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sábado, 16 de enero de 2021

Posmachismo & Machomáticas Caramelos y violencia




Fuentes: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/author/miguelorenteacosta/

Sobre como manipula el machismo las socioestadísticas y falsea la realidad sobre la violencia de género


Uno de los principales argumentos del machismo es que los hombres son más inteligentes que las mujeres como consecuencia de su superior condición, ya lo vimos en el Europarlamento en palabras del eurodiputado Yanusz Korwin-Mikke, y antes se pudo ver también en televisión en las del ex-ministro Arias Cañete en su debate con Elena Valenciano.

Pero la práctica nos indica que no deben ser tan inteligentes cuando son incapaces de entender algunos razonamientos tan sencillos, que hasta los niños y niñas de la ESO los entienden.

El ejercicio es muy simple.

Tomamos 100 caramelos y se reparten 95 entre 3 niños y los 5 restantes se dan a niñas, un caramelo a cada una de las cinco niñas elegidas. Ante esta distribución se concluye que el 95% de los caramelos lo tienen niños y sólo el 5% lo tienen niñas. Se le pregunta a la clase, y todos los niños y niñas lo entienden perfectamente.

Para comprobar el nivel de comprensión, le hacemos una serie de preguntas para ver si han entendido bien la situación planteada en el ejercicio.

Le preguntamos si el hecho de que el 95% de los caramelos lo tengan niños significa que todos los niños tienen 95 caramelos, y su respuesta es contundente y dicen que no. Le preguntamos también si del ejercicio se deduce que “todos los niños” tienen caramelos, y su contestación inmediata vuelve a ser “no”. Hacemos una tercera pregunta, y planteamos si el ejercicio indica que las niñas no tienen caramelos, y vuelven a decir que no.

Parece que han entendido muy bien el ejercicio y el significado de la distribución de los caramelos, por lo que se les presenta una nueva situación relacionada con el tema.

Se les plantea que el sistema de reparto de caramelos y las circunstancias en que se realiza hacen que, con independencia de a qué niños les tocan los 95 caramelos, al final siempre son unos pocos niños los que reciben 95 caramelos frente a los 5 que reciben las niñas. Entonces se les pregunta sobre ese sistema, y toda la clase concluye que hay un problema con el modelo de reparto para que el resultado sea ese, y que en ningún caso se trata de una cuestión propiciada por el azar.

Todo está claro y resulta fácilmente comprensible, pero cuando trasladamos el razonamiento a la realidad sobre otras cuestiones, entonces llega la “superior inteligencia masculina” envuelta en sus mejores galas machistas, y dicen que no; que no es así. Y empiezan a repetir obviedades como si fueran producto de su reflexión, y a negar hechos objetivos para evitar su genuflexión ante la realidad.

Y dicen que los caramelos no los tienen todos los hombres, que sólo los tienen unos pocos, como si en algún momento alguien hubiera dicho que todos los hombres tienen caramelos. Y afirman, también, que ser hombre no significa tener caramelos, cuando tampoco se ha dicho eso en ningún momento, de hecho, el ejercicio demuestra que la mayoría de los hombres no tienen caramelos. Y por último, nunca falta el argumento de que las mujeres también tienen caramelos, como si fuera un descubrimiento, cuando desde el principio el ejercicio explica que tienen cinco.

Para lo que no tienen respuesta, y por eso no les gusta que se hable del tema y cuando se hace intentan desviar la atención, manipular y atacar a quien lo saca, es sobre el “sistema de reparto de caramelos” que hace que 95 de los 100 les toquen a niños, o sea, a hombres. Entonces salen con argumentos como que “no hay que hablar de niños y niñas, sino de personas”, o que lo importante es que “tanto niños como niñas tienen caramelos”, o que “es posible que los niños tengan más caramelos, pero quizás las niñas tienen más chicles”, o que “los niños tienen más caramelos, pero los pobrecillos pueden sufrir más caries” … y razones por el estilo. Cualquier cosa para no centrarse en un sistema que hace que el 95% de los caramelos, con independencia de la ocasión, termine en manos de los hombres.

