RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

sábado, 31 de diciembre de 2016

Machismo & Sistema de dominio: El beso de Judas



http://www.eldiario.es

Esta semana Teresa Rodríguez, coordinadora de PODEMOS en Andalucía, denunció una agresión machista por parte del empresario Manuel Muñoz Medina (vocal de la Cámara de Comercio de Sevilla).

El machismo no es sólo un posicionamiento individual, ante todo es conducta y una actitud frente a los demás, especialmente ante aquellos que deben apreciar los elementos que definen esas ideas, comportamientos y actitudes para que el hombre en cuestión sea reconocido como parte de su grupo de iguales, y ocupe una posición más o menos alta según el resultado de sus conductas.

En el machismo no hay ideólogos y actores, todos defienden las ideas con sus acciones, y todas las acciones refuerzan su sistema de valores.
 Es lo que ha hecho el vocal de la Cámara de Comercio de Sevilla, Manuel Muñoz Medina, al llevar acabo la agresión sobre la diputada de Podemos Teresa Rodríguez. Del mismo modo que no se deja de ser machista sólo con decirlo, tampoco es suficiente serlo para ser reconocido como tal por el resto, pues todos comparten esa condición. Ser machista exige demostrar que se es más que los demás y conlleva renovar esa posición periódicamente para evitar caer en la duda o que otro supere el status ocupado.

Por eso su terreno de juego es el ámbito público y entre sus rasgos se encuentra la competitividad, el refuerzo personal sobre el ataque a otras personas, la ostentación, la amenaza… todo gira sobre lo que ocurre y sobre lo que puede suceder. El machismo es realidad y amenaza, no es sólo silencio y la asunción de la desigualdad y sus dictados, es la demostración en cada una de las palabras que llevan al sometimiento de las mujeres y de todo aquel que sea considerado inferior en su estructura jerarquizada de poder; y son todas las conductas que se llevan a cabo en su nombre, desde la violencia al desprecio. 

Lo ocurrido con el vocal de la Cámara de Comercio de Sevilla es un claro ejemplo de la necesidad de demostrar ese poder sobre las mujeres y de ser reconocido por ello. Es la típica conducta que nace del conocido "a que no hay cojones" que gusta repetir a muchos hombres, y que tanto compromiso conlleva entre ellos una vez que, como si fuera un sortilegio contra todo, es pronunciado en voz alta.

Tras pronunciar la famosa frase, de manera inmediata surge un doble reto: el de realizar la propuesta que la acompaña, y el de hacerlo antes y por encima de aquellos otros hombres que forman parte de la iniciativa, puesto que la consecución del reto supone también un doble reconocimiento: por un lado el de la hazaña en sí misma, y por otro, el de quedar en una posición superior al resto de los hombres testigos de la conductas y participantes del desafío.

La estrategia del empresario Manuel Muñoz Medina fue clara, pero su desarrollo requirió con toda seguridad de la participación de todo el grupo. Una participación que probablemente surgió tras un "pacto de caballeros" para propiciar las circunstancias en la que alguno de ellos diera el paso definitivo para el "asalto del beso". Y es que tuvo que haber una complicidad para que se insistiera tanto en que Teresa Rodríguez recorriera la Cámara de Comercio a pesar de su insistencia en abandonarla, y para que en mitad de su recorrido los empresarios presentes en el momento de la agresión localizaran con facilidad en qué lugar de la ruta se encontraba el presidente anfitrión con la diputada.

Una vez localizada, la conducta de Manuel Muñoz Medina no fue darle un beso, podría haberlo hecho si esa hubiera sido la motivación, lo único que se lo impidió fue la mano que él mismo colocó entre sus labios y los de Teresa Rodríguez, algo extraño si lo que pretendía era besarla. Pero no era ese su objetivo, sino demostrar su hombría y lo macho que es a través de la conducta y de la humillación que suponía esa agresión dirigida contra Teresa Rodríguez, la cual probablemente había comenzado momentos antes con su "a que no hay cojones". Y del mismo modo que no quiso darle un beso, tampoco habría llevado esa conducta contra una diputada del PP, a quien él probablemente considere "una señora". Pero una diputada de Podemos es diferente.

Está en esas categorías que los machistas creen que las hacen merecedoras de lo que los hombres deciden hacer, como la crítica del fiscal jefe de Castilla-León a Nevenka Fernández cuando denunció al alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, por acoso sexual, que en pleno juicio le dijo, "¡usted no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos!". "Empleada de Hipercor, alumna de clase, diputada de Podemos"… todo forma parte de esa estructura jerarquizada que levanta el machismo y en la que las mujeres ocupan diferentes posiciones según su condición, pero siempre por debajo de los hombres que se encuentran en cada uno de esos contextos.

La cobardía del machismo necesita de las razones que él mismo da para que sus decisiones queden bajo la responsabilidad del alcohol, de las drogas o de los trastornos psicológicos y así presentar a los hombres como "irresponsables" o "víctimas de campañas por cosas sin importancia". Pero no es esa la realidad. En el caso de Manuel Muñoz Medina, su conducta muestra cómo tuvo control en todo momento para desarrollar una conducta concreta, colocar la mano entre las dos bocas y argumentar después lo ocurrido como si no supiera lo que había realizado, pero sí explicarlo perfectamente con el argumento del alcohol.

Todo forma parte de ese machismo que sólo retrocede cuando alguien se enfrenta él, pero nunca para cuestionar las circunstancias que dan lugar a las conductas, tan sólo para que no haya consecuencias sobre los autores.

Quizás en el caso de la Cámara de Comercio sevillana no era la primera vez que estos hombres jugaban al "beso en la boca" y lo único nuevo ha sido la respuesta de Teresa Rodríguez. Son besos de Judas, la señal para que otros hombres vean lo que son capaces de hacer y la traición de la confianza depositada en ellos. Son los besos de los hombres de reconocido prestigio que se presentan como modelo de una sociedad basada en el machismo, la desigualdad y la violencia contra las mujeres bajo la normalidad y las justificaciones.

No debemos permitirlo, a lo único que representan es al pasado y al machismo actual.

Un abrazo solidario para Teresa Rodríguez.

Aquí puedes leer la denuncia que puso Teresa Rodríguez por la agresión machista sufrida por parte del empresario Manuel Muñoz Medina.





Fuente:http://www.eldiario.es/andalucia/desdeelsur/beso-Judas_6_595350464.html 


Subido por Cecy Méndez Bejarano

viernes, 30 de diciembre de 2016

“Todos los feminismos son de clase”

Feminismo & Lucha social


David García Aristegui
diario16.com

Entrevista a la feminista y sindicalista Isabel Benítez, coautora de un libro sobre La huelga de Panrico, la más larga en España.

En numerosas charlas y textos tuyos hablas de feminismo de clase. ¿Cuál sería su opuesto? 
El feminismo de, por ejemplo, Cristina Cifuentes, Inés Arrimadas o Andrea Levy también es un feminismo de clase. Todos los feminismos son de clase, otra cosa es que seamos conscientes o no. Es decir, se traducen en políticas, reivindicaciones y programas de lucha concretos en los que se refleja cuáles son nuestras prioridades, si todas las mujeres o sólo algunas, por decirlo en términos sencillos. Cifuentes, Arrimadas y Levy tienen muy claro que su única meta es conquistar la igualdad de oportunidades para que selectas mujeres puedan explotar en las mismas condiciones a otras mujeres y hombres. Para el feminismo burgués, en el mejor de los casos, el derecho al aborto es una mera libertad formal. Para nosotras, es un derecho que si no lo garantizas materialmente (en la sanidad pública y gratuito) es papel mojado. Para el feminismo liberal burgués, la libertad de mercado y la libertad individual formal son la unidad de medida de la emancipación femenina. Que los salarios sean miserables, la amenaza de un desahucio o una sanidad pública colapsada no son problemáticos ni para la crianza, ni la educación ni la familia.

