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miércoles, 3 de septiembre de 2025

Ecofeminismos: construyendo esperanza en tiempos de incertidumbre

Sabemos que es posible y urgente construir un modo de vida respetuoso con el planeta que permita vivir vidas dignas a todas las personas y seres vivos que lo habitamos en un mundo más justo y sostenible.

El ecofeminismo es una corriente de pensamiento política y un movimiento social; es una filosofía de vida; es una mirada y una práctica que se nutre de los encuentros y posibles sinergias entre ecologismo y feminismo, y se constituye como un movimiento social universal que abraza la diversidad, la pluralidad y las potencialidades de todos los seres vivos.

En este momento de crisis civilizatoria, el ecofeminismo prioriza el sostenimiento de la vida humana y de todos los seres vivos con los que compartimos el planeta, poniendo la vida en el centro y construyendo resistencias y alternativas esperanzadoras hacia un mundo justo, amable y sostenible.

El pensamiento ecofeminista analiza críticamente la cosmovisión occidental que se asienta sobre una matriz patriarcal, capitalista y colonial de ideas y creencias que implica la discriminación de las mujeres y otros sujetos no hegemónicos, y lleva al límite la sobre explotación de la naturaleza y de todos los seres vivos, poniendo en riesgo la supervivencia global.

Desde esta perspectiva, los ecofeminismos cuestionan el modelo de vida capitalista, patriarcal y colonial el cual, para mantenerse, somete tanto a los seres humanos como al resto del mundo vivo:

– El patriarcado, que fundamenta un sistema social construido sobre valores que discriminan a la mujer por considerarla inferior y subordinada al varón. Este pensamiento, denominado androcéntrico, sitúa al hombre como centro y protagonista de la historia y la civilización humana, y a las mujeres y niñas como subalternos al varón. En consecuencia, las mujeres y los hombres tienen asignados en la vida roles de género determinados según su sexo, por lo que cada uno debe cumplir con tareas y funciones pre establecidas por el sistema patriarcal. Este pensamiento se refuerza con una serie de estereotipos de género que tienen matices según las sociedades y momentos históricos.

– El capitalismo es un sistema socioeconómico que responde a la lógica de la dominación y del sometimiento de la vida, donde las relaciones de explotación sobre la naturaleza tienen la misma raíz que la opresión contra las mujeres. Su fin es la acumulación y el beneficio material individual y, para ello, subordina a las mujeres y explota la naturaleza.

– El colonialismo es un sistema basado en la ocupación y control de territorios por una potencia extranjera con el fin último de explotar sus bienes naturales y su población. Bajo ese prisma se ven y tratan a la tierra y los cuerpos desde la exterioridad, la superioridad y la instrumentalidad. Se acompañan además de la imposición de estructuras políticas, económicas y culturales por parte de los colonizadores, quienes suelen considerar a las sociedades sometidas como inferiores en términos sociales, culturales o biológicos.

– El antropocentrismo, creencia que sitúa al ser humano en el centro de la creación y por encima del resto de seres vivos a los que somete y utiliza en su beneficio, permite al sistema capitalista justificar y llevar al límite prácticas depredadoras y ecocidas por todo el planeta, las cuales ponen en evidencia el conflicto capital-vida en el que actualmente estamos.

Cuando unimos patriarcado y capitalismo entendemos cómo bajo este sistema socioeconómico los trabajos de cuidados no tienen valor económico ni social a pesar de ser imprescindibles para la reproducción y el mantenimiento de la vida, tanto la humana como la no humana. Estas tareas representan la base sine qua non del sistema socioeconómico capitalista actual

La perspectiva ecofeminista pone en cuestión los mitos fundacionales del pensamiento occidental hegemónico basada en una lógica dicotómica y jerarquizante: cultura versus naturaleza o razón versus emoción; donde el varón (como sujeto patriarcal) siempre es identificado con la cultura y la civilización y las mujeres y otros sujetos no hegemónicos, con la naturaleza y la esfera salvaje. Además, desde una mirada decolonial, someten a revisión conceptos clave de nuestra cultura muy aceptados hoy en día, tales como el crecimiento económico ilimitado, el beneficio económico individual como finalidad civilizatoria, y el progreso medido en términos de productividad y consumo material. Desarrollan por lo tanto una mirada alternativa sobre el actual modelo social, económico y cultural aportando una perspectiva diferente sobre la realidad cotidiana y la política dando valor a elementos, prácticas y sujetos que han sido designados por el pensamiento occidental hegemónico y colonial como inferiores.