Y lo más curioso es que cuando se pone de manifiesto esta realidad injusta, las niñas y mujeres pidan que se resuelva, mientras que los niños y hombres dicen que se mantenga, que las cosas “siempre han sido así”, o que los niños necesitan más caramelos porque luego en el recreo hacen más ejercicio que las niñas y necesitan mantener la glucemia más alta, curiosamente tomando el patio común del colegio sólo para ellos, y desplazando a las niñas a los rincones.

La situación y las diferentes actitudes ante ella, como pueden ver, es muy clara. 

Ahora cambien caramelos por homicidios y modifiquen las circunstancias del aula a las de una sociedad y cultura que en cualquier lugar del planeta viene definida por la posición androcéntrica, y obtendrán la foto de la violencia, el protagonismo de los hombres dentro de ella, y las razones que llevan a reaccionar contra quienes plantean esta realidad o a desviar la atención con argumentos que hasta un niño y una niña identifican como falaces, como, por ejemplo, cuando dicen lo de que al relacionar la violencia producida en el 95% de los casos por hombres con la idea de que es “cosa de hombres”, se está diciendo que todos los hombres son violentos. Un niño y una niña de 12 años ven que es una afirmación incorrecta, pero el machismo insiste en este tipo de argumentos, como, otro ejemplo, cuando afirman que decir que un “terrorista” sea de una determinada religión es plantear que todas las personas de esa religión son terroristas.

No parece que los hombres tengan esa superior inteligencia cuando son incapaces de entender algo tan simple como lo expuesto. Una de dos, o son un poco torpes en sus razonamientos o se pasan de listos, que todo puede ser cuando se cuenta con un sistema de reparto y de manipulación a su disposición.

Por eso es importante hablar del tema y poner de manifiesto lo que intentan ocultar detrás de su confusión, y evitar que la injusticia social que generan con su “sistema desigual de reparto” y sus instrumentos, entre ellos la violencia, continúen formando parte de la realidad que defienden con tal de mantener sus privilegios. Es lo que hacemos en la Universidad de Granada con el curso abierto, gratuito y online “Masculinidad y violencia”, aunque dada esa capacidad de comprensión demostrada, lo vamos a proponer también para alumnado de la ESO, a ver si así se enteran algunos.


Fuente:https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/author/miguelorenteacosta/




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lunes, 30 de noviembre de 2020

Normalidad & Posmachismo : No sólo genios


Fuentes: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2020/11/30/no-solo-genios/

La estrategia de separar al Maradona jugador del Maradona hombre, es la misma que utiliza el machismo al separar al «hombre maltratador» del «hombre padre» cuando dice que «un maltratador no tiene por qué ser un mal padre».


Las críticas que desde el feminismo se han hecho sobre Diego Armando Maradona por los episodios que lo relacionan con la violencia de género y los contactos sexuales con chicas que podían ser menores de edad, han generado a su vez una reacción contra quienes cuestionan el recuerdo del jugador, sin pararse a ver cuál es la base de ese cuestionamiento del ídolo.

Los reproches hacia el reconocimiento a Maradona se dirigen al hombre que utilizó su posición para hacer uso de las conductas de poder que la sociedad otorga a los hombres, a todo aquel que lo decida, cada uno dentro de las circunstancias que definen su situación y, por tanto, con formas muy distintas de llevarlas a cabo, pero no son diferentes a lo que el modelo de sociedad androcéntrico facilita a los hombres desde la “normalidad”. Ninguna de las conductas criticadas a Maradona es exclusiva de él ni de la gente de alto status, son muchos los hombres que las llevan a cabo con independencia de su nivel económico o situación, aunque lo hagan en escenarios muy diferentes. Lo que hizo Maradona con los pies fue único, pero lo que hizo con las manos no.