¿Hay que insistir, entonces, con el feminismo de clase? 

Si muchas compañeras estamos hablando de “feminismo de clase” es porque nos piden con ese título las charlas, pero también en otro sentido. La pugna político-ideológica en este campo es respecto a los feminismos de los años 1990 y 2000, que pusieron las identidades (sexual, racial, orientación sexual) en el centro, desplazando temas clave como el reparto de la riqueza, y que a menudo son reactivos a incorporar en la lucha de clases en su análisis, que en el mejor de los casos hacen una trinchera decididamente feminista pero que es anticapitalista en sentido abstracto. Es un feminismo interclasista que ha tenido muchísimo predicamento en la academia y que a nivel político es muy impotente y en según qué momento, incluso se desliza a la manida “guerra de sexos” en lugar de una política de clase anti-patriarcal. Es obligado reconocer que las “organizaciones de clase” han dado una respuesta aberrante a las reivindicaciones feministas desde hace décadas, ya no digamos respecto a la homosexualidad, pero es sintomático que evoquemos la lucha de las sufragistas (que pelearon por el sufragio censitario de las mujeres blancas, jamás lo olvidemos) y nadie quiera saber que las bolcheviques fueron las primeras mujeres del mundo que conquistaron el derecho al aborto público, gratuito y seguro, y el derecho al voto a principios del siglo XX, cuando hasta los años 70 las francesas no podían conducir un coche sin permiso del marido.

Eres una de las responsables de la Secretaría de Lucha Feminista de la Coordinadora Obrera Sindical ¿Es el feminismo la asignatura pendiente de todos los sindicatos?

Sí, participo en la Secretaría de Lluita feminista de la COS. Incorporar con solvencia lo que significa ser, además de trabajadora, mujer es la asignatura pendiente de todas las organizaciones rupturistas, sean políticas como sindicales. Y nosotros no somos una excepción. La participación política de las mujeres tiene un coste más alto en términos personales y vitales que para los hombres. Primero tenemos las barreras educativas que hacen de la obediencia, la complacencia y colmar las expectativas ajenas como la quintaesencia de lo femenino. Luego está el estigma de que opinar, ser vehemente y, potencialmente, tener una visión más clara de las cosas que el resto de los compañeros de trabajo, tampoco está premiado. A partir de aquí, la dinámica empresarial de la “gran familia” y de las pequeñas y medianas empresas, también introducen una dinámica paternalista y de chantaje emocional hacia las mujeres muy concreta, por no hablar del riesgo laboral añadido del acoso sexual y, también, del acoso moral al que las mujeres son más vulnerables, precisamente por esa estructura de carácter que exige de nosotras el patriarcado, según recogen los estudios de la Organización Internacional del Trabajo sobre mobbing. Otro aspecto es la altísima temporalidad y el subempleo, somos las campeonas del contrato a tiempo parcial, lo cual tampoco ayuda a desarrollar acción sindical convencional. Superado todo esto, te das cuenta de que las mujeres que se sindican y son guerreras en el trabajo, son cuadros sindicales preparados casi para cualquier batalla, agitadores y comunicadores de primer nivel, con una capacidad de convocatoria y de combatividad a años luz del resto.

¿Crees que las cosas han mejorado en las organizaciones respecto a hace unos años?


Pienso en Montse Castañé, de los mataderos de Vic, en las compañeras de telemárketing de Terrassa o en las mismas trabajadoras de Panrico. Al dar el paso, lo que ponen en juego es mucho más, especialmente cuando hablamos de la sobrecarga laboral que implica la presión social de llevar adelante la crianza, la logística y el mantenimiento del hogar, cuidar de familiares dependientes… Hay muchísimo trabajo que discutir y debatir al respecto y avanzamos despacio. La liberación sindical parcial, por ejemplo, debería priorizar mujeres antes que a hombres; promover activamente a mujeres a cargos de responsabilidad; ser inflexibles con la vigilancia de las actitudes y comportamientos sexistas, machistas, racistas, homófobos que puedan aparecer en nuestras asambleas y secciones. Cuando tu planteas un modelo sindical en el que el es evidente que se tienen que tomar medidas compensatorias para que nosotras también seamos sujeto político todas y todos.

El libro Panrico. La vaga més larga (Ediciones de 1979, 2016) fue un encargo que os realizaron a ti y a Homera Rosetti. Hay muy pocos libros que traten temas sindicales, ¿cuál crees que es la razón?


Después de veinte años declarando la muerte de la clase trabajadora, hablar de sindicalismo parece algo pasado de moda. Existe la percepción de que es una cuestión “ya superada”, que no se puede aportar nada nuevo, que todo está dicho… El desinterés forma parte del proceso de deconstrucción de la clase obrera después de la Transición, en el sentido de proceso inverso del que hablara E.P. Thompson respecto a Inglaterra. A medida que las centrales sindicales mayoritarias adoptaron el discurso de la “empleabilidad” en lugar del de reparto de la riqueza, lo sindical se asocia a “burocracia, gestión” de lo que hay y eso ha hecho que la reflexión sobre lo que sucede en el trabajo o en el desempleo parezca un tema más propio de académicos, de abogados y de otra generación. Reforma laboral, huelga general, ERE, suma y sigue.

¿Qué trabajos hay interesantes a tu juicio sobre sindicalismo y temas laborales?


Siempre ha existido y sigue manteniéndose una tradición de monografías sobre conflictos significativos (MiniWatt, Bruguera, Laforsa, etc) y puntualmente salen pequeñas joyas como la etnografía sobre los astilleros de Cádiz, o los hallazgos de Klinamen con Abajo los restaurantes y demás. Lo que sí que es cierto es que, más allá del ámbito académico y muy especializado, no hay mucha bibliografía que aborde, como decía la tesis de Feuerbach de Marx, aquello de estudiar la realidad para transformarla, que de claves explicativas y de subversión desde la experiencia militante, no desde las atalayas universitarias, del estado de las cosas.

Panrico ha sido la huelga más larga de las realizadas hasta el momento. ¿En qué contexto se produce? 

Es difícil trascender el titular que destaca lo cuantitativo, la duración. Sin embargo, la huelga de Panrico representó un NO con mayúsculas y una voluntad de confrontación en un momento crítico. Cuando estalla, en otoño de 2013, hacía un año y medio de la última huelga general, poco después arranca la huelga de la limpieza municipal en Madrid, en enero de 2014 aparece el “efecto Gamonal”, al poco también se inicia el conflicto de Coca-Cola en Fuenlabrada… La coyuntura sociopolítica del “0 recortes, 0 despidos” de la plantilla de Panrico era muy interesante, que este conflicto se resolviera con una victoria, aunque fuera parcial, podía dar pie a un ciclo diferente. Por otra parte, el hecho de que un hermano de Artur Mas fuera directivo de la empresa, también tenía su interés en pleno auge soberanista.

¿Qué papel jugaron las instituciones durante la huelga?
Los trabajadores relatan cómo sintieron el aparato de la Generalitat en bloque desde el primer minuto: presencia de Mossos d’Esquadra desorbitada, dilatación inexplicable de las reclamaciones que evidenciaban que se estaban distribuyendo productos de otras plantas en plena huelga… Por no hablar de que el Institut de Crèdit i Finances -público, dependiente de la Generalitat- facilitó la liquidez que la empresa no tenía para ejecutar el plan de despidos contra el que se levantaban los trabajadores… y que estaba impugnado en los tribunales. Además de estos elementos, la historia de la empresa es una mini fábula de la historia económica del Estado español donde la economía real termina devorada por fondos de inversión. Finalmente, el papel de la dirección de CCOO – sindicato mayoritario entre los huelguistas- que se comprometió a desconvocar la huelga, que recibió pagos y liberados a cambio de este compromiso…

¿Qué enseñanzas crees que hay que sacar de la huelga de Panrico?

