RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 9 de mayo de 2017

Los estados de dominación son difíciles de detectar. Astrología para la mujer

Hace un tiempo en mi surfeo por Youtube me encontré con un vídeo sobre una secta bastante terrible donde las mujeres eran obligadas a tener sexo con el jefe de la secta y entregaban también a sus hijos pequeños para el mismo fin. Estas escenas terribles que habían vivido en el pasado de repente se aparecían como tristes y dolorosas en su presente, cuando se daban cuenta que habían permitido ese daño a sus hijos y a ellas mismas, llevadas por el fervor del impulso de creer, más la ola de la maza a la que pertenecían. Durante su estadía dentro del culto se habían cuestionado a sí mismas miles de veces (nunca al culto). Habían "trabajado" internamente en contra de la rebeldía, las quejas y las tentaciones, “apoyadas” por la otras mujeres (que estaban viviendo los mismos estados de vejación). Se auto-criticaban por no ser lo suficientemente des-apegadas, desprendidas o permisivas; y por no tener la disciplina para aceptar las demandas del líder (que siempre tenía razón status dios)




Este fervor de la maza, en términos astrológicos, lo llamaremos Neptuno, y es la energía que me hace sentir perteneciente a una totalidad mayor, una realidad más amplia de la que formo parte, sanando la sensación de “separatividad”, que significa estar vivos. Esa "separatividad" o vivencia de la individualidad, fundamental para acceder a un nivel de mayor libertad; en palabras astrológicas se llama Saturno
Y puede ser más o menos difícil, si algunos de estos dos planetas están fuertes en la carta natal.
O sea que por no vivir el estado de individualidad propio del proceso de encarnar, que es el que luego nos llevará a la libertad;  y debido al dolor o pérdida que se vivencia al menos en la primera parte del proceso; seguimos agarrados a la placenta de la seguridad, que nos da el vivir masificados. 
Entre el "dolor de crecer" que nos llevará a la creatividad y "singularidad del ser", y lo conocido y confortable de la pertenencia; escogemos lo segundo.

 Siguiendo con la historia de la secta, es “de repente” el modo en el que el "estado de dominación", en el que se encontraban previamente, se hizo evidente. 
O sea, no es que nacemos (o nos internamos en una relación de amor, por ejemplo) diciéndonos a nosotros mismos, "-entraré en un estado de dominación"; sino que luego de un tiempo y de pronto, se pone de manifiesto que habíamos vivido bajo una tiranía de la que solo necesitábamos verla para decidir partir. Claro, en el mejor de los casos.
Antes de eso, justificamos los vínculos de subyugación lo que no nos permite ver el daño, justificamos el maltrato y al maltratador des-dibujando nuestras necesidades básicas y cuidado personal, en post del contacto. El contacto está sobre-valorado, y de este modo no imponemos nuestras propias condiciones a la realidad. Aclaro que el maltrato para que entre dentro de esta categoría, no tiene que ser físico, ya que en este caso es más evidente (aunque puede vivirse con la misma dinámica)

O sea la clave del éxito de los "estados de sometimiento" en la actualidad, es la ocultación y el trabajo interno que nos lleva descubrirlos. Somos mentes dominadas por el pensamiento de la masa, corrientes colectivas que condicionan nuestros gustos, emociones y necesidades. 

Hace un tiempo que llevo intentando descubrirlos en mí misma y en mi “ser mujer”:
Buscar que tu pareja te lleve de viaje, 
mirar una serie de TV solo si la miras acompañada de un novio, 
sentirse más guapa cuando un hombre te elige y te mira aunque se encuentre también mirando a otras mujeres,  
acomodar los horarios propios para compartir el tiempo; 
son formas más sutiles que las de mi abuelo con mi abuela de des-valorizarla para sentirse más fuerte o maltratarla abiertamente; pero aún más difíciles de des-entrañar por irreconocibles.




