RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 26 de mayo de 2015

La belleza maldita, María Coronel (1335-1409?)


Cada dos de diciembre, en la iglesia del convento de Santa Inés de Sevilla, se expone el cuerpo incorrupto de la que fuera su primera madre abadesa. Una mujer cuya historia está mezclada con la leyenda. María Coronel, que así se llama nuestra protagonista, vivió la cruenta guerra civil entre el rey Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara. Su familia y la de su marido se vieron envueltas en las luchas dinásticas y sufrieron dramáticas consecuencias. María perdió a muchos de sus seres queridos y sufrió el acoso del rey Pedro, llamado el Cruel. Desesperada por huir de las garras lascivas del monarca, no dudó en terminar con el origen de aquel acoso, su belleza. María se desfiguró el rostro con agua hirviendo. El rey no la volvió a molestar. 

María Fernández Coronel nació en Sevilla en 1334. Era hija de Alfonso Fernández Coronel, miembro del consejo privado de Alfonso XI, y su esposa Doña Elvira. María era la mayor de tres hermanas. Tanto ella como Aldonza y Mayor, tuvieron casamientos de conveniencia según demandaba el linaje familiar. 


El marido escogido para ella fue Juan de la Cerda, miembro de una de las casas aristocráticas más antiguas del solar hispano y descendiente de reyes. 

Cuando se inició el conflicto dinástico entre Pedro y Enrique, la familia de María, tanto su padre como su esposo, se vieron en una situación complicada. Sus familias habían apoyado la relación del rey Alfonso XI y su amante Leonor de Guzmán, madre de Enrique de Trastámara, algo que Pedro, hijo de Alfonso y la reina legítima, María de Portugal, no perdonó. 

Así, su familia fue perdiendo señoríos y poder en la corte. Hasta que perdieron también la vida. Muerto su padre, María Coronel se presentó ante el rey Pedro a suplicar el perdón de su marido. Conocido por su pasión por las mujeres, el rey Cruel, quien ya había poseído a su hermana Aldonza, quedó prendado de la belleza de María. El monarca le prometió que perdonaría la vida a Juan de la Cerda pero en cuanto llegó a Sevilla, este ya había sido ejecutado. 



María se refugió entonces en el convento de Santa Clara de Sevilla hasta donde se personó Pedro en su busca. En el primer intento, las monjas escondieron a María en un sepulcro vacío que ocultaron con unas tablas. Según la leyenda, en el breve tiempo que la viuda de De la Cerda permaneció escondida, los caballeros del rey no pudieron encontrarla pues sobre los maderos había crecido de manera milagrosa un sinfín de plantas silvestres. Pedro I no se rindió y volvió a intentar traspasar los muros del convento y poseer a la hermosa dama. María, en su desesperación, corrió a las cocinas y se lanzó sobre el rostro una gran olla con agua hirviendo. Deformado su antes bello rostro, el rey Pedro tuvo que darse por vencido.

En marzo de 1369 tenía lugar el famoso duelo cuerpo a cuerpo entre los hermanastros Pedro y Enrique. La balanza del destino se inclinó del lado del Trastámara quien se proclamó rey como Enrique II e inició una de las dinastías reales más famosas de la historia de España. 

María Coronel recibió entonces parte de los dominios incautados a su familia y en 1376 fundó en una de sus propiedades sevillanas el monasterio de Santa Inés. Allí vivió hasta su muerte, según algunos acaecida en 1409, según otros, el 2 de diciembre de 1411. Cuando años después se encontró su sepultura, su cuerpo estaba incorrupto.

 Si quieres leer sobre ella 


Una gota de rocío, María Pilar Queralt 









Por Sandra Ferrer

jueves, 21 de mayo de 2015

La esposa repudiada, Ana de Cleves (1515-1557)


Cuando Jane Seymour fallecía tras dar a luz al ansiado heredero de Enrique VIII, el monarca inglés quedó profundamente desolado. Dicen que fue a la única mujer a la que amó de verdad. Pero tres años después volvía a contraer matrimonio. Un enlace que se decidió más por cuestiones estratégicas que por razones del corazón. Un rey que había corrido detrás de la belleza de damas como Ana Bolena o la propia Jane, tuvo que casarse con una dama alemana de quien solamente había visto un retrato que en nada se parecía a la realidad. Pero su familia se había enfrentado al Imperio de Carlos V y necesitaba un aliado en el continente. El cuarto matrimonio de Enrique VIII no duró más que unos pocos meses. Por suerte para ella, Ana de Cleves, pudo terminar sus días tranquila como la "hermana del rey" en la corte. 


Ana de Cleves nació el 22 de septiembre de 1515 en Düsseldorf. Fue la segunda de los cuatro hijos de los duques de Cleves, Juan III y María. Ana había recibido en su infancia una somera educación intelectual. En 1527 su familia concertó su matrimonio con el heredero del duque de Lorena pero dicho enlace nunca llegó a materializarse.