Las enseñanzas de la huelga son diversas: decir no tiene un valor, es una reivindicación de la dignidad básica. Los trabajadores insisten en que luchar sirve, que la lucha les dio importantes lecciones, que sintieron que tenían más poder del que creían. La huelga de Panrico desempolvó las herramientas del movimiento obrero (caja de resistencia) y también la importancia del vínculo sociopolítico del Comité de Apoyo y los grupos de apoyo locales, para socializar el conflicto y no acotarlo a una empresa. Mientras duró la huelga, no se hizo ningún ERE en el polígono donde estaba la fábrica. Los mismos trabajadores explican que la huelga les permitió darse cuenta de que lo que sucede en los tribunales también tiene que ver con la combatividad que había fuera. Los enemigos de esta asamblea de trabajadores eran muy grandes, pero la sentencia del Supremo es una sentencia política para permitir la venta de la empresa. La enseñanza de la huelga de Panrico es que la lucha de clases está viva. Una trabajadora en una presentación me enseñó orgullosa una fotografía de su hijo con una pancarta para la manifestación del 25 de noviembre y me dijo: “esto lo aprendió gracias a la huelga”.

En el prólogo de Vidal Aragonés se refleja que “Una ciudad como Cornellà no es una ciudad dormitorio, sino una población obrera; un operario de artes gráficas no es un ‘precario’ sino un proletario; quien trabaja cosiendo en casa para grandes multinacionales del textiles está autoexplotada, no es una “emprendedora”. Somos clase trabajadora”. Hay una guerra conceptual y lingüística donde lo que nos jugamos es la capacidad para nombrar lo que somos y lo que queremos cambiar. Cuando Vidal describe Cornellà, está tomando partido, porque decir “somos clase trabajadora” es también enunciar la posibilidad de luchar por un destino común. El concepto “precariado” es un ejercicio de distinción muy extendido entre los que se creyeron que por tener estudios superiores eran mejores que los que curraban desde los 16 años. “No soy trabajadora, soy freelancer”. Cuando se ven trabajando por cuatro duros y sin cobertura, entonces es que “soy precaria”. No me hables de “acción colectiva” porque lo mío es diferente, yo tengo vocación y tengo estudios. También es producto de la derrota política de los años ochenta, aquello del fin de la historia y el anticomunismo banal.

En esta situación podemos utilizar el lenguaje propagandístico liberal -hueco, genérico- o recuperar la política de la verdad. No es fácil, requiere pedagogía -que no hay que confundir con la condescendencia-, y es verdad que en la era del titular rápido a veces es necesario tener precauciones lingüísticas para evitar equívocos. No soy fetichista de las palabras, pero nombrar lo que somos y lo que queremos cambiar también tiene que ver con cómo vemos el mundo y lo describimos… pero si esas palabras no se entienden, entonces no me sirven. Cada gesto encierra un gesto de clase y la práctica educa en el ejemplo. Pero si renegamos de hablar de clases sociales y luego el significante que elija (ciudadano, p.e.) lo relleno de ambigüedades y de consignas contradictorias, no estoy llevando a la gente a mi terreno, sino que al final, acabo hablando el mismo idioma que el PSOE, desoriento, desarmo políticamente a la gente a la que quería dirigirme.

¿Se vuelve a hablar por fin de clase trabajadora en los medios de comunicación? Se produce justo en el momento en el que irrumpe una nueva política totalmente desconectada de los sindicatos y hegemonizada por cuadros de clase media. ¿Cómo lo valoras?

Hablar claro es un deporte que a las clases medias e, históricamente, a la pequeña burguesía, siempre le ha resultado complicado. Viven atrapadas entre el quiero y no puedo, en estrategias familiares y personales de despegue social y profesional, ser claros es arriesgado y la ambigüedad calculada da un margen de maniobra clave. Si algo nos ha enseñado la historia del movimiento obrero, que tiene siglos de experiencia, es que en la lucha de clases no hay atajos. Si tú quieres cambiar el mundo desde la base hay que hablar con claridad a la quienes quieres convencer y facilitar su expresión. La ultraderecha cuando se dirige a la clase obrera habla claro, el partido nazi recicló las formas organizativas del movimiento obrero alemán de entreguerras… Trump habla de clase obrera pero también Bruce Springsteen hace ostentanción de una estética obrerista. Para mí la garantía transformadora de un proyecto político reside en su implantación y en su práctica cotidiana, no en la política propagandística y de gestos genéricos de cara a la galería. Si buscas el voto de Amancio Ortega y de una dependienta de Zara, a uno de los dos lo estás engañando.

Si conquistas una alcaldía hablando de la “gente” y eres capaz de movilizar “a la gente” para que expulse a los agentes inmobiliarios y “gentrificadores” de los barrios, ahí estaré viendo tu potencial rupturista. Si por el contrario, hablas de la “clase trabajadora” y luego, para mantenerte en la alcaldía, desmovilizas a esos mismos o, cuando intentan hacer algo, les dices “mira, es que no tenemos tanto poder como creíamos, hacemos lo que podemos” tu política era vieja antes de nacer. En la medida en que los cargos electos estén al servicio de la organización popular de la resistencia ante la que está cayendo, estaremos haciendo nueva política. Y estar al servicio de las luchas no es, únicamente, visitar un campamento de trabajadores en huelga o enviarles un comunicado -que eso está bien y es necesario- es poner toda la maquinaria logística, propagandística y recursos que te ofrece el parlamentarismo burgués para “armar a tú ejército”.


¿Cómo valoras luchas como la de las subcontratas de la Resistencia Movistar, las Kellys en el sector de limpieza, Sindicato de Manteros, Sindicato de Músicos etc? ¿Crees que son fenómenos que están relacionados, se está transitando hacia un “nuevo sindicalismo”?


Es el síntoma de que el sindicalismo mayoritario ha abandonado a su suerte a la clase trabajadora que, hace 25 años estaba en los márgenes, y que ahora es la fotografía mayoritaria. Y en los que quedan en el núcleo duro, básicamente les está ofreciendo una mejor indemnización. Quienes se llevan la peor receta del mercado de trabajo son las mujeres, las personas inmigradas, la gente joven, si a eso le sumas la subcontratación (pública y privada) ya tienes tienes todas las papeletas para que el sindicato realmente existente sea una cosa entre exótica y que no te dice nada, como en el caso de los manteros.

Decía Antonio García, uno de los huelguistas de Panrico, que donde CCOO y UGT no tienen el control de la situación es donde nacen las flores de las revueltas. Estas personas, cuando saltan, desbordan el sindicalismo de concertación, no tienen ese vínculo de confianza que les permita sembrar el miedo en las asambleas, traficar con información privilegiada, anticiparse a los movimientos. Esta gente hace nuevo sindicalismo en el sentido de que ensayan nuevas fórmulas, son cautas pero saben lo que quieren y también tienen muy claro que lo quieren decidir ellas por sí mismas. Es un modelo muy diferente al de las elecciones sindicales y las charlas informativas unidireccionales, los pactos arriba y la ausencia de asambleas. La histeria que tiene CCOO con fenómenos como las Kellys es también sintomática, un colectivo de mujeres que organizándose en unas condiciones muy difíciles, se ven obligadas a tener que explicar que no son de CCOO porque continuamente las suplantan o las utilizan. Las Kellys no existirían si el sindicalismo mayoritario hubiera plantado batalla contra la externalización hotelera desde hace veinte años.




Isabel Benítez (Monterrubio de la Serena, 1981) es licenciada en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona, militante de la Coordinadora Obrera Sindical y miembro del consejo de redacción de la Directa. 


Fuente: http://diario16.com/todos-los-feminismos-son-de-clase/


Subido por Cecy Méndez Bejarano

Mujeres kurdas: musulmanas, feministas y guerrilleras

Feminismo & Kurdistán (PKK)


Tomas Marchetta
http://www.perfil.com

En las montañas del Kurdistán se libra una batalla doble: la de la rebelión del pueblo que las habita y la de género, liderada por luchadoras que se ven perseguidas por propios y extraños.

