. Para mí es una decisión política llevar estas ropas, porque me acerca a mi abuela, mi ropa es una resistencia, es un atentado permanente al sistema. En una escuela había un profesor de gimnasia que decía “¿qué tengo que ver con la despatriarcalización?”. Y le decíamos: “Usted encárguese de que las wawas aprendan a no agachar la cabeza”. Porque eso no es casualidad, no es que vivamos en lugares muy altos y agachamos la cabeza para cubrirnos del frío, porque también nos han planteado eso. Este maestro de gimnasia después de un tiempo nos decía: “Qué difícil es enseñar a levantar la cabeza”. Es el cuerpo que está formado por un mundo colonial, siempre pidiendo perdón, siempre sin mirar a los ojos, porque eso te da poder, seguridad en vos misma. Era un proceso de descolonización para el propio profesor, para que cree sus metodologías y ejercicios que a la vez puedan descolonizar el cuerpo, y eso lo hemos hecho mediante la ley de educación, que obliga a las maestras y maestros a despatriarcalizar en cualquier asignatura.

“Nuestra memoria ancestral están estos cuerpos plurales, estos cuerpos que no eran ni hombre ni mujer. La comunidad también ha sido atravesada por el colonialismo, por el patriarcado y por la heteronormatividad”

En el libro Jiwasa / Nosotras: Resistencias chiquitanas, guarayas, moxeñas, aymaras, quechuas, indias, cholas / Disidencias tevis, mujerengues, q’iwsas, qharimachos, ullupakus, machorras, maricas (2019) explicas tu decisión política de ser lesbiana, como parte del proceso de descolonización, un camino de descolonización del cuerpo, el placer y el deseo.

Nosotras cuestionamos la familia, no queremos familia, porque la familia rompe la comunidad, la familia es una imposición colonial. La heterosexualidad es una imposición colonial. Hay información de que nuestros pueblos no eran heterosexuales. Tenemos una memoria no heterosexual en el cuerpo, pero ese deseo es eliminado, coartado por la heterosexualidad desde el colegio y por las iglesias. Yo decido políticamente siendo feminista y comunitaria ser lesbiana, no lo decido antes porque no sabía que se podía. Me he casado a los 16 años y he tenido una hija a los 16 años y después otra, porque pensé que era la única opción para las mujeres. Esta decisión para mí ha significado reconstruir una relación de deseo, de erotismo con otra mujer, una relación que ha sido cargada de prejuicios, de sentir asco por nuestro cuerpo y por el cuerpo de otra mujer, porque el único cuerpo que podemos desear o que puede ser satisfactorio es el cuerpo de un hombre, el falocentrismo. En un mundo patriarcal, el deseo es patriarcal, el erotismo es patriarcal. También ha habido una discusión sobre si soy lesbiana, si esa es la palabra, porque no deja de ser una palabra que viene del griego, de Lesbos. Yo miraba el movimiento feminista, el movimiento lésbico y no la comunidad, donde había también lesbianas. Empezamos a recuperar la palabra q’iwsa en aymara, que son las personas no heterosexuales. Y ahí profundizamos más esa discusión de que la heterosexualidad es una imposición colonial, porque en nuestra memoria ancestral están estos cuerpos plurales, estos cuerpos que no eran ni hombre ni mujer. La comunidad también ha sido atravesada por el colonialismo, por el patriarcado y por la heteronormatividad, y por eso se habla de que somos hijas del padre sol y de la madre luna, de la Pachamama, del tata inti, toda esa heterosexualización y humanización de la naturaleza que es parte de un sistema patriarcal, las cosmovisiones no son antropocéntricas, pero lo parecen, porque sexualizan a la naturaleza por la colonización. Todo eso hemos cuestionado para poder nombrarnos. Sí, como lesbiana, pero fundamentalmente como q’iwsa, como esta resistencia a una heterosexualidad que es colonial, que es dominación, que es explotación y saqueo.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2024/04/descolonizar-el-tiempo-es-renunciar-a-la-acumulacion-capitalista/



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sábado, 18 de marzo de 2023

Programa de mujeres que fortalece la autoestima recibe el 100% de utilidades de venta de productos con causa social

Yanbal espera impactar para el 2030 a 100,000 mujeres a través de su  programa Mujer es Poder.