En 1538, fue su hermano mayor Guillermo quien, a la muerte de su padre, heredó el ducado. Enrique VIII fijó su interés en este duque que formaba parte de la liga de señores protestantes que luchaba contra el emperador Carlos V y vio en una de sus hermanas la vía para estrechar alianzas con los protestantes en el continente. 

Enrique envió entonces a su pintor de cámara Hans Holbein a la corte del duque Guillermo para que retratara a su hermana Ana. Como solía ocurrir, el cuadro estaba bastante alejado de la realidad. En él no se mostraba a la verdadera Ana, una mujer alta y corpulenta con el rostro marcado por la viruela. Pero con el retrato en la mano, Enrique VIII aceptó de buen grado el enlace. No es de extrañar que al encontrarse con su futura esposa, quedara decepcionado. Pero la alianza con los protestantes era indispensable para su política exterior por lo que decidió continuar con el enlace. El 6 de enero de 1540 Ana y Enrique VIII se casaban en el palacio de Placentia, en Greenwich. Al día siguiente el rey confesaba a su secretario, Thomas Cromwell, que no había podido consumar el matrimonio con aquella mujer tan alejada de la imagen que Holbein le había querido vender. 



A su disgusto por su nueva esposa se unió el interés que despertó una de sus damas de compañía, Catalina Howard, quien poco tiempo después se convertiría en su quinta esposa. Enrique, incapaz de continuar con su cuarto matrimonio, propuso a Ana su anulación. Quizás por miedo a terminar como Ana Bolena o simplemente por confirmar su carácter maleable y tranquilo, lo cierto es que Ana de Cleves aceptó separarse amistosamente de Enrique VIII escasos siete meses después de haberse casado.

Desde entonces y hasta el final de sus días, Ana de Cleves fue conocida en la corte como "la hermana del rey" viviendo de la renta que le asignó su exmarido y siendo recibida en palacio con honores. Ana de Cleves, que mantuvo una buena relación con la princesa María, fue la última esposa de Enrique VIII en morir, falleció el 16 de julio de 1557, y la única que fue enterrada en la Catedral de Westminster. 


por Sandra Ferrer

martes, 19 de mayo de 2015

La Calderona, María Calderón (1611-1646)


De todos es sabido que los reyes, a lo largo de la historia, han tenido hijos legítimos y otros tantos nacidos de sus habituales relaciones extraconyugales. Muchos de aquellos llamados bastardos no tuvieron relevancia para la historia; algunos hicieron carrera eclesiásticas; pocos ejercieron un papel destacado en el gobierno de su padre. Este último fue el caso de Juan José de Austria, hijo ilegítimo del mujeriego Felipe IV, quien aspiró a gobernar junto a su hermanastro Carlos II y para ello se enfrentó a la madre del rey, Mariana de Austria, en varias ocasiones. Mientras el hijo luchaba por el poder, la madre había sido escondida tras los muros de un convento. Atrás habían quedado las luces del escenario y los amoríos reales. 

María Inés Calderón era una niña expósita que había aparecido en las puertas de la casa del escritor Calderón de la Barca quien la adoptó como propia, allá por el año 1611.

En 1627, María Inés, conocida como “La calderona”, debutaba en el teatro de comedias madrileño El Corral de la Cruz. El rey, que era un asiduo de fiestas y representaciones teatrales, estaba entre el público y desde el primer momento quedó prendado de la artista.

María Inés estaba entonces casada y mantenía un romance con el duque de Medina de las Torres quienes fueron apartados del camino real. Felipe inició entonces una relación con La Calderona que fue del dominio público como muchas de sus otras aventuras, para desesperación de la reina Isabel de Borbón. Felipe IV no sólo no escondía su amor por la actriz sino que no tuvo ningún problema en mostrarla en público. En una ocasión en la que el monarca cedió un palco preferencial a su amante en la Plaza Mayor, la reina montó en cólera y obligó a su marido a alejarla de su puesto privilegiada. Colocada en un balcón más escondido, dicho lugar pasó a llamarse “El balcón de Marizápalos” otro de los nombres con los que se la conocía alusivo a uno de sus bailes más famosos.

Isabel de Borbón pudo alejarla de la vista de curiosos pero no pudo impedir, para su propia desesperación, que la Calderona engendrara un niño que nació el mismo año que el entonces heredero, el príncipe Baltasar Carlos. El niño, bautizado como “hijo de la tierra” con el nombre de Juan José de Austria, fue apartado de los brazos de su madre contra su voluntad, y criado lejos de la corte hasta que Felipe IV lo reconoció oficialmente en 1642.

Obligada a dejar los escenarios durante su relación con el rey, cuando nació Juan José, Felipe IV la obligó a ingresar en el convento de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, en Guadalajara, del que fue abadesa desde 1643 hasta su muerte en 1646.