Lo que se pone en cuestión es esa normalidad en la que se produce la violencia contra las mujeres, no la excepcionalidad de la grandeza del un hombre o jugador concreto ni su capacidad profesional.

Son muchos los hombres que han cometido delitos o han desarrollado actividades ilícitas desde posiciones de referencia y poder, nadie los ha cuestionado más allá de la crítica o condena a dichos actos. Tampoco nadie ha hablado de claroscuros en sus vidas, todo estaba claro, su función profesional y sus actividades ilícitas.  

Con Maradona también ha estado todo claro, como con Harvey Westein, Roman Polanski, Plácido Domingo, Dominique Strauss-Kahn, el reciente escándalo del escritor francés Gabriel Matzneff… sin embargo, cuando nos referimos a la violencia de género con frecuencia se habla de “claroscuros”, no porque no esté todo claro, sino porque se intentan crear zonas de oscuridad donde mantener los episodios de la violencia para no cuestionar al personaje. 

De Maradona no se ha cuestionado, en sentido de rechazo a los homenajes, el consumo de drogas, sus comportamientos o sus negocios, lo que se ha cuestionado desde el feminismo son los episodios de violencia de género que han trascendido. Y se cuestionan porque el personaje público no sólo es inseparable de esas conductas en privado, sino porque las ha hecho y se han valorado por parte de la sociedad teniendo en cuenta su condición de personaje público, no como si fuera un ciudadano más.

Porque es ese Maradona al que se admira, a todo él, aunque no se comparta lo que hizo en privado y se ponga el énfasis en lo que fue y significó su carrera como jugador de fútbol. Pero si Maradona sólo hubiera sido un grandísimo jugador, como lo fue Pelé, Johann Cruyff o Alfredo Di Stefano, se le recordaría como se les recuerda a ellos, no como el hombre que fueron, sino como los jugadores que compitieron.

A Maradona se le recuerda del todo, no a trozos, y es en ese todo donde lleva la necesaria crítica a sus conductas respecto a las mujeres. Hacerlo no es un ataque, sino una responsabilidad para que otros hombres vean en él el ejemplo del jugador no el del hombre, y para que se entienda que la violencia de género se ejerce desde la normalidad que define al hombre que la lleva a cabo, no sobre circunstancias excepcionales ni contextos extraños

El problema de la violencia de género está en su aceptación bajo argumentos de todo tipo, algo que debemos erradicar. Por eso es necesario que la sociedad sepa que un gran profesional no es incompatible con el hecho de que sea un maltratador, y así evitar caer en la trampa que presenta esas dos situaciones como incompatibles, o en la de justificar una conducta con la otra, como si lo “malo” de la violencia se pudiera compensar con lo “bueno” de los logros profesionales y lo que conllevan. Maradona habría sido el mismo grandísimo jugador sin los episodios de violencia de género conocidos; habría sido el mismo genio sin ese “mal genio”.

Pero nada es casualidad, esta es una de las estrategias del machismo para mantener en vigor su modelo con la violencia contra las mujeres oculta entre las circunstancias. Por eso se intenta separar la violencia de todo lo demás, hasta el punto de afirmar, como vemos con frecuencia, que “un maltratador es un buen padre”, o negar la agresión sexual del caso de “la manada”, como se hizo, porque entre los cinco agresores había un soldado y un guardia civil.

Separar la violencia del hombre que la ejerce es mantener la violencia contra las mujeres, y la masculinidad que lleva a muchos hombres a maltratar.


Fuente: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2020/11/30/no-solo-genios/



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jueves, 13 de agosto de 2020

Italia condena a una mujer por ser “socialmente peligrosa” después de luchar junto a los kurdos


Después de pasar casi un año luchando contra el Estado Islámico en Rojava, la región kurda de Siria, Maria Edgarda “Eddi” Marcucci, una mujer italiana de 29 años, fue condenada a dos años de vigilancia especial por el tribunal de Turín en marzo de 2020.

