domingo, 1 de septiembre de 2013

La mujer supersónica, Jacqueline Cochran (1906-1980)


Los datos que rodean la carrera como piloto de aviación de Jacqueline Cochran son espectaculares. Primera mujer en romper la barrera del sonido, en aterrizar y despegar de un portaaviones, en pilotar un bombardero a través del atlántico… y muchos otros logros que convirtieron a una joven aprendiz de esteticién en uno de los nombres propios más importantes de la historia de la aviación. Ambiciosa e inteligente, tuvo un importante papel en la Segunda Guerra Mundial e influyó también en la carrera política del que se convertiría en el trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.

Una infancia olvidada
Bessie Lee Pittman era el nombre real de Jacqueline Cochran. Nació el 11 de mayo de 1906 en Florida en el seno de una humilde familia. La más pequeña de los cinco hijos de Mary e Ira Pittman, tuvo una infancia difícil. Su padre era carpintero por lo que su sueldo no llegaba a mantener a su amplia familia. Así, Bessie empezó a trabajar con tan sólo seis años de edad en distintas tareas. 

Fueron posiblemente esos primeros años difíciles los que la llevarían en un futuro a negar sus orígenes e inventar una infancia distinta como niña adoptada. Aun así, nunca se olvidó de su familia a los que acogió y ayudó económicamente siempre que tuvo ocasión.

Bessie se casó por primera vez el 13 de noviembre de 1920, siendo muy joven. El marido, Robert Cochran, era mecánico de la base naval de Pensacola. Aquel primer matrimonio terminó tristemente con el fallecimiento de su hijo con cinco años y un posterior divorcio.

La empresaria de cosméticos
Entonces convertida en Jackie Cochran, nombre que adoptaría hasta su muerte, tuvo que buscarse de nuevo la vida trabajando como peluquera en Pensacola hasta que decidió mudarse a Nueva York donde consiguió un empleo en el Saks Fifth Avenue, uno de los salones de belleza más importantes de la gran manzana.

Situada en Nueva York, Jackie conocó a Floyd Bostwick Odlum, empresario considerado como uno de los diez hombres más ricos del mundo en aquellos años. A pesar de ser catorce años mayor que ella, Odlum se enamoró de Jackie. Antes de contraer matrimonio en 1936, el rico empresario ayudó a la joven a iniciar un negocio propio de cosméticos.

Fue durante aquellos primeros años como empresaria cuando Jacqueline descubriría su verdadera pasión. Cuando Odlum le propuso la original idea de que fuera ella misma la que pilotara un avión anunciando su propia línea de cosméticos, por cierto llamada Wings (alas), Jacqueline no se lo pensó dos veces. En pocas semanas había aprendido a dominar una aeronave.



La mujer piloto
Desde entonces y hasta que se retirara de la vida pública, Jacqueline Cochran no dejó de volar y de superarse a ella misma y a todos cuantos la habían precedido. Ya en 1938 recibió el reconocimiento de ser la mejor mujer piloto de los Estados Unidos. No en vano había ganado la Bendix Race, competición en la que el año anterior se había enfrentado solamente con hombres. Habían sido ella y otra gran piloto, Amelia Earhart quienes lucharon para que las mujeres pudieran participar en dicha carrera.

Piloto en la guerra
Iniciada la Segunda Guerra Mundial, Jacqueline se implicó en la colaboración estadounidense con Gran Bretaña. En ese sentido, formó parte de una organización llamada Wings for Britain, Alas por Bretaña, encargada de transportar aeronaves construidas en Norteamérica hasta Gran Bretaña. Se convertía así en la primera mujer en volar un bombardero a través del Atlántico.

Cuando Estados Unidos entró en guerra, Jacqueline no dudó en proponer a la entonces primera dama Eleanor Roosevelt la creación de una división aérea femenina que se encargara de los vuelos domésticos no combativos para que todos los pilotos posibles pudieran entrar en combate solucionando así el problema de la escasez de pilotos.

Su duro trabajo tuvo como compensación la creación de la Women Airforce Service Pilots (WASP), organización de dirigió desde el primer momento y que tenía como objetivo la formación y entrenamiento de mujeres piloto.

Rompiendo la barrera del sonido
Terminada la guerra, Jacqueline no dejó de volar ni de superarse a sí misma. Cochran superaba la barrera del sonido y se convertía en la primera mujer en volar un jet a través del océano y en la primera mujer en aterrizar a ciegas, entre otros muchos récords.


Del cielo a la política

Al margen de su vida como piloto, Jacqueline Cochran era una republicana convencida que ayudó en la carrera presidencial del entonces general Eisenhower. Fue sin embargo su propia carrera como congresista la que no llegó a buen término. Posiblemente el único hito que se propuso y que no consiguió.

Por la igualdad en las alturas
A pesar de todo, Jacqueline Cochran siguió volando hasta 1967. Durante todos esos años no dejó de batir récords de velocidad y de abrir el camino de la aviación a otras mujeres apasionadas por volar. También la primera mujer en convertirse en presidenta de la Federación Aeronáutica Internacional, Jacqueline trabajó de manera incansable por la igualdad de hombres y mujeres en el mundo de la aviación.

Retirada en su rancho de California junto a su segundo marido, Jacqueline Cochran fallecía el 9 de agosto de 1980.

Por Sandra Ferrer

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