sábado, 31 de mayo de 2014

Una niña de cuento, Alice Liddell (1852-1934)


Seguramente son muchos los niños del mundo que han leído, visto o escuchado en alguna ocasión el famoso cuento de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas. Curiosamente, el escritor inglés, cuyo verdadero nombre era Charles Lutwidge Dodgson, mantuvo una estrecha relación de amistad con una familia numerosa en la que una de las niñas se llamaba Alice. Fue esa niña la que un día le pidió que les contará a ella y a sus hermanos, un cuento mientras navegaban por el Támesis y así nacía el clásico en el que una niña vivía unas extrañas aventuras al adentrarse en la madriguera de un conejo. Mucho se ha hablado sobre la relación entre Lewis y la niña Alice, quien mantuvo una larga relación epistolar con el autor y terminó casándose con un miembro de la alta sociedad. Suposiciones de lo más variopintas que intentan desvelar la auténtica relación entre Alice Liddell y la Alicia del cuento.

Alice Pleasance Liddell Hargreaves Taylor nació el 4 de mayo de 1852 en Westminster, Inglaterra. Su madre, Lorina Hannah, pertenecía a la pequeña nobleza terrateniente y su padre, Henry George Liddell era deán del Westminster School. Alice tenía un amplio número de hermanos y hermanas. En total eran diez los hijos de los Liddell.


En 1956, cuando Alice tenía tres años, toda la familia se trasladó a vivir a Oxford porque su padre había sido designado deán del Christ Church de aquella ciudad. Aquel mismo año, el 25 de abril, la pequeña Alice y el resto de la familia Liddell iniciaron una relación de amistad con un profesor del Christ Church llamado Charles Lutwidge Dodgson. 

Amante de la fotografía, Charles retrató en muchas ocasiones a las pequeñas de los Liddell y les explicaba historias inventadas. Una de aquellas historias, narrada a petición de Alice mientras realizaban una excursión en barca por el Támesis el 4 de julio de 1862, se convertiría con el tiempo en uno de los clásicos más conocidos de la literatura infantil. En las Navidades de 1863, Charles regaló un manuscrito a Alice con aquel cuento. Se titulaba Las aventuras de Alice bajo tierra.

Sin embargo, meses atrás, la relación del profesor con los Liddell sufrió un punto de inflexión que terminó con un distanciamiento de la familia. Fue un episodio desconocido, que aún nadie ha podido concretar de manera fehaciente. Unas páginas del diario de Charles, las que se referían a los días en los que se produjo el supuesto conflicto, desaparecieron con el tiempo. Mucho después, se descubrió una nota escrita al parecer por una sobrina del escritor, en la que aclaraba que su tío se había enamorado de la institutriz de los hijos de los Liddell. Además de esta hipótesis, se barajaron otras más truculentas como una posible relación entre Charles y Alice o alguna de sus hermanas.




Fuera por la razón que fuese, lo cierto es que aquella relación de amistad terminó de manera abrupta aunque Alice mantuvo relación epistolar con Charles, quien pasado el tiempo, convertido en Lewis Carroll, disfrutaría del éxito de su relato, retitulado como Alicia en el país de las maravillas.

Alice continuó con su vida y se casó con un estudiante de Christ Church llamado Reginald Gervis Hargreaves, después de haber mantenido una supuesta relación amorosa con el duque de Albany, uno de los muchos hijos de la reina Victoria. Alice y Reginald se casaron en la Abadía de Westminster el 15 de septiembre de 1880 y llegaron a tener tres hijos.


Alice se convertía entonces en una dama de la alta sociedad disfrutando de su hermosa mansión de Cuffnells, en Hampshire. Pero cuando el 14 de febrero de 1926 se quedaba viuda, tuvo que frenar en seco su tren de vida. Agobiada por las deudas, entre sus muchas pertenencias, se desprendió de aquel manuscrito que años atrás le regalara el profesor Dodgson. Manuscrito que, tras pasar por varios propietarios, terminó en la Biblioteca del Museo Británico. 

Pocos años después, el 16 de noviembre de 1934 fallecía en Kent, a la edad de ochenta y dos años.

Alice se llevó a la tumba uno de los misterios de la vida de Lewis Carroll, a quien, ayudó a crear a su otra Alice, que se convertiría en un personaje inmortal. Que Lewis se inspirara en la verdadera Alice tampoco nunca se ha probado y algunos estudiosos no han encontrado demasiadas similitudes entre ambas. Quizás el nombre fue simplemente un bonito homenaje a aquella niña a la que había retratado en múltiples ocasiones y con la que disfrutó una de las épocas más importantes de su vida. 

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