martes, 14 de febrero de 2017

"El arte de vanguardia como militancia feminista"




Prefacio 

“Un día, a principios de los años setenta, durante un seminario en la licenciatura en artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, ENAP-UNAM, (alias “San Carlos”), una compañera presentó un trabajo sobre las mujeres artistas y cual no sería mi sorpresa cuando al final de su exposición la mayoría de los chavos afirmaron que por cuestiones biológicas las mujeres no éramos tan buenas artistas como ellos ya que nuestra creatividad sólo se encausaba a la maternidad. Aparte del asombro que me causó que aceptaran un concepto tan poco científico, a pesar de ser disque artistas, intelectuales y progresistas, esa discusión me hizo entender que como artista no sólo tendría que enfrentar criterios misóginos, sino que a mí me correspondía tomar cartas en el asunto para tratar de cambiar esta situación. Comprendí que de nada serviría hacer el mejor trabajo artístico del mundo si por el hecho de ser producido por una mujer sería mal recibido. Por primera vez me entristeció en enorme potencial artístico que había desperdiciado la humanidad por estos prejuicios estúpidos.” (MAYER, 2007) 

De la diosa a la ramera, de la ramera a la invisivilización y vuelta a empezar. 

Entre las primeras representaciones plásticas humanas que hoy conocemos podemos ver la figura de la Venus, como las piezas nominadas Venus de Willendorf (fig. 1) o Venus de Lespugue (fig. 2), sendas ubicadas en la época paleolítica. Estas piezas representan una figura de mujer con los atributos sexuales más desarrollados y la tradición historiográfica las ha ligado a cultos de fertilidad. Acerca de la labor o función de la mujer en la prehistoria se han propuesto una serie de datos que aún a día de hoy no pueden esclarecer de un modo real la “importancia” del hecho en cuestión -aunque el estudio de LINTON, S. (1979) desde mi punto de vista es bastante esclarecedor-, denostando trabajos como la recolección llevados a cabo por mujeres como se puede ver en ejemplos de pintura parietal como “la mujer recolectando miel” (fig. 3, cuevas de Cogul, Lleida, arte levantino).


Fig.1 
Fig. 2

Fig. 3

La figura de la deidad femenina estará presente desde los albores de la humanidad, desde las deidades femeninas griegas presentes en diferentes edificios, como el templo de Atenea Niké (fig. 4, o Atenea vencedora, h. 420 a.C.) erigido en honor a la diosa tras una victoria militar; deidades romanas presentes en edificios civiles romanos, como el Teatro romano de Mérida (fig. 5, h. 15 a. C.), en cuyo frente se encontraría una escultura de Ceres sedente (fig. 6, s. I d.C., Museo Nacional de Arte Romano, Mérida), o diosas prehispánicas como Coatlique (fig. 7, Museo Nacional de Antropología, México), diosa madre del panteón mexica, madre también de la diosa Coyolxauhqui (fig. 8, MNA, México). Como vemos, la representación femenina en el arte ha estado presente en este marco temporal ocupando principalmente un lugar de deidad, ligado a lo sexual pero no como una figura a imitar.

Fig. 4

Fig. 5

Fig. 6

Fig. 7

Fig. 8

Con la entrada oficial del cristianismo en Europa en época romana (Edicto de Milán, 313 d.C.), la representación femenina de la mujer en el arte se limitará en el ámbito oficial a la figura de la Virgen María, figura que se mantendrá durante la Edad Media como la única figura femenina a imitar strictu sensu. A tal punto lleva este hecho, que en la España medieval las imágenes marianas han de ir vestidas hasta los pies, notando si revisamos la documentación acerca de vestimentas, cómo se hace hincapié en el buen vestir con connotaciones morales por parte del confesor de la reina Isabel I, Fray Hernando de Talavera, criticando incluso a aquellas que dejan ver los tobillos. La contra, lo que no se debe hacer también se puede observar en el arte en un ejemplo dispuesto en el tímpano izquierdo de la portada de Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela (fig. 9, h. 1116, Maestro de Conques). La interpretación de la mujer con una calavera en la mano se interpretará como la imagen del pecado. Esta idea viene dada por leyendas de viajeros de la época, contando que en sus manos porta la calavera de su amante, arrancada por su marido y obligada ella a besarla dos veces al día, alabando además este castigo y diciendo que es bueno para que sirva de ejemplo. Esta leyenda se convierte en el ejemplo que no se ha de imitar, haciéndose viral hasta el punto de crear una iconografía propia: la de María Magdalena en época barroca. Vemos así cómo la dualidad icónica normativa a imitar por las mujeres de una sociedad son consecuencia del establishment del momento, van forjando roles y estos se van reflejando en el arte a vista de toda la sociedad. Este hecho no será cuestionado de manera colectiva hasta el estallido del feminismo a finales del siglo XIX.

