Quizás sea un buen momento para contagiarnos de pensamiento crítico y en lugar de centrarnos en el miedo de preguntarnos cómo enriquecer nuestras sexualidades, cómo ampliar el campo de nuestros deseos y cómo habitar sexualidades más allá de la hegemonía y de la norma. Lejos de los señores expertos.
Ilustración de María Romero
Recientemente, han aparecido recomendaciones de organismos y entidades relacionadas con la salud sexual para prevenir la transmisión del Covid-19 durante las relaciones sexuales. Nos advierten de que los besos son una práctica de alto riesgo por la concentración vírica en la saliva, como también lo es el rimming, el contacto de la boca con el ano. ¡Cómo no! ¡Los culos siempre en el punto de mira!
Nos informan de que posiciones como “el perrito” son mucho más seguras que el follar cara a cara. También nos recomiendan follar sólo con nuestra pareja habitual, con la que hemos mantenido un confinamiento a rajatabla y, en caso de no tenerla, nos recomiendan abstenernos del sexo con personas desconocidas. Pobres de nosotras las solteronas. Menos mal que siempre nos quedará la masturbación. Eso sí, después de lavarnos a conciencia las manos durante al menos 30 segundos.
Nos invitan a practicar sexting o cibersexo y nos pone contentas que se amplíen las prácticas sexuales más allá del corset coitocéntrico (que por cierto, se ha hecho viral en las redes mediante el coronasutra). Sin embargo, nos llama la atención que el sexting aparezca ahora como una tabla de salvación, tras años de culpabilización de las mujeres que lo han practicado y luego han sufrido sexpreading (la difusión de fotos con contenido sexual por parte de otra persona sin su consentimiento).
En los artículos de prensa que hemos recogido en nuestro centro de documentación, sobre sexualidad y Covid-19, las fotos que acompañan a los artículos, generalmente, son de parejas heterosexuales. Para nuestro desconcierto, las ilustraciones de perritos practicando sexo también abundan. Si ya antes de la pandemia escaseaba la información dirigida a personas con sexualidades no normativas, en tiempos de pandemia podemos confirmar que esto no ha cambiado. En los discursos presentes en los medios de comunicación sólo se representa la sexualidad heteronormativa y, además, aparece confinada en la esfera del riesgo y del peligro. Por si fuera poco, las propuestas para el cuidado de la salud sexual de nuestros cuerpos parecen enfocarse únicamente en el miedo, la amenaza y el castigo.
Los mensajes sobre cómo deben nuestras “nuevas” sexualidades responden a la tónica general de las campañas lanzadas por las autoridades sobre la prevención del virus. Hemos podido ver hasta pistolas y hornos crematorios, en las campañas de Aragón y Madrid respectivamente. No faltan tampoco campañas con música épica en plan Juego de Tronos, pero ni la Covid-19 es una guerra, ni el sexo una batalla. Desde la experiencia acumulada en relación con la prevención del VIH, sabemos que los mensajes basados en el riesgo y el miedo no facilitan la toma de decisiones, no activan las estrategias de cuidado, solo generan procesos de culpa y estigmatización.
Tampoco podemos dejar de comentar que estas campañas reproducen los estereotipos de la familia nuclear. En la del gobierno de Canarias, ella saca una tarta mientras ellos comparten alcohol alegremente. Además, jerarquizan los afectos. La campaña de la Generalitat, #COVIDSPOILER, dirigida a jóvenes, dice: “Con los amigos aire”. Dicho sea de paso, uno de los clips de esta campaña está protagonizado por un par de chicas que se quieren besar. Puede que nadie les haya avisado que asociar la visibilidad lésbica con el estigma era una muy mala idea. Eso o han entendido “malamente” la idea de la transversalidad en las políticas LGTBI.
Nosotras no somos expertas en virología y no tenemos muchas respuestas que ofrecer ante esta situación de emergencia sanitaria, en la que la incertidumbre parece ser la tónica general. Lo que sí tenemos son muchas preguntas. Si nos están recomendando estar a metro y medio por el tema de las micropartículas, ¿cómo haces para follar, aunque no sea cara a cara? Si la Covid-19 tiene un índice de contagio mucho mayor que otros virus como el resfriado común o la gripe, ¿es una medida efectiva follar por detrás? Puestas a echarle imaginación, ¿podríamos darle la vuelta a los roles estereotipados de la postura? ¿Por qué a los expertos y las expertas en sexología no se les ocurren otras maneras de vivir una sexualidad placentera que no sea a través “del perrito”? ¿No existen recomendaciones para la promoción de la salud sexual más allá de la abstinencia, la masturbación y la pareja estable?
Por otra parte, ¿por qué dar recomendaciones sobre cómo protegerse de la Covid-19 en salud sexual si no es una ITS? ¿No será mejor reflexionar sobre cómo las desigualdades estructurales afectan a la salud de las personas? Si los factores sociales condicionan en buena medida la salud sexual de las personas y dificultan el ejercicio de sus derechos, ¿por qué es de lo que menos se habla?
En estos tiempos de incertidumbre, podemos reflexionar sobre cómo protegemos nuestra salud sexual, con o sin Covid-19. ¿Qué nos hace sentirnos seguras? ¿Cómo negociamos nuestras prácticas y juegos con las otras personas? ¿Qué tiene que ver el género a la hora de negociar? ¿Qué otros factores facilitan o dificultan la negociación? ¿Cómo comunicamos nuestros deseos y límites? ¿Qué estrategias utilizamos para cuidarnos? ¿Utilizamos siempre medidas de protección? ¿Por qué a veces no nos protegemos? ¿Hace cuánto no nos hacemos pruebas de ITS? Una de las bases del cuidado de la salud sexual es la autonomía, pero ¿pueden ser comunitarias también las estrategias de cuidado? ¿Cómo podríamos vivir sexualidades más seguras y más placenteras?
Quizás sea un buen momento para contagiarnos de pensamiento crítico y en lugar de centrarnos en el miedo; de preguntarnos cómo enriquecer nuestras sexualidades, cómo ampliar el campo de nuestros deseos y cómo habitar sexualidades más allá de la hegemonía y de la norma. Lejos de los señores expertos.
Este texto se ha publicado en catalán en La Directa. El periodismo feminista comparte y no compite con otros medios
Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2020/09/la-nueva-sexualidad-los-viejos-estereotipos/
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