RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 16 de junio de 2015

Ser hombre y ser feminista, un dilema a resolver.



junio 8, 2015 por Dani Curbelo
– A día de hoy no conozco a más de cinco hombres feministas. Yo creo que uno de los grandes problemas del feminismo es que no incluye a los hombres en su lucha.
De vez en cuando escucho esta opinión por parte de un compañero que se siente un poco perdido en el terreno feminista. Actualmente el debate antipatriarcal está sobre la mesa de muchas aulas, centros y oficinas, y como se esperaba todo este proceso de análisis y denuncia no es ningún caminito de rosas. Supongo que tú, que has decidido leer estos párrafos, eres de quienes conocen las verdaderas causas igualitarias del feminismo y no esas patrañas que tantos medios propagan del tipo “el feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés”.
Tal y como afirma muy acertadamente Coral Herrera Gómez “El feminismo noquiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. (…) Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo.”
Ahora que hemos aclarado brevemente qué (no) es el feminismo, ¿por qué tantísimos hombres no se sienten incluidos en las propuestas feministas?En mi opinión, creo que son al menos tres los factores más determinantes en tal situación. A saber:
1. El feminismo ha sido desde sus comienzos un movimiento de liberación y empoderamiento de grupos oprimidos. ¿Y qué es un grupo oprimido? Un conjunto de personas que comparten una o varias características (identidad, orientación sexual, etnia, diversidad funcional, etc.) que es motivo fundamental de su opresión y discriminación en relación a los otros grupos privilegiados. Y únicamente tenemos que mirar hacia aquellos años, a finales del siglo XIX, en los que las semillas de la igualdad comenzaban a brotar para confirmar que el grupo privilegiado era y es el grupo de hombres (masculinos, heterosexuales y cisgénero). Ahí puede hallarse la primera gran causa de esta situación de “no vinculación” con el movimiento feminista: el miedo a perder los privilegios que se gozan.
¿Y a qué me refiero con “privilegios? Dice Mariano Nieto en “¿Privilegios masculinos? ¿Qué privilegios?”: “Todo este proceso de privilegios que me ha ido deparando mi socialización, cristaliza en el que considero más importante, que he disfrutado toda mi vida y que en la actualidad sigo y seguramente seguiré disfrutando por el resto de mis días, y es saber que cuando ando por la calle, cuando me siento en un aula, hago una entrevista, hablo en una reunión, conduzco un coche, entró solo en un bar…, en fin cuando vivo, no me siento minusvalorado ni amenazado, sé que todo/as ven en mi un reflejo del estereotipo masculino y eso en una sociedad sexista como la actual es una gran ventaja.”
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No obstante, y a partir de la tercera ola del feminismo en la década de los ochenta, el movimiento feminista comienza a añadir a su discurso nuevas problemáticas y debates, desde la Teoría Queer hasta los transfeminismos que además de incluir diversidades por orientación sexual, funcionalidad, etnicidad, identidades, clase social, etc. también cuestionan al género en sí mismo. Muchísimas compañeras/es/os estarán de acuerdo conmigo cuando digo que el género es altamente opresivo por su condición impositiva y porque se concibe como “categoría inmutable”. Definirse es limitarse, es descartar otras posibilidades de ser, impedirte a ti misma/e/o la capacidad de transformarte al ritmo de una vida que nunca permanece igual. El género es una jaula. Y lo es tanto para mujeres como para hombres, sólo que la “jaula de los hombres” tiene muchas más comodidades. Pero, ¿no sería justo que todo este proceso de deconstrucción de lo establecido y liberación en el que nos hallamos actualmente fuera compartidopor todas/es/os?
2. Prejuicios acerca del feminismo. La gran campaña mediática que bombardea habitualmente al feminismo también aleja a muchísimas personas (incluidos los hombres) del movimiento, ya que se da por sentado que esa información es verídica, cuando en realidad sólo se esconden grandes intereses de boicotear la lucha. Hablo de páginas en redes sociales como Facebook, por poner un ejemplo “Feminazis, feminazis everywhere”, que promulgan mensajes banales en donde el feminismo es autoritario y extremista, y que quienes somos feministas sólo deseamos tener la oportunidad de cortarle el pene a algún hombre y aunar fuerzas con el fin de implantar un matriarcado. Todo muy coherente.
Una vez leí en un artículo de María Baena en el que decía que una “feminazi” es como el “hombre del saco”. Nadie la ha visto nunca pero se sabe (o se cree) que existe. Lo que sí está claro es que la función de este “ser malvado” radica enalejarnos de un movimiento que atenta directamente contra una gran jerarquía social, económica y política, y tal vez por eso debamos permanecer en nuestras habitaciones con el deseo de que ninguna “feminazi” nos encuentre.
3. Las actitudes patriarcales que arrastran muchos hombres que se acercan a los espacios feministas generan conflictos y casos de denuncia (monopolización de la lucha, acoso, autoritarismo, etc.). Por eso es tan importante que no nos olvidemos de llevar a cabo un proceso de deconstrucción de todos los valores y roles que hemos asumido como “naturales” y “normales”. Existen asambleas, espacios y talleres mixtos dentro del feminismo, al igual que otros no mixtos. ¿Por qué el taller de autodefensa es sólo para mujeres (cisgénero o transgénero) y otras identidades no normativas? Básicamente porque somos los grupos que nosarriesgamos a ser vejadas/es, violadas/es y asesinadas/es por el simple hecho de ser como somos. El día que un hombre (heterosexual, cisgénero y masculino) sufra algún peligro al salir a la calle por el hecho de serlo, entonces nos plantearemos hacia quienes van dirigidos los talleres. Mientras tanto, todo lo demás sería, en mi opinión, apropiación.
De todos modos, esto no significa que tú, si eres hombre interesado en esta lucha, te cruces de brazos esperando la llegada de la “revolución feminista”. Puedes informarte, leer autoras/es, documentarte, observar, opinar (con la cautela de no herir sensibilidades ni desempeñar roles patriarcales), para que poco a poco vayas librándote de todos los valores que también, en cierto modo, te oprimen y con los que oprimes conciente o inconcientemente a otras personas.
Y tampoco significa, compañeras/es, que entendamos nuestra lucha como algo exclusivo y no inclusivo, porque el apoyo nos ayuda a alcanzar los cambios y avances por los que nos dejamos la piel cada día. He mencionado tres aspectos que a mi entender son fundamentales para comprender y poder solucionar esta situación, ¿se te ocurre alguno más?
Dani Curbelo @Danmarcur

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