Fig. 9

Por extensión, la mujer artista tampoco tendrá un reconocimiento pleno, o al menos, no cuestionado hasta la época en la que nos encontramos. Podríamos excusar este hecho como algo fruto o consecuencia de la época, pero no es insignificante, pues esta invisivilización de la mujer artista sigue sin ponerse en valor y conocimiento de la sociedad para ocupar el lugar que merecen, reduciéndose su conocimiento a círculos muy reducidos, como señalan Carmen Navarrete, María Ruido y Fefa Vila:

“La información sobre las luchas, resistencias, avatares y logros de las mujeres que nos precedieron ha sido muy desarticulada y confusa. Nuestra experiencia está, además, marcada, por una educación extremadamente parcial que naturalizaba, y sigue naturalizando, los metarrelatos, y que ignoraba, e ignora, las variables de género, clase, nacionalidad, identidad sexual, etc. Apenas se ha hablado de Lucía Sánchez Saornil, de Maruja Mallo o María Blanchard; salvo en círculos muy restringidos, tampoco de las hermanas Ferrer, de las conceptuales catalanas o de las protagonistas que abanderaron los movimientos sindicales y las principales luchas feministas, o de las que impulsaron las primeras traducciones y difusiones de textos clave e iniciaron en la universidad, o fuera de ella, una puesta en común y una revisión crítica del pensamiento dominante. Tampoco ahora se habla lo suficientemente de estas mujeres, y mucho menos allí donde es urgente hacerlo.” (NAVARRETE, C., RUIDO, M., y VILA, F. (2005):171).

Ni que decir ya en otros ámbitos fuera de las representaciones plásticas como la música, fotografía o literatura, donde nombrar por ejemplo a Cecilia Böhl de Faber, escritora bajo el pseudónimo de Fernán Caballero para poder publicar, o en otros campos como el propio que me atañe, la historiografía o la crítica del arte, con figuras invisibilizadas como la de Margarita Melken.

La tendencia actual dominada por unos mass media globalizados-globalizadores, la cosificación de la mujer, una vuelta atrás en valores y victorias en muchas ocasiones llevan a cabo un cóctel de estereotipos que pretenden imponer un canon regulador que trasciende y vuelve a esa dualidad icónica cargada de connotaciones morales. Éste, además no entiende de fisionomías ni identidades individuales, tiene un hambre voraz por lo genérico y uniforme y pretende superar la propia naturaleza humana (PEREDO, A., 2006).

Como el título de este apartado se cierra el círculo “y vuelta a empezar”, con otros nombres y valores, pero con la misma dinámica: la representación ha de ser la imitación que ocupe el lugar de “lo real” en este mundo.


Es casi un deber moral reivindicar la posición y hacer recordar lo que de base debería saberse dejando de lado los “prejuicios estúpidos”. Este hecho es el que lleva a varias mujeres artistas a hacer de su obra un acto político y llamar la atención sobre la problemática en diferentes formatos.

Como ejemplo actual y España se encuentra la artista Yolanda Domínguez (Madrid, 1977), quien se presenta como artista visual y activista. Su obra, principalmente performances, nos acerca problemáticas actuales en torno a la figura de la mujer, como Poses (2011) describiéndola como “una crítica directa a lo absurdo y artificial del mundo del glamour y de la moda que difunden las revistas, en concreto a la imagen distorsionada que transmiten de la mujer a través de modelos que no representan a las mujeres reales y que promueven actitudes perjudiciales y humillantes para ellas. Estas imágenes (mujeres desparramadas, extremadamente delgadas, sumisas, enfermizas, absurdas...) funcionan como referente de lo "femenino" en los mass media y tienen una enorme influencia en la construcción de roles y comportamientos de hombres y mujeres.”.

Esta presión podríamos calificarla de violencia simbólica, siendo sobre esta violencia que se utiliza el arte como medio, poniendo en el caso del arte contemporáneo un agente social activo y una forma poderosa de comunicación que contribuye al cuestionamiento de modelos estereotipados y proponiendo otros nuevos con formas más plurales acordes al tiempo que nos ocupa (SACCHETTI, E., 2012), es, por tanto “un factor poliédrico en el seno de la sociedad: por una parte es el vehículo de las ideas, los valores, los conflictos o las aspiraciones que se plasman en un colectivo, por otra parte se define como un ámbito potencialmente poderoso en el cual se elaboran discursos políticos de legitimación o de resistencia hacia los criterios dominantes y, como tercer aspecto, puede actuar como el vector de estos discursos y constituirse como una forma de acción social” (SACCHETTI, E., 2012:366).

