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miércoles, 23 de marzo de 2005

Los movimientos feministas como motores del cambio social

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Por Sonsoles Cabo Mesonero y Laura Maldonado Román. Universidad de Salamanca

La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres luchando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy próximo fueron negados. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones y éxitos de las mujeres las que permitirán seguir avanzando en la igualdad formal -legal- en unos casos y en la igualdad real -de oportunidades y trato.
Las mujeres, igual que los hombres, tienen opiniones y actitudes políticas e ideológicas muy diversas porque tienen intereses muy diferenciados, pero como seres humanos tienen una serie de derechos comunes que van desde el derecho al trabajo, a la libertad de expresión, a participar activamente en la política, a estudiar, al sexo, y también al merecido descanso después de largas jornadas de trabajo, el derecho al ocio, la cultura y los aspectos lúdicos.
Ridiculizar las cuestiones que afectan a los derechos de las mujeres es una estrategia en la que se han empeñado siempre los sectores más inmovilistas de la sociedad.
Frecuentemente, muchos de los problemas de las mujeres han sido problemas "invisibles", desde la "doble jornada" (en el trabajo y en casa) hasta el llamado "techo de cristal" (barrera no explícita que suelen encontrar las mujeres para alcanzar puestos directivos en las empresas públicas y privadas).
El hecho de intentar mantener a la mujer oculta en casa ha sido una forma de mantenerla oculta. Lo que no se ve no existe. La nueva mujer, la mujer con derechos, se ha hecho presente precisamente al salir a trabajar fuera de casa y al llegar a exigir lo que a una le corresponde sin sentirse mal por ello, en definitiva, ser personas independientes que actúan en consecuencia. Pero en estos momentos en los que la estrategia de ridiculización no se considera políticamente correcta, algunos tienden a adoptar la estrategia del silencio. Se oculta no sólo lo que tiene que ver con el feminismo sino lo que tiene que ver con las mujeres, sus derechos y sus organizaciones.
Lo que está pasando en estos momentos en los movimientos feministas suscita una serie de reflexiones: en primer lugar, el feminismo está actualmente visible básicamente en los ámbitos académicos, en la investigación y en el enunciado de los cambios sociales, pero más escasamente en la opinión pública. Como movimiento social, aparentemente está poco activo.
No podemos decir que no haya mujeres trabajando por el feminismo, reivindicando la igualdad, luchando por ella, pero no se facilita su presencia pública, con el argumento de que no interesa ,que carece de sentido. Ciertos sectores de la sociedad, a los que no les interesa la igualdad, han intentado, aislarlo, ocultarlo. Por eso, han dejado que sea una cosa de mujeres y para mujeres, pero que no merece mucho la pena compartir entre todos.
Sin embargo, las mujeres están saliendo adelante y en muchos países se han dado avances importantes en los últimos años. La principal causa para que esto sea así es que la educación se impone, y en los países más adelantados no sólo se está alcanzando la igualdad en los niveles educativos más altos, sino que es está haciendo con grados de aprovechamiento más fructíferos.
En las sociedades más avanzadas de nuestro tiempo, en general, y los movimientos feministas en particular, son fuerzas vivas y muy activas que difícilmente van a poder ser paradas por muchas estrategias que se invente para contrarrestarlas.
El proceso es tan imparable que la mayoría de la opinión pública ha asumido que se trata de uno de los principales motores actuales del cambio social. Los cambios logrados para alcanzar la igualdad formal y las acciones positivas para avanzar en la igualdad real han sido instrumentos de utilidad para la igualdad de la mujer.
Este es el camino para que interpretemos bien la declaración Universal de Derechos del hombre, que empieza diciendo: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Este es el camino para hacer ciudadanos , es decir, personas libres iguales, autosuficientes, a las que su comunidad reconoce el derecho a ejercer todas sus capacidades y potencialidades, porque ser ciudadano o ciudadana no es sólo tener derechos civiles (libertades), ni sólo derechos políticos (participación en la res pública), es también tener derechos sociales (económicos, culturales y sociales) para poder sentir que todos y todas formamos parte de una comunidad.
LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS
Se considera que los movimientos feministas tienen su origen en la Declaración de los derechos universales de igualdad y de libertad promovidos en la Revolución Francesa y en la Ilustración, donde las mujeres tomaron conciencia de su situación y comenzaron a reivindicar la igualdad en todos los terrenos, tanto en derechos como en oportunidades y no solo para varones.
Recientemente, muchas voces sabias nos dice que el feminismo ya no es necesario porque las mujeres ya han resuelto sus problemas. ¿Es este análisi correcto? es evidente que se pueden dar respuestas diferentes, todas con argumentos convincentes.
En los setenta se afirmaba que el movimiento feminista era un fenómeno nuevo, desde sus propias filas surgió la tesis contraria. Apoyado por le trabajo de las historiadoras, las feministas y con ellas los interesados en los movimientos sociales redescubrieron el sufragismo. El olvido del movimiento sufragistas que contrastaba con la memoria sobre el movimiento obrero del siglo XIX formaba parte de la "invisibilidad" de las mujeres. Un movimiento que había sido importante, potente y que ningún análisis político histórico riguroso podía ignorar, había caído, sin embargo, en el más completo olvido.
El descubrimiento del sufragismo permitió ver que las mujeres no convertirían por primera vez en un movimiento social en los setenta y que por tanto no eran un "nuevo" movimiento. Las mujeres, al calor de la Revolución francesa se habían cuestionado su situación social y el rol que les había asignado. Se comprometieron con la revolución porque pensaron que sus demandas serían atendidas. Mientras los revolucionarios debatían sobre los derechos del hombre, plantearon los derechos de las mujeres indicando que como grupo social tenían una especificidad que debía ser tomada en cuenta. No sólo sus demandas finalmente no se incorporaron a la agenda política, sino que se las persiguió, se las encarceló y, en muchos casos se las guillotinó por defender estas ideas.
Las sufragistas recogieron el testigo es esta generación de mujeres. Aceptaban el análisis sobre la situación de inferioridad de las mujeres, es decir, su discriminación y pedían el acceso al mundo público del cual habían sido excluídas. Si bien, planteaban diversas reivindicaciones como el derecho a la educación y a poder tener un trabajo remunerado, convirtieron a la participación política en el medio para conseguir las otras demandas. El derecho al voto se convirtió, así, en el aglutinante de la movilización de las mujeres. Esto demuestra el respeto al parlamento y a la democracia representativa que tenían, cuando otros sectores sociales consideraban que sus reivindicaciones jamás podían ser atendidas por los parlamentos democráticos y que éstos debían ser eliminados.
El movimiento sufragista se desintegra poco antes de que se les otorgue el derecho ,al voto a las mujeres en muchos países occidentales. Al igual que ahora, conseguido el voto para las mujeres se estimó que el feminismo ya no tenía razón de ser. Sin embargo, a finales de los setenta hay una nueva rebelión de las mujeres en contra de sus situación social que se considera que es discriminatoria. resurge el feminismo como un movimiento social y su movilización no es sólo social, sino que se traslada también a las instituciones políticas económicas y culturales.
En este momento, las reivindicaciones de las mujeres se plantean en tres grandes áreas de actuación, no sólo piden acceso a las actividades y puestos de los que están excluidas.
En primer lugar, señalan que su biología no las condiciona para ser exclusivamente madres. Que tienen derecho a la sexualidad, al control de su cuerpo y a decidir libremente sobre su maternidad.
En segundo lugar, plantean que las relaciones entre los hombres y mujeres tiene un componente de poder.
En tercer y último lugar, señalan que existe una dicotomía entre lo público (la economía, la política y cultura) y lo privado (la familia) y que el rol que tiene en el ámbito privado es tan importante para el funcionamiento social como el público. La familia es también una unidad de producción de bienes y servicios.
En estas tres nuevas áreas de demandas feministas surgen las reivindicaciones concretas que centran las movilizaciones: el derecho al aborto; la paridad como forma de terminar con la jerarquía hombre/mujer y el poder masculino; y la exigencia de que el trabajo doméstico y los servicios que hacen las mujeres en el hogar sean reconocidos y compartidos. Muchas de estas demandas son incorporadas a la agenda de los poderes públicos que comienzan a implementar políticas específicas. Sin embargo, en muchos casos esta incorporación a la agenda pública no ha hecho que las actuaciones cambien efectivamente la realidad. Las estadísticas siguen mostrando que existe discriminación hacia las mujeres.