La joven tiene prohibido salir de su casa entre las 9 de la noche y las 7 de la mañana. Tampoco se le permite frecuentar lugares públicos después de las 6 de la tarde, y cada vez que se mueve fuera de la capital piamontesa debe notificar a la policía.

Su licencia de conducir y su pasaporte han sido confiscados. No puede conducir o salir de Italia, ya que su documento de identidad ya no es válido para la expatriación. Tampoco puede participar en ningún evento público.

 

“Socialmente peligrosa”

La fiscal a cargo de su caso, Emanuela Pedrotta, consideró que María Edgarda Marcucci representa “un peligro social”, aunque la joven no había cometido ningún delito.

La Fiscalía emitió la hipótesis de un “futuro crimen”, y argumentó que Marcucci había convertido a “la lucha contra el sistema capitalista (su propia) razón de vivir”.

Confederalismo Democrático kurdo

Después de haber luchado en las Unidades Femeninas de Protección kurdas (YPJ) en defensa del cantón de Afrin hasta junio de 2018, la joven italiana emprendió un viaje por la península itálica para contar la experiencia revolucionaria kurda, que comenzó en 2012 en Siria.

En una entrevista con Euronews, Marcucci explica que, de esta manera, expuso el “confederalismo democrático”, ideología kurda, en “asociaciones culturales, universidades, grupos de investigación, centros sociales, congresos y escuelas” de todo el país.

La joven defiende el sistema de auto-organización democrática kurdo, que se basa en los principios del municipalismo libertario, la democracia directa, la ecología, el feminismo, el multiculturalismo y la economía del reparto.

“Esta experiencia política nos ha dado nuevas herramientas para comprender cómo el destino de nuestro pueblo y de la gente está íntimamente ligado al resto del mundo. De vuelta en Italia, explicamos cómo es posible un cambio tan radical, profundo y efectivo, al que voluntariamente se han unido cinco millones de personas”, explica Marcucci.

 

“Una oposición constante a las medidas de las autoridades públicas”

En su sentencia, los tres magistrados justifican la severidad de las medidas por la “oposición constante, obstinada y latente a las medidas de las autoridades públicas” que caracterizarían a Marcucci.

Los jueces de Turín afirman que su participación en una manifestación en la Cámara de Comercio de Turín, en noviembre de 2019, fue decisiva para aplicar medidas tan severas.

Los activistas irrumpieron en el lugar mientras se celebraba una conferencia para denunciar “un intercambio comercial en el sector aeroespacial en el que supuestamente también estaría implicada Turquía”, según los documentos oficiales. Un movimiento pacífico, señala Marcucci, en el que con “pancartas y folletos” denunciaron “el suministro de material de guerra a Turquía”.

“Daesh ha sido un enemigo de la humanidad, y después de la invasión de Turquía en octubre de 2019, el Estado Islámico está incluso recuperando fuerza”, critica la joven.

“Hemos sido acusados de ser un peligro social, pero la pregunta es: ¿de qué sociedad estamos hablando? No tengo dudas de que fue correcto y tengo un profundo respeto por esta revolución”, añade.

 

“Un precedente peligroso para las libertades civiles en Italia”

Marcucci afirma que el proceso judicial al que ha sido sometida se trata de una “monstruosidad” generada por “una atención morbosa y persecutoria a la disidencia social”.

“Este es un precedente muy peligroso para las libertades civiles en este país”, afirma Marcucci.

Sin embargo, la joven italiana fue la única de las seis personas procesadas en ser condenada. Para ella, el sistema acusatorio “no gira en torno a la culpabilidad o inocencia de una persona, sino que se basa en una predicción del comportamiento”.

Marcucci espera poder apelar esta decisión en otoño para poder defenderse ante los tribunales italianos.

