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martes, 14 de junio de 2016

El coitocentrismo: la obsesión por meterla

Esta tendencia se basa en la necesidad de practicar la penetración durante el sexo, como la única forma para alcanzar el orgasmo y sin ella se considera que no hay relación sexual

coitocentrismo
Escrito por Rocío R. Gavira | Twitter: @RocioRGavira
La primera vez que escuché en una conversación la palabra coitocentrismo me quedé en modo “¿el coito qué?” Es un concepto bastante utilizado por sexólogos y psicólogos especializados en terapia sexual y de pareja. Se define como la necesidad de practicar el coito durante el sexo, como la única actividad para que la relación sexual sea plena y satisfactoria. Lo que desconoce la mayoría es el debate que se esconde tras el coitocentrismo.
Todavía la visión de la sexualidad en una relación heterosexual gira en torno al coito, en especial para los hombres. Parece que sin penetración es como si no hubieran echado el polvo. “En algún momento habrá que meterla, ¿no?”, pensará más de uno. ¿Por qué sucede esto? La sexóloga y periodista Sylvia de Béjar considera que “nuestro esquema tiene un defecto de origen, es decir, que el fin del sexo era reproductivo, viene del sexo para procrear y solo para el placer masculino. No como juego o diversión”. En opinión deEster Álvarez Guillén, psicóloga y sexóloga, “vivimos en una sociedad patriarcal y falocentrista donde los genitales definen y diferencian, absurdamente, si eres hombre o mujer, y la virilidad de los hombres se mide por su pene, nada más alejado de la realidad”.
El coitocentrismo supone una serie de concepciones sobre la sexualidad no del todo correctas. En esta tendencia el coito tiene tal protagonismo que la penetración se considera lo más importante de la relación sexual, la unión de los genitales es imprescindible, la única vía para alcanzar el orgasmo y, ojo, cuando el hombre eyacula, termina la función. ¡Error! ¿Y ellas qué? ¿Se quedan a medias? ¡Con la de juegos que hay para dar y recibir placer! Desde los apetecibles besos y caricias hasta subir la temperatura con la masturbación mutua o el sexo oral, entre otros. Recuerda que los hombres y las mujeres poseen distintos ritmos de excitación sexual.
Según explica Ester Álvarez, esta visión anticuada se debe a que “a los hombres no se les enseña a vivir sus cuerpos. El contacto físico, las caricias, los abrazos se van limitando cuando crecen. La sexualidad de los hombres al llegar la pubertad acaba enfocándose y viviéndose exclusivamente a través de sus penes, con la masturbación, y no a través de sus cuerpos como un todo –continúa la sexóloga–. Por ello cuando llega el momento de compartir su intimidad con otra persona no saben vivirlo de una manera global, sino que queda restringida a una pequeña zona de su cuerpo y particularmente mediante el coito”.
Por otra parte, la mayoría de las mujeres llega al clímax gracias a la estimulación del clítoris. En este sentido, la penetración en su soledad no garantiza el placer femenino, aunque habrá de todo, claro. “Mientras que durante el coito se estimula perfectamente el glande, que es donde se concentran las terminaciones nerviosas que dan placer a los hombres –señala Álvarez Guillén–, resulta que el clítoris apenas se estimula, por lo que el coito resulta mucho más placentero para ellos”. Sentencia que “el machismo que existe en las relaciones sexuales que lleva al coitocentrismo impide que muchos hombres no vean esta realidad e infelizmente muchas mujeres acaben fingiendo orgasmos para no decepcionar al ‘macho’”. Fallo. La comunicación es vital en el sexo “porque si la mujer calla, no se explica o no sabe lo que necesita o quiere, poco cambiará la forma de practicar el sexo”, afirma Sylvia de Béjar. La sexóloga también cree que esto del coitocentrismo “está evolucionando porque los tiempos obligan a no caer en la rutina y los hombres también desean, por ejemplo, felaciones”.
Sí, el coito es el momento de mayor conexión físico y emocional de la pareja, pero que sea un plato más en el menú de hacer el amor, no el único y exclusivo. El sexo oral, por ejemplo, puede dar lugar a grandiosos orgasmos. Esos mordiscos, los gemidos, los roces, como se retuerce de placer la otra persona,… todo forma parte de la relación sexual. Disfruta del camino sin importar lo que vendrá después.

Información relacionada
– Ester Álvarez Guillén colabora en Silk & Ebony (pincha aquí).
– Esta es la página de Sylvia de Béjar (pincha aquí).
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Subida por Cecilia Méndez Bejarano

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