¿Ha desaparecido el movimiento feminista? Quizás conviene comenzar por recordar que un movimiento social no es un partido político o una organización que mantiene su existencia independientemente del grado de participación, movilización o acceso a los medios de comunicación. Un movimiento social. Esta diversidad es la que ha caracterizado a los movimientos feministas antes y ahora.
Si comparamos las distintas oleadas feministas lo que tienen en común sus demandas es que se basan en la constatación de que el sexo biológico se convierte en género social. Es decir, el hecho de ser mujer no es sólo un fenómeno biológico; sobre la biología se le construye un rol social y unos ámbitos de participación que constituyen su género. A este género se le asigna un estatus inferior que se traduce luego en la discriminación. Las sociedades y su organización social, económica y cultural ha cambiado históricamente. Sin embargo, en cada caso se ha mantenido esta jerarquía entre los géneros y esta discriminación. Por eso el feminismo reaparece a través del tiempo. Como la expresión en cada período histórico es diferente, las mujeres se han encontrado con discriminaciones de diferente tipo y en cada uno de los períodos de "resurrección" del feminismo se plantean reivindicaciones específicas.
Existe un movimiento de mujeres que es más amplio que el movimiento feminista. Esto es verdad. Pero no se puede olvidar que las conquistas de las mujeres han estado asociadas a la movilización feminista. Si hoy muchas mujeres no feministas o antifeministas tienen derechos políticos y pueden realizar otras actividades en el mundo público, es porque otras mujeres, las feministas lucharon por ello, en algunos casos dejando su vida en el camino.
LA MUJER ESPAÑOLA
La situación de las mujeres en los últimos años del siglo XX en este país. Todas estas mujeres parecen que han conseguido la igualdad con respecto a los hombres, pero esto es sólo apariencia. Las libertades y los aspectos en los que estas mujeres han logrado la equiparación con el grupo masculino en realidad sólo representan la espuma de la sociedad y todo ello, por tanto, no representa una situación de igualdad sino solamente la apariencia, en aspectos concretos y formales, de esta pretendida equiparación.
La situación de las mujeres del llamado primer mundo es muy semejante aunque hay matices que diferencian diversos grupos atendiendo a la clase social, al nivel cultural, al nivel de desarrollo político del país en el que reside, etc.
La clase social, el nivel cultural, el espacio geográfico concreto en el que habita, la religión dominante y la fuerza de la misma en la sociedad, el desarrollo político, etc., son, entre otros factores, categorías de análisis de las que no se puede prescindir al valorar la situación femenina, pues también es muy diversa según los diferentes grupos que se deducen de las anteriores categorías citadas. Por todo ello e insistiendo en lo anteriormente dicho, la situación femenina no puede generalizarse ni siquiera dentro del propio Estado español. A pesar de ello, todas las mujeres, en mayor o en menor medida, tienen algo en común, esto es la subordinación al género masculino. Esta subordinación ofrece variadas perspectivas y mayor o menor intensidad, pero todas las mujeres sufren y muchas de ellas pugnan por eludirla, lamentablemente no todas.
Tampoco puede olvidarse el nivel laboral e incluso la situación familiar de cada mujer para poder definir su grado de subordinación y las posibilidades de igualdad con el grupo masculino. Todo esto es matizar demasiado pues llevaría a la afirmación de que cada mujer es una situación determinada y diferente y, aunque hay cierta verdad en esta afirmación, una cierta globalización puede hacerse y es útil para intentar un acercamiento a la situación actual de las mujeres españolas.
Sólo un grupo muy reducido puede demostrar a la sociedad su emancipación con respecto a los hombres de su familia. Es una minoría integrada por mujeres encuadradas en los grupos privilegiados. Son mujeres que gozan de una desahogada situación económica debida a su origen familiar o a su condición de buenas profesionales de cualquier ámbito. Pero esta mujeres que socialmente se desenvuelven solas, con autonomía y libertad, son una minoría si se tiene en cuanta a la totalidad del país. La mayoría de las mujeres españolas viven en sus casas dedicadas a las tareas domésticas. Esto no es impedimento para que también tengan una actividad laboral fuera de sus casas cuando la unidad familiar requiere su colaboración económica. Estas mujeres sufren la presión social que las responsabiliza de todo lo doméstico, a pesar de ser buenas profesionales. El patriarcado mantiene la asignación de tareas, y aunque tolera que desempeñen trabajos públicos remunerados, de cualquier nivel, desde registradoras de la propiedad hasta asistentas por horas, esto se debe a que en cada caso la economía familiar precisa de su contribución pero no las exime del cumplimiento de sus obligaciones familiares.
Esta actividad laboral de las mujeres puede inducir a pensar que las mujeres han logrado la igualdad con los hombres pues se les permite acceder a cualquier puesto de trabajo. La ley defiende esta situación que en realidad es una falacia, puesto que, aunque existe la posibilidad teórica de acceder a cualquier puesto de trabajo, hay que valorar las posibilidades reales que tienen las mujeres para ello. Pero además, hay que reconocer que esto supone una doble carga, ya que no se les exime en la mayoría de los casos, como antes señalaba, de sus obligaciones domésticas, que no suelen compartirse. Su trabajo les permite gozar de los bienes suficientes para comprar ayuda doméstica en algunos casos, pero la mayoría de las mujeres trabajadoras soportan la doble jornada, el cumplimiento de ambas obligaciones, profesionales y domésticas.
Por tanto, aunque hay libertad laboral y en teoría las mujeres se han equiparado en este aspecto con los hombres, esto oculta una situación injusta, pues las profesionales femeninas siguen siendo responsables de las tareas domésticas, cosa que repercute en su actividad laboral sobre todo en las actuaciones relacionadas con la promoción, ascensos, etc. Junto a esto, es necesario valorar también las dificultades y costes que las mujeres han sufrido para conseguir un puesto de trabajo y si han sido equiparables a las de los hombres de su mismo nivel. Habría también que valorar la cualificación de cada uno en niveles semejantes.
Mi segundo punto de reflexión, que aunque las posibilidades laborales para las mujeres no suponen la igualdad con los hombres, si son una vía de acceso a la libertad. Esta es una idea muy importante, sobre todo para las mujeres delas jóvenes generaciones. La mayoría de ellas luchan por tener su puesto de trabajo y ser independientes. La situación es muy diferente para las mujeres nacidas en los años cuarenta y cincuenta. De este grupo es sólo una minoría las que han accedido al mundo laboral. La mayoría permanece como amas de casa, que es para lo que se les había educado, tanto las de las clases altas como las de las bajas. Las que no han accedido al mundo laboral dentro de las clases altas, cuando los hijos son mayores, las más inquietas llevan a cabo algunos trabajos eventuales y subsidiarios y las de las clases inferiores, si las necesidades económicas familiares lo requieren "echan horas" en alguna casa.
La situación es muy diferente según la edad de las mujeres. No puede considerarse un solo modelo o una sola mentalidad femenina, hay que tener en cuenta todos los cambios políticos y socioeconómicos que se han desarrollado a lo largo del siglo XX y que han influido en la evolución de la educación y actividad de las mujeres.
La guerra civil del 36, había sacado a las mujeres de sus casas y las había llevado a trabajar ocupando los lugares de los hombres que combatían. Luego fue difícil que volvieran de buen grado a sus casas, perdiendo la libertad que habían tenido. Otro hecho importante fue el mayo del 68. En él se planteaba un nuevo pensamiento para la sociedad occidental. Los/as niños/as que nacieron a partir de entonces fueron educados a partir dentro de otros esquemas mentales; bien es cierto que no siempre, pero sí en bastantes casos. Esto ha dado lugar a que las mujeres y algunos hombres hijas/os de aquel acontecimiento, tengan una mentalidad diferente. Esta situación para el caso español se unió a la llegada de la democracia a partir de 1975. Todo ello ha dado lugar a que se hay producido un importante cambio para estas nuevas generaciones. Ahora casi la totalidad de las mujeres son conscientes de que no debe haber restricciones a su proyección social y que no tienen porque estar subordinadas a maridos, padres, hermanos, hijos, etc. Por ello lucha y reivindican la igualdad de derechos, obligaciones, etc. Además, como algunos hombres son conscientes de esta situación, sería deseable que todo ello tuviera una proyección social que ofrezca un futuro mejor y más justo para las mujeres.

