RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 31 de diciembre de 2013

¿Quién teme al feminismo?

¿Por qué da miedo decir “soy feminista”? ¿Qué nos pasa con el término? Reflexiones de dónde estamos y hacia dónde vamos.

Ilustración: Isa

“Yo no soy feminista”, “Creo en la igualdad pero no soy feminista” (?), son algunas de las frases que he ido leyendo sin cesar últimamente por internet… y escuchando por todas partes. No tan solo de cualquier persona de a pie (con estudios universitarios o sin ellos), sino de mujeres famosas, que por su condición mediática influencian muchísimo en la sociedad. Y digo yo ¿por qué ese miedo? ¿Qué creen que es el feminismo? ¿Por qué renegar de él?
Para seros sincera, hace un tiempo a mí tampoco me gustaba un pelo el término feminismo. Que sí, que estaba muy bien para mí la idea de la igualdad y todo eso, pero, ¿feminista yo? Ni en broma. Eso del feminismo lo veía de histéricas, de amargadas, de lesbianas comehombres. De radicales quemasujetadores feas, de pelo corto y camiseta ancha. Sí, a mí también me vendieron la moto. Hasta que me decidí a conocerlo en profundidad.

“No soy feminista, pero me gustaría que se tratase a las mujeres igual  que a los hombres”

Fue algo así como un enamoramiento. Me desvelaba todo aquello que había intuido pero que no sabía con certeza. Un universo que me dotó de las famosas “gafas violetas” que te hacen afinar tu percepción sobre lo que considerabas “normal”.
Pero me sigo preguntando ¿por qué se ve así? De hecho, podría autoformularme la pregunta y pensar que por qué yo lo veía así… Si solamente hace falta acercarse a la definición de cualquier diccionario para ver que feminismo es hablar sobre igualdad. Creo que hay mucho prejuicio en torno al feminismo. Se me ocurren, fundamentalmente, ocho ideas erróneas que hacen que cuando digas “soy feminista” a la gente se le ponga cara de susto:
1. “Es cosa del pasado”. Como se citaba en un artículo que he enlazado anteriormente, seguramente esté relacionado con que se ve algo “desfasado”. Anacrónico. La imagen de feminista se tiene asociada con hechos políticos convulsos del pasado. Es la imagen de la trabajadora fabril con el puño alzado. Que, oye, no tiene nada de malo. Realmente fueron unas luchadoras. El problema está en que nunca se piensa en feminismo en términos de “presente”. Y con esto vamos al punto dos.
2. “Ya no sirve para nada”. Increíble pero cierto. Hay quien piensa que ya “todo está hecho”. Que con poder votar, ir a la universidad y trabajar ya está el tema arreglado. Lo que no suelen contemplar quienes afirman tal barbaridad, es que nosotras seguimos cobrando menos que ellos en determinados puestos de trabajo, que se nos demanda mucho más para alcanzar los mismos puestos de poder. Que sí, trabajamos fuera de casa, pero en la inmensa mayoría de casos somos nosotras las que se cargan a las espaldas, además, las tareas domésticas y de crianza. Que si una mujer es política se va a hablar de la ropa que ha llevado, de su maquillaje o cualquier aspecto banal, dejando en segundo término sus palabras; o, si se las atiende, será para criticar lo “histérica” que se ha puesto. Podría continuar horas poniendo ejemplos. Porque el trato que nos ofrecen a nosotras es discriminatorio.