 Si quieres leer sobre ella 


Amantes poderosas de la historia
Ángela Vallvey







Por Sandra Ferrer

domingo, 17 de mayo de 2015

Silvia Federici: “Lo que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”

Silvia Federici. Teórica y militante feminista italiana. Autora de Calibán y la Bruja (Pez en el Árbol, 2013); la Revolución Feminista Inacabada (Calpulli, 2013); la Revolución en Punto Cero (Traficantes de Sueños, 2013). Federici participó y acompañó luchas de las mujeres por la defensa de las tierras comunales en Nigeria; en los años setenta realizó una campaña por el salario al trabajo doméstico. Sus reflexiones abordan de manera histórica las luchas políticas de las mujeres por producir lo común, con una fértil mirada sobre la reproducción de la vida. En esta conversación que sostuvimos en Puebla, México, nos presenta elementos teóricos para interpretar de manera más amplia el funcionamiento de lo que ella llama el patriarcado del salario. La conversa nos dota de una serie de detalles de la historia del capitalismo que sirven para comprender nuestras luchas. Por Gladys Tzul Tzu

GTT. Tú has reflexionado sobre las distintas formas de explotación de las mujeres, por ejemplo nombras Patriarcado del salario como una forma específica de dominación, ¿puedes hablarnos sobre ello?
SF. El patriarcado es una institución muy larga y no ha sido universal. Debemos de rechazar esa afirmación que dice que las mujeres siempre han sido oprimidas, primero porque en muchas comunidades las mujeres tenían poder. 2 mil años atrás había formas de matriarcado, yo no puedo aclarar ampliamente como se establecía un matriarcado, pero es importante comprender que la historia ha sido destruida. La idea es entender que el patriarcado ha tenido formas diferentes, las relaciones no se estructuran de la misma manera en todos los sistemas sociales; también el patriarcado no se transmite automáticamente, no es un asunto que continua de forma natural y automática de un siglo a otro, de una sociedad a otra. Las investigaciones históricas han demostrado que con el desarrollo del capitalismo, es decir con el paso del feudalismo al capitalismo, hubo un pasaje violento, porque el desarrollo del capitalismo fue como la contrarrevolución en un momento de crisis del feudalismo. El capitalismo dio una nueva fundación a las relaciones patriarcales; el capitalismo se ha apropiado de los elementos de la relación patriarcal del feudalismo, pero lo ha transformado y ha dado nuevas funciones para sus fines sociales y económicas. Por ejemplo, una diferencia muy grande entre el patriarcado del feudalismo y el patriarcado del capitalismo, es que en el primero, para las mujeres prevalecía un sistema de uso comunitario de las tierras, es decir, las mujeres y los hombres usaban las tierras. En Europa por ejemplo, las mujeres no fueron dependientes económicamente de los hombres, su alimentación no dependía de los hombres. Tampoco en la sociedad feudal estaba la diferencia del tipo de poder entre hombres y mujeres, que en la sociedad capitalista se generó. La relación desigual de poder entre hombres y mujeres en el feudalismo no tenía raíces materiales. La diferenciación venía, por nombrar dos casos, de la formas del uso de la violencia, porque los hombres hacían parte de los ejércitos del poder feudal, los hombres componían los ejércitos y las mujeres no; otro caso es el de la diferencia de poder que estaba justificada en la religión, pues ésta tenía una función de diferenciación. Todos los sistemas sociales que han explotado el trabajo humano, han explotado a las mujeres en una medida particular, porque las mujeres son las que producen trabajadores, cuando hay un sistema social que explota el trabajo humano, éste cerca e intenta controlar el cuerpo de las mujeres, porque el cuerpo de las mujeres genera riqueza, mano de obra, cocinan. El capitalismo es una forma de explotación específico que tiene relaciones diferentes.
GTT. Podrías explicarnos más sobre las diferencias entre el sistema de explotación capitalista y el sistema de explotación feudal.
SF. Una primera diferencia es que el capitalismo es el primer sistema social que funda su riqueza y su acumulación sobre el trabajo humano. Todos los sistemas de explotación precedentes, siempre han visto la riqueza no como trabajo humano, sino como tierra, bosques. El trabajo humano era importante para construir, crear, cultivar. Pero la riqueza fue conceptualizada por la riqueza material. Con el capitalismo cambia.
GTT. ¿Cambia la noción de riqueza?
SF. Si, cambia la concepción de la riqueza social. Esto lo dicen los primeros economistas del capitalismo, dicen que la riqueza no es la tierra, la riqueza es el trabajo humano. Entonces comienza con el capitalismo una concepción del trabajo humano nueva, como algo que se puede intensificar, que se puede desarrollar, que puede tener nuevas formas de productividad, así como se cultivaba la tierra, así se cultiva el trabajo humano. El objetivo era medir cuanta fuerza de trabajo había. Es por esto, que en el desarrollo del capitalismo en su primera fase, lo que puede verse es una acumulación inmensa de trabajo humano, se ve esclavitud, millones y millones de personas traficadas para el trabajo esclavo. Segundo, la colonización es un evento que ha dado a los europeos el control de millones de personas, de trabajadores de las nuevas tierras que invade. Es en estas condiciones en que se comienza a usar la pena de muerte para prohibir a las mujeres que usen anticonceptivos o se persigue a las que abortan. Comienza una intervención directa para apropiarse del cuerpo de las mujeres. Por eso se habla de las mujeres como máquinas productoras de trabajadores. Eso yo lo pongo en contextos de esta hambre de trabajo que el capitalismo tiene. Esto promueve formas diferentes de patriarcado y por ello nuevas formas de relaciones sociales comienzan a conformarse, porque hay un control del Estado sobre el cuerpo de las mujeres; se inicia un control de la procreación y del trabajo de la reproducción. Las mujeres deben de procrear trabajadores y cuidarlos todos los días y deben hacerlo en condición invisible, en condiciones no pagadas, porque de ésta manera se reproducen de una forma muy barata. El capital puede tomar toda la riqueza que los trabajadores producen, pueden tomar toda la riqueza porque las mujeres producen trabajadores casi gratis.