sábado, 5 de marzo de 2005

Ni Putas ni Sumisas. El sexo en los guetos urbanos.


Por Fadela Amara




Texto extraido del libro "Ni putas ni sumisas" sobre la creación de este movimiento feminista. Un movimiento de denuncia de la violencia y la opresión que las jóvenes inmigrantes viven en los barrios marginales, que ha levantado ampollas pero que también ha roto el tabú.



El sexo en los guetos urbanos. Fadela Amara
La sexualidad en las barriadas obreras siempre ha sido un tema tabú, y, precisamente por ello, se ha convertido en una cuestión fundamental: el sexo ha pasado a ser objeto de todas las conversaciones, de todos los fantasmas, pero sin referencias y sin libertad. Cuando yo era adolescente no se hablaba de ello con los adultos, y ni siquiera se abordaban las cuestiones relacionadas con la pubertad, como, por ejemplo, la primera regla. Una chica descubría su cuerpo y sus transformaciones por sí misma. Afortunadamente, en el instituto nos daban clase de educación sexual y allí podíamos hacer preguntas, entre dos ataques de risa tonta. Cuando ya tenían la regla, las cosas se hacían más difíciles para las chicas. Lo único que sus madres les decían podría resumirse en los siguientes términos: "¡Se acabaron los chicos!". Una joven decente no podía andar por la calle porque corría el riesgo de quedarse embarazada. Era el único discurso vinculado con la sexualidad que las chicas oían. De lo demás, de todo lo referente al acto sexual o a la vida amorosa, era imposible hablar.
Fuente de violencia Veinte años más tarde, la situación ha empeorado. En las barriadas obreras no existe prácticamente otra educación sexual que la que se recibe a través de las cintas de vídeo porno que pasan de mano en mano. Una vez más, estoy convencida de que el papel de la educación pública francesa es fundamental. Para paliar las carencias, la escuela ha de desempeñar un papel motor en la educación, en su sentido más amplio, de los futuros ciudadanos. Por eso las clases de educación sexual que se imparten en los centros escolares han de ampliarse para abarcar cuestiones como el deseo, el placer, el respeto al compañero o a la compañera, cualquiera que éste o ésta sean, y no abordar sólo la prevención del sida, por muy importante que la cuestión siga siendo hoy.
Más allá de la miseria cultural, una auténtica miseria sexual hace estragos en los suburbios, y esta frustración ha alimentado la violencia. Para seducir a otra persona, para construir una relación, al menos hay que poder acercarse a ella, que se produzca un intercambio en un ambiente sosegado. Esto se ha vuelto imposible en las barriadas obreras, donde la mixidad ha desaparecido. La presión moral que se ejerce sobre las chicas es increíblemente fuerte y cualquier relación amorosa queda adulterada. El imperativo de la virginidad pesa en la vida diaria de las chicas, que saben que más les vale que no las desfloren, pues de lo contrario pagarán un altísimo precio. Una chica que se ha acostado pierde su reputación. Toda la barriada se entera y la chica lleva la infamia como si fuera una marca impresa con un hierro candente. No es una chica decente, sino una chica fácil, a la que llaman guarra y a la que tratan como si lo fuera. A partir de ahí, los tíos de la barriada pueden permitírselo todo con ella.
En semejante sistema de relaciones, entre chicos y chicas sólo puede haber historias de amor cojas, llenas de malestar y de prejuicios. Lo que debería ser una relación natural, espontánea. se vive como una transgresión, un pecado susceptible de provocar una sanción por parte del tribunal social. ¡A lo que se suma el rechazo de los demás y la amenaza de un castigo divino! A las relaciones amorosas les cuesta desarrollarse en las barriadas obreras. A los chicos tampoco les resulta sencillo vivirlas. Cuando un chico está enamorado -aquí decimos que está quécro-, los demás le consideran como un bufón, por eso hará todo lo posible por ocultarlo. Y es que en la tribu masculina los sentimientos se consideran signos de debilidad y sólo priman los valores viriles. Un chico enamorado puede ser muy tierno con su compañera en la intimidad y tratarla como un felpudo en público. Para una chica, salir con un chico que pertenece a una pandilla puede convertirse enseguida en un infierno, porque los demás chicos siempre se entrometen.
He podido observar esta transformación con ocasión de discusiones cara a cara con chicos jóvenes. Cuando están solos saben mostrarse tranquilos, dulces, atentos. Algunos pueden hacer declaraciones extraordinarias, recitar poemas, escribir cartas que parecen de Alfred de Musset en la jerga de los suburbios. Pero en cuanto se les unen los amigos, sufren una metamorfosis: cambian de lenguaje y de actitud frente a las chicas, e inmediatamente integran la violencia como forma de expresión. Cuando los hombres están en grupo, la agresividad vuelve a dominar. Un chico también procurará no salir con las hermanas de sus amigos, porque esa relación se percibiría como una traición. A veces se producen historias del tipo Romeo y Julieta al pie de las torres de pisos: una chica y un chico del mismo barrio, criados juntos, se enamoran, pero no pueden vivir su historia porque el chico no puede hacerle eso a su colega.
Para demostrar su conformidad con el modelo de macho, los chicos se hacen los duros y se jactan de "consumir amiguitas". Algunos, claro está, no comparten este modelo, pero, para que les dejen en paz, hacen gala de un comportamiento idéntico. Por consiguiente, un ligue nunca dura mucho. Los más duros durísimos tratan a las chicas como objetos que se pueden pasar de unos a otros. Algunos incluso llegan a compartir a su amiguita y a urdir auténticas trampas para ganarse la aprobación del grupo. Son los fenómenos de las violaciones colectivas, que en ocasiones van acompañadas de actos vandálicos. Samira Bellil lo explica perfectamente en su libro, y también recogimos, con ocasión de la Marcha, algunos testimonios terribles, como el de una directora de instituto que nos contó que, unos años atrás, dos de sus alumnos, hermano y hermana, habían muerto la misma noche. El chico tenía 15 años, y su hermana, 13. "Aquella noche", nos explicó, "unos amigos vinieron a buscarlo a casa porque organizaban una violación colectiva en unas chabolas que había no muy lejos de allí. Eran tíos de otro barrio, a los que no conocía demasiado, pero se fue con ellos. Cuando llegaron al lugar, la violación ya había empezado. Y ella era su hermana. Entonces perdió los estribos, corrió a casa, cogió el arma de su padre, volvió al lugar y se puso a dispararles a todos, empezando por su hermana, y luego a los demás. Por último volvió el arma hacia sí y se pegó un tiro". Pero no ocultaremos la verdad: las violaciones colectivas no son ninguna novedad y no se producen únicamente en las barriadas obreras. También existen en los buenos barrios, sólo que se habla menos de ellas. (...)
La obligación de la virginidad Para poder vivir su vida sentimental, las chicas se las arreglan como pueden. Por lo general, evitan salir con un chico de su barrio y buscan amigos en otra parte, pero entonces la relación ha de permanecer oculta. Tiene un solo lema: "Para vivir felices, vivamos a escondidas". Cualquier ligue ha de llevarse en secreto. Incluso fuera de la barriada, mostrarse en público de la mano de un hombre significa exponerse a mucho riesgo.
Hemos tenido numerosos testimonios de este infierno en la Maison des Potes. Historias de hermanos que le ajustan las cuentas al chico y luego le dan una paliza a su hermana. Y para verificar que la chica no ha "tenido un desliz", el padre solicita un certificado de virginidad. Parece de otros tiempos, pero es una amarga realidad. En los barrios, hoy día, hay médicos especializados en la emisión de certificados de virginidad. Algunos lo practican por convencimiento, pero la mayoría lo hacen sobre todo porque saben que firmar falsos certificados de virginidad es la única manera de librar a las chicas de unas represalias que pueden ser terribles. Sin embargo, esta verificación no absuelve totalmente a la joven, que deberá pagar un precio, al igual que su madre, a quien incumbía la tarea de vigilarla. Entonces llegan los golpes, la reclusión en casa y a veces el envío al pueblo o un matrimonio forzoso. Los hombres de la familia hacen todo lo preciso para "salvar el honor" de ésta y de su apellido. El castigo puede llegar hasta el caso extremo del asesinato.
Porque la obligación de la virginidad mata a las chicas en las barriadas obreras, tanto en sentido literal como figurado, porque también sofoca toda libertad. El himen se ha convertido en el símbolo de un cuerpo reservado sobre el que gravita el honor de una familia, de una comunidad. Los hombres se han apropiado del cuerpo de las chicas, han pasado a ser sus cancerberos. Y ello no afecta sólo a las chicas de origen inmigrante: las jóvenes francesas de pura cepa también son a menudo víctimas de ello. Los testimonios que recogimos con ocasión de la Marcha de las Mujeres contra el Gueto y por la Igualdad nos revelaron que las jóvenes francesas viven las mismas experiencias que sus amigas procedentes de la inmigración. Cuando estas jóvenes salen de sus casas, se acaba para ellas la libertad. En el seno de la familia tal vez puedan hablar de sexualidad, de sus relaciones con los chicos, pero en cuanto cruzan el umbral del hogar familiar pasan a ser como las demás y viven exactamente la misma violencia. Están igual de vigiladas y sometidas al control masculino y al tribunal de la comunidad. La condena será igualmente brutal si se sabe que salen con un chico y que han tenido relaciones sexuales.