3. “Ser feminista es ser exagerada, ser una exaltada, una radical”. Seguro que esto os suena muchísimo. La idea de que las feministas nos quejamos por todo, de que somos unas pesadas, de que no podemos estar tranquilas y por ello… somos unas histéricas y unas amargadas. Vamos, que se nos culpa por levantar la voz frente a las actitudes machistas. Y es que mires por donde mires, están en todas partes. Una vez te pones las gafas violeta afinas mucho la percepción de lo que te rodea, y puedes ver con facilidad cómo han calado todas esas ideas machistas de que la mujer es alguien (e incluso “algo”) al servicio del hombre. No haré una disertación sobre lo que encuentras con las malditas gafas violetas puestas -y digo malditas porque una vez te las pones es como si te las soldaran a fuego y jamás te las podrás quitar-; el caso es que, ¡mujeres quejándose del machismo! ¡¿Dónde vas a parar?! ¡Mujeres alzando la voz, diciendo que ya basta, en vez de estar calladitas, sonrientes y bien bonitas! Esto no es femenino, plantarse y decir que no aguantas más ¡es de amargadas histéricas! Dónde vamos a parar… Ah, y sí, las feministas somos unas radicales. Porque vamos a la raíz del asunto, a su base.
4. “Eso del género, el feminismo y demás, es cosa de estudios universitarios”. También hay mucha gente que lo ve así. Como una especie de ghetto cultureta. Algo que se estudia en las universidades y de lo que se habla en seminarios, pero que si no estás en ese círculo no es para ti. Nada más lejos de la realidad. Aunque es cierto que es motivo de estudio en las universidades -algo muy necesario y que aplaudo-, el feminismo trata cuestiones cotidianas, que nos afectan a todas. No es algo que esté sólo en las mentes de las estudiosas.
5. “Ser feminista es ser antihombres”. El clásico. Aquí no me voy a detener. Vamos, ¿en serio?

6. “Es que el término es controvertido”. Esta es una de mis preferidas, precisamente porque yo he estado aquí. No voy a entrar en si el término es el más correcto o no. Que está muy bien revisar los términos y que se discuta sobre los conceptos y demás. Pero sin perder la perspectiva. La cuestión es que estamos donde estamos, con los términos que tenemos y la palabra feminismo es el exponente de una lucha vigente. Además, la palabra feminismo remite a toda esa lucha histórica que han llevado a cabo grandes mujeres de las que las nuevas generaciones recogemos el testigo. Porque para mí, utilizar esta palabra es recoger ese testigo, volver a darnos la voz que todas esas mujeres nos han querido dar. Es seguir hacia delante. Es posicionarnos, ponernos en pie y hacernos valer.
7. “Es que hay feministas que tela…”. Hay quienes atacan al feminismo bajo el pretexto de que hay feministas que no veas lo que afirman… Independientemente de a los comentarios a lo que se refieran, este argumento no lo acabo de entender. Hay quien enarbola la bandera de la democracia y expresa ideas políticas más cercanas a la dictadura, o quien dice que no es racista “pero los X a su país”, y sin embargo no se reniega de usar las palabras “demócrata” o “antiracista”. ¿Por qué deberíamos renunciar a la palabra “feminismo” sólo porque en ocasiones no esté bien empleada o la usen personas que no piensan como nosotras?
“Feminazi”. Porque querer que tu género sea tratado como los seres humanos es lo mismo que invadir Polonia

8. “Ay, cuánto machismo…“. Y es que, en definitiva, todo lo anterior, que nos dé miedo decir que somos feministas, que se asocie la palabra a que somos unas amargadas, o, sencillamente que lo asociemos a que queremos ser consideradas superiores a los hombres, no es más que una muestra de la sociedad machista en la que vivimos. Es otro de sus triunfos. Los prejuicios formados a su alrededor lo único que pretenden, y consiguen, es machacar al feminismo y a su lucha.
Por suerte no todo el mundo lo ve así. Hay personas potentísimas que se declaran feministas sin ningún tipo de tapujos. Porque tienen claro lo que es ser feminista. Hay mujeres famosas que lo cantan a los cuatro vientos. Y teniendo la trascendencia que tienen, es de agradecer.
“Me digo feminista cuando la gente me pregunta si lo soy, y por supuesto que lo soy porque trata sobre igualdad, por lo que espero que todo el mundo lo sea. Sabes que estás en una sociedad patriarcal cuando la palabra feminista tiene connotaciones raras”. – Ellen Page

Lo que espero para el futuro es que el término feminismo sea revalorado. Que tome el poder que contiene la palabra y se use. Que nos deje de dar vergüenza, que no lo digamos con la boca pequeña, que no dudemos de él. Ser feminista constituye un acto de autodefensa para las mujeres. ¿Que nos ven radicales? Pues será que sí, porque como he dicho, vamos a la raíz del asunto. ¿Que nos llaman exageradas? El sexismo nunca es un caso menor. ¿Que somos unas histéricas? ¡Pues que viva Liliana Felipe!