Resistencia, autodeterminación y revolución. Bajo estas tres banderas, el pueblo kurdo defiende desde hace seis años el norte de Siria del violento embate perpetrado por el Estado Islámico (EI). Enmarcado en esta batalla, se encuentra aparejado el rol de la mujer kurda en las guerrillas. Kurdistán es una región de Asia Menor repartida entre Turquía, Irak, Irán y Siria, históricamente reclamada por los kurdos, conocidos como “la etnia sin Estado”.

Bajo una fachada wahabista (interpretación más conservadora del Corán), EI extiende una cruzada terrorista contra el “no musulmán” y el pueblo kurdo se encuentra dentro de sus objetivos a eliminar. Defensiva. Cuando EI invadió la ciudad de Kobane en Rojava, Siria, no fue el Ejército sirio quien defendió la soberanía. Las milicias armadas de autodefensa denominadas Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ), una forma de organización femenina que nació en las montañas con el impulso del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), libraron un arduo enfrentamiento militar contra EI entre el 13 de septiembre de 2014 y el 15 de marzo de 2015, cuyo resultado fue la liberación de aquella ciudad.

Durante los combates, las milicianas jugaron un papel preponderante que “expuso a nivel mundial la lucha de las mujeres kurdas”, sostiene Leandro Albani, periodista y autor de Revolución en Kurdistán. Su participación en el conflicto armado fue vista como una ruptura contra el supuesto rol tradicional de la mujer en Medio Oriente. Sin embargo, las mujeres guerrilleras dentro del movimiento kurdo no es algo que ha surgido en el último tiempo. El PKK impulsa un trabajo concreto para que los espacios de las combatientes y militantes sean respetados. Desde 1993, realizan congresos de mujeres para discutir las problemáticas de género y trazar políticas de igualdad.

En 1995, crearon la Unión de Mujeres Libres de Kurdistán y la primera unidad guerrillera integrada sólo por milicianas. En la actualidad, la guerrilla tiene sus propios campamentos y academias de formación integradas por mujeres. Esta característica no implica que a la hora de ir al combate lo hagan por separado de los hombres, o que no existan unidades mixtas. De hecho, una gran cantidad de organizaciones vinculadas al PKK están dirigidas por copresidencias –un hombre y una mujer–, elegidas en consenso dentro de sus respectivas bases. “El logro del movimiento de mujeres kurdas es romper con el patriarcado e incluir en su lucha a otras mujeres y hombres, además de la intensa formación que tienen”, afirma Soledad De Battista, periodista y representante en Argentina del Movimiento de Mujeres Libres de Kurdistán.

Igualdad. Este proceso no se encuentra aislado del Confederalismo Democrático, doctrina creada en 2005 por Abdullah Öcalan, presidente del PKK, cuyo fin es establecer autogobiernos autónomos y multiculturales con una fuerte democracia participativa. Plantea, por sobre todo, la igualdad de género, una economía alternativa basada en la redistribución, y el rechazo al sistema liberal y el capital financiero.

Con el triunfo en Rojava y la profundización del Confederalismo, las mujeres –como ya lo hacían en la guerrilla– pusieron en marcha órganos e instituciones manejados por ellas mismas, hasta el punto de tener una “policía de mujeres”. También, establecieron instituciones contra la violencia, grupos de estudios y círculos de discusión política.

Se trata de un proceso que ya está repercutiendo en Medio Oriente, como sucede dentro del pueblo yazidí o en ciudades árabes como Manbij, Siria, donde se abrieron escuelas de formación para mujeres.

Por otro lado, Zidane Zeraoui El Awad, investigador argelino del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey especializado en Medio Oriente, argumenta que “el rechazo a la modernidad capitalista no tiene nada que ver con el rol de las mujeres kurdas, sino que es la situación de conflicto y la vida en la montaña lo que le ha dado una presencia más activa a la mujer”. 
El panorama político, militar y diplomático está plagado de dificultades. Lo que parece una innovadora visión política-social en Medio Oriente no resulta agradable para los gobiernos de Turquía, Estados Unidos y Arabia Saudita, inculpados por los kurdos de financiar a EI.

Tampoco para las monarquías del Golfo Pérsico, que ven en la liberación de la mujer un nuevo impulso a la Primavera Arabe.

“Los kurdos demuestran que se puede vivir diferente. La liberación de la mujer –concluye De Battista– y el Confederalismo Democrático debe repercutir en otros lugares, como Latinoamérica. Sería incurrir en un error grave pensar que la opresión sólo ocurre en Medio Oriente”.



Amenazadas. EI puso a las mujeres de las montañas del Kurdistán en la mira –considera que no aplican la ley del islam–,
con lo cual viven bajo un peligro duplicado. Foto:Tomas Marchetta


Fuente: http://www.perfil.com/elobservador/mujeres-kurdas-musulmanas-feministas-y-guerrilleras.phtml

jueves, 29 de diciembre de 2016

“Es incompatible ser feminista y llevar velo”

Feminismo & Mundo musulmán


elpais.com

Wassyla Tamzali, activista argelina por los derechos de las mujeres, critica la mirada "etnicizada" de Occidente al mundo musulmán.

Tras el pelo blanco de Wassyla Tamzali, está la historia reciente de Argelia. Nació durante la colonización francesa en Bugía, una ciudad de la Cabilia, en 1941. Durante la Guerra de Independencia (1954-1962) su padre fue asesinado por un militante del Frente de Liberación Nacional. Creció con su madre (una española convertida al islam) como burguesa, francófona y laica rotundamente contraria al velo. Ejerció como periodista y abogada mientras iba desarrollando el que ha sido hasta ahora su principal ámbito de actuación: el activismo feminista. El mismo que vertebró sus 20 años en la UNESCO como directora del programa de derechos de las mujeres y sus diversos ensayos, de los que están traducidos al castellano El burka como excusa, Carta de una mujer indignada y Mi tierra argelina.

En una charla con Planeta Futuro antes de participar en un foro en la Fundación Tres Culturas de Sevilla, Tamzali carga contra el feminismo islámico, que considera un oximorón; contra el código de familia de su país; contra la mirada occidental al islam.


"Llevar velo no es una elección, es un consentimiento", sentencia la activista y escritora. "El velo es uno de los primeros elementos que construye la feminidad siguiendo criterios patriarcales, sobre todo, y religiosos. El problema es que hoy en día no se debate sobre qué es el velo, sino sobre el derecho o no a llevarlo. Y es un signo absoluto de dominación".

Pese a la rotundidad de su discurso, Tamzali admite que el hiyab es también un elemento de identidad que, en un contexto de creciente islamofobia, supone para muchas mujeres una reafirmación de su derecho a mostrarse publicamente como musulmanas. "Lo que estamos presenciando ahora en la población son las últimos etapas de la descolonización, la recuperación de la identidad. En poblaciones que han estado tan discriminadas y humilladas, el hecho de ir velada hoy es poder decir sin esconderse 'soy musulmán', como el judío que se pone la kipá", argumenta.

Ahora bien, matiza, una cosa es llevar hiyab y otra muy distinta considerarlo compatible con la lucha por la liberación de la mujer. "Yo no estoy en contra del velo, estoy en contra del discurso del velo. Si alguien lo lleva y asume su papel como mujer en la sociedad, yo no estoy en contra, porque asumo que no todas las mujeres abrazan el feminismo, que es un pensamiento político.

Pero es absolutamente incompatible ser feminista y llevar el velo. Me opongo a que el velo sea una forma de liberar a la mujer. Y me enfado cuando escucho que no es un obstáculo para el feminismo, porque el feminismo es un pensamiento político que está basado precisamente en la liberación del cuerpo. Se puede ser militante a favor de los derechos de las mujeres, de la educación de las mujeres, pero no se puede ser feminista con el velo".

