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jueves, 4 de junio de 2015

Ecofeminismo: El cuerpo es el territorio

La concentración de la convocatoria #NiUnaMenos marcó un hito en el reconocimiento del flagelo de la violencia contra la mujer, con su consecuencia más trágica: el femicidio. Esta denuncia tan necesaria nos lleva a la pregunta por el origen de un crimen que no puede reducirse a la contraposición entre hombre y mujer. "Necesitamos sumar compromisos para cambiar una cultura que tiende a pensar a la mujer como objeto de consumo y descarte y no como una persona autónoma", dice una de las líneas más movilizadoras del documento leído. Aquí sumamos reflexiones cercanas a la perspectiva del ecofeminismo, en donde se plantean los vínculos entre el dominio sobre la mujer con el dominio sobre la naturaleza. Si bien el sistema patriarcal tiene una mayor amplitud histórica, el colonialismo y el capitalismo profundizaron la lógica de la conquista y de la violencia como modo legitimado de orden social.

Por Eduardo Soler


Ni la tierra ni las mujeres somos mercancía. Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de dominación
Tierra y mujeres como mercancía y objeto de dominación.


Madre y Tierra: Feminismos indígenas



La imagen que acompaña esta párrafo es contundente: "Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista". Sin embargo, desde la lectura de la organización feminista "Mujeres Creando" de Bolivia se trata también de una crítica al concepto mismo de Madre Tierra: "Ni la tierra es mujer, ni las mujeres somos la tierra, ni la naturaleza es madre reproductora de vida para el hombre, ni nuestra fecundidad es naturaleza a ser cumplida a voluntad masculina". Allí se expresa: "La reducción de las mujeres y la tierra a una misma entidad femenina sacralizada en su fecundidad y en su capacidad materna es una operación de dominación patriarcal. Es una trampa simbólica que pesa como una lápida sobre el cuerpo de las cientos de miles de mujeres indígenas de diferentes culturas que en sus cuerpos tienen que cumplir una especie de mandato natural de maternidad y fusión con la tierra".

Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista

Aunque el análisis para la deconstrucción del concepto de "Madre Tierra" resulta interesante también puede plantearse de modo alternativo. La metáfora que resalta el rol de la mujer en la creación de la vida en la Pacha Mama no resulta necesariamente negativo, sino frente al dominio patriarcal que en este punto recuerda la cercanía con el patrimonio como propiedad privada. Dicho de otra forma, la crítica más certera puede centrarse en la cuestión de la conquista. Así, en contraposición, Margarita Aquino, de la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra -también de Bolivia- manifestó: “Las mujeres estamos dispuestas a defender y poner nuestros cuerpos en resistencia. No es posible que este sistema de desarrollo extractivista y patriarcal pretenda imponer y decidir sobre nuestro territorio al igual que nos imponen decisiones sobre nuestros cuerpos”.

En esta breve nota, transcribimos fragmentos de dos mujeres (una antropóloga argentina, una dirigente mapuche) para seguir pensando sobre la cuestión desde una perspectiva antropológica, que puede cuestionar un feminismo moderno. En ese sentido, la reconocida antropóloga Rita Sagato se refiere justamente al contexto en Bolivia, pues allí tradicionalmente "las mujeres siempre tuvieron una posición dominante en el mercado y respecto al dinero, y tuvieron autoridad política desde su parcialidad, el espacio doméstico, que en las sociedades comunitarias, a diferencia de las sociedades modernas, es pleno de politicidad". Así, continúa: "En esta situación de avance del frente estatal, siempre colonial, empresarial y mediático, el hombre de esa comunidad, el hombre indígena, se transforma en el colonizador dentro de casa, y el hombre de la masa urbana se convierte en el patrón dentro de casa".

Las mujeres indígenas están cobrando un rol histórico. Mucho antes que la convocatoria "Ni una menos" apareciera, comenzó a organizarse la 1° Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir. Sin demasiada repercusión mediática, la marcha llegó a Buenos Aires justamente en cercanía con el Día de la Madre Tierra. Desde la convocatoria, liderada por la dirigente mapuche Moira Millan se explicaba: "La Argentina que no bajó de los barcos sino de los cerros, las pampas, el desierto, de los lagos viene caminando con voces femeninas con la multiplicidad de colores que conforman este país, ataviada de belleza milenaria". Y en ese contexto, ligado a nuestro tema de reflexión, se expresaba con claridad: "El sistema colonizador no entiende que todo cuanto le hace a nuestra tierra lo hace contra nuestro cuerpo, nuestro cuerpo territorio se está enfermando y debilitando junto con ella".

Que el capitalismo y el patriarcado caigan juntos

Como reflexión final, podría sostenerse que desde el ecofeminismo se trata de visualizar como el patriarcado se une al capitalismo en el sistema de explotación del cuerpo - planeta. El origen de la violencia estructural está allí: No se trata de un individuo (hombre - empresario) sino de un sistema violento. Y uno de sus principios es el concepto de propiedad privada, como base de la explotación. La reducción de toda forma de vida a una mercancía también es parte de este fenómeno. El énfasis en el sistema de rapiña y el despojo sobre los territorios marca un límite de permisión sobre la sensibilidad social. Por eso la marcha es un punto interesante sobre el cual pararnos como sociedad. El femicidio es inaceptable, así como toda forma de violencia que extermina la vida sobre esta tierra. Por ello, el capitalismo y el patriarcado deben ser cuestionados en conjunto como forma de explotación.


