RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

jueves, 28 de febrero de 2013

La escoba de la bruja

La imagen de la bruja montada en una escoba y surcando en cielo en un vuelo mágico, apareció por primera vez impresa en un manuscrito del siglo XV llamado Le Champion des Dames —El campeón de las mujeres

La imagen de la bruja montada en una escoba y surcando en cielo en un vuelo mágico, que hoy nos resulta muy familiar, apareció por primera vez impresa en la ilustración reproducida bajo estas líneas y forma parte del manuscrito del siglo xv llamado Le Champion des Dames —El campeón de las mujeres—, del escritor suizo Martin Le Franc. Pero las connotaciones esotéricas de las escobas son mucho más antiguas. 1
Desde la Antigüedad, las escobas han representado el poder mágico de la mujer, de manera similar a la varita mágica de los magos hombres, o al báculo —por ejemplo, aquel que usó Moisés para separar las aguas del Mar Rojo—. En la Roma Imperial, las comadronas usaban una escoba para barrer el umbral de las casas donde iban a asistir un parto, ya que creían que de este modo ahuyentaban a los malos espíritus que rondaban a las madres y a los bebés. Desde entonces, las escobas se vinculan con poderes simbólicos.
Hasta hace relativamente poco, en ciertas partes de las islas británicas, las mujeres tenían la costumbre de dejar sus escobas paradas afuera de sus casas o granjas para indicar que estaban fuera. Algunos estudiosos señalan que la idea detrás de esta costumbre, es la de dejar un «símbolo de la ama de la casa» como guardia y protección. Por otro lado, entre los gitanos —y en algunas localidades galesas— existía la costumbre de que los recién casados brincaran una escoba antes de entrar a su nuevo hogar. Hoy en día, esta costumbre persiste entre quienes contraen matrimonio bajo la tradición de la magia Wicca.
Ya que la escoba es un símbolo de creencias paganas, debió de haber levantado sospechas entre los primeros cristianos y entre los cazadores de brujas. Pero, contrario a lo que muchos creerían, muy pocas acusadas de brujería confesaron haber hecho magia ayudadas por una escoba o haber volado en una de ellas. Una excepción sucedió en 1598, cuando la joven Claudine Boban confesó que ella y su madre habían «montado una escoba de varas, emprendiendo el vuelo desde la ventana en un Sabbat».
Aunque a veces los inquisidores y cazadores de brujas ponían estas ideas en la mente de las interrogadas, la idea de la bruja volando en su escoba no era muy común durante los juicios por brujería. Sin embargo, a partir del siglo xv, la imagen arraigó en el imaginario popular hasta el punto de convertirse en un ícono inseparable de la bruja.

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