 Irene

POR MIRADA VIOLETA 

http://www.proyecto-kahlo.com/2013/12/quien-teme-al-feminismo/
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

lunes, 30 de diciembre de 2013

Una oda a la no depilación


Berta Hache
Hola, encantada.
No,no me depilo las axilas.
Hay gente que dice que soy muy vaga para eso.
Tampoco me depilo las ingles.
La verdad es que yo me veo bien. Estoy cómoda con ello.
Si, tengo pelos, y muchos.
En serio, que no me depilo. No me depilo las piernas.
No, no estoy en contra de la cera, ni de las pinzas.
Simplemente no me depilo las cejas.
Claro que me gusta sentirme guapa. ¡Y me siento guapa!
Deja de mirarme las cejas.
¡Claro que me pongo faldas! ¡Y pantalones, y vestidos!
Lo que casi nunca me pongo es sujetador, me aprieta.
Uso una 80B, es decir, soy-plana.
No me hace falta sujetar nada.
Tengo “tetas de hippie” dice mi hermana.
A todas se nos van a caer, es cuestión de tiempo.
A veces me lo pongo, cuando hace frío.
Deja de mirarme las tetas.
Las modas están para seguirlas, pero solo si quieres.
¡Pero si los pelos son el mejor complemento!
Deja de mirarme las piernas.
Algún día quizá lo haga,pero hoy no.
Y tú, ¿cómo te llamas?

martes, 17 de diciembre de 2013

LA COPA MELUNA

Como ya comenté con anterioridad al adentrarme en el mundo de las copas menstruales opté por comprar un pack de bienvenida con la copa en talla S y en talla M.

¿Por qué elegí comprar el pack?
En el test de la página web de MeLuna me salía la talla S como la más idónea para mi, sin embargo yo tenía la sospecha de que esta copa no sería la idónea para mi al ser yo una persona de mucho flujo y la copa tener baja capacidad. A pesar de esta sospecha no me atrevía a contradecir los resultados del test así que sabía que quería pedir una S y además otra con más capacidad. Puesto que estos packs estaban mejor de precio que comprar la copa por separado lo añadí a mi carro. 
Compré además un vaso plegable esterilizador y unas tabletas Milton desinfectantes.


¿Cómo llegó la copa a mi casa?
Por mensajería (DHL) en unos tres días ya tenía la copa en mi casa, además los mensajeros me llamaron antes para acordar la hora de la entrega.
Mi pedido venía dentro de un sobre de papel,en el interior había una bolsita de plástico con zip con las dos copas, la bolsa de transporte y un tríptico informativo en español. En otra bolsa de zip venían las tabletas Milton, mientras que el vaso esterilizador llegó en una bolsita normal.
Las copas llegaron aplastaditas por el transporte pero en cuanto las saqué de su envoltorio y las presioné  un poco recuperaron su forma. 


Primeras impresiones

En cuanto vi las copas en persona pensé que eran muy pequeñas, que a ver como las guapas iban a contener mi flujo torrencial, pero aún así estaba muy contenta con mi nueva adquisición.
Ambas eran muy lisitas en su superficie y suaves, en definitiva, agradables al tacto. Lo que no era tan agradable era su olor plástico, aunque este se fue tras hervirlas en agua con unas gotitas de vinagre.
Comparando las copas noté que la mediana (la de color violeta) era ligeramente más firme que la copa pequeña, tanto en el cuerpo como en el anillo superior. Mis creencias de novata me hicieron creer que era debido a la diferencia de tamaño, pero más tarde descubrí que por alguna razón las copas MeLuna de color blanco transparente son ligeramente más blanditas que las coloreadas y que las copas medianas son además más firmes que el resto.
Analizando las copas más en detalle noté que en la parte interna de la boca de las copas había como un pegote de material, en la copa blanco transparente no era muy notable, pero sí en la mediana por lo que decidí ponerme en contacto con el fabricante.