Esta opresión que viven las mujeres ha cambiado profundamente las prácticas amorosas y sexuales. Hemos asistido a una auténtica vuelta atrás y los comportamientos machistas se imponen nuevamente en el seno de las parejas. Se trata de la implantación de un nuevo orden moral que toma a las chicas como rehenes. Ello no impide que haya relaciones sexuales -muchas chicas, con velo o sin él, las tienen-, pero éstas han de plegarse a determinadas condiciones. Como han de conservar su virginidad para preservar el honor de la familia y del barrio en general, las jóvenes se ven obligadas a vivir una sexualidad oculta, que desgraciadamente pasa a menudo, sobre todo en las primeras relaciones, por la sodomía. Y si empleo la palabra desgraciadamente no es por establecer un juicio moral, sino porque ellas lo viven muy mal. Todos los testimonios recogidos en el Livre blanc redactado para los Estados Generales lo ponen de manifiesto.
Es muy duro oír a una chica de 16 o 17 años, muy enamorada de su chico, hablar de su temor de que éste la deje si ella se resiste a hacer el amor con él. Es contradictorio, pero la vida en las barriadas obreras también se compone de esas cosas. La mayoría de las chicas acepta tener relaciones sexuales a condición de preservar su virginidad y se dejan sodomizar con regularidad. Nos cuentan que esta forma de sexualidad no les proporciona ningún placer y que lo viven como una obligación. Lo único que hacen es someterse para satisfacer el deseo de su compañero. (...)
La distancia que pueda haber entre mi generación y la de ellas me parece vertiginosa. Nosotras luchamos por conquistar el derecho a vivir nuestra sexualidad. Aunque el tema fuera tabú, las familias aceptaban tácitamente las relaciones que teníamos con nuestros compañeros. Todo el mundo lo sabía, pero formaba parte de lo que no se decía.
Las primeras acciones En la Maison des Potes de Clermont-Ferrand creamos en 1989 una comisión de mujeres de la que me nombraron responsable porque yo conocía bien la situación de las chicas en las barriadas obreras, pues yo misma la había vivido unos años antes. En el marco de esta comisión quisimos hacer frente a los problemas ligados a la falta de libertad de movimiento que tenían las chicas en dichas barriadas. También quisimos gestionar problemas delicados: beurettes en situación de ruptura familiar, chicas que se quedaban embarazadas... Estas situaciones resultaban muy duras para la época, pero aquello no era más que el principio: las cosas aún empeoraron. A la mayoría de las chicas que recibía en el servicio de atención permanente las conocía desde que eran niñas. Resultaba duro oír a una chavala a la que había visto crecer que estaba embarazada y ver el pánico que aquello le generaba. Reprochaba duramente a las asociaciones y al sistema nacional de educación que no hubieran visto emerger el problema de la sexualidad en las barriadas obreras y en las familias, donde la cuestión ni siquiera se mencionaba.
Lo que empecé a percibir y que me asustó mucho fue que no íbamos a tardar en presenciar explosiones agresivas. Para nosotros, aunque no tuviéramos años de estudios, había quedado claro que llegaría el momento en que aquella escalada de la violencia alcanzaría un punto álgido. Que la cosa no iba a quedarse en la prohibición de salir, ni siquiera en los insultos o los empellones. Los miembros de la comisión de mujeres y yo denunciamos este proceso de escalada de la violencia, pero sin saber cómo hacer para detenerla, porque no contábamos con los medios necesarios para combatirla.
Entonces seguimos intentando desarrollar nuestras actitudes a favor de las chicas y de las mujeres. Contábamos con la ayuda del Ayuntamiento de Clermont-Ferrand; de Michèle André, secretaria de Estado de los Derechos de las Mujeres del Gobierno de Rocard, que nos escuchó, y de Michel Charasse, persona indispensable que siempre ha estado presente en los momentos difíciles. Pero, al mismo tiempo, éramos conscientes de que aquello no bastaba. Que no se podía actuar contra esta violencia mientras no se detuviera el proceso de guetización. Que era preciso desarrollar una verdadera política, con los medios pertinentes, para desenclaustrar a las barriadas obreras y mezclar a las poblaciones, social y étnicamente. Teníamos el convencimiento de que, desde que se había empezado a hablar del malestar de los suburbios en la década de los ochenta, desde lo acaecido en las Minguettes, que había desembocado en particular en la Marcha de los Beurs, el objetivo seguía siendo el mismo: romper los guetos era la única vía para solucionar una parte de los problemas de violencia. Si nos hubieran hecho caso en aquella época, tal vez la situación no habría degenerado hasta este extremo.
Las primeras explosiones agresivas fueron sofocadas y no se oyó hablar de ellas o acaso muy poco. Pero nosotros ya las habíamos localizado. Se produjeron secuestros y repatriaciones, matrimonios forzosos e incluso asesinatos de hijas descarriadas. Tratamos de alertar a las autoridades públicas, a los políticos, pero nadie nos escuchó. Luego, en noviembre de 2002, pasó lo de Sohane, aquella joven de 18 años que fue quemada viva por un chico en un cuarto de basuras en Cité Balzac, Vitry-sur-Seine. Enamorado despechado o lío entre jóvenes: el móvil todavía no se ha esclarecido del todo, pero el asesinato provocó una convulsión en la opinión pública. A los dos días se convocó una marcha silenciosa, a la que se unieron muchísimos jóvenes de los barrios que acudieron a rendir homenaje a Sohane y a decir "¡basta ya!" a la escalada de la violencia. También a consecuencia de esta tragedia, en junio de 2003, se constituyó un colectivo denominado Féminin-Masculin cuyo objetivo es promover el respeto a las mujeres en las barriadas obreras. Por consiguiente, el asesinato de Sohane marcó un punto de inflexión, pero nosotros ya éramos conscientes de la situación y habíamos empezado a reaccionar bastante antes.
Cuando en el año 2000 entré a formar parte del equipo nacional de la Federación de las Maisons des Potes, con el cargo de responsable de la Comisión Nacional de Mujeres, hice mucha presión para que convirtiéramos la cuestión de las mujeres en una de nuestras campañas nacionales. Además, en diciembre de 2000, me eligieron presidenta de la Federación de las Maisons des Potes, con el siguiente proyecto: centrar prácticamente todo nuestro trabajo en la cuestión de las mujeres. Estaba convencida de que el hecho de abordar como prioridad el problema de la situación de las chicas permitiría intervenir en todos los parámetros de lo que se denominaba el "malestar de los suburbios". Atacar dicho malestar desde el punto de vista de las mujeres significaba plantear el marco político. No era más que una forma nueva de abordarlo. Ya no se hablaba de un malestar impalpable, difuso, irracional, sino de personas, de chicas en situación de desamparo extremo. Ya habíamos tenido muchas conversaciones con Malek Boutih cuando era presidente de SOS Racisme; por cierto, fue una de las personas que nos apoyó activamente. Habíamos percibido claramente que, más allá de las acciones que desarrollábamos para reforzar la cohesión social y favorecer la integración republicana, existía una preocupación con respecto a la cuestión de las mujeres. Así es que, a partir del año 2000, empezamos a crear comisiones de las mujeres por doquier en las Maison de Potes y asociaciones afiliadas en todo el territorio nacional.
Pero los equipos eran reducidos y las demás actividades también requerían tiempo. Me di cuenta de que aquello no bastaba y que era preciso actuar más enérgicamente. Fue entonces cuando decidimos organizar para las mujeres de los barrios un seminario de formación sobre el feminismo y su historia. (...) El desafío era tremendo, pues, en estas barriadas, a las chicas les importa un pimiento el tema. Para ellas, el feminismo no tiene ningún sentido. Ir a hablar del derecho de cada cual a elegir su vida, de anticoncepción, de independencia económica en los barrios era una pura quimera.
A raíz de este seminario y de las peticiones de palabra y los debates trabajamos durante todo el año 2001 en la preparación de los Estados Generales de las Mujeres de los Barrios, al tiempo que proseguíamos las actividades habituales de la federación (comidas en los barrios, campamentos internacionales de solidaridad, venta de abetos de Navidad, etcétera). En otoño de 2001 organizamos por todo el territorio nacional Estados Generales locales que, en realidad, eran reuniones públicas (...) El objetivo fundamental era que todas las chicas se concienciaran de que no estaban aisladas, de que la situación que ellas vivían se repetía en todos los suburbios. (...)
’Ni putas, ni sumisas’ A raíz de aquellos Estados Generales, en marzo de 2002 publicamos un llamamiento que titulamos Ni putas, ni sumisas, y que se tradujo en una petición nacional. Habíamos reflexionado detenidamente sobre cómo lo íbamos a firmar: ¿cómo hallar un lema que marcara las mentes, sensibilizara a la opinión pública y a los políticos, y sobre todo que abriera los ojos a miles de chicas? La expresión "todas putas menos mi madre" nos parecía la ilustración misma de la manera en que los hombres consideraban a las mujeres en los barrios. Pues no, no éramos putas, pero tampoco éramos las muchachas sumisas que se suponía en el exterior. Estábamos hartas de oír que si a las mujeres de los barrios se las trataba tan mal era porque no se rebelaban. Y por eso elegimos ese lema, Ni putas, ni sumisas, que probablemente escandalizó a algunas personas, pero que tenía el interés de ser eficaz.