Tamzali considera por tanto un oximorón el feminismo islámico, un concepto que entró en el ámbito académico a mediados de los 90 y que bebe del Corán y la tradición musulmana para construir un modelo de emancipación femenina distinto al occidental. "El feminismo es la historia de la emancipación, la revolución del siglo XX, la emergencia de un individuo que se llama mujer. Antes había la madre, la esposa, la hija, la asistenta, la bailadora, la prostituta... Esa es la lucha feminista", resume.

Leyes discriminatorias 

La autora de Mi tierra argelina viene denunciando desde hace décadas los elementos discriminatorios hacia la mujer que contiene el Código de Familia de su país, reformado en 2005 y cuya nueva revisión -aún sin concretar- ordenó el presidente Abdelaziz Buteflika en marzo de 2015. "En Argelia, una mujer no es jamás, en toda su vida, capaz de decidir sobre su matrimonio.

Una mujer puede ser ministra, piloto de avión, pero no puede decidir casarse por sí misma aunque tenga 60 años. Además, hereda la mitad que el hombre, la poligamia es aún legal y un varón puede divorciarse sin aportar una sola razón, mientras que ellas tienen que aportar tres", enumera antes de concluir que "en Argelia las leyes sobre la mujer tienen un sustrato islamista".

Estas limitaciones, dice, proceden más de un uso político y patriarcal del islam que de la religión en si misma. "El control de las mujeres ayuda a los regímenes autoritarios. Los hombres tienen poder sobre las mujeres y el poder tiene poder sobre los hombres", apunta. Tamzali alaba la sociedad occidental por "no estar basada en la distinción de sexos", pero tampoco ahorra dardos contra ella por su incomprensión de la religión musulmana: "Los occidentales tienen una mirada sesgada del islam.

Creo que el islam es un planeta desconocido para el pensamiento occidental. No lo entiende por una forma de racismo: Occidente piensa que el mundo árabe no funciona por el pensamiento".


(Wassyla Tamzali, en la Fundación Tres Culturas de Sevilla. Foto: Paco Puente) 

lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Hay alguna esperanza para las feministas tras la investidura de Trump?

Trump considera a alguien con experiencia política para vicepresidente

Probablemente no, pero “esperanza” y optimismo no son los ingredientes principales para cambiar el futuro. Lo importante es seguir trabajando por ello.


Después de celebrar las fiestas con la familia y recibir el año nuevo con amigos, los estadounidenses verán a un mentiroso compulsivo acusado de acoso sexual asumir el puesto más importante del país. ¡Ande, ande, ande, que nos va a dar algo!
Entre aquellos que no votamos por Trump, los ánimos desde las elecciones han sido más bien fúnebres. Estamos confundidos y deprimidos, asqueados y con el corazón roto. (En algunos casos, estamos literalmente enfermos: muchas de mis amigas feministas sufren alguna enfermedad relacionada con el estrés). Michelle Obama describió este momento perfectamente cuando esta semana  le dijo a la presentadora Oprah: “Ahora sabemos qué se siente no tener esperanzas".
Y es un sentimiento que contrasta radicalmente con los días previos a las elecciones, una época marcada por el optimismo y la confianza en sí misma que sentía la izquierda. La energía que emergía del movimiento feminista era imparable: estábamos “con ella”. Nuestras hijas iban a poder verse reflejadas en la primera mujer presidenta y el amor iba a derrotar al odio.
Incluso cuando Access Hollywood hizo público aquel espantoso audio de Donald Trump alardeando de poder coger a las mujeres “por el coño”, la respuesta feminista fue desafiante y llena de confianza: ¡los coños lo iban a coger a él!
Esa esperanza, por supuesto, estaba tristemente equivocada: al final ganaron la misoginia y el racismo. Como escribió en Twitter en escritor Jamil Smith la noche de las elecciones: “Sabía que mi país me odiaba. ¿Pero tanto?”. 
Todo el progreso que se logró con el gobierno de Barack Obama ya está en peligro. Los racistas y sexistas de todo el país se sienten envalentonados; y todos aquellos que no encajan en la estrecha definición del Partido Republicano de lo “realmente americano” temen por su seguridad de una forma mucho más intensa que antes de las elecciones.
En Estados Unidos siempre se ha normalizado el odio racial y de género, pero ahora se muestra sin reparos ni remordimientos. Esta semana, un hombre fue aparentemente  obligado a abandonar un avión de Delta por hablar en árabe, y un cliente le dijo a una mujer en una tienda JC Penny: “regresa al puto sitio del que hayas venido”. En ambos casos, los testigos prácticamente no dijeron nada en su defensa. El vídeo del hombre obligado a bajarse del avión muestra a varios pasajeros blancos celebrando que lo echen y burlándose de él. 
¿Cómo podemos tener esperanza si encontramos una historia de discriminación y malicia en cada esquina? Quizás sea cierto que no hace falta ser optimistas para cambiar el futuro. Para la acción no se necesita esperanza.
Nadie ha escrito mejor sobre la esperanza y la política que la profesora de sociología Tressie McMillan Cottom. Tras las elecciones, Cottom señaló que esta desesperanza que es nueva para algunos, es una arraigada realidad para otros, especialmente para las mujeres negras: “Nosotras hace mucho que nos enfrentamos a la realidad de la dificultad para acceder al aborto la vigilancia policialla prepotencia en el discurso público y  los argumentos que pretenden quitarnos la ciudadanía".
“Mi desesperanza se traduce en fe en cosas que me quedan por ver y trabajo que me queda por hacer”, escribe. “La desesperanza es necesaria para el arduo trabajo de resistir contra la tiranía y el fascismo".
El verano previo a las elecciones escribí un libro en el que argumenté que el peligro de un feminismo obsesionado con lo positivo y el optimismo es que requiere sonreír cuando uno está penando. El feminismo no es un tablero de Pinterest, es un movimiento, y no siempre debemos ser inspiradoras.
Aún así, antes del 8 de noviembre me dejé llevar por el optimismo. Me olvidé de mí misma, en parte porque la esperanza es un privilegio y en parte porque necesitaba creer que a las mujeres podía sucedernos algo bueno.
No volveré a cometer ese error. Pero eso no significa que no lucharé por un futuro mejor que el que tememos en este momento. 
Traducción de Lucía Balducci









Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/alguna-esperanza-feministas-investidura-Trump_0_593891280.html

domingo, 25 de diciembre de 2016

Dígalo, Borbón: “Violencia machista”

Violencia Machista & Instituciones monárquicas

Resultado de imagen de Dígalo, Borbón: “Violencia machista”
David Bollero
Público

De cómo año tras año el discurso de navidad del jefe del Estado, el Rey de España, una vez más no hace ni un ápice de referencia a la violencia machista en España a pesar de que cada vez va más en aumento.

Este año, no criticaré lo que dijo el Borbón en su mensaje navideño -como ligar la supuesta recuperación económica con la unidad de España-, sino lo que no dijo. Incluir todo lo relevante en el discurso de Navidad del rey es muy complicado; son muchos los asuntos que, al menos, deberían ser trazados, pero sobre los que al final ni siquiera se pasa por encima.

Dicho esto, el Borbón se dejó temas que deberían haber estado recogidos de manera imperativa: por un lado, las migraciones y los refugiados (incluso la corrupción) y, por otro, la violencia machista. Que estos temas no se abordaran durante el discuro del rey fue chocante, más aún cuando el Borbón se permitió el lujo elocuente de dedicar unos minutos a las nuevas tecnologías.

 Me centraré en el segundo de los asuntos, el de la violencia machista, tan amigo que es el monarca de hablar de compatriotas. La única mención velada que hizo fue “Y me gustaría insistir esta noche también en la necesidad de que cuidemos y mejoremos en todo momento nuestra convivencia. Y la convivencia exige siempre, y ante todo, respeto. Respeto y consideración a los demás, a los mayores, entre hombres y mujeres, en los colegios, en el ámbito laboral; respeto al entorno natural que compartimos y que nos sustenta”.