GTT. ¿Y aquí es donde el salario produce una forma de patriarcado?
SF. En este sistema el Estado y el capital, controlan el cuerpo de las mujeres y se apropian de su trabajo a través del sistema del salario. El sistema del salario no solamente controla el trabajo de los asalariados, porque si lo pensamos como una relación, éste moviliza a dos trabajadores; con un salario se moviliza al hombre y la mujer que lo reproduce, le pagan a uno, pero trabajan dos. Entonces moviliza una gran cantidad de trabajo no pagado. El salario amplía la explotación, porque no solamente toma el trabajo del hombre que está en la fábrica o en la oficina, sino que también el trabajo de la mujer que lo reproduce diariamente, la que cocina, la que cría a los hijos. El capital acumula, porque hay mujeres que trabajan por casi nada, no completamente para nada, porque de la mujer comen, etc. Con el salario se puede controlar directamente el trabajo de las mujeres a través del sistema de la familia y el matrimonio. El matrimonio es un sistema fundamentalmente laboral, es el medio por el cual el capitalismo hace trabajar a las mujeres para que reproduzcan su fuerza de trabajo obrero. El salario es la medida para conformar la familia, porque es ahí donde se obliga a las mujeres a reproducir trabajadores. Yo creo que cuando se ve esto se comprende por qué se puede hablar de un patriarcado del salario, porque el salario toma el trabajo de la mujer y también la controla a ella. El hombre se convierte en el delegado, porque el capital y el Estado delegan en el trabajador el poder de controlar y golpear las mujeres si no cumplen con esa función. Así como los señores que dominaban las plantaciones tenían a los supervisores que controlaban el trabajo de los empleados, se puede decir que los hombres controlan a las mujeres.
GTT. ¿Qué formas cobra este tipo de control, además de los que ya nos has comentado?
SF. Todo esto se hace invisible por lo que se llama amor. El capitalismo también se ha apropiado y ha manipulado la búsqueda de amor, de afectividad y de solidaridad entre todos los seres humanos; lo han deformado, usándolo como una medida para extraer trabajo no pagado. Por eso yo escribí. “Eso que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”.
GTT. ¿Le dicen amor al trabajo no pagado?
SF. Si porque en la familia se dice amor, dicen que por amor se limpia y se cocina, que todo se hace por amor. Confunden amor con un servicio personal. El amor es un sistema que obligaba a muchas mujeres que no tenían posibilidades de sobrevivencia y el matrimonio era como tomar un empleo. Por mucho años, hasta la generación de mi madre, ocurría que si no te casabas ¿Qué harías? Pobrecilla, porque estás sola, muchas veces estabas en la casa de tu hermana que si estaba casada y ella ayudaba, porque es muy difícil tener un empleo y si se tenía un empleo no podías tener una vida social. Esas mujeres que no se casaban eran consideradas como desdichadas, por eso muchas mujeres compiten entre ellas por un hombre bello y con un buen salario. Por eso tu mamá te prepara, te orienta para arreglarte, que no salgas despeinada a la calle, que siempre estés de buen humor y que aprendas a hacer labores domésticas. Mi madre me amenazaba: “Si tu continuas así, ningún hombre se va a casar contigo” porque se sabe que casarse significa obedecer, hacer trabajo domésticos y si tú eres una buena mujer, él va a mantenerte, él te va a dar una posición social. Pero en el matrimonio un hombre te puede golpear y lo que van a decir, es que lo tienes merecido porque seguramente no lo obedeciste, porque no hiciste el amor cuando él lo quería. En el matrimonio se presume que él compra tu cuerpo y que siempre tienes que estar a su disposición. A todo esto muchas luchas feministas han dicho que ni el hombre, ni el matrimonio tienen derecho absoluto a tu cuerpo. Si tú dices que no, es no.
GTT. Es interesante hacer una revisión del amor romántico por este mundo de la reproducción.
SF. ¡Ah! el amor romántico donde las vidas se funden, pero se funden en la voluntad del hombre. Yo quiero escribir un libro sobre el amor y la sexualidad. La causa de tanta pena de las mujeres y su sentido de valor depende de si estas o no casada, si un hombre te quiere o no te quiere. Yo he visto muchas veces, que aunque a un hombre no lo aman tanto, cuando acaban las relaciones, las mujeres se sienten desvalorizadas y con penas. Por eso quiero escribir ese libro, no sé si con eso se puede hacer la revolución pero con eso se puede aliviar la pena. Un asunto que no quiero olvidar es que el sistema del salario crea la familia como una formación social jerárquica, donde el hombre es el patrón, el representante del Estado y la mujer debe ser sometida, puede ser obligada a hacer todo el trabajo de reproducción. Entonces el salario crea una división, porque con la creación de la división sexual del trabajo crea una división que rompe el frente unido de la lucha. Por eso yo digo que es importante que los hombres comprendan que esa relación de poder los destruye a ellos también. Si se comprende que un hombre colabora con el capital, cuando esté contento con ser el patrón de la familia, cuando se siente fuerte porque es superior a la mujer y puede golpearla o humillarla, él no sabe que refuerzan sus cadenas con respecto de la dominación, porque hace que no puedan luchar juntos hombres y mujeres. Es importante comprender que el conflicto que se produce en el trabajo asalariado y el trabajo no asalariado, crea una jerarquía laboral y se crea una naturalización de la explotación de la mujer. Por eso creen que el trabajo doméstico pertenece a la naturaleza de la mujer y contra eso es lo que hay que luchar. A veces se piensa que si se lucha contra el trabajo doméstico se es una mala mujer, que no ama a su marido, etcétera. Y no se trata de eso, el trabajo doméstico es un sistema de explotación que usa el amor, usa las relaciones entre hombres y mujeres.
Fuente: Antes muerta que sumisa, totamor.blogspot.com