jueves, 16 de diciembre de 2004

El ecofeminismo: una opción real de transformación social


Por Teresa Mª. Gómez-Pastrana Jimeno
Artículo publicado en El Ecologista, diciembre 2004
Las movilizaciones de mujeres ante diferentes conflictos ecológicos son una realidad evidente. Cada vez existe una mejor organización y resultados concretos alrededor de dichas actuaciones, al mismo tiempo que un marco teórico que las sustenta, el ecofeminismo.
Con la sociedad industrial ha aumentado la complejidad, la frecuencia y la magnitud de los impactos ambientales. Los numerosos síntomas de la degradación y desequilibrios del medio ambiente natural -alteración del sistema climático, agotamiento de la capa de ozono, contaminación de la atmósfera, pérdida de biodiversidad, deforestación, erosión, desertificación…- no pueden ser tenidos en cuenta olvidando su relación con otros aspectos como el aumento de la población y la pobreza asociada a ello, su relación con la tensión Norte-Sur o su impacto sobre la salud de los seres humanos, entre otros efectos sociales.
La degradación ecológica contribuye a ensanchar la brecha entre los diferentes grupos sociales actuando sobre sus condiciones iniciales y creando otras nuevas que amplían las bolsas de pobreza y hacen a los pobres aún más pobres. Los efectos de la degradación ecológica inciden directamente sobre las desigualdades, haciendo más evidentes los desequilibrios socio/económicos entre estados, entre regiones y entre los grupos sociales, instigando conflictos latentes.
Todo ello ha sido ya denunciado desde los años 60 por el movimiento ecologista. La eclosión de la conciencia ecológica se ha ido perfilando en numerosos informes (Club de Roma, Brundtland) y conferencias (Estocolmo, Río de Janeiro, Johanesburgo) con diferentes resultados reales.
Al mismo tiempo, las desigualdades sociales de género también han sido reivindicadas por los grupos feministas que han conseguido grandes avances para una población que ha sido marginada desde siempre. Sin embargo, a pesar de los numerosos avances recientes, aún se habla de datos recogidos por Naciones Unidas donde las mujeres sólo poseen el 1% de la propiedad mundial y realizan las dos terceras partes del trabajo mundial por un 5% de los salarios que se pagan.
Nos movemos en una asimetría de poder y reconocimiento de las mujeres donde existe una distinción entre el ámbito público y doméstico que revela una realidad social: no es lo mismo trabajar en un espacio socialmente reconocido (ámbito público) que en espacios donde ese reconocimiento no está manifiesto (ámbito doméstico). El movimiento feminista ha ido incorporando este planteamiento a una realidad donde los análisis sociales van cada vez más orientados a dar respuestas concretas a problemáticas que se entrecruzan y que necesitan resultados desde numerosos puntos de vista. La complejidad de los problemas ambientales, unida a la complejidad social, busca respuestas intentando unir planteamientos.
El ecofeminismo es una respuesta más que intenta aunar esta nueva visión a la que nos enfrentamos. Ante la situación concreta del aumento de los impactos ambientales y su relación con la desigualdad social y de género, la corriente ecofeminista está intentando dar voz a estas nuevas posibilidades de ver el mundo, al mismo tiempo que es un nuevo intento de diálogo de dos posicionamientos críticos de gran relevancia para el nuevo siglo, el ecologista y el feminista.
La diversidad de ecofeminismos está ahí. Es una corriente que ha sido criticada y juzgada por esencialista, pero que no siempre ha sido vista en toda su amplitud. No pretendemos aquí enumerar autoras/es (Mary Daly, Vandana Shiva, Evelyn Fox Séller, Carolyn Merchant, Bina Arwal…) y corrientes que están perfilando diferentes respuestas (ecofeminismos constructivistas de Val Pumwood); tampoco pretendemos ahondar en esa rica diversidad -ya existen otros artículos que lo realizan con gran profundidad en esta misma revista [1]-, sino que presentaremos varias experiencias concretas en situaciones de conflictos ecológicos bajo los rasgos comunes de la línea ecofeminista. Esa práctica en ámbitos sociales concretos del ecofeminismo aparece como una opción más de intento de cambio social y de denuncia que debe ser tenida muy en cuenta en el siglo XXI.
El ecofeminismo como opción real de movilización social
¿Por qué me interesa presentar en este primer momento sólo los conflictos ecológicos? Porque es en estas circunstancias cuando los grupos sociales han reaccionado más ante esta realidad evidente de grandes impactos ambientales en el ámbito planetario. Es decir, en conflictos ecológicos concretos el impacto ambiental ha sido percibido conscientemente como un impacto social por una comunidad o unos agentes sociales (ambientales o no). Más concretamente, veremos cómo grupos de mujeres en diferentes lugares del mundo se han movilizado en situaciones de amenaza social y ecológica debido a esa conciencia por parte de la comunidad; y, aunque no entremos a analizar con profundidad la concepción teórica ecofeminista que las mueve, sí podemos, al menos, distinguir cómo su contexto social de desigualdad inicial ante un problema concreto las ha unido en una lucha común por la defensa del entorno.
Vamos a ir distinguiendo cinco figuras de diferentes conflictos ambientales -dentro de lo que podríamos denominar una tipología del conflicto ambiental, tipología diseñada por Francisco Garrido Peña- y a la que hemos añadido las aportaciones de distintos movimientos sociales de mujeres en diferentes partes del mundo.
1. Primeramente hablamos de riesgo cuando está en juego, como factor de movilización social, un riesgo inminente o diferido sobre la seguridad o salud de las personas. Así ocurre en la oposición ciudadana a la instalación de vertederos, incineradoras, centrales nucleares, o emisiones contaminantes a la atmósfera.
En Santo André, Brasil, en el extrarradio de Sao Paulo, una agrupación de mujeres creó el grupo de ecología Conciencia para luchar contra la contaminación atmosférica causada por 11 fábricas de los alrededores, pertenecientes a multinacionales. Tras un largo proceso de sensibilización lograron influir en la opinión pública mediante emisiones de radio e incluso de televisión. Esto presionó a las autoridades locales y a las industriales para que invirtieran en la lucha contra la contaminación y para que ésta fuera controlada. Seguidamente, junto con otras asociaciones ecologistas de la zona, emprendieron una iniciativa más amplia, que obligaba a otras multinacionales -que estaban contaminando el agua de los ríos- a respetar el medio ambiente. A la vez, han seguido informando a la población sobre los riegos de la contaminación y sobre la necesidad de establecer una conexión ética entre la población y las industrias, con una amplia visión, no sólo regional, sino mundial.
2. Aparece también la opción de la conservación. El conflicto se prefija en torno a la conservación de algún bien ambiental en peligro: un espacio natural, una especie, un edificio emblemático, una calle peatonal, etc. Dentro de esta línea el movimiento Chipko (abrazo a los árboles) es una de las actuaciones más emblemáticas de defensa del medio ambiente, protagonizada por mujeres y desde la perspectiva de países del Sur. Nació de forma espontánea en 1973, cuando un grupo de mujeres analfabetas de una aldea del Himalaya se abrazó a los árboles para evitar que fueran talados por una empresa de artículos de deporte; persistieron en su actitud durante varios días, hasta que la empresa desistió de su intento.
Esta reacción de resistencia pasiva se ha convertido en todo un símbolo universal de defensa del bosque, en cuanto fuente de vida y de supervivencia. El movimiento Chipko fue combatido por el gobierno de la India, pero, finalmente, el Congreso de Ciencias reconoció en 1981 su valiosa aportación para la protección del bosque y el propio gobierno empezó a prohibir la tala masiva de árboles. El profundo simbolismo del movimiento Chipko explica su popularidad y el desarrollo de grupo similares en muchos otros países (Malasia, Austria, Suiza, EE UU, Alemania, etc.)
3. La distribución de un bien ambiental escaso puede ser también el germen del surgimiento de acciones sociales reivindicativas. El agua brinda unos buenos ejemplos. Brinda Rao nos habla de las luchas de las mujeres en la India rural en el distrito de Pune, en Maharashtra, y su falta de acceso al agua. Caminar varios kilómetros al día para recoger agua y volver a casa con dos o tres cántaros grandes, ocupa de tres a cinco horas, según el terreno y la proximidad de la fuente. Es más, el agua disponible para las mujeres pobres es de mala calidad. Por ejemplo, en el pueblo de Kutasa en la región Vidarbha de Maharashtra, el agua contaminada ha provocado el aumento de la mortalidad infantil en los últimos años.
Además, cada vez es más difícil conseguir leña para cocinar, y por lo tanto las mujeres han tenido que utilizar excrementos de vaca, restos de cosechas y malas hierbas como combustibles. Estas fuentes de energía no sólo son ineficientes sino que son malsanas: el humo tóxico que emiten cuando se cocina se identificó en el estado de Gujarat como la causa principal de numerosas enfermedades respiratorias, un problema importante para las mujeres y las niñas de la India.
Las protestas estuvieron estrechamente relacionadas con los desastres ecológicos. Entre 1970 y 1973, años de sequías fuertes y hambre, los hombres y mujeres rurales se organizaron, y su fuerza numérica era evidente. La escasez de agua potable sigue siendo grave para una tercera parte del estado de Maharashtra, pero la cuestión aún no ha podido llamar la atención que merece.