En el marco internacional del Mes de la Mujer, Yanbal, empresa latinoamericana de belleza, reafirma su compromiso para la promoción y defensa de la autoestima de millones de niñas, adolescentes y mujeres en América Latina con Mujer es Poder, su causa social que marcha desde el 2021 y a través de la cual tienen la misión de brindar formación, herramientas y recursos gratuitos para generar un cambio positivo en la vida de miles de latinoamericanas.

“Un estudio realizado por Kantar en Latinoamérica en 2021, reveló que un 13% de las mujeres se sienten con baja autoestima y solo un 9% en el caso de los hombres. Dada esta problemática, y como compañía responsable cuya misión es cambiarles la vida a miles de mujeres, decidimos aportar un granito de arena, ayudando a elevar la autoestima de mujeres en condiciones de vulnerabilidad. Estamos convencidos que el amor propio es el factor más importante para la salud emocional y, por ende, para el logro de cualquier objetivo, por eso a través de nuestro Programa Mujer es Poder, les brindamos herramientas para elevar su autoestima y empoderarlas y que se sientan capaces de lograrlo todo”, manifestó Angélica Echevarría, jefe de Responsabilidad Corporativa de Yanbal. 

Siendo una necesidad tan importante para el ser humano, nos lleva a preguntarnos ¿Qué factores influyen en el desarrollo de la autoestima?  Marcela Lagarde, investigadora mejicana, propone que la autoestima integra 5 factores: la autocrítica, la responsabilidad, el respeto hacia uno mismo, el límite de los actos y la autonomía. Mientras que Kantar nos dice que existen 5 determinantes de la autoestima: autonomía financiera, autonomía sexual y corporal, libertad de pensamiento y expresión, representatividad y visibilidad, y conexiones sociales.

El Programa Mujer es Poder fue pensado para trabajar en estas dimensiones y desde el 2021 ya ha logrado impactar positivamente en más de 4,500 participantes de las cuales 45% presentó un incremento en su autoestima. Desde el 2022, Yanbal viene impulsando una estrategia de productos con causa; para este año se ha determinado que el 100% de las utilidades de los productos con causa serán destinados a Mujer es Poder con lo cual se podrá incrementar el alcance e iniciativas que permitan fortalecer la autoestima en más mujeres. Estos productos son la Colección “Mujer es Poderlo Todo” que consta de una paleta multifuncional, esmaltes en los tonos Poder Atardecer y Poder Natural, así como los labiales e Hydra lip, labial líquido mate en los tonos Poder Naranja y Poder Nude.  

“Este año decidimos trazarnos una gran meta a largo plazo, queremos lograr que más de 100,000 mujeres al 2030 hayan fortalecido su autoestima a través de nuestra causa social Mujer es Poder; la estrategia del programa social  seguirá siendo la misma, trabajaremos en dos grandes componentes: empoderamiento personal con formación en auto conocimiento y fortalecimiento del ser, crecimiento personal e igualdad de género y salud sexual éste último como el aspecto más determinante en el aumento de la autoestima para la mujer latinoamericana (Kantar) y, desde el lado económico con capacitaciones en el fortalecimiento de capacidades laborales, fortalecimiento de habilidades para emprender y buena ciudadanía”, adicionó Echevarría.  

Como parte de la causa social y con el objetivo de lograr la meta trazada, Yanbal lanzará durante el 2023 una landing donde se podrá acceder a recursos gratuitos. Se trata de un espacio virtual para que cualquier mujer que requiera fortalecer su autoestima pueda hacerlo, a través de un curso de autoestima, charlas cortas, videos informativos, canales de ayuda y más. 

Yanbal, desplegará también este año un Voluntariado Corporativo donde todo su staff participe en los procesos de acompañamiento a las participantes de Mujer es Poder en los países donde actualmente se ejecuta, Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia.








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