Eso fue todo. En una España en la que, camino de cerrar el año, ya ha habido 44 víctimas mortales asesinadas (870 desde que se iniciaron las estadísticas en 2003) y sabiendo que esas estadísticas son incompletas, es imperdonable que el rey no tratara explícitamente el asunto, referiéndose además a él como “terrorismo machista”.

¿Cómo aspiramos de veras a un pacto de Estado si el jefe del mismo ni siquiera es capaz de dedicar espacio a esta lacra? En este sentido, el monarca no estuvo a la altura. Lo triste de todo, es que era de esperar. Ya su propio lenguaje no es inclusivo, dado que en el 99% de sus expresiones se deja fuera a una parte de la población, a las mujeres.

El discurso del rey pretendía ser optimista, hacer un llamamiento a sacudirse lo que él considera pesimismo y otros creemos miseria provocada por una élite de la que él mismo es cómplice. Pero esa llamada al optimismo no puede obviar un tema tan crítico como la violencia machista. Del mismo modo que en los años de plomo su padre no olvidaba condenar a ETA, habría que hacer lo mismo con esos hombres -muchos más de los que creemos- que todavía no entienden que la cosificación de la mujer, su ninguneo o su humillación son absolutamente inadmisibles.

Entiendo que la propia monarquía es machista en sí misma y rebaja a la mujer; quizás por eso su cabeza visible es incapaz de abordar, no ya el terrorismo machista, sino la falta de equidad entre mujeres y hombres en todas las facetas de nuestra vida.

Sin embargo, estamos más que acostumbrados a ver a dirigentes, tanto de la política como del mundo empresarial o, incluso, de la Iglesia, dar pomposos discursos de los que luego no dan ejemplo. Por eso mismo, la ausencia anoche de la violencia machista, sencillamente, es inadmisible.


Fuente:http://blogs.publico.es/david-bollero/2016/12/25/discurso-del-rey/ 

Alemania: 331 feminicidios en 2015


El  teléfono  de Ayuda  a la lucha contra la violencia hacia las  mujeres 08000 116 016  funciona desde 2013, las 24 horas y  permite una  llamada anónima y hasta en 15 idiomas de forma gratuita.

La primera estadística alemana de violencia de género revela 331 mujeres muertas en 2015


Un total de 331 mujeres murieron el año pasado a mano de sus parejas o exparejas en Alemania, según se desprende de la primera estadística sobre violencia de género realizada y presentada hoy por el Gobierno alemán.

"Necesitamos estas cifras porque nos ayudan a hacer visible la violencia doméstica", declaró en rueda de prensa la titular de Familia, Manuela Schwesig, al referirse a los "estremecedores números", que hablan de más de 104.000 mujeres agredidas por sus parejas en 2015.

El 49 % de las mujeres víctimas de violencia machista vivían con sus parejas en el momento de la agresión, precisa el informe.

La ministra subrayó que "la violencia domestica contra mujeres, contra hombres y contra niños no es un asunto privado", sino que constituye "un delito, y como tal debe ser perseguido", y exige la implicación de toda la sociedad.

La estadística elaborada, añadió, contabiliza sólo los casos de violencia de género registrados por la policía, pero hay que asumir la existencia de una cifra considerable de agresiones no denunciadas ni conocidas.

Entre las denuncias con las mujeres como víctimas, la policía contabilizó el año pasado más de 65.800 casos de lesiones físicas leves y más de 11.400 graves, más de 16.200 amenazas y más de 7.900 situaciones de acoso, además de las 331 víctimas mortales.

El informe, que estudia la evolución de estos delitos desde 2012, se refiere asimismo a los hombres víctimas de agresiones en la pareja, que representan el 18 % de los 127.457 casos registrados.

La violencia doméstica "no es un tema marginal, sino que se produce en medio de nuestra sociedad", agregó la ministra de Familia, quien subrayó la necesidad de romper el tabú que representa para muchos hablar de este tipo de agresiones.

"En esta primera evaluación de los casos registrados en la policía hemos podido determinar que (esta violencia) va desde formas sutiles como humillación, insultos e intimidación, abusos psicológicos, físicos y sexuales, hasta violaciones y homicidios", manifestó.

Münch reconoció que "las víctimas de violencia doméstica con frecuencia no ven ninguna solución a su situación, no son percibidas y no se hacen notar".

"Ninguna mujer, ningún hombre debe pensar que está solo con su problema. Deben saber que hay una salida", dijo la ministra Schwesig al recordar el teléfono de atención a las víctimas de violencia contra las mujeres creado hace tres años y que presta asesoramiento de manera gratuita y anónima las 24 horas del día y en 15 idiomas.

En 2015, fueron agredidas por sus parejas o ex parejas más de 104.000 mujeres, y un 36% denuncia haber sufrido acoso.


El  teléfono  de Ayuda  a la lucha contra la violencia hacia las  mujeres 08000 116 016  funciona desde 2013, las 24 horas y  permite una  llamada anónima y hasta en 15 idiomas de forma gratuita.


http://eldia.es/internacional/2016-11-22/12-primera-estadistica-alemana-violencia-genero-revela-mujeres-muertas.htm
http://www.feminicidio.net/articulo/alemania-riesgo-mujeres-inmigrantes-ser-asesinadas-sus-parejas-an%C3%A1lisis-interseccional-del
http://tribunafeminista.org/2016/11/alemania-revela-331-mujeres-asesinadas-en-2015-en-su-primera-estadistica-de-violencia-de-genero/

Lo llaman feminismo y no lo es: “solipsismo sexual”


El espejismo individualista de la “libre elección” aplicado al territorio de la sexualidad deriva en lo que denominaré “solipsismo sexual”. La metafísica solipsista afirma que la única garantía de certeza es el propio yo, por lo que se convierte en irrelevante determinar qué tipo de relación es la que establece un “yo” con otros “yoes”. Si combinamos “solipsismo” y “sexualidad” sólo existe la subjetividad y la unión entre subjetividades, no está motivada por nociones compartidas de justicia sexual o social o por la consecución de la igualdad; la unión entre subjetividades nace de “afinidades voluntarias”, no importa mucho qué signifique esta expresión ya que todo ha de quedar en el reino de lo difuso: “cada cual descubre que yo soy yo, y que ser yo es mi única ley”. En este momento, hay tantos géneros como personas, o muchos más, puesto que cada persona puede evolucionar en el entendimiento de su subjetividad. En el siguiente momento, las personas podemos unirnos por afinidades voluntarias, que en materia sexual, hacen de los géneros conjuntos voluntarios y difusos”. La afirmación de que “hay tantos géneros como personas” y que la interacción entre géneros-personas es difusa, o sea poco clara, es un perfecto ejemplo de aporía solipsista. El yo subjetivo y lo difuso de las relaciones sirve, a todo efecto, para legitimar cualquier tipo de práctica sea esta justa o injusta, digna o indigna, de dominio o sumisión.

No importa mucho qué signifique esta expresión ya que todo ha de quedar en el reino de lo difuso: “cada cual descubre que yo soy yo, y que ser yo es mi única ley”.

Algunos de los estudios queer, transfeministas, posfeministas, pornofeminista, etc. sobre la sexualidad, partiendo del inmutable dictum “somos lo que nos apetece” se encuadran en una metafísica de corte solipsista que “molestando, repensando y resignificando” no altera un ápice las estructuras de poder ni de dominio. La utilización del sufijo “feminista” o “feminismo” revela que el verdadero objeto del “solipsismo sexual” es molestar, repensar y resignificar el feminismo para adaptarlo al territorio de la subjetividad. Siguiendo la lógica solipsista habría “tantos feminismos como personas” y debido a esta multiplicidad deberíamos aceptar nuestra incapacidad para determinar si las relaciones entre subjetividades son justas o injustas, pues el solo hecho de que obedezcan a actos o decisiones voluntarias anula la pertinencia del análisis. Por ello el solipsismo sexual que subyace en determinados posicionamientos “queer”, “trans”, “post”, “porno” son hijos pelín transgresores, pero totalmente consentidos de la familia “neoliberal”.