4. El tipo de conflicto donde se trata de recuperar prácticas y hábitos sociales y culturales ecológicamente sostenibles, y que están anclados en alguna tradición vernácula, es el denominado recuperación. Gran parte de los conflictos de recuperación de modos de vida tradicionales suponen una forma de manejo sostenible de los recursos frente a la agresión de la explotación intensiva moderna. Vandana Shiva nos habla del movimiento Navdanya y nos comenta que es un movimiento cultural a la vez que agrícola y medioambiental, que intenta la integración de la mujer en las tareas colectivas que otros tipos de agricultura le niegan para condenarla a un papel subordinado y secundario. Pretenden, a su vez, devolver a la mujer sus atributos físicos y espirituales para que desempeñen un papel crucial en el sostenimiento de la comunidad y en la vertebración del grupo. Antes el saber recaía en la responsabilidad de las mujeres y ellas conocían la agricultura tradicional y sostenible. Este movimiento acusa al GATT, FMI y al Banco Mundial de estar en contra de los intereses de los más pobres, ya que ahora el Norte pretende obtener los derechos de propiedad intelectual sobre la sabiduría local en semillas y otros recursos para la agricultura. Estos derechos de propiedad suponen un expolio flagrante que se apoya en las lagunas y ambigüedades del Tratado de Biodiversidad Internacional.
5. Quizá los que más se dirijan hacia nuevos cambios sociales estructurales son los conflictos alternativos, que tienen como objetivo la consecución de avances en políticas ambientales desde propuestas alternativas de los agentes sociales: lucha por la instalación de un plan de energía renovable, de un plan forestal, de un sistema de depuración de las aguas residuales, etc. En Alemania, durante el congreso La Mujer en la Ciencia y en la Tecnología, en 1990, un grupo de mujeres inició un proyecto de energía alternativa. Primero crearon una red abierta de información, después visitaron diversos proyectos en Europa (viajes abiertos a estudiantes) y, finalmente, se decidieron por la realización de una central eólica. Así es como se creó la Cooperativa Energía y Mujeres en 1992, en Hamburgo. Estas mujeres acometieron la búsqueda de financiación, diseñaron y construyeron una central eólica ejemplar técnica y estéticamente y respetuosa con el medio ambiente, que ha estado funcionando en Heme desde 1994 y que produce 450 kW. Pero lo más positivo es que han introducido una nueva dinámica, han mostrado la competencia profesional de las mujeres y han dado ejemplo.
Enfrentándose al riesgo para avanzar hacia la superación
En todos estos ejemplos se produce un enfrentamiento entre el riesgo, la conservación o la distribución, la recuperación y la demanda de crecimiento económico. Por ello es necesario entender el concepto de desarrollo no como crecimiento económico sino como crecimiento sostenido.
La acción colectiva ante algún conflicto ecológico, por el mero hecho de existir, representa en su forma y modelos de organización un mensaje lanzado al resto de la sociedad. Demuestra la existencia de un conflicto en sus orientaciones básicas: sirve para revelar y advertir a la sociedad de los problemas cruciales a los que se enfrenta, para anunciar las fisuras críticas que se han abierto dentro de ella.
Las mujeres se han afirmado progresivamente como socios para decidir sobre el funcionamiento del mundo. Fortalecidas gracias a sus nuevas experiencias, las mujeres desean ahora hacerse oír, que se valore su enfoque y la experiencia que han adquirido a partir de las situaciones que han vivido; desean desarrollar y promover otra filosofía a favor de otro tipo de organización del mundo. El desarrollo sostenible no puede ser ignorado y algunas mujeres ya le han dado el lugar que le corresponde, convirtiéndolo en trampolín para sus reflexiones y para sus acciones.
Dentro de esta línea, la Agenda 21 de las Mujeres es el resultado de dos años de trabajo minucioso realizado por un colectivo internacional, la WEDO, que organizó en 1991 la Conferencia de Miami y el Congreso de las Mujeres por un Planeta Sano con vistas a la preparación de la Cumbre de la Tierra en Río (1992). Unas 1.500 mujeres de 83 países de todos los continentes acudieron a esta conferencia. Venían de las agencias de Naciones Unidas, de organizaciones defensoras del medio ambiente o de los derechos de las mujeres; pero también había grupos de base, universitarias, periodistas, miembros de fundaciones, etc. En resumen, un amplio abanico de mujeres conscientes de los problemas y muy motivadas.
En el transcurso de la Conferencia de Miami, estas mujeres de todas partes del mundo hicieron un balance y un diagnóstico preciso y detallado del deterioro actual del planeta, del que es víctima la población, apoyándose en los propios testimonios de casos concretos en sus vidas diarias, a la luz de estudios interrelacionados. Denunciaron las consecuencias de la radioactividad en el cuerpo de las mujeres que, en las Islas Marshall, dan a luz a niños con terribles deformidades. Mostraron, con numerosos ejemplos, la irresponsabilidad de los grupos industriales que no se preocupan de sus derechos tóxicos y que contaminan la tierra o el agua, incapacitándolas así para producir comida sana. Enumeraron una gran cantidad de casos en los que las empresas de países industrializados actuaban de una forma criminal y consciente por mero afán de lucro y vendían productos tóxicos sin ninguna precaución ni advertencia de uso. Las mujeres mostraron que los niños son los primeros afectados e intoxicados por la mala comida y el aire contaminado y que ello los exponía a numerosas enfermedades y discapacidades debidas a la malnutrición, a la falta de higiene básica o a la insalubridad de las viviendas. Denunciaron los muchos productos cancerígenos resultantes del sistema de producción actual. Destacaron, también, el hecho de que podría rescatarse a diez millones de niños del hambre con tan sólo el coste de cinco bombarderos modernos.
El documento insiste de forma especial en la necesidad de igualdad en el reparto de poder entre mujeres y hombres, en todas las etapas y formas de la toma de decisiones y, particularmente, en el capítulo referido a las recomendaciones de la ONU, en su mismo organigrama. Las mujeres insisten en una nueva orientación de los objetivos prioritarios de la financiación y de los programas de la ONU, para que las mujeres puedan, por fin, beneficiarse de ellos en el ámbito más próximo posible a la vida cotidiana -especialmente las más pobres- y el UNIFEM, cuyo presupuesto debería, con toda legitimidad, aumentarse considerablemente, ya que es el órgano de la ONU responsable de la recolección y distribución.
El texto, además, exhorta “a todas las agencias de la ONU a que se comprometan a integrar los puntos de vista de las mujeres a todos los niveles y en todos los programas y estrategias”. Por último, la Agenda 21 de las Mujeres propone una reconversión de los presupuestos militares en proyectos civiles y, especialmente, en programas de desarrollo y protección del medio ambiente.
Las mujeres ya habían llevado a cabo importantes acciones para el desarrollo sostenible bastante antes de que una conferencia internacional se preocupara del tema e incluso antes de que se creara este término. Se han anticipado e implicado en este terreno en todos los continentes, a menudo en los lugares más pobres y aislados del planeta; al mismo tiempo que han sido capaces de adaptarse y dar opciones nuevas y organizadas a los nuevos planteamientos.
Es obvio que las mujeres son el 50% de la población mundial, con una infinidad de capacidades y de proyectos. Simplemente, ha llegado el momento de escucharlas y de tenerlas en cuenta. A nivel teórico el ecofeminismo está fortaleciendo sus planteamientos aunando opciones críticas del ecologismo y el feminismo; y a nivel práctico, los movimientos concretos de mujeres se están levantando y manteniendo su posición en todo el mundo.
Si actuamos de forma inteligente y dada la grave situación en que se encuentra el mundo, ¿cómo podríamos ignorar la mitad del potencial de creatividad humana?; ¿cómo no nos unimos ya entre hombres y mujeres trabajando por un verdadero progreso social, económico y ambiental?
Notas
[1] Ver: ALICIA PULEO, 2002: “Feminismo y ecología”, El Ecologista 31 y JUSTA MONTERO, 2001: “Mujeres, población y desarrollo”, El Ecologista 25.
Bibliografía
AGRA ROMERO, María Xosé (comp.) Ecología y feminismo. Granada: Editorial Ecorama, 1997.
BRINDA RAO. “La lucha por las condiciones de producción y la producción de las condiciones para la emancipación: las mujeres y el agua en Maharashtra, India”, Ecología Política n° 1, (1990), Icaria, Madrid, pp. 32- 42.
GARRIDO PEÑA, Francisco, “Ecopolíticas”, en BALLESTEROS, J./ PÉREZ ADÁN, J. (eds.). Sociedad y medio ambiente. Madrid: Editorial Trotta, Serie Medio Ambiente, 1997.
MIES, M. / SHIVA, V. Ecofeminismo. Barcelona: Icaria Editorial, 1997.
MIES, M. / SHIVA, V. La praxis del ecofeminismo: biotecnología, consumo, reproducción. Barcelona: Icaria Editorial, 1998.
SHIVA, V. Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo. Madrid: Ed. Horas y Horas, 1995.
- VV.AA., “Las mujeres y el desarrollo sostenible… factores que determinan nuestra calidad de vida”, Cuadernos de las mujeres en Europa n° 46, 1998.