Así, el arte de vanguardia es un medio de acción feminista donde encontrar ejemplos desde 1960, encontrándo hoy el momento en el cual y gracias a la red, más ejemplos podemos ver mediante páginas webs o redes sociales.

Encontramos también fanzines de lo más variados que abarcan múltiples feminismos y grupos de LGTBQ como Gorda! zine, fanzine feminista que trata temas en torno al cuerpo y lo queer con imágenes y talleres; Proyecto Khalo, quienes se presentan en su web como “una alternativa a las revistas femeninas existentes en español”; Afribuku es una revista sobre arte contemporáneo africano, sin embargo, es un medio por el que llegar a descubrir artistas feministas en activo, o Las Simones, revista que recoge su nombre de Simone de Beauvoir y donde tratan temas de política, cultura y mujeres. Es sobre todo en estas publicaciones que encontraremos ilustradoras en su mayoría realizando críticas feministas en clave de humor.

Existen, además, plataformas webs con directorios de artistas que nos permiten ver su obra, así como artículos de divulgación científica o de un carácter más periodístico como Feminicidio.net o más específica de arte cómo Artisteras.com, donde encontraremos arte de todo tipo y en todas sus concepciones. Podemos ver también proyectos interesantes como Colectivo Elefante Rosa, un colectivo de artistas individuales que deciden concentrarse como un grupo que parte de la poesía, pero donde además podremos encontrar arte de acción y obras plásticas en diferentes soportes. Para terminar, es interesante también el blog del Proyecto Arte en Acción, un proyecto que parte del Museo Patio Herreriano (Valladolid) y la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León, donde podremos encontrar enlaces, noticias, acciones, artistas y demás información acerca del arte contemporáneo, teniendo además un apartado destinado al feminismo.

A pesar de todos estos ejemplos nos queda mucho camino por recorrer, pues mientras siga siendo necesario –y digo necesario, sí- realizar exposiciones exclusivamente de mujeres artistas o de mujeres reales en el arte, seguiremos teniendo presente estos “prejuicios estúpidos” en nuestra sociedad.


ALBARRÁN DIEGO, J. (2007): “Representaciones del género y la sexualidad en el arte contemporáneo español”, XLIV Congreso de jóvenes filósofos, Universidad Autónoma de Madrid, abril.

BERNIS, C. (1979): Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos, tomo II, Instituto Diego Velázquez del CSIC, Madrid

BOURDIEU, P., (1999): Meditaciones Pascalianas, Anagrama

MAYER, M. (2007): “De la vida y el arte como feminista”, N. Paradoxa, vol. 8. Disponible en: dirección URL: <http://bidi.unam.mx/libroe_2007/0989429/06_c02.pdf> (consultado el 15 de enero de 2017)

NAVARRETE, C., RUIDO, M., y VILA, F. (2005): “Trastornos para devenir: entre artes y políticas feministas y queer en el Estado español”, dentro de Desacuerdos. Sobre arte, política y esfera pública en el Estado Español, 2

LINTON, S. (1979) “La mujer recolectora: sesgos machistas en antropología” en Olivia Harris y Kate Young, Antropología y feminismo, Barcelona, Anagrama

PEREDO, A. (2006): “La apreciación del arte prehispánico como un medio para la autovaloración de la mujer mexicana frente a la violencia de género del ideal imperialista anglosajón de belleza”, dentro de Archivos Hispanoamericanos de Sexología, vol. 12, no 2.

SACCHETTI, E., (2012): “Andreia y sus contrarios. Masculinidades plurales a través del arte”, dentro de AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 7, nº III, septiembre-noviembre, pp. 361-394

Consultados el día 2 de febrero de 2017:
Las Simones: http://lassimones.org/
Proyecto Arte en Acción (MPH): https://proyectoarteaccion.wordpress.com/

Biografía de la autora de este artículo:

Sara González Sánchez (6 de octubre de 1988)

Graduada en Historia del Arte y Patrimonio histórico-artístico con mención en Símbolo, Imagen y Creación (2011-2015) por la Universidad de Extremadura (Cáceres), y Magister en Antropología aplicada: entre la Diversidad y la Globalización (2015-2016) en la Universidad de Castilla la Mancha (Albacete). Con anterioridad a su formación como historiadora del Arte realizó prácticas en el Museo López-Villaseñor de Ciudad Real donde puso en marcha un pequeño plan de dinamización con visitas y talleres didácticos (enero-abril 2011). También ha realizado prácticas en Filmoteca de Extremadura (2015) y ha colaborado en la VI Bienal Iberoamericana de Artes Gráficas en Ayuntamiento de Cáceres (febrero-mayo de 2015). Actualmente se encuentra realizando cursos breves sobre Género y Etnicidad, y preparándose para comenzar el Doctorado el próximo curso.

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