FUENTE: Lillo Montalto Monella  / Euronews



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martes, 25 de febrero de 2020

Manipulación & Posmachismo: Nuevas tácticas de ataque contra el feminismo


Resultado de imagen de Nuevas tácticas de ataque contra el feminismo


Por Pilar Aguilar 
Mientras pudieron, nos ignoraron… Su táctica durante años fue la de: “Hagamos como que no existen”. Pero llegó un momento en el que ya no pudieron seguir haciéndose los longuis.Entonces emprendieron nuevas maniobras: Los cafres, los machistas primitivos de siempre, los que aún no están en la “modernidad”, redoblaron insultos: “Feminazis” “Mal folladas”, “Feas”, “Machorras”, etc.
Cuando las cabezas menos brutas de las huestes patriarcales se percataron de que esas agresiones groseras y cargadas de odio, a la postre, no nos hacían gran daño, empezaron a elaborar otros planes más sofisticados. Iniciaron, pues, una serie de maniobras diversificadas, aunque todas con el mismo objetivo: pudrir al feminismo desde dentro, inyectándole todo tipo de bacterias, virus, gérmenes nocivos, etc.
El protozoo tóxico más suave (y no específico contra el feminismo pues sistemáticamente se practica con todos los movimientos sociales) consiste en “comercializarlo” y banalizarlo. O sea, vender slogans sin gran contenido que desvirtúen los realmente subversivos. En la misma línea, pero yendo más lejos, están quienes se dicen partidarios del feminismo, pero del “bueno”, o sea, “el de antes”. Resumen: no se oponen a que estudiemos ni a que votemos y, si me apuráis –en un rasgo de liberalidad que nunca sabremos agradecer bastante- ni siquiera se encabritan porque “vayamos a los toros con minifalda”. O sea, Bertín Osborne ya no canta lo mismo que Manolo Escobar… Ni Pablo Casado se opone a que su niña le dé pataditas a un balón, siempre que se las dé con un toque femenino y siempre que la nena respete jerarquías y, si el hermanito exige el balón, ella, en vez de tirárselo a la cabeza, se lo entregue inmediatamente, reconociéndolo como legítimo usuario de tal viril juguete…
Vendernos como reclamaciones nuestras lo que siempre han sido privilegios masculinos.
En esencia, esta maniobra es la que la reacción siempre practica: oponerse a cualquier avance en derechos, pero, cuando ya no pueden seguir resistiéndose porque la sociedad y las leyes les han pasado por encima, entonces claman: “¡Quietos, paraos! (en masculino, por supuesto, aunque nos lo digan a nosotras). Lo que hemos conseguido (porque inmediatamente y con total descaro se apropian de lo conseguido) era justo. Pero, exigir más es un desmelene, una locura, un exceso”. O sea, aquello que dijo Marx: los reaccionarios admiten que hubo historia, pero aseguran que ya no la hay. Pero, esta táctica, aunque les da algún resultado, no consigue minar el fondo de nuestra lucha porque nosotras seguimos blandiendo la lista de demandas, esas que van desde “Y mi calle pa cuando” hasta “Ni una menos”.
Han de recurrir, pues, a otros patógenos mucho más peligrosos: adulterar nuestros objetivos, sustituir nuestras demandas por otras. Estas sibilinas tácticas se diversifican esencialmente en dos variantes:
1. Vendernos como reclamaciones nuestras lo que siempre han sido privilegios masculinos. Es la que emplean con la prostitución. Quieren hacérnosla tragar A) apelando a la libertad de las mujeres para prostituirse. Como si no viésemos el margen de “libertad” que tienen quienes lo hacen… B) alegando que, ante todo, piensan en el bienestar de las prostitutas (se cuidan, por supuesto, muy mucho de explicar las demandas concretas que exigen, claro).
2. Determinar que, en el feminismo, no solo cabemos todas, sino que también caben todos y todes. Es más: que los fines y las urgencias del movimiento ya no consisten en pedir nuestra igualdad en todos los terrenos, ni rechazar la doble jornada, ni protestar contra el ninguneo sistemático al que se nos somete, ni rebelarnos porque el cuidado de los demás recaiga en nosotras ni porque los trabajos feminizados sean subtrabajos basados en la explotación salvaje, ni por la escasez de ayudas y de leyes que nos protejan en aquello que necesitamos ser especialmente atendidas: maternidad, enfermedades ligadas a nuestro sexo, etc. etc. No, de eso nada. Se trata de apelar a nuestro corazón femenino (convenientemente engordado desde que nacemos) para que aceptemos que el bienestar ajeno es lo que importa y, por eso, hemos de acoger en nuestro seno materno a quien lo pida. Así, surgen enfebrecidos clubs de fans de colectivos maltratados (aunque sus demandas poco tengan que ver con las nuestras). Y vemos a chicas indiferentes ante los problemas de sus madres (cuidadoras a diestro y siniestro), de sus amigas (que sufren una presión constante para que complazcan a los chicos en todo lo que ellos reclamen) pero profundamente afectadas por los índices de prostitución de las personas trans (los de las nigerianas prostituidas no tienen glamour).
Estas tácticas son extremadamente peligrosas. Temibles, diría yo. Capaces, por ejemplo, de convertir el conato de estructuras de igualdad que haya en un pueblo en estructuras de “diversidad” con el aplauso entusiasta de chicas que, para mayor inri, se consideran feministas pero que no caen en el pequeño detalle de que el feminismo existe para luchar por las mujeres (lo que no impide, por supuesto, que otros movimientos luchen por lo que tengan a bien luchar y que el feminismo los apoye). Y, por eso, tenemos que insistir incansablemente en esto: el 8M es el día de los derechos de las mujeres.
Fuentes: https://tribunafeminista.elplural.com/2020/02/nuevas-tacticas-de-ataque-contra-el-feminismo/?amp_markup=1&__twitter_impression=true