https://ecopolitica.org/el-ecofeminismo-una-opcieal-de-transformaciocial/

viernes, 10 de diciembre de 2004

FEMISNIMO


INTRODUCCIÓN
Machismo y feminismo, una idea que está a la orden del día en todo el mundo.
Una de las acciones más antiguas del hombre es el ser machista, la cual, ha sido soportada por las mujeres hasta nuestros días. A pesar de lo evolucionados que nos creemos, aún en nuestra sociedad existen acciones machistas en el trabajo, la religión y la sociedad en general.
Las mujeres empezaron a reaccionar en el año 1970, año de la Revolución Feminista, con lo que consiguieron algunos de los derechos más importantes, no acabando por eso el machismo en nuestra sociedad pero si reduciéndose en gran número.
El año 1975 fue declarado como año de la mujer y cada diez años esto se celebra uniendo a cientos de mujeres que intentan mejorar su estatus social con una convención mundial.
A lo largo de los años se han escrito chistes, frases hechas, comentarios... que agreden a las mujeres y a los hombres (en menor número) respecto a su forma de ser y de vivir. Estos son el vivo reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Estos textos tienen algo de culpa, aunque no toda de lo que ocurre en la sociedad.
En este trabajo se van a resaltar los datos de algunas de las mujeres más importantes de la revolución feminista, el estatus social (o lo que es lo mismo, el origen, la religión, la familia y los sucesos más importantes que han sucedido durante la historia respecto a este tema), la revolución industrial, los avances del siglo XX y algunas definiciones que veremos a continuación y que nos ayudarán a comprender mejor este hecho.
Feminista: Partidario/a del feminismo.
Machista: Partidario/a del machismo.
Feminismo: movimiento a favor de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. El feminismo niega la “inevitabilidad” de la superioridad masculina tanto en el ámbito profesional como en el personal, afirmando que esta dominación masculina sobre la mujer surge no de una superioridad física o intelectual, sino de una amplia gama de estereotipos relativos al sexo.
Machismo: discriminación a la mujer adoptada por los hombres.
MOVIMIENTO FEMINISTA,
ESTATUS TRADICIONAL
E
INICIOS DEL CAMBIO
MOVIMIENTO FEMINISTA
Movimiento Para conseguir la igualdad política, social y económica entre hombres y mujeres.
Surgió en Europa a finales del siglo XVIII, aunque ya en 1970 la mayoría de las mujeres habían conseguido mejorar sus derechos, por el momento, aún no se ha logrado la total igualdad política, social y económica.
Algunos de los derechos de igualdad más importantes que se defienden son la igualdad de oportunidades en el trabajo y la educación, el derecho al voto, el control a la propiedad privada y el derecho a la libertad sexual.
No tiene una estructura jerárquica tampoco se basa en un conjunto de principios formales, su tema central es que las mujeres sufren la opresión no compartida por el hombre, ya que estos son beneficiados en todos los sentidos.
El feminismo occidental resurgió en el 1960, anunciando que los hechos ocurridos no eran un caso aislado sino común. Se desecho la idea de la hermandad debido al racismo.
Tiene tres líneas de actuación: campañas con relación a los temas públicos (aborto, igualdad de salarios, cuidado de los hijos y maltratos en el hogar), exploración de una nueva solidaridad y conciencia (político y social) y el estudio del feminismo.
ESTATUS TRADICIONAL
Origen:
Desde que la historia a sido escrita, los hombres han tenido dominio sobre la mujer en las sociedades.
El dominio masculino se remonta al paleolítico, ya que fue muy valorada la acción de la caza, la cual realizaban los hombres.
Antigüedad:
En la legislación romana el hombre y la mujer eran considerados uno, siendo la mujer la posesión y no teniendo poder alguno en sus tierras, su propia persona, su dinero y sus hijos. Las mujeres respetables debían ser castas y fieles, pero los hombres no.
En la Edad Media las tierras y el poder político eran heredados por vía masculina, lo que favorecía la subordinación de la mujer.
En Babilonia y Egipto, tenían derecho a la propiedad; en Europa formaban parte en los gremios y a veces en el carácter religioso (chamanes, curanderas siberianas, sacerdotisas romanas). Autoridad política: reinas egipcias y bizantinas, madres superioras de los conventos medievales y las mujeres de tribus iroquesas (designaban hombres para el clan).
En China y Roma en la época del renacimiento europeo destacaron algunas mujeres instruidas.
Religión:
Las religiones monoteístas están a favor de la idea de que las mujeres son más débiles e inferiores al hombre.
En la Biblia, San Pablo pide a las mujeres que obedezcan a sus maridos y Dios situó a Eva bajo el mandato de Adán, en estos momentos nos planteamos una pregunta: ¿Dios era machista?, nos basamos en el hecho, por ejemplo, que no hubiera ningún apóstol mujer, es posible que en todo el mundo, no hubiera una mujer digna de esa tarea, que ni una sola mujer fuera más adecuada para ese puesto que un hombre, aunque también podemos plantearnos esta otra pregunta: ¿Dios se adaptó a su tiempo y ya que la sociedad era machista pensó que las mujeres no serían respetadas?.
En el hinduismo la mujer debe adorar al hombre y dicen que esa adoración será la que los proteja y mantenga.
Familia:
La mujer se encuentra en desventaja en las familias tradicionales.
Su educación es limitada a las labores de la casa y no pueden presidir cargos de poder.
El matrimonio es una forma de protegerlas, pero que a la vez las presiona en dar a luz a sus hijos, los cuales se prefieren varones. La mujer casada obtiene el estatus del marido (en estas sociedades), vive con la familia de él y no dispone de recursos cuando suceden casos de malos tratos o abandono.
INICIOS DEL CAMBIO
El Siglo de las luces (igualdad política) y la Revolución industrial crearon la aparición del feminismo y otros movimientos reformadores (S XVIII-XIX)
En Francia los clubes republicanos de mujeres pidieron que la libertad, igualdad y fraternidad fuera sometidas a ambos sexos de igual manera, pero no fue posible por la aprobación del Código Napoleónico.
En Inglaterra, Mary Wollstonegraft publicó “Una reivindicación de los derechos de la mujer” (1792), publicada por William Godwin ( en esta obra la escritora inglesa y feminista, afirmó que el matrimonio reside en la afinidad intelectual y abogó por la igualdad educativa y de oportunidades para ambos sexos).
Revolución industrial:
La realización de trabajos manuales gratuitamente hecha por las mujeres, se cambia, ya que las mujeres empiezan a trabajar en fábricas con un sueldo, aquí comienza la independencia y proletarización, aunque sus condiciones no eran buenas y sus salarios bajos y aún controlados por los maridos.
Las mujeres de clase media y alta se quedaban en casa para mostrar a la gente el éxito de sus maridos respecto al trabajo.
La posibilidad de trabajo de las mujeres de cualquier clase era la de doncellas, profesoras o vendedoras.
Grupos feministas:
Surgieron en Europa y no se extendieron demasiado.
La iglesia se opuso ya que decía que destruía la familia patriarcal.
Los países agrícolas seguían igual y en las fábricas las quejas eran sofocadas por el movimiento socialista.
Feminismo:
Mayor aceptación en Gran Bretaña (muy industrializada) y en EE.UU..
Las mujeres cultas y reformistas de clase media eran sus dirigentes.
Más de 100 personas celebraron la primera convención de los derechos de la mujer en Séneca Falls, Nueva York (1848), dirigida por Lucretia Molt y Elizabeth Cady Stanton (igualdad de derechos, incluido el de voto, y el fin de la doble moralidad).
Las feministas británicas se reunieron por primera vez en 1855.
El libro “Sobre la esclavitud de las mujeres” (1869), por Jhon Stuart Mill fue basado en las conversaciones con su mujer (Harriet Taylor Mill), se centraba en el derecho del voto y ayudó mucho para este hecho, ya que fue escrito por un hombre, aunque este derecho no se incluyó hasta finales del siglo XIX y bien entrado el XX, en España se concedió en 1932 en la II República. Existen países como Kuwait, Arabia Saudí y Jordania donde la mujer no tiene derecho a votar.
LA REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL
LOS AVANCES
DEL
SIGLO XX
AVANCES DEL SIGLO XX
