RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 4 de octubre de 2016

Anarquismo, maternidad y aborto


La familia patriarcal y jurídica, la consagración religiosa y civil de la unión conyugal, el doble patrón de la moralidad sexual, la castidad, el sometimiento de las mujeres, son algunos de los tantos puntos de su crítica permanente.


Por Mabel Bellucci
 
A lo largo del siglo XIX, en las sociedades industriales del Norte surgen significativos debates públicos en torno a la construcción de un nuevo orden social desligado de la propiedad y del control autoritario. A partir de 1870, este clima de ruptura se traslada al Río de la Plata a través de las corrientes inmigratorias de ultramar, en especial, por aquellas voces libertarias del movimiento obrero, sin el grado de impacto cultural que alcanza en Europa y que tiene por epicentros a Francia e Inglaterra.
El pensamiento anarquista, puesto en juego en esta época, encierra una tentativa de subvertir el orden instituido por medio de una identidad construida en virtud de un anticlericalismo, con el objetivo de producir una más amplia secularización de la vida social y bajo los supuestos de un evolucionismo positivista/1.
Lo novedoso en este discurso es la impugnación tanto de la esfera pública, en su cuestionamiento al Estado, a los partidos políticos y a la Iglesia, como de la privada, en su deseo de quebrantar la moral sexual y el modelo familiar imperante. Si bien este carácter denunciativo en torno a la esfera íntima se presenta en otras corrientes librepensadoras —tales como la socialista y el liberalismo radical— es con el ideario libertario que alcanza una profundidad singular al levantar un velo sobre el privilegio viril en los usos cotidianos y sexuales. Sus enfoques siempre están encuadrados dentro de la heteronorma como condición fundante de la sexualidad humana y, por consiguiente, dentro de la estructura familiar, siendo ésta el único espacio de expresión y desarrollo del mundo afectivo e íntimo de las personas.
Así comienza el anarquismo del Río de la Plata a permear las agendas de las vanguardias políticas y sindicales, durante las tres primeras décadas del siglo XX, con determinados temas en torno a la sexualidad y a la vida amorosa, abarcando desde las regulaciones afectivas hasta los comportamientos sexuales.
La familia patriarcal y jurídica, la consagración religiosa y civil de la unión conyugal, el doble patrón de la moralidad sexual, la castidad, el sometimiento de las mujeres, son algunos de los tantos puntos de su crítica permanente. En su lugar sostienen que “…la igualdad natural de ambos sexos y la libertad de las partes llevará a tratar de mantener el cariño del otro por lo que la mejor garantía de durabilidad es la propia voluntad/2.”
01/10/2016 | Mabel Bellucci

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