La última prerrafaelita, Eleanor Fortescue-Brickdale (1872-1945)


Pintora e ilustradora, Eleanor Fortescue-Brickdale, fue una de las últimas representantes del movimiento artístico conocido como prerrafaelitas. Inspirada por su propio hermano, Eleanor desarrolló su arte con tal éxito que se convirtió en la primera mujer en ingresar en el Royal Institute of Oil Painters. Ilustró con gran maestría muchas obras de la literatura inglesa y durante la primera guerra mundial elaboró carteles alusivos al ingreso de Inglaterra en el conflicto.

Eleanor Fortescue-Brickdale nació el 25 de enero de 1872 en Uper Norwood, Surrey, hija de Sarah Anna Lloyd y el abogado Mathew Inglett Fortescue-Brickdale. La infancia de Eleanor transcurrió feliz rodeada de sus tres hermanos hasta que se vio empañada por la muerte de su padre en un accidente en 1894. 

Su hermano mayor, Charles, quien había ingresado en la escuela de pintura John Ruskin, inspiró y animó a su hermana Eleanor a seguir sus pasos como pintora. Así lo hizo, iniciando sus estudios en casa de la mano de Charles. Cuando cumplió los diecisiete ingresó en la Crystal Palace School of Art para continuar su formación en la Royal Academy School. Durante esos años, Eleanor ganó un premio que le permitió adquirir material artístico.


The Uninvited Guest
Eleanor empezó a trabajar como ilustradora de obras literarias de escritores de la talla de Walter Scott. 

Desde 1899, la pintora e ilustradora exhibió su obra en la Royal Academy de manera ininterrumpida durante más de treinta años. Sus acuarelas fueron también expuestas en distintas galerías de manera que su reputación artística se fue consolidando. 


Head of a Tudor Girl

Con el dinero adquirido de la venta de muchas de sus obras, Eleanor pudo comprar en 1902 un estudio en la Holland Park Road de Londres donde continuó pintando y exhibiendo su obra. El mismo año se convertía en la primera mujer en ingresar en el Royal Institute of Oil Painters. 


Retrato de Winifred Robers

Eleanor pasó muchos años de su vida viajando por Europa, sobre todo por Francia e Italia, para encontrar inspiración en los clásicos y definir su estilo que la convirtió en una de las últimas representantes de los artistas prerrafaelitas. 


The Little Foot Page

También se dedicó a dar clases de arte en la Byam School of Art y a diseñar hermosas vidrieras. 

Durante la primera guerra mundial, Eleanor colaboró con el Ministerio de Información inglés y la Child Welfare Association para diseñar carteles patrióticos.

En 1939 realizaba su última exhibición en la Royal Academy. Un año antes su salud se vio limitada y desde entonces hasta su muerte, acaecida el 10 de marzo de 1945, realizó obras menores. 