Después de las guerras y revoluciones en China (1949) y Rusia (1917), los gobiernos apoyaron la igualdad de sexos y el control de la natalidad. En la Unión Soviética las trabajadoras realizaban trabajos mal remunerados y estaban escasamente representadas en los partidos y en los consejos de gobierno.
Las técnicas de control de natalidad eran poco eficaces y las madres trabajadoras eran responsables del hogar y los hijos en mayor parte.
China seguía discriminando en cierta medida a la mujer en el trabajo.
En 1960 hubo un cambio de patrones demográficos, económicos y sociales de los países occidentales lo que dio lugar a la aparición de la condición sociocultural de la mujer.
El descenso de la mortalidad infantil, mayor esperanza de vida y los anticonceptivos hizo que la mujer tuviera menos responsabilidades en el cuidado de los niños, ellos con la inflación (necesitar dos salarios) y el alto índice de divorcios hizo que trabajaran muchas más mujeres.
El movimiento feminista cuestionaba instituciones sociales y los valores morales. Las diferencias entre el hombre y mujer no son biológicas sino culturales, muchas mujeres dicen que el lenguaje perpetua este problema, esto da lugar a nuevos tipos de relaciones en las que incluso se comparten las labores del hogar.
Entre 1960 y 1970 las feministas organizan grupos pro derechos de la mujer.
Objetivos: igualdad de salario a trabajo igual, ayuda estatal para el cuidado de los niños, derechos para las lesbianas, legalización del aborto y un análisis profundo de los problemas de violación, malos tratos y discriminación de las mujeres mayores y de minorías. Están en estudio la reproducción y el acoso sexual en el trabajo.
Logros: en la mayoría de los países: la mujer puede votar y ocupar cargos públicos, es ayudada por la Comisión de las Naciones Unidas para el Estatus de la Mujer (1946), más derechos y un mayor acceso a la educación y al mercado laboral, sin embargo, en algunos países la industrialización a hecho que las mujeres tengan que trabajar en fábricas mal pagadas.
El fundamentalismo religioso a hecho que la mujer vuelva a ser presionada.
Los países en vías de desarrollo han intentado mejorar su estatus social a través de campañas contra los códigos legales y sociales discriminatorios como el pudra en Arabia y en las sociedades islámicas y el sistema de dotes en India oponiéndose a la mutilación genital femenina.
En África más de las dos terceras partes de la agricultura es conseguida por mujeres y se está pensando en formarlas y prepararlas tecnológica y agrícolamente.
La Organización de las Naciones Unidas proclamó 1975 como Año Internacional de la Mujer, a la vez que se iniciaba un programa llamado Década de la Mujer, y en 1975, 1980, 1985 y 1995 se han celebrado importantes conferencias mundiales.
MUJERES IMPORTANTES
EN LA REVOLUCIÓN
PERSONAJES SIGNIFICATIVOS EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS DE LA MUJER
Gloria Steinem: Tras comenzar su carrera literaria como articulista para una revista, a finales de la década de 1960, Gloria Steinem comenzó a apoyar en sus escritos el movimiento feminista. Más tarde fundó la revista Ms y creó numerosos grupos de apoyo a la mujer. Poco después de 1968, se comprometió con la causa feminista y pronto se convirtió en una de las principales figuras de este movimiento. En 1971, junto con Betty Friedan, Bella Abzug y Shirley Chisholm, Steinem contribuyó a la fundación del National Women's Political Caucus. Ese mismo año, y en colaboración con Pat Carbine en calidad de editora jefe, lanzó la primera publicación feminista, la revista Ms (una propuesta lingüística de unificar las fórmulas de cortesía inglesas mister (Mr), Miss o Missis). A partir de ese momento Steinem fue un modelo para las mujeres jóvenes y se mantuvo fiel a su creencia de que cuando las mujeres se liberen los hombres también se convertirán en seres humanos plenos. Entre sus escritos cabe destacar una colección de ensayos y artículos titulada Actos escandalosos y Rebeldías cotidianas (1983) y Marilyn (1986), una biografía de la famosa actriz cinematográfica. En La revolución interior (1991) analiza sus sentimientos hacia sí misma en el contexto del movimiento feminista.
Feminismo
Elizabeth Cady: fue una de las líderes del movimiento en favor de los derechos de la mujer en Estados Unidos junto con Lucretia C. Mott y Susan B. Anthony. Convenció al senador Aaron Sargent de California para que defendiera una enmienda a la Constitución en favor del voto de la mujer en 1878. Esta enmienda fue presentada cada año hasta que el Congreso la aprobó finalmente en 1919.
En 1848 Stanton y Lucretia Coffin Mott, a quien había conocido en 1840, organizaron la primera asamblea en defensa de los derechos de la mujer en Séneca Falls (Nueva York). Para este congreso, Stanton redactó una Declaración de Sentimientos, en la que propuso una resolución que exigía el derecho al voto para la mujer. Fue en este congreso donde conoció a Susan B. Anthony. Desde 1868 hasta 1870, ambas publicaron el semanario Revolution, en Nueva York, y en 1869 fundaron la Asociación Nacional para el Sufragio Femenino (que a partir de 1890 se llamó Asociación Nacional para el Sufragio de las Mujeres Estadounidenses), de la cual Stanton fue presidenta hasta 1892. En 1888 colaboró en la fundación del Consejo Internacional de las Mujeres. Fue coautora, junto con Anthony y Matilda Joslyn Gage, de los tres primeros volúmenes de Historia del sufragio femenino, (6 volúmenes, 1881-1922). Stanton murió el 26 de octubre de 1902 en Nueva York.
Feminismo
Flora Tristán: Francia, emprendió una campaña a favor de la emancipación de la mujer (véase Feminismo), los derechos de los trabajadores y contra la pena de muerte. En 1840, publicó la Unión obrera, en donde clama por la necesidad de los trabajadores de organizarse y aboga por su “unidad universal”. Karl Marx, refiriéndose a ella, dijo que era “una precursora de altos ideales nobles”.
Clara Zetkin: (1857-1933), política feminista alemana, creadora del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Después de pasar ocho años exiliada en Suiza, regresó a Alemania cuando se levantó la prohibición, en 1890, para organizar la sección femenina del partido. En 1907 ayudó a organizar la primera conferencia internacional para mujeres, y en 1910, durante la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución que convirtió al 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
Estas fueron algunas las mujeres más importantes del movimiento feminista.
ENCUESTA
Y
CONCLUSIÓN
OPINIONES
PERSONALES
Opinión personal de María del Barrio y María Abajo:
Creemos que abunda más el machismo que el feminismo.
Hay más hombres machistas que mujeres feministas, aunque también es al revés, hay mujeres machistas y hombres feministas, a pesar de ello, se da en pocos casos.
Nos ha resultado más difícil encontrar la información sobre el machismo, que sobre el feminismo, ya que las mujeres se revolucionaron, y hubo un acontecimiento que las marcó durante la historia (Revolución Feminista), haciendo ver a los hombres que las mujeres valen más de lo que creen.
Opinión personal de David Alonso:
Creo que las mujeres no son todas feministas, pero sí la mayoría y opino que ocurre lo mismo con los hombres.
Creo que la revolución Feministas sirvió para que las mujeres se pusiesen a la misma altura que los hombres en cuanto a sus derechos.
Yo no me considero machista y creo que las mujeres tienen a los hombres crucificados ante esta idea.
Opinión personal de Celia Angulo:
Creo que las mujeres han sido perseguidas por el machismo durante muchos años, pero que ahora, somos más mujeres que hombres y que en la mayoría de los países, está mal visto ser machista y esa creencia está desapareciendo.
Gracias a las innovadoras investigaciones, podemos comprobar que las mujeres somos iguales a los hombres mentalmente y que a partir de los 40 años más inteligentes, y no por eso privamos a los hombres de sus derechos.
BIBLIOGRAFÍA
E
ÍNDICE
ÍNDICE
Introducción
Definiciones del machismo y el feminismo
Revolución feminista
Estatus tradicional
Inicios del Cambio
Avances del siglo XX
Personajes importantes
Encuesta
Conclusión
Opinión personal
Bibliografía
Índice
BIBLIOGRAFÍA
Toda LA información que contiene este trabajo, ha sido sacada o conseguida de los diferentes libros que numeramos ahora:
  • Enciclopedia del Mundo Durwan
  • Enciclopedia SALVAT
  • Enciclopedia Microsoft ENCARTA'99
  • Enciclopedia Larousse