El estado de dominación femenina no es más que otro de los estados de dominación del patriarcado, donde la fuerza física es lo valorado en detrimento de la vulnerabilidad y el amor. La dominación del más fuerte sobre el más débil, hombre sobre mujer, padres sobre niños, adultos sobre pequeños, jefes sobre empleados, viejos sobre jóvenes. Aquí es donde estamos todos (hombres y mujeres), contribuyendo para sostenerlo.
Esa energía que en términos astrológicos tiene que ver con el símbolo de Plutón, que al ser muy potente en una carta natal queda polarizada en dos realidades aparentemente excluyentes: EL AMOR Y EL PODER, que al ser mal-interpretados y distorsionados se los vive como la subyugación y el poder sobre.

Al igual que en el “ser mujer”, me dí cuenta que, el “ser cliente” de terapeutas y facilitadores de disciplinas de auto-conocimiento, también tenía su qué.
El tras-paso de la responsabilidad de las decisiones personales en el terapeuta y la tendencia de los terapeutas a que el cliente "trabaje" sus propios traumas; no nos ha permitido ver que en realidad teníamos que menos que “trabajarnos” a nosotros mismos, ver que nuestra pareja era un egoísta, nuestra amiga no nos respetaba y nuestro grupo de pertenencia no era tal. 
Antes de ver si tenemos que trabajar algo dentro, hay que asegurarse que fuera no se estén aprovechando. O lo que es más sincero, que no estemos viviendo un estado de dominación por no quedarnos solos.

Pongo un ejemplo propio: por años había “trabajado” los celos que me provocaban mis parejas cuando miraban otra chica en mi presencia. Pensaba (al igual que todos mis terapeutas) que los celos eran algo malo dentro del paradigma del no-apego. 
Con el tiempo me di cuenta que vivía en un estado de dominación vincular: a una persona con la que mantenía una relación amorosa, le comentaba algo que me dolía de su conducta, y él lo seguía haciendo, excusándose en que eran “cosas de mujeres”. ¿Cuántas veces has escuchado esto o te has dicho a tí misma lo mismo?
 Yo aceptaba sumisa gastándome mucho dinero en terapeutas que me ayudaban a eliminar el motivo del conflicto en la relación, que por supuesto eran mis celos. Porque las mujeres somos esos seres emocionales que no pueden controlar las hormonas y que se dejan llevar. 



Entonces, estoy hablando de cambiar el foco de atención desde el interior a imponer condiciones al exterior. (“El amor incondicional que mal nos ha hecho”)
Aunque  subjetiva, lo que estás sintiendo es tu propia perspectiva, tan válido como el del otro.
Como mi caso de los celos, hay infinidad de casos que llegan a mi consulta diariamente, en los que mi trabajo es que re-definan los términos, mirando la historia desde este lente de  la dominación-subyugación. 

Mi conclusión es que las escenas de destino de la propia vida tienen la función de mostrar, no lo que tengo que cambiar en mi misma, sino en ver que estoy viviendo (quizás hace años) un estado de subyugación a favor del vínculo, pero en bloqueo de mi propia creatividad. Y la manera es a través no de trabajar el ego y disciplinarse, sino de sacar el lado salvaje que se queja, que se atreve a ser un revolucionario en el propio sistema familiar y vincular.

La muerte del ego:
La llamada “muerte del ego”, creo que es un concepto valioso para la población masculina, pero para las mujeres creo que el trabajo es el contrario. Por no perder la “pertenencia” en el vínculo nos des-dibujamos sin llegar a tener forma propia, sin respetar la forma propia, que como tal, habría de excluir todo lo que me haga daño.





Para cerrar quería decir que personalmente es a través de la rabia que conseguí o comencé a apropiarme de mi libertad. La rabia por las injusticias, por la propia sumisión, por la dificultad por ser yo misma, por lo poco que me respeté. La rabia (términos Marcianos) que permite salir sin miedo o a pesar de tenerlo, de la placenta neptuniana y poco a poco comenzar a vivir la individualidad saturnina. Porque ésta es una manera de encarnación, y el comienzo de la libertad. 





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