Existen históricamente diferentes corrientes de pensamiento ecofeminista y todas ellas coinciden en denunciar que el modelo económico predominante -el capitalismo neoliberal- no tiene en cuenta los ciclos vitales de los seres humanos ni los límites biofísicos del planeta y sus ecosistemas, ignorando dos hechos evidentes:

– La vida humana transcurre encarnada en un territorio mucho más inmediato y próximo: el cuerpo. Todos los cuerpos, en su naturaleza vulnerable, tienen necesidades que deben ser cubiertas para poder mantenerse vivos. Para poder sobrevivir, sus cuerpos necesitan ser atendidos y cuidados a lo largo de toda su existencia y, especialmente, en algunos momentos de ciclo vital. Son tareas son realizadas mayoritariamente por mujeres. Somos por lo tanto seres interdependientes.

– Como todas las especies, los seres humanos interactuamos con la trama de la vida para obtener lo necesario para mantener la existencia: agua, alimento, energía, minerales, oxígeno, madera, semillas….No hay nada de lo que el ser humano pueda necesitar que no dependa de lo que produce la naturaleza. Podemos decir que no hay vida sin naturaleza. Por lo tanto somos también seres ecodependientes.

Abrazamos un enfoque basado en la sostenibilidad de la vida, perspectiva que combina aportaciones de la economía feminista, las miradas decoloniales y las cosmovisiones no occidentales respecto a la naturaleza y la defensa del territorio, de las comunidades y de las vidas y cuerpos de las mujeres.

La perspectiva ecofeminista proporciona claves para repensar las contradicciones actuales, revertir los imaginarios dominantes y la narrativa hegemónica sobre el mundo y proponer nuevas formas de relación con la naturaleza y entre las personas que permitan caminar hacia una cultura de paz, y hacia un futuro verde y sin violencia.

Por ello, el ecofeminismo lucha activamente para prevenir, denunciar y erradicar la violencia de género contra las mujeres y contra las disidencias identitarias, asi como contra todas las violencias específicas que el patriarcado ejerce con el fin de someter cuerpos y territorios. En esta línea el ecofeminismo se opone activamente, denuncia y rechaza la militarización de las sociedades y la economía de la guerra. Por ello aboga por la defensa de la biodiversidad y la ideodiversidad como estrategias de supervivencia colectiva, siendo imprescindibles para crear comunidades en equilibrio con los territorios.

Igualmente su perspectiva interseccional incorpora enfoques y reivindicaciones de luchas como el sindicalismo, en antirracismo, el antimilitarismo, el naturalismo, el antiespecismo, etc., con las que entreteje visiones compartidas y propone alternativas inclusivas y situadas en la diversidad y complejidad de los territorios y las personas. Por ello las miradas ecofeministas también tienen vocación de inspirar a ciertos movimientos sociales en la construcción de una sociedad bases en la justicia ecosocial.

Desde el ecofeminismo, elaboramos propuestas para transformaciones posibles donde la vida esté en el centro. Desde el reparto de trabajos, tiempos y riqueza, hasta el decrecimiento, transitando por temas como la minería, el derecho a una vivienda asequible y digna, la soberanía energética, la agricultura orgánica y local, la inmigración, etc. Así, el ecofeminismo denuncia y al mismo tiempo propone alternativas en todas las dimensiones de nuestras vidas.

Para el ecofeminismo actual es clave actuar para hacer realidad una transición ecosocial justa donde el sistema socioeconómico priorice los trabajos esenciales y necesarios para el sostenimiento de todas las vidas y la reproducción social de los seres humanos y de los ecosistemas, desde una mirada inclusiva, antirracista y decolonial.