Atención al cliente 
Le envíe un mail al servicio de atención al cliente de MeLuna Alemania y la verdad me preocupé un poco al principio pues tardaron 10 días en contestar a mis preguntas. Ellos consideraron que la copa mediana no cumplía con sus requisitos de calidad y me dijeron que me enviarían una nueva, para ello debía cortar la copa y enviarlas a ellos una foto de la imagen (así se aseguraban de que no iba a conseguir otra copa gratis). Hice lo que me pidieron y cual fue mi sorpresa al no recibir contestación en un mes. Estaba claramente decepcionada con la compañía pues no solo no habían respondido si no que me habían hecho cortar mi copa en vano, volví a enviarles un e-mail recordatorio y en un par de días me contestaron y me enviaron una copa nueva.
En resumen, de MeLuna podéis esperar copas de calidad y si alguna no cumple los requisitos será sustituida sin problema pero debéis insistir para hablar con los de atención al cliente, pues nunca responden al primer correo electrónico. 

Mi opinión de las copas
En estas otras entradas cuento mi experiencia personal con cada una de las copas que recibí de MeLuna. Esta es la reseña de la copa MeLuna Classic S y esta otra la de la copa MeLuna Classic M.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un milagro de su sexo, Juliana Morell (1594-1653)


En el paraninfo de la Universidad de Barcelona solamente aparece citada una mujer. Su nombre, Juliana Morell. Su biografía, una extensa lista de conocimientos, títulos y obras que hacen de esta mujer, una de las más importantes del humanismo. 

La niña superdotada
Juliana Morell nació en Barcelona el 16 de febrero de 1594. Su padre, Joan Antoni Morell, era un banquero catalán de gran erudición y dispuesto a hacer de su hija una persona culta y formada, contra los convencionalismos de su tiempo. Juliana no llegó a conocer a su madre quien murió cuando ella era una niña de apenas tres años. 

Juliana tuvo la suerte de tener un padre dispuesto a facilitarle el acceso al saber a pesar de haber nacido mujer. Desde bien pequeña, su mente posiblemente superdotada, sabría aprovechar aquella oportunidad. Así, su formación con los monjes dominicos de Barcelona dio sus frutos con tan solo cuatro años, edad a la que ya sabía leer y escribir.

Con siete años conocía el griego, el latín y el hebreo y con doce otras lenguas como el francés o el italiano hasta completar la lista a los diecisiete con catorce idiomas distintos. 

Huida a Lyon
Juliana tendría poco más de ocho años cuando ella y su padre tuvieron que huir de Barcelona a causa de la implicación de este en un homicidio. En su nueva patria, además de continuar su aprendizaje de idiomas, Juliana se sumergió en el estudio de la filosofía, las matemáticas, el derecho civil y canónico, la música, la física y la astronomía. 

De Lyon, padre e hija se trasladaron a Aviñón donde se graduó summa cum laude obteniendo un doctorado en leyes.

Una monja erudita
El 20 de junio de 1610 y posiblemente huyendo del matrimonio y del consecuente fin de sus estudios, Juliana decidió hacer los votos en el convento dominico de San Práxedes de Aviñón.

Dentro del convento también destacó hasta el punto de convertirse en priora tres años después de su ingreso. 

Juliana Morell ya no saldría del convento en el que sería enterrada tras su muerte acaecida el 26 de junio de 1653. Allí continuó con su vida intelectual además de formar a buena parte de las monjas que con ella tuvieron la suerte de vivir. 

A lo largo de su vida Juliana comentó y tradujo al francés parte de la obra de san Vicente Ferrer y la regla de San Agustín. Además de traducciones, Juliana escribió textos propios, entre ellos poemas, una autobiografía y una historia sobre el convento en el que vivió parte de su vida. 


Alabada por algunos eruditos contemporáneos a Juliana, se dijo de ella que había sido un "milagro de su sexo", algo que su padre desmontó asegurando simplemente que su hija había conseguido todos sus logros intelectuales gracias al acceso que él mismo le había dado a la educación.


Por Sandra Ferrer