Rita Segato: "Un fase de rapiña" 

Fragmentos de la entrevista publicada por el suplemento Las 12 de Página 12 a la antropóloga Rita Segato con el título "La pedagogía de la crueldad":

Estaríamos hoy en tiempos de conquistualidad del poder, más que de colonialidad del poder, como propuso Aníbal Quijano en su célebre formulación. Me refiero a una nueva fase de conquista de los territorios, de rapiña de todo, sin límites legales. Una característica esencial de la conquista fue la suspensión del derecho, de los códigos de justicia de la época, por la cual la corona pasó a tener una existencia en gran medida ficcional como poder central. Hoy estamos en un momento semejante debido a la ferocidad de las apropiaciones territoriales, al desalojo de los pueblos de sus espacios de vida, realizados con una truculencia extrema. Muchas veces esa crueldad se exhibe aun más en el cuerpo de las mujeres
Evidentemente la masculinidad está más disponible para la crueldad porque el entrenamiento para volverse masculino obliga a desarrollar una afinidad significativa, a lo largo de la historia de la especie, entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, y entre masculinidad y capitalismo en esta fase rapiñadora y anómica. En este sentido, es muy importante no guetificar la cuestión de género. Esto quiere decir no considerarlo fuera de su contexto histórico, no verlo sólo como una relación entre hombres y mujeres, sino como el modo en que esas relaciones se producen en el contexto de sus circunstancias históricas.
No guetificar la violencia de género también quiere decir que su carácter enigmático se esfuma y la violencia deja de ser un misterio cuando ella se ilumina desde la actualidad del mundo en que vivimos. Claro que la vemos de forma fragmentada, como casos dispersos de letalidad de las mujeres –aunque cada vez más frecuentes–, pero son epifenómenos que parten de circunstancias plenamente históricas de las relaciones sociales y con la naturaleza.
Esta élite es intensamente moralista a la vez que estamos en una circunstancia de abuso y rapiña al nicho natural de toda vida, es decir, la tierra. Entonces, son tres dimensiones a la vez: las elites que conducen la economía, la fase del capital rapiñadora con relación a todo aquello de lo que puede extraerse riqueza bajo laideología de la acumulación por desposesión o despojo y un moralismo feroz con relación a la sexualidad, al aborto, a los intereses de las mujeres en general.
El hombre, entonces, es violento porque es frágil, porque es constitutivamente inseguro en su masculinidad, y porque, en nuestras costas, es decir, en el paisaje marcado por la colonialidadque habitamos y que nos constituye, es permanentemente emasculado por su condición subordinada y capturado por el modelo de masculinidad de su opresor. Es por esto que digo que el sirve de bisagra, entre los mundos del dominador y de los dominados. Su situación es de una indigencia existencial absoluta. 
Si a esto le sumamos el tema de la mirada rapiñadora sobre el planeta y sus criaturas (y no olvidemos la raíz común de las palabras rapiña y rape, violación en inglés), tendremos el cuadro completo de la transformación de la vida en cosa, la transformación de las personas en mercancía, en primer lugar el pasaje de las mujeres a esa condición de objeto, a su disponibilidad y desechabilidad, ya que la mímesis de los hombres con la posición de poder de sus pares y opresores encuentra en ellas las víctimas a mano para dar paso a la cadena de mandos y expropiaciones.

Moira Millán: "Femicidios indígenas

En cercanía con la convocatoria #NiUnaMenos, Moira Millán, referente del pueblo mapuche, escribió su denuncia y su reflexión sobre el femicidio de mujeres indígenas en Argentina.

Nuestra campaña, la de la 1er Marcha De Mujeres Originarias por el Buen Vivir, que denunciábamos los homicidios y mutilaciones sobre los cuerpos de las mujeres indígenas en Argentina, todas ellas en territorios en conflictos con las transnacionales. Nosotras hablamos de femenicidios indígenas, este es un concepto que señala otra categoría de crímenes contra las mujeres, pero a diferencia del femicidio, ésta encierra no solo la violencia machista que anida en una sociedad patriarcal sino que además aparece laviolencia racial institucionalizada! Es decir, es una forma de exterminio elaborada, pergeniada y desarrollada bajo el amparo e impunidad del estado.

Las hermanas Guaranies de la provincia de misiones, están en este momento sufriendo asesinatos y mutilaciones por parte de sicarios que vienen desde Paraguay contratados por las empresas estractivistas entre ellas Alto Paraná. Lo terrible es que ya nada nos sorprenda ni aún estas aberrantes formas de despojo, pero sí duele muy profundamente que a nadie le importe las muertes de nuestras hermanas a lo largo del territorio, que no le importe a la sociedad Argentina que se mutile, se violen, y se asesinen a jovencitas u ancianas, todas desde formas similares, por el solo hecho de defender su derecho al territorio. Les pido que el 3 de junio alguien hable de nosotras, que algunas de estas miles y miles de voces que se harán oír nos nombre, vocifere los nombres de nuestras hermanas asesinadas, como la jovencita Tatiana Brizuela en misiones, Esperanza Nievas en Tucumán y tantas otras.
Quienes integramos el equipo de la marcha de mujeres originarias por el buen Vivir hemos empuñado el desafío de recorrer el país para armar el primer informe sobre femenicidio indígena en argentina, sabemos que no será fácil, que no contamos por el momento ni con apoyo ni financiamiento, pero es necesario que se sepa la verdad, ese otro país que se oculta, que se niega, que se despoja, y se lo asesina sin ser nombrado, sin ser visto, sin ser llorado, ni lamentado, el país de las mujeres tierras asesinadas, en nombre del progreso capitalista.

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