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domingo, 27 de enero de 2019

Neomachismo & Posmachismo: 'Not all women'



Miguel Lorente Acosta
www.huffingtonpost.es

Sobre la estrategia del neomachismo o posmachismo de "negar para confundir, confundir para negar", sobre la manida frase de "no todos los hombres hacemos eso... o no todos somos así..."

Si no fuera porque cuentan con el peso de la palabra y la tarjeta de visita de la credibilidad, los argumentos del machismo para cuestionar la desigualdad existente y la necesaria igualdad serían considerados como absurdos y pueriles.
Muchos machistas, acostumbrados a llenarse la boca con referencias a los españoles, a los inmigrantes, a las feministas, a los empresarios, a los patriotas... sin hacer distinción alguna, bien sea para incluirlos entre sus elogios o sus ataques, cuando se habla de los hombres para reflejar conductas violentas llevadas a cabo por ellos como consecuencia de las referencias dadas por la cultura patriarcal impuesta a toda la sociedad, entonces sí hay que hacer distinciones y dicen eso de, ¡cuidado, que no son todos los hombres!
El machismo es cultura, no conducta, y por ello impregna a toda la sociedad. Por eso cuando el machismo habla lo hace con el convencimiento que da el poder, y, por ejemplo, cuando el eurodiputado ultraderechista Janusz Korwin-Mikke afirma que las mujeres deben cobrar menos que los hombres porque son "mas débiles y menos inteligentes", no dice que "not all men" son más inteligentes y más fuertes que "all women".
Imagino que el siguiente paso del razonamiento machista será el "not all women" para justificar de manera similar que la violencia de género, la discriminación, los abusos, el acoso, las violaciones... no las sufren "todas las mujeres", sino sólo "unas pocas", casualmente las discriminadas, maltratadas, asesinadas, acosadas, violadas... por "not all men".
Esa normalidad de la violencia de género es la que lleva a que el 80 % no sea denunciada.
Cuando desde organismos internacionales, universidades, instituciones, organizaciones... se habla de violencia de género, lo que se pone de manifiesto es la construcción cultural que crea una identidad para hombres y mujeres que lleva una especie de pack con los roles, funciones, espacios, tiempos... que deben desempeñar de manera diferente unos y otras; y que, además, establece las normas de relación a partir de lo que los hombres han considerado conveniente para "all society" y "all people".Y entre los elementos de esa cultura han incluido la violencia contra las mujeres para corregirlas o castigarlas cuando hacen aquello que no deben, bien sea dentro o fuera de las relaciones de pareja. Esa normalidad de la violencia de género es la que lleva a que el 80% no sea denunciada, a que exista una actitud pasiva en la mayor parte de la sociedad ante un problema que supone que cada año asesinen a 60 mujeres de media y 600.000 sean maltratadas, y a que cuando se denuncia, en lugar de cuestionar a los hombres que maltratan se ponga en duda la palabra de la víctima, o directamente se la culpe por provocar o haber hecho algo mal.
