Por Marta Rojals
Acontecimientos como el MWC y el Construmat serían para la compra-venta de sexo como el dia de Sant Jordi en cuanto a la compra-venta de libros.
Me ha hecho pensar el Mobile World Congress y también un visitante hijo de su padre que lo ha venido a inaugurar: desde hace unos cuántos años –como mínimo cuatro–, cuando entras en Barcelona por la Feria, puedes ver una gran valla publicitaria de estas en altura que debe de costar dinero largo. El anuncio muestra el nombre comercial del vendedor y, debajo, la descripción del producto: ‘Chicas de compañía’. Una cosa que no os sé decir –ya me perdonaréis, son días convulsos– es si en este Mobile también ha pasado como en ediciones anteriores que, mientras duraba la feria, la organización lo hacía retirar para no hacerse ‘mala imagen’. Se entiende que, después de la feria, ya puede volver a hacer ‘mala imagen’, pero ya será a otro alguien.Por Marta Rojals
Esto, en cuanto al antiguamente denominado primer mundo. Vamos ahora a una noticia del otro extremo, como es el escándalo que destapó The Times sobre el personal de una ONG británica que en 2010 contrató prostitutas para hacer orgías durante una misión humanitaria en Haití. Estirando el hilo se ha sabiendo de más casos parecidos de más ONG, algunos que implican el abuso de menores. En relación con este drama, el otro día escuché en el Versión RAC1 una entrevista al antropólogo Gustavo Nerin, autor de un libro del 2011 muy crítico con las ONG y que, entre muchas más cuestiones, trataba esta de paso. No nos entretendremos: el antropólogo, con su estilo provocador, dijo que no veía donde estaba ‘el escándalo’ de la noticia, que los cooperantes de las ONG no son ‘santos’ como los hemos querido ver, que sólo son trabajadores de una empresa como tantas hay que envían personal durante un tiempo, a veces años, a países donde hay mucha prostitución. Cómo queriendo decir que la vida es así, no me la he inventado yo. El relato es crudo, pero lo abordaremos con la misma frialdad.
Tenemos que hay muchos hombres que viajan lejos de sus familias. Que allá lejos se encuentran la prostitución al alcance. Y que la ocasión hace el ladrón, como dice la sabiduría popular. Volvemos a la ‘ocasión’ de una feria al mundo desarrollado. Explican los ‘profesionales del sector’ [de la prostitución] que las fechas del MWC, junto con las del Construmat, son los ‘días de más demanda’ [de mujeres] del año. Porque hablar que son los días que hay más señores con corbata calientes como monos por las calles de Barcelona podría resultar ofensivo para los señores con corbata que van calientes como monos por las calles de Barcelona. Quedémonos, pues, con el vocabulario oficial: en cuanto a la ‘demanda’, acontecimientos como el MWC y el Construmat serían para la compra-venta de sexo como el Sant Jordi en cuanto a la compra-venta de libros. La fiesta mayor del putiferio, vaya.
Por un lado, tenemos puteros de ferias y congresos que se pueden permitir alquilar los cuerpos que ofrecen anuncios como los que comentábamos al inicio. Y por otra tenemos intermediarios que, con los ingresos de los cuerpos que ofrecen, se pueden permitir tener un anuncio permanente en una de las principales entradas de Barcelona desde el aeropuerto. Es una rueda pensada para puteros que llegan a la ciudad con el hotel y las dietas pagados por la empresa y a quienes, cuando ven el anuncio desde el taxi, se les enciende la bombilla, ay, la bragueta: ‘qué harás esta noche, a solas, tan lejos de casa?’ Al fin y al cabo, la publicidad, se la presentan tan ‘normal’ como una de coches o de colchones. Al fin y al cabo, el reclamo figura a la entrada de una ciudad europea, cosmopolita y gobernada por un consistorio feminista. El putero que paga 190 euros por una mujer, o 250, y hasta 1.000 (tarifas del 2015 que encuentro en el Periódico) debe de volver al hogar con la conciencia más tranquila: incluso puede haber leído en los diarios, como servidora, que las chicas de 18 a 25 ‘de temporada’, no profesionales, se alquilan por horas para pagarse una parte de los estudios, así que, encima, habrá podido contribuir a una buena causa. En casa seguro que estarán orgullosos, de él. Y si tiene hijos, o hijas, les podrá dar ejemplo para cuando se encuentren ellos.
No como otros. No como los puteros malas personas que se aprovechan de la miseria de mujeres, y niñas, y niños, y trans, y etcétera, en países en vías de desarrollo. Todos conocemos a alguien que ha vuelto de viaje en algún país ‘pobre’ que explica que el billete es caro, sí, pero cuando llegas, todo va reventado de precio. Comes y cenas por un euro. Con los cuerpos debe de pasar igual, que van reventados de precio, lo único que no se explica tan alegremente a mesa, con los niños y la madre al lado. Los puteros saben con quienes pueden hacer el gallito, de esas gangas, y es con sus semejantes. Por un euro, por diez, por quince, tienes tal y tal. El paraíso, tú. Pero ep: que lo necesitan para comer, eh? Si no fuera por eso, se morirían de hambre. Gracias a la miseria, pues, no hay putero que no pueda encontrar un precio ajustado en sus ‘necesidades’.
Entre el putero que alquila a una mujer por diez euros y el que la alquila por 1.000, hay quién disculpa al segundo porque las chicas ‘al menos’ se han hecho pagar. Sería como decir que el precio le vale la pena, en el sentido literal del término. Pero al final, puesto que hablamos de oferta y de demanda, es cómo con los alquileres de Barcelona, que son caros o baratos según quién los tenga que pagar: quiero decir con esto que estos 190, 250, 1.000 euros que a una mujer de aquí le pueden parecer tantos, siempre habrá un hombre en el mundo para el cual no serán nada, sólo calderilla. Es el problema de poner precio a un cuerpo, que siempre será barato para alguien, en Haití o en Barcelona. Tan barato que, en la feria del mundo desarrollado que nos ocupa, los intermediarios de la prostitución ‘de lujo’ recomiendan a los puteros que hagan la reserva con antelación, porque no dan abasto. ‘Me las quitan de las manos’, podrían decir, y también sería literal.
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