Por Sandra Ferrer

sábado, 16 de mayo de 2015

La bruja del aire, Marina Raskova (1912-1943)


El 22 de junio de 1941 y bajo el nombre de “Operación Barbarroja” los alemanes entraban en territorio ruso. La Segunda Guerra Mundial ya había asolado media Europa. Le tocaba el turno a una Unión Soviética que veía cómo a través de sus fronteras el nazismo se extendía de manera amenazante. Por aquel entonces, las tropas soviéticas empezaban a sufrir serios problemas de abastecimiento, por lo que cualquier ayuda era bienvenida. En octubre de aquel mismo año, y tras una formación relámpago, tres nuevos regimientos del aire entraban en combate. Nada tendrían de especial si no fuera porque todos sus miembros eran mujeres. Su creadora fue una mujer que iba a ser cantante de ópera, pero terminó convirtiéndose en una de las mejores aviadoras de la Unión Soviética.

De la música al cielo
Marina Raskova nació 28 de marzo de 1912 en el seno de una familia rusa de clase media. Su padre, Mikhail Malinin, era profesor de canto y su madre, Anna Liubatovich, profesora. Su infancia en Moscú transcurrió rodeada de música. Su padre inculcó en Marina su pasión, por lo que no es de extrañar que estudiara en el conservatorio moscovita. Sin embargo, su carácter perfeccionista hizo que la música se convirtiera en algo estresante para ella. La química fue su sustituta, en parte porque su padre hacía tiempo que había muerto y la familia necesitaba dinero para subsistir, así que empezó a trabajar en una fábrica de tintes. Todo esto sucedía en 1929, el mismo año que se casaba con el ingeniero Serguéi Raskov, con el que tendría una hija, Tania y del que se divorciaría pocos años después.

Pero sería su trabajo como dibujante de planos en el Centro de Navegación Aérea de la Academia del Aire el que cambiaría su destino para siempre. Cuando en su nuevo puesto entró en contacto con el mundo de la aviación, supo que había encontrado su verdadero camino.



En un tiempo récord asumió tales conocimientos que la convirtieron al año de ingresar en el centro en profesa de la Academia del Aire Zhukovski. Era la primera mujer que lo conseguía. Y no sería su único logro.

Admirada por Stalin
En 1934 se graduaba y empezaba una larga serie de vuelos cuyas marcas no pararía de superar. La más sonada fue la hazaña que consiguió en 1938 cuando junto a otras tres mujeres se embarcaron en una aventura que las pondría al borde de la muerte. 

Marina Raskova, Valentina Grizobudova y Polina Osipenko decidieron hacer un viaje que atravesara toda la “Rodina” nombre con el que se conocía a la madre patria rusa. El 24 de septiembre un bimotor ANT-37, al que pusieron el mismo nombre de Rodina, despegaba de Moscú con destino a la lejana Komsomolsk. Fueron veintiséis horas de vuelo ininterrumpido en el que atravesaron más de seis mil kilómetros de tundra y estepa. La aventura se complicó cuando, sobrevolando Siberia, las alas del avión empezaron a acumular hielo. Para poder perder peso y ganar altura empezaron a lanzar objetos innecesarios. La propia Marina, viendo que la situación era complicada, no dudó ni un segundo en lanzarse ella misma en paracaídas en plena estepa rusa. Un campesino salvó a Marina de una muerte segura y las tres mujeres regresaban a Moscú como auténticas heroínas.


Con tan sólo veinticinco años, Marina Raskova era galardonada junto a sus compañeras, con la Estrella de Oro de los Héroes de la Unión Soviética, siendo las primeras mujeres en recibirlo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Tal fue la fama de Marina en este y otros retos aeronáuticos, que el propio Stalin quiso tener una entrevista privada con ella. Para entonces, la Segunda Guerra Mundial estaba haciendo verdaderos estragos en muchos puntos del territorio europeo. Y Rusia no sería la excepción.

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética, Marina Raskova aprovechó su rango de Mayor de la Fuerza Aérea Soviética con el que había sido nombrada poco tiempo atrás, y no dudó en pedir personalmente a Stalin que le permitiera organizar nuevos regimientos de combate aéreo. La petición, sin embargo, era excepcional, pues Marina propuso que su equipo estaría formado en su gran mayoría por mujeres. Por primera vez en la historia, el rol femenino en un conflicto armado no se iba a reducir a tareas en la retaguardia. Marina quería, confiaba, sabía, que ellas podían ser tan válidas como sus colegas pilotos en el aire. 

Un regimiento excepcional
El sueño de Marina Raskova se materializó con la creación del Grupo de Vuelo Especial nº. 122. Un sueño que compartieron cientos de voluntarias que de manera casi inmediata empezaron a hacer cola para poder ocupar una plaza en la Academia de Aviación Zhukovski. Fue la propia Marina quien seleccionó a unas aspirantes que deberían enfrentarse a una formación dura e intensiva que las tendría que convertir en pilotos del ejército soviético.