Finalmente, desde el Área Ecofeminista de Ecologistas en Acción creemos que vivimos un momento de crisis múltiples que se interrelacionan y dan lugar a una crisis sistémica o policrisis (sanitaria, económica, social, ecológica, energética…). En este contexto, la mirada y los principios del ecofeminismo son una gran fuerza transformadora, de emancipación, que aportan solidez a los movimientos ecologista y feminista, y proponen una mirada global y esperanzada; cuya ética trata de conciliar nuestras prioridades, necesidades y deseos con principios como la solidaridad, corresponsabilidad, justicia, distribución, equidad, frugalidad, suficiencia, cuidados, cooperación y sostenibilidad.

Sabemos que es posible y urgente construir un modo de vida respetuoso con el planeta que permita vivir vidas dignas a todas las personas y seres vivos que lo habitamos en un mundo más justo y sostenible.

Para contactar con el Área Ecofeminista de Ecologistas en Acción escribe a ecofeminismo@ecologistasenaccion.org


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

viernes, 12 de febrero de 2021

El decrecimiento no es una elección






El decrecimiento no es una teoría, ni una elección posible. Es un fenómeno degradante y suicida de la biosfera, generado por el crecimiento oligárquico, crecimiento del 1% que origina un decrecimiento infeliz sobre el 99%, y lo realiza a partir de dos enfermedades mentales suicidas y pandémicas: la obsesión por la y acumulación y la manía de la hegemonía. Estas dos enfermedades están expoliando y esquilmando todos los recursos planetarios: las energías no renovables (energías fósiles, materias minerales, etc.) y las renovables (el suelo vivo cargado de micro-fauna y nutrientes naturales). Están haciendo decrecer vertiginosamente los recursos del planeta.

En la actualidad ya estamos decreciendo; muestra de ello son: el pico del petróleo, la desertificación subsahariana (que está originando una intensa emigración climática que termina en multitud de muertes en las pateras que atraviesan el Mediterráneo), la salinización masiva del agua dulce de los casquetes polares, contaminación de suelos, agua y aire, etc. Todo esto dará lugar a un multicolapso, que será energético, económico, socio-laboral, cultural, sanitario, de subsistencia, etc.

En esta tesitura, el decrecimiento puede seguir dos rumbos opuestos: un decrecimiento infeliz o un decrecimiento feliz.

a. El decrecimiento infeliz. Consiste en que la élite del decrecimiento oligárquico al ver y comprender que los recursos planetarios empiezan a ser muy limitados, emprendan, para reservarse para ellos estos escasos recursos, unas acciones atroces como lo son: la necro-política y el eco-fascismo, que serán generadoras de exterminio masivo y global de miles de millones humanos. Esto ya lo está practicando Bolsonaro al incendiar las moradas naturales de los pobladores indígenas de la selva amazónica, y con su negacionismo de la pandemia covid-19. Otra necro-política a destacar, entre otras muchas, puede ser la construcción del muro fronterizo gringo-mexicano que condena a la hambruna a millones de latinoamericanos.

b. El decrecimiento feliz. Para evitar mencionado decrecimiento infeliz el 99% deberemos lograr percatarnos de que la única salida de este multicolapso, que ya empezamos a padecer (pandemias y grandes migraciones, hambrunas, calentamiento global, etc.), es decantarnos por sustituir este decrecimiento infeliz por un decrecimiento feliz, basado el la desaparición del crecimiento oligárquico mediante huelga de consumismo, pues el suicida crecimiento oligárquico muere si no vende cosas absurdas e inútiles (seudonecesidades); y también basado en la austeridad global digna y saludable, en el apoyo mutuo, en el localismo emancipante y en el ruralismo como base.

Pero este decrecimiento feliz no podrá nunca realizarse mientras persista el crecimiento oligárquico esquilmador y exterminador. Así que lo primero que hay que hacer, según ya se ha insinuado, es una huelga de consumismo y de trabajo indefinida, sobre todo de consumismo, porque el crecimiento oligárquico morirá por asfixia si deja de vender seudonecesidades e inútiles que inundan todo de mercancías efímeras, como lo son las que se obtienen con la obsolescencia programada.

Sólo a partir del desmontaje y aniquilación de esta gigantesca máquina del crecimiento oligárquico podremos comenzar con el liberador decrecimiento feliz.

Julio García Camarero es doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT. 



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