El “solipsismo sexual”, al tomar como únicos referentes de acción la construcción de la subjetividad, el deseo y la identidad individual, contribuye a borrar, al igual que el neoliberalismo, toda memoria de la igualdad social.

El “queer solipsismo”, el “trans-solipsismo”, el “postsolipsismo”, el “pornosolipsismo”, al tomar como eje discursivo al microindividuo sexualizado, aboca a las personas a un plano de existencia pre-crítica y pre-política, ya que los referentes identitarios y las reglas que rigen sus comportamientos están elaboradas a partir de las demandas en cada situación. El “solipsismo sexual”, al tomar como únicos referentes de acción la construcción de la subjetividad, el deseo y la identidad individual, contribuye a borrar, al igual que el neoliberalismo, toda memoria de la igualdad social.
Nadie declara ser “solipsista sexual” (suena muy feo, tanto casi como “onanista”), pero lo son todas las personas que anteponen la “libre elección” a cualquier consideración ética y jurídica o anteponen los deseos individuales a los derechos sociales. El “solipsismo sexual” y la “libre elección” son connaturales al género explicativo propio del neoliberalismo. Sin embargo, personas afines a los postulados feministas y de izquierdas utilizan reverencialmente el recurso argumentativo de la “libre elección” para, al igual que opera la ideología neoliberal, dar respuesta a demandas y situaciones concretas sin entrar a considerar las consecuencias. A todo efecto, la “libre elección” opera en el seno del feminismo y de la izquierda como un troyano, neoliberal en este caso, que inficiona o corrompe los planteamientos feministas y de izquierdas desde dentro.

Doctora en Filosofía. Profesora de Filosofía de Enseñanza Secundaria y profesora colaboradora de la Universidad de Oviedo.


FUENTE ORIGINAL; http://tribunafeminista.org/2016/12/lo-llaman-feminismo-y-no-lo-es-solipsismo-sexual/


Subido por Cecy Méndez Bejarano

sábado, 24 de diciembre de 2016

Machismo hinchable

Machismo & Política institucional


TribunaFeminista

Análisis desde una crítica feminista del machismo institucional acontecido el pasado 13 de diciembre en la cena de la “Asociación de Exportadores y de Manufacturas”, donde el presidente Roberto Fantuzzi regaló una muñeca hinchable al Ministro de Economía de Chile, Luis Felipe Céspedes, como idea para estimular la economía.

El machismo se infla y se desinfla según la ocasión, de esa manera se puede llevar de un lado para otro y utilizar en diferentes contextos sin generar excesivos problemas. El ejemplo más reciente lo tenemos en lo sucedido el pasado 13 de diciembre en la cena de la “Asociación de Exportadores y de Manufacturas”, cuando su presidente, Roberto Fantuzzi, regaló una muñeca hinchable al Ministro de Economía de Chile, Luis Felipe Céspedes, como idea para estimular la economía.

El machismo presente en esos hechos sólo es la culminación de la decisión tomada por las mentes henchidas de machismo que primero tuvieron la idea, y después mandaron comprar la muñeca, la inflaron con su aire lleno de C02, la llevaron a la cena, la escondieron hasta el final, y a los postres, como si se tratara de una dulce decisión, se la entregaron entre risas al Ministro junto a una serie de complementos muy acordes con la muñeca protagonista. Reconozco que al ver la foto del momento en los medios junto a las referencias al Presidente de la “ASEXMA”, al no conocer con anterioridad la organización, lo primero que pensé por las siglas es que se trataba del Presidente de la “Asociación de Sexistas y Machistas”, después comprobé que no era así, lo cual me sorprendió más aún.

Todos los hombres que participaron del momento con la idea, la conducta, la actitud y las risas que inflaron el ambiente de machismo, luego se desinflaron con las típica falsedad de las palabras impuestas que hicieron referencia a las “disculpas”, al “error”, a la “intrascendencia de los hechos”… toda una serie de frases hechas para quitarle importancia a lo ocurrido sin cuestionar las razones y circunstancias que llevaron a que sucediera. Ya nadie recuerda ninguna de esas frases, pero todo el mundo guarda la imagen de una muñeca hinchable en manos de un Ministro sonriente como argumento para estimular la economía.


Todos los hombres que participaron del momento con la idea, la conducta, la actitud y las risas que inflaron el ambiente de machismo, luego se desinflaron con las típica falsedad de las palabras impuestas
¿Creen ustedes que esos mismos hombres están ahora hablando en privado de su error y su equivocación, o más bien estarán haciendo bromas y risas sobre su “genial idea de regalar la muñeca”, al tiempo de criticar el “feminazismo” existente que no admite ni una simple broma?. La conducta del Presidente de ASEXMA (“Asociación de Exportadores y de Manufacturas”, para evitar confusiones), refleja la idea de que la economía es “cosa de hombres” y que, por tanto, son los hombres los señores de la economía, de ahí el tipo de “estímulos” que consideran oportunos para levantar la economía y lo que haga falta. Por eso no es casualidad que Joan Rosell, Presidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), dijera hace unas semanas que “la incorporación de las mujeres al mercado laboral era un problema”, dando a entender que, de algún modo, llegan para “quitarle” el trabajo a los hombres.

No debemos caer en la trampa de darle más credibilidad a la palabra forzada de las excusas que a los hechos consecuentes con todas las conductas y decisiones que se toman a diario en nombre del machismo en cualquiera de los ámbitos de la sociedad, uno de los más importantes, sin duda, el de la economía.

Quienes consideran que una “muñeca hinchable” es una buena forma de representar el estímulo que necesita la economía de un país, son los mismos hombres que dirigen una economía donde las mujeres apenas están representadas en los puestos de dirección de las empresas, y en la que, por el contrario, están sobrerrepresentadas en el desempleo, en las reducciones de jornada para el cuidado de hijos, hijas y familiares, en la precariedad laboral…

 Una economía en la que para acceder muchas de ellas tienen que sufrir toda una serie de insinuaciones y cuestionamientos sobre si tienen novio, si están casadas o si piensan tener hijos; y todo para llegar a un ambiente laboral en el que sufren acoso sexual y de otros muchos tipos, y en el que, cuando logran permanecer, cobran menos que los hombres por realizar el mismo trabajo como reflejo de la desigualdad y la discriminación que existe en la sociedad.

Son los mismos hombres que dirigen una economía donde las mujeres apenas están representadas en los puestos de dirección de las empresas, y en la que, por el contrario, están sobrerrepresentadas en el desempleo, en las reducciones de jornada para el cuidado de hijos, hijas y familiares, en la precariedad laboral…
Todo eso es el machismo, no sólo la muñeca hinchable del Presidente de ASEXMA, (insisto, “Asociación de Exportadores y de Manufacturas”, no “Asociación de Sexistas y Machistas”). Hoy el machismo se ha adaptado a los tiempos para conseguir mantener la estructura de poder jerarquizada sobre la referencia de los hombres sin necesidad de prohibir, limitar o impedir de manera directa el acceso de las mujeres a los espacios públicos que antes sí les estaban vedados bajo argumentos de todo tipo, desde el de la “incapacidad” al de la “falta de una experiencia y formación” que les eran negadas previamente, pasando por la necesaria autorización del marido o el control social que las criticaba por trabajar y abandonar la familia para ello.