Aun no había terminado 1941 cuando el primer grupo de aspirantes se trasladó a la base aérea situada en un pueblecito a orillas del Volga llamado Engels, al norte de Stalingrado. Lo que sus colegas masculinos aprendieron en años de formación, ellas tuvieron que hacerlo en un tiempo récord. Más de doce horas de vuelo diarias en rudimentarios aviones de madera y lona. 

Mientras las aspirantes a piloto se sometían a este duro entrenamiento, otras mujeres del regimiento tuvieron que realizar una tarea indispensable: reconvertir el vestuario masculino en prendas adecuadas para las mujeres. Las diligentes agujas transformaron los uniformes de soldados en piezas acordes a las tallas femeninas mientras que en las botas se incrustaban todo tipo de materiales blandos que ayudaran a reducir sus tallas. Los aviones también se tuvieron que adaptar a las nuevas medidas, elevando los asientos y acercándolos a los pedales. 

Seis meses después, Marina Raskova vio con orgullo que sus mujeres estaban preparadas para elevarse a los cielos en guerra. El original Regimiento nº 122 se dividió en tres. 

El 586, conocido como el Regimiento de Aviación de Caza, entraba en combate en abril de 1942. Comandado por Tamara Kazarinova, este regimiento realizó más de mil misiones. 

El 587 fue el Regimiento de Aviación de Bombardeo y estuvo comandado por la propia Marina Raskova. Desde diciembre de 1942 superaría también las mil misiones.

Las brujas de la noche
El Regimiento 588 fue quizás el más conocido de todos. Su nombre oficial fue el de Regimiento de Aviación de Bombardeo Nocturno fue en Alemania se las rebautizó como las “Brujas de la noche”. Aquellas mujeres comandadas por Evdokiia Bershanskaia, iniciaron sus misiones, las cuales superarían las veinte mil, en el verano de 1942. 



La principal estrategia utilizada por las pilotos del Regimiento 588 era intentar compensar la lentitud de los pesados aparatos que tenían que pilotar volando en el último momento con el motor apagado. De noche y a punto de alcanzar su objetivo, paraban el motor, lanzaban las bombas y volvían a encender el aparato para poder salir con vida. Aquella estrategia hacía que los aviones emitieran unos extraños sonidos que el ejército y la población enemiga comparó con el ruido de una escoba volando. De ahí el apodo de Brujas de la noche. Además de jugarse la vida con un modo tan peligroso de atacar, volaban sin paracaídas para aligerar el peso del avión al máximo y poder cargar cuantas más bombas en su interior. Siguiendo este plan de ataque, las brujas de la noche, realizaban varias incursiones en territorio enemigo en una misma noche.

Stalingrado
En noviembre de 1942, cuando los Regimientos creados por Marina ya habían conseguido pilotar biplanos y llevaban un sinfín de incursiones en territorio enemigo, el estado mayor del ejército las mandó a apoyar a las tropas que desde agosto luchaban en la que se convertiría en una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial.

Marina Raskova haría su último vuelo el 4 de enero de 1943. Su avión no fue abatido con un aparato enemigo. Fue el frío ruso el que terminó con una de las mujeres más valientes que había conocido la guerra. Aquel gélido día de invierno, una tormenta de nieve limitó la visibilidad de su bimotor PE-2 que terminó estrellándose. Toda la tripulación moría en el acto y se consideró que habían muerto en combate. 

Las cenizas de Marina Raskova fueron enterradas en un muro del palacio del Kremlin. Recibió condecoraciones a título póstumo y muchas calles de distintas ciudades rusas recibirían su nombre. Pero el mayor homenaje que pudo recibir fue el esfuerzo incansable que sus compañeras continuaron realizando hasta el final de la guerra. 


Muchas de aquellas mujeres dejaron su vida a bordo de aquellos pájaros de lata, inestables, peligrosos y frágiles. Pero lo hicieron con valentía, instruidas por una mujer que un día soñó con conquistar el cielo. 

 Si quieres leer sobre ella 


Las brujas de la noche
Lyuba Vinográdova







Por Sandra Ferrer

viernes, 15 de mayo de 2015

El ángel del Titanic, Noël Leslie (1878-1956)


Cuando aquella fatídica noche del 14 de abril de 1912 el Titanic chocaba contra un iceberg, la vida de sus pasajeros cambió para siempre. Unos se quedaron en las frías aguas del Atlántico Norte mientras otros consiguieron sobrevivir. Miles de historias dramáticas pero también de esperanza y solidaridad dejaron aquellas horas de desesperada lucha por sobrevivir a un naufragio que nadie creyó nunca que pudiera sucederle a aquel barco indestructible. Entre todas esas historias, la de una mujer rica y noble que cogió el timón del bote salvavidas y ayudó a que los que iban a bordo llegaran sanos y salvos al Carpathia. Noël Leslie, que así se llamaba aquella mujer, ya había demostrado en su vida en Inglaterra que, a pesar de haber nacido entre los privilegiados, era necesario ayudar a los que más lo necesitaban.


