RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

domingo, 4 de marzo de 2018

El 8M con toda la clase obrera y con l@s estudiantes


Por Corriente Roja

El 8 de marzo reúne todos los ingredientes para, haciendo honor a su origen, ser una verdadera jornada mundial de lucha, con las mujeres de la clase obrera al frente de todos los explotados y oprimidos.
Por Corriente Roja
El panorama político parece mantenerse en esa especie de calma chicha que preanuncia tormenta. Rajoy sigue a lo suyo, con los Presupuestos prorrogados; con Cataluña intervenida y judicializada; con Granados, o el toque esa semana, haciendo de tenor para cantar las miserias de la corrupción del PP; con De Guindos apostando por la vicepresidencia del Banco Central Europeo, llevando como carta de presentación el “milagro” de la recuperación económica. Esa que para muchas familias obreras es una suerte de monstruo del lago Ness, del que todo el mundo habla, pero nadie le ha visto.
Entre tanto, el descontento social aumenta y se expresa en el crecimiento de las huelgas, la lucha de los pensionistas, de la sanidad… y ahora muy especialmente en la jornada del 8 de marzo que va ganando apoyo día tras día.
El 8 de marzo reúne todos los ingredientes para, haciendo honor a su origen, ser una verdadera jornada mundial de lucha, con las mujeres de la clase obrera al frente de todos los explotados y oprimidos. No hay mejor manera de visibilizar la situación de millones de mujeres trabajadoras en el mundo y de combatir al machismo que ver a las mujeres al frente de la lucha de toda la clase trabajadora.
Conscientes de ello, los gobiernos, los aparatos políticos y sociales oficiales y los medios de comunicación intentan que la protesta sea lo más vacía de contenido posible y quede en un acto testimonial, “ideológico”, sin continuidad ni reclamaciones concretas.
Sectores de la pequeña burguesía y de las capas medias pauperizadas por la crisis se postulan como dirigentes de esta lucha, a la que quieren sumar todo, burguesas y obreras. Pero eso es imposible sin que las trabajadoras renuncien a sus reivindicaciones. Por eso, en las plataformas de muchas organizaciones feministas convocantes nadie verá en primera línea las reivindicaciones vitales de millones de mujeres trabajadoras. Pero ¿acaso se puede luchar contra la discriminación de las mujeres y la brecha salarial sin derogar las reformas laborales? ¿Se puede acabar con la discriminación sin exigir guarderías desde los 0 años; centros de día o recursos reales para la ley de dependencia? ¿Se puede combatir la violencia machista sin exigir del gobierno central, de los autonómicos y municipales, acabar con los recortes y dotar de medios materiales y humanos a la red de lucha contra esta lacra?
Quienes dicen que las clases sociales desaparecieron se suman al coro de la burguesía, que nunca escatimó medios para decir que la lucha de clases es un invento de los marxistas. Sin embargo, a su manera, convencen a los elementos de la pequeña burguesía y a no pocos dirigentes de las organizaciones obreras, de que lo fundamental para cambiar la sociedad es “cambiar las categorías que tenemos en la cabeza”, sin que haga falta cambiar las condiciones materiales en que estas categorías se sustentan. ¿Para qué enfrentar al Gobierno Rajoy y exigirle nada? ¿Para qué levantar un programa reivindicativo concreto?
La necesaria unidad de acción para el día 8 no debe llevarnos a confundir programas, objetivos y métodos de acción diferentes y opuestos. Queremos combatir la violencia machista, queremos combatir las desigualdades, la brecha salarial, la opresión en cualquier forma a las mujeres. Pero eso es imposible sin que las mujeres de la clase obrera se pongan al frente, levantando un programa real de cambio, enfrentando al gobierno Rajoy y a todos los gobiernos cómplices (incluido en de Susana Díaz, que dice, “se sumara a la huelga feminista”). Y para esa lucha necesitamos a toda la clase obrera, mujeres y hombres. Por eso, en lugar de llamar a las mujeres a la huelga y a los hombres a hacer de esquiroles, el 8 de marzo debemos hacer confluir todas las luchas: las de toda la clase obrera (la de más edad y la más joven, la que está en activo y la que es pensionista o está en el paro), las de las y los estudiantes, las de todos los sectores explotados y oprimidos. En el 8M solo sobran el gobierno, los banqueros y la patronal, incluidas las ministras, las banqueras, las mujeres de la patronal y las reinas ejercientes y eméritas.




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