Ese mismo escenario es el que da lugar a que cuando se plantean medidas específicas para solucionar este grave problema, en lugar de encontrar un apoyo generalizado surja una parte de la sociedad que cuestione estas iniciativas, y pida medidas para "otras violencias" que se llevan a cabo bajo diferentes motivaciones, en circunstancias distintas y buscan objetivos que nada tienen que ver con los de la violencia de género.
Y no deja de resultar curioso que ante tanta generalización sean incapaces de ver los elementos comunes, y por tanto generales, a cada uno de los casos de violencia y al resto de las consecuencias derivadas de la desigualdad. La clave para entender esta situación no se reduce a las decisiones individuales de los hombres que maltratan, agreden y matan, sino que se encuentra en la cultura machista que da razones para que cada uno de ellos inicie la violencia como algo propio de las relaciones de pareja, y permite que a pesar del daño que produce se mantenga invisible y callada dentro de la normalidad en el 80% de los casos. Es la propia normalidad social la que actúa como argumento y como cómplice para ocultar y justificar la violencia de género, por eso quien actúa desde ella, es decir, los hombres que lo deciden, cuentan con la ventaja de sentirse "justificados" por una sociedad que aporta argumentos para recurrir a la violencia contra las mujeres. Y esa misma situación es la que hace que las mujeres que la sufren se sientan cuestionadas y culpables de lo que les pasa, y crean que su responsabilidad está en continuar en la relación para intentar "hacer cambiar" al hombre que las agrede, sin ser conscientes de que en realidad quedan atrapadas dentro de la propia violencia.
La estrategia del machismo es clara, "negar para confundir y confundir para negar".
Ejercer la violencia desde esas circunstancias da una serie de ventajas, entre ellas el hecho de que lo más probable es que el agresor no sea denunciado (se denuncia un 20%), si lo denuncian lo más probable es que no sea condenado (se condena un 23%), y de ese modo la relación continúa bajo los dictados impuestos por él a través de la violencia con la ayuda de la amenaza de que vuelva a ocurrir, y junto a una sociedad que cuestiona a la mujer en lugar de hacerlo al hombre agresor. Esa es la superioridad del hombre que utiliza la violencia de género, cuyo sentido es dado por la cultura que la "normaliza", no por las circunstancias individuales del caso. Y eso es lo que reconoce el Tribunal Supremo en su jurisprudencia, como hemos visto recientemente.
La estrategia del machismo es clara, "negar para confundir y confundir para negar". Esa es la razón por la que antes negaban la violencia de género, puesto que no había estadísticas ni una definición específica de ella en la ley, y ahora que sí la hay y conocemos su dimensión y significado, intentan negar el machismo de la violencia, es decir, la construcción de género que hay tras ella para ocultarla entre otras violencias.
En algo tienen razón, hoy "not all women" están dispuestas a aceptar las imposiciones del machismo, y "not all men" son ya machistas, por eso el machismo cada vez tiene menos espacio y menos poder, de ahí su reacción y los bulos que levantan, porque el machismo sin el andamio de la mentira solo es escombros.



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