El posmachismo, que es la nueva estrategia del machismo, juega con todas esas referencias de la normalidad para mantener el machismo, y criticar sólo los excesos que superan un determinado umbral considerado como inaceptable por la sociedad, pero sin cuestionar todo lo que sucede por debajo del mismo. Es lo que ha ocurrido ahora con la muñeca hinchable de ASEXMA, que ha recibido las críticas por “inaceptable”, pero al mismo tiempo se mantiene sin cuestionar todo el machismo que hay en la empresas y en la economía.

 Es lo mismo que sucede con la violencia que sufren las mujeres, que sólo se cuestionan las agresiones graves o los feminicidios, sin levantar una crítica sobre los miles de casos de maltrato que se producen cada día, ni sobre el machismo que los alimenta a todos ellos. Al final la realidad permanece indemne y el machismo se infla y se desinfla según la ocasión, pero nunca desaparece. No tiene sentido que una sociedad critique la escena de la muñeca hinchable y no cuestione la estructura de una economía en la que las mujeres sufren la brecha salarial, la precariedad, la exclusión, el abuso, el acoso…

La escena de la muñeca hinchable es inaceptable, pero más aún lo es toda la discriminación que sufren las mujeres en el mercado laboral y en la sociedad.
Al final la realidad permanece indemne y el machismo se infla y se desinfla según la ocasión, pero nunca desaparece
Todo forma parte de la desigualdad social construida por la cultura machista, y la casualidad no es inocente. ¿Ustedes creen que Roberto Fantuzzi, presidente de ASEXMA, habría sido capaz de regalar al Ministro de Economía un muñeco de piel negra para justificar la necesidad de un régimen similar al de la esclavitud o la explotación laboral con vistas a estimular la economía? No se habría atrevido a hacerlo, y si lo hubiera hecho, ni el Ministro ni ninguno de los presentes se habría reído con la broma.

Es más, seguro que ya se habrían producido consecuencias graves sobre los responsables por haberla llevado a cabo. Lo terrible del episodio de la muñeca hinchable es que es la expresión de la nueva etapa que ha inaugurado Donald Trump con su “machismo exhibicionista”, y que ahora vamos a ver con mucha más frecuencia en forma de episodios de machismo inflado y explícito, algo que un tiempo atrás no se atrevían a hacer.

Y el problema no está en esas escenas, sino en lo que reflejan, en todas las ideas y valores machistas que seguirán utilizando la economía, la educación, las creencias, las costumbres, la tradición… para mantener la desigualdad y su injusticia social como parte de una normalidad que se entiende necesaria para la convivencia.

Por eso el compromiso debe ser trabajar para erradicar el machismo,nt no sólo algunas de sus expresiones. La crítica al machismo y a los machistas no es opción, es razón.


(Foto del pasado 13 de Diciembre 2016
donde sale el Ministro de Economía Céspedes con la muñeca hinchable
 regalo de Fantuzzi presidente de la Asociación de Exportadores y de Manufactureras de Chile)


Fuente:http://tribunafeminista.org/2016/12/machismo-hinchable/ 



Subido por Cecy Méndez Bejarano

viernes, 23 de diciembre de 2016

Detrás de toda gran mujer hay una gran mujer

Invisibilidad del trabajo doméstico y de los cuidados
Resultado de imagen de mujeres
Revista Anfibia

Federici, sin pelos en la lengua, dirá que 'la esposa ama de casa está al servicio de su esposo psicológica, emocional y sexualmente, cuida a los niños, limpia sus medias y levanta su ego'. Eso que llaman amor es trabajo no pago…"

¿Por qué asumimos que las tareas del hogar pertenecen a la mujer?¿por qué planchar y barrer pueden "vulnerar la masculinidad"? La asimetría en la distribución del trabajo doméstico es una de las mayores fuentes de desigualdad entre varones y mujeres y trasciende la brecha salarial, escribe la economista Mercedes D'Alessandro. 

Las argentinas se ocupan del 76% de esas tareas, cuyo valor solo aparece cuando son tercerizadas en manos de otras mujeres, muchas de ellas trabajadoras informales. ¿Acaso las más ricas o profesionales oprimen a las más pobres y sin educación?

Adelanto de “Economía feminista. Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)", de Sudamericana.



He tratado todo lo que se supone que una mujer debe hacer… Puedo hacerlo todo y me gusta, pero no te deja nada sobre lo que pensar —ningún sentimiento acerca de quién eres—. Nunca tuve ninguna ambición profesional. Todo lo que quería era casarme y tener cuatro hijos. Amo a los chicos y a Bob y a mi hogar.

No hay ningún problema al que pueda ponerle nombre. Pero estoy desesperada. Empiezo a sentir que no tengo personalidad. Soy una servidora de comida, pongo pantalones y hago la cama, alguien que puede ser llamada cuando quieren algo. Pero ¿quién soy? Betty Friedan, La mística de la feminidad.

 Era sábado a la tarde y mi amigo Iván escribió simpática e irónicamente en su Twitter: “Plancho una camisa escuchando Cat Power porque estoy muy seguro de mi masculinidad”. Lo reproduje en mi propia cuenta con el agregado: “Acá un compañero engañado por los estereotipos. ¿Planchar es de mujer o acaso escuchar Cat Power? ¿Es malo no ser masculino?”.

 Enseguida empezó una catarata de anécdotas personales y reflexiones. En ese simple comentario de Iván se condensa mucho de lo que trata este capítulo: ¿por qué asumimos que las tareas del hogar pertenecen a la mujer?, o ¿por qué planchar y barrer pueden vulnerar la masculinidad? Y también, ya que estamos, ¿de qué se trata la masculinidad mainstream?

A lo largo de todo el planeta, el tiempo que destinan mujeres y varones a las labores domésticas está muy desbalanceado: ellos dedican más tiempo a los trabajos pagos mientras que ellas son quienes hacen el trabajo no pago del hogar como limpiar, cocinar, hacer las compras, ocuparse de los niños y ancianos.

Aunque estas labores domésticas son imprescindibles e ineludibles para que la sociedad funcione, suelen ser menos valoradas social y económicamente que el trabajo pago. Vale pensar qué respondería uno mismo a la pregunta ¿cuánto tiempo trabaja usted por día? En general, no se contabilizan dentro de las horas de trabajo el tiempo que dedicamos a ir al supermercado o pasar un trapito por los muebles.

Ese trabajo doméstico cae en una especie de limbo tanto para la teoría económica y las estadísticas como para nuestras propias ideas de qué es y qué no es el trabajo. Sin embargo, su valor económico aparece (y golpea los bolsillos) cuando estas tareas son tercerizadas, sea en centros de cuidados (guarderías, jardines maternales, geriátricos, colonias de vacaciones) o en un servicio particular (empleadas domésticas, cocineras, enfermeras, niñeras o delivery de empanadas).

Ahí podemos ver claramente que al tiempo consumido en esas tareas se le puede poner un precio, y que el liberarse de ellas implica también la posibilidad de disponer de esas horas para trabajar fuera de casa o disfrutar del ocio.

 La asimetría en la distribución del trabajo doméstico es una de las mayores fuentes de la desigualdad entre varones y mujeres, es algo que trasciende la brecha salarial. Al ser las mujeres quienes más tiempo dedican a estas tareas no pagas disponen de menos tiempo para estudiar, formarse, trabajar fuera del hogar; o tienen que aceptar trabajos más flexibles (en general precarizados y peor pagos) y terminan enfrentando una doble jornada laboral: trabajan dentro y fuera de la casa.

El fenómeno se repite virtualmente en todos los países y es muy poco visible porque, en mayor o menor medida, todos asumimos que estas tareas son de mujer y que se realizan por amor.

La situación penaliza también a los hombres, imponiéndoles la necesidad de conseguir mejores empleos y salarios para ser el sustento y proveedor de la familia y les quita —en muchos casos— la posibilidad de participar y disfrutar de la crianza de los hijos.

Fuente:http://www.revistaanfibia.com/ensayo/detras-de-cada-gran-mujer-hay-una-gran-mujer/