Lucy Noël Martha Leslie nació el día de Navidad de 1878. Fue la única hija de Thomas y Clementina Dyer-Edwards, una de las parejas más ricas de Inglaterra. Noël fue una niña educada en un mundo de lujos pero en el que también se le inculcó valores de solidaridad y ayuda a los demás. 

Cuando Noël llegó a la mayoría de edad tuvo lugar su presentación en sociedad en el Londres de la última época victoriana. La joven deslumbró a todos los jóvenes por su belleza pero solamente uno logró llamar su atención. Norman Evelyn Earl Leslie enamoró a Noël durante un baile en la capital celebrado en 1899, cuando ella tenía veinte años. Norman era miembro de la más alta sociedad nobiliaria inglesa, ostentando el título de 19º Conde de Rothes, uno de los más antiguos del país.

Cuando el 19 de abril de 1900 se casaron, Noël adoptó el título de condesa de Rothes. La pareja se instaló en Londres pues la enorme y lujosa residencia familiar de Leslie House, en Escocia, estaba habitada por un tío de Norman. La vida en Londres fue la típica de una joven pareja de ricos aristócratas, acudiendo a fiestas, codeándose incluso con miembros de la familia real. Pero el nacimiento de su primer hijo, Malcolm George, el 8 de febrero de 1902 despertó en Noël no sólo su lado más maternal sino también un profundo espíritu solidaria. Empezó entonces a realizar obras de caridad dirigidas a los niños pobres de la ciudad. 

Dos años después, los condes y su hijo se trasladaron a vivir a Leslie House donde Noël se volcó en ayudar a los más desfavorecidos de la zona ganándose el cariño de todos. Entre sus primeras actividades altruistas destaca la construcción de la Escuela de la Reina Victoria en Dunblane, institución que aún continúa en funcionamiento y el Chelsea Hospital for Women, que hoy en día se conoce como Queen Charlotte's and Chelsea Hospital.

En 1909 nacía John, su segundo hijo por lo que interrumpió temporalmente su labor. Pero pronto reanudó su trabajo. En 1911 fundó una sede de la Cruz Roja en Leslie que dotó con tres ambulancias y ayudó a formar a los más de sesenta voluntarios. El cuerpo de ambulancias recibiría el nombre de Destacamento Condesa de Rothes en su honor.

A Noël aún le quedaban fuerzas para inmiscuirse en asuntos políticos participando en los movimientos sufragistas del momento como miembro de la Women's Unionist Association.

Desde 1906, su marido era miembro de la Cámara de los Lores y se había volcado en la vida política y en sus propios negocios que le obligaban a viajar por medio mundo. En febrero de 1912, Norman había viajado a bordo del Lusitania a los estados Unidos y decidió establecerse en California con su familia. Así se lo comunicó a Noël a quien pidió que se reuniera con el para estudiar la situación sobre el terreno.

Fue así como Noël Leslie, acompañada de su prima Gladys Cherry, embarcó en el Titanic dejando a sus hijos en Inglaterra a cargo de niñeras. Instaladas en una de las lujosas suites del barco, la B-77, Noël y Gladys se despertaron asustadas la noche del 14 de abril a causa de un fuerte estruendo. Su reloj marcaba las 11:46 de la noche. Los motores se habían parado. El Titanic había colisionado con un iceberg que lo condenó a hundirse en las gélidas aguas del Atlántico Norte.





Una hora después de la colisión, Nöel, Gladys y su criada subieron en el bote número 8. Ante la determinación de la condesa, el marinero encargado del bote salvavidas, Thomas William Jones cederle el mando. Durante el tiempo que el bote navegaba en dirección al Carpathia, Nöel no dejó de levantar el ánimo de las mujeres a bordo que desesperaban al saber que sus maridos aún se encontraban en el Titanic. Una vez a salvo en el Carpathia, colaboró con todas sus fuerzas para ayudar en todo lo posible a los niños y mujeres supervivientes de tercera clase que habían perdido lo poco que llevaban con ellos.

Noël Leslie siempre rehuyó ser considerada una heroína en el naufragio más famoso de la historia. Poco tiempo después, se reencontró con Thomas William Jones al que regaló un reloj de plata y él le obsequió con una placa de bronce en la que se había grabado el número del bote salvavidas. Durante toda su vida mantuvieron correspondencia.

De vuelta en Londres, durante la Primera Guerra Mundial, Nöel continuó con su labor humanitaria convirtiendo parte de la mansión familiar en un hospital en el que acoger a soldados heridos en el que ella mismo ejerció de enfermera.

En 1927 quedaba viuda y meses después se volvió a casar con el coronel Claud MacFie, con quien no tuvo hijos y vivió hasta su muerte, el 12 de septiembre de 1956, después de una larga enfermedad en el corazón. 

Una serie de televisión de 1979, SOS Titanic, recogió su historia y en la famosa superproducción de James Cameron su personaje aparece tímidamente en alguna escena.

 Si quieres leer sobre ella 


The dance of love, Angela Young 









Por Sandra Ferrer