Todos los días los medios hegemónicos desinforman sobre los asesinatos de mujeres en el país y las múltiples violencias que se ejercen contra ellas.
Los feminicidios son invisibilizados y presentados como situaciones triviales en las que se evidencian algunas cifras simples, que no profundizan en las causas estructurales de estos crímenes, mientras la gravedad de estas violencias sistemáticas en Colombia es cada vez más grande.
Este manejo de la “información”, revictimiza a las mujeres y a sus familiares, pues legitima y reproduce modelos de pensamiento y discursos patriarcales, con argumentos religiosos y moralistas que culpan a las mujeres y justifican las distintas formas de violencias que se ejercen sobre ellas y sus cuerpos.
Violaciones, torturas, desapariciones, desplazamientos, acosos sexuales, maltratos en el hogar, el trabajo y el ámbito económico conducen al feminicidio. Crímenes que han sido naturalizados por algunos sectores de la sociedad, a los cuales, en medio del enredo de los números y las estadísticas, se les ha restado progresivamente la humanidad, la sensibilidad y la indignación. En el país parece normal que las parejas, exparejas y familiares maten a las mujeres de diversas formas.
Solo han transcurrido cinco meses del 2017 y las cifras de feminicidios son alarmantes. Según los últimos reportes del Instituto Nacional de Medicina Legal se han registrado, aproximadamente, 204 casos de mujeres asesinadas en función de su género. Además, muchas de estas mujeres representaban papeles fundamentales en sus comunidades como lideresas de organizaciones sociales, lideresas comunitarias, docentes, reclamantes de tierras y defensoras de derechos humanos.
Hay que tener en cuenta que el número de feminicidios reportados por Medicina Legal corresponde únicamente a los casos que han sido denunciados y tipificados como tal. Los otros tantos casos en los que se ha atentado contra la vida de las mujeres han sido tipificados como “crímenes pasionales” por agentes de la Policía y de la rama judicial, lo que lleva a interpretar que también son casos de feminicidio. La otra gran cifra corresponde a los que no han sido reportados.
Asimismo, estos subregistros no tienen tampoco en cuenta los asesinatos contra mujeres transgénero, travestis o transexuales, a pesar de que ellas también son mujeres y, por lo tanto, sus feminicidios deberían debieran ser tipificados así y ser juzgados bajo las disposiciones de la Ley Rosa Elvira Cely.
Preocupación de los movimientos feministas en el país
La Ley Rosa Elvira Cely, o Ley 1761, tipifica el feminicidio como un delito autónomo y da cuenta de que el Estado reconoce que en Colombia las mujeres son asesinadas por su condición de mujeres. A pesar de que fue aprobada en Julio de 2015, hasta el momento solo han sido emitidas 53 sentencias condenatorias y los 151 casos restantes ni siquiera han entrado en etapa de indagación. La burocracia de las instituciones sigue obstaculizando el ejercicio de la exigencia de derechos y justicia, así como revictimizando a los familiares de las víctimas, quienes en el marco del duelo deben enfrentarse a tratos indignos por parte de estas entidades.
Si en las ciudades, donde supuestamente están todas las instituciones de protección más visibles, se presentan estas vulneraciones de derechos; en los espacios rurales las rutas de denuncia y exigencia se hacen impensables. Allí no solo los feminicidios son una constante sino que las amenazas, violaciones, desapariciones y desplazamientos forzados contra niñas, jóvenes y adultas, por parte de grupos armados, vienen destruyendo los tejidos comunitarios.
En la guerra los cuerpos de las mujeres son otro territorio a ocupar
En la guerra los cuerpos de las mujeres son otro territorio a ocupar
Desde el pasado lunes 15 de mayo, en varios municipios del departamento del Valle, se ha difundido un audio en el que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia advierten bajo amenaza que: “todas las niñas de 15 años que nos encontremos en la calle, las vamos a violar (…) así que padres de familia estén muy pilosos con esas peladas porque todas las que encontremos en la calle las vamos a violar y las vamos a matar hijueputa”. Organizaciones y colectivos feministas del Valle pusieron en conocimiento de las autoridades este audio, pero estas dicen que no han dado con los autores de la amenaza y que “se puede tratar de una falsa alarma”.
Según el registro de la Red Nacional de Información – Unidad de Víctimas con corte al 1 de Abril de 2017- 2.422 mujeres han sido despojadas forzosamente de sus tierras, 76.814 están desaparecidas, 4.051 han sido torturadas, 17.421 han visto vulnerada su libertad e integridad sexual, 39.599 han sido afectadas por actos terroristas y 176.173 están amenazadas. Este reporte da cuenta de la grave situación de vulnerabilidad de las mujeres en Colombia, así como del alto grado de impunidad estatal. Día a día estas cifras aumentan incluso en un escenario de posconflicto que sigue hablando de una paz estable y duradera.
CI CG/DM/18/5/17/18:00
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