jueves, 4 de junio de 2020

Ni una menos

Especial informativo de Radio Universidad de La Plata. FM 107.5
El grito de Ni una menos levantó las raíces de la vida a lo largo y ancho de Nuestra América, como una alerta sin fronteras. El epicentro de la movilización que en principio buscaba evidenciar las prácticas de la muerte asociadas al dominio patriarcal, fue una reacción concreta al asesinato de Ángeles Rawson en el 2016. Desde aquel oscuro 3 de junio, Latinoamérica se ha visto sacudida por las movilizaciones constantes y una organización cada vez más grande y radical de mujeres, cuerpos femeninos y disidentes en respuesta a la visceralidad del patriarcado neoliberal que nos habita. Recordemos que el nombre de la campaña se debe al poema  «Ni una muerte más» de la poeta Susana Chávez escrito en 1995. Susana fue asesinada en Ciudad Juárez en el 2011. Según los jueves responsables del caso, el asesinato no habría tenido que ver con su militancia feminista. Con el progresivo avance del movimiento Ni una menos vemos que el caso de Susana en México y de Ángeles en Argentina son la consecuencia directa de la alianza entre los sistemas patriarcales, jurídicos y económicos. Es decir, el feminicidio es un efecto estructural del diálogo entre las esferas de poder.
En países como México, Colombia, El Salvador, Haití y Brasil, la violencia contra los cuerpos femeninos está directamente asociada al desarrollo de las estructuras paraestatales, funcionales al narcotráfico y a injerencia extranjera en las entidades estatales y empresariales. Así lo afirma Sabine Lamour, referente feminista haitiana al denunciar a los encargados de la supuesta ayuda humanitaria internacional, en su asociación con las violaciones y torturas a las mujeres e infancias en Haití, después del terremoto. Como en Colombia, los invasores extranjeros son los modelos dominantes de las masculinidades que apuntan a doblegar los cuerpos de las mujeres, entendidos como territorios y espacios que condensan las resistencias soberanas.
En los países revolucionarios la defensa por la vida de las mujeres y disidencias también define quiebres al interior y exterior de los propios procesos de resistencia. Este es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Los dos últimos han empezado a movilizarse en torno a la campaña Ni Una Menos a partir del 2016, solamente un año después de su surgimiento en Argentina. La historiadora y exguerrillera sandinista Dora María Téllez ha sido una de las más importantes referentes revolucionarias en llevar las reivindicaciones contra la violencia hacia las mujeres en Nicaragua. Afirma que «El gobierno debería tener una responsabilidad en la protección de la vida de la mujer” y que las tendencias patriarcales de la revolución son el efecto no autocrítico del proceso, marcando así continuidades fatales con el sistema político que se propuso derrotar. Por su parte, el movimiento feminista cubano ha exigido al presidente Miguel Díaz-Canel, se proponga actualizar el sistema penal para materializar políticas públicas a favor de la vida de las mujeres. Cuba carece de una ley específica de violencia de género y de un modelo integral de atención a las víctimas y sobrevivientes*.
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Diana Sacayán – Militante trans (1975-2015)
En conclusión la ola feminista en Nuestramérica ha pateado con fuerza las puertas de las instituciones para reclamar la responsabilidad política de los poderes locales y extranjeros en la peor pandemia que azota nuestros territorios, es decir, el margen de expropiación patriarcal en su peor manifestación: nuestras muertes. Por lo pronto, el movimiento de mujeres busca profundizar sus luchas articulando con las disidencias una agenda común que afronte la violencia letal de la homofobia y la transfobia. Según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas (TMM de sus siglas en inglés, Trans Murder Monitoring) el 78 % de los asesinatos a personas trans a nivel mundial fue registrado en los países de América Central y América del Sur, encabezados por Brasil y México.
 (…)
Mujer instante,
hacha
que arrastras,
que cortas lenguas esparciéndolas
en la mano de Dios que se retuerce de risa contigo.
Fugitiva de tu captura saldré
sabiendo perfectamente
que eres invencible.
Susana Chávez, “Ni una muerta más”, Ciudad Juárez 1995.
Recordamos sus palabras y las anudamos con aquellas otras que dicen “Nombremos a todas y existiremos siempre”
Porque derrotamos al patriarcado en cada latir, porque reavivamos la esperanza de la vida en medio de la convulsión neoliberal, porque nos recordamos antes de ser esclavas y colonizadas: La Revolución es feminista.
*Para más información Gabriela Mejías Gispert en La Joven Cuba




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