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martes, 1 de noviembre de 2011

La reina indomable, Urraca I de Castilla y León (1081-1126)


Muchas son las mujeres que reinaron en los distintos territorios españoles a lo largo de la historia. Pero pocas, por no decir ninguna, fueron preparadas para tan alto puesto. La coyuntura del momento, condicionada en todas las ocasiones por una secuencia de muertes, colocaron a muchas reinas en ese puesto al que, en un principio no estuvieron destinadas. 

Una de las primeras de aquellas grandes reinas fue Urraca de Castilla y León, quien, a pesar de no ser educada para reinar, la falta de herederos varones y esposos que ocuparan el puesto de rey, fue nombrada reina por el conquistador de Toledo, Alfonso VI. Urraca se enfrentó entonces a la nobleza, a su propio marido, el segundo, y a su hijo, para defender lo que era suyo, la corona de su padre. Su carácter más que abierto para aquellos siglos medievales la llevaron a tener amantes y engendrar hijos ilegítimos. Se lo puso fácil a quienes fueron sus detractores.


La única opción
El rey Alfonso VI de León llegó a casarse hasta cinco veces a lo largo de su vida para conseguir engendrar un heredero para sus reinos. Pero la naturaleza no se puso de su parte. Solamente tuvo hijas legítimas. El único hijo varón nacería del seno de su amante, la mora Zaida, pero el desdichado Sancho moriría siendo un joven de 15 años en la batalla de Uclés.

Así que, a pesar de que ni Urraca ni su padre querían el trono para ella, al final tuvo que asumir su responsabilidad dinástica. La pequeña había vivido su infancia al lado de su madre, Constanza de Borgoña, una reina que no tuvo un papel público demasiado relevante. Su tarea principal se basaba en cuidar de sus hijas y poco más. Sin embargo, Urraca fue separada pronto de su madre. 

Con 8 años se celebró la ceremonia de esponsales con el que sería su primer marido, Raimundo de Borgoña y se trasladó a vivir al a casa del conde Pedro Ansúrez, donde esperó a poder consumar el matrimonio. 

Raimundo de Borgoña fue un hombre ambicioso que únicamente aceptó el matrimonio con Urraca con la esperanza de que, cuando finalmente heredara los reinos de su padre, él se convertiría en rey de pleno derecho. Algo que no llegaría a conseguir.

Mientras el rey su padre seguía buscando el ansiado heredero, Urraca vivió su corta vida matrimonial con Raimundo cuidando de sus dos hijos, Sancha, que nació en el año 1095 y Alfonso, que llegaría al mundo diez años más tarde. 

Dos años después su vida daría un giro importante. Primero quedaba viuda de Raimundo, quien no pudo ver cómo un año después, en 1108, moría Sancho, el hijo de Zaida, y por tanto se allanaba definitivamente el camino de Urraca hacia el trono. 

Viejo y derrotado en su intento de engendrar un heredero varón, el rey Alfonso VI tenía ahora que volver a buscar un marido para su hija viuda, pues además de no haber sido educada para ser reina, una mujer no podía gobernar sola. Necesitaba un marido.

La elección recayó en Alfonso I de Aragón, conocido como el Batallador. En 1109 moría el rey de Castilla y León y Urraca se convertía en la reina legítima. A su lado un marido y rey que no le pondría las cosas fáciles. 

La reina recluida
A pesar de que parecía que la buena voluntad de ambos contrayentes traería a los reinos peninsulares un periodo de paz y tranquilidad, pronto las luchas se sucedieron dentro y fuera del matrimonio real.

El primer punto de conflicto fue una de las cláusulas del contrato matrimonial que relegaba a Alfonso, hijo de Raimundo de Borgoña, en el caso de que Urraca y su segundo esposo tuvieran otro hijo varón. Rápidamente la nobleza de posicionó a favor y en contra de dicha disposición. Fue en Galicia donde surgió el principal bastión en defensa del niño heredero y donde Alfonso de Aragón inició sus primeras acciones bélicas. 

Las ambiciones del Batallador, quien pronto se hizo suya la corona castellano-leonesa, tampoco ayudaron a mejorar la situación. Alfonso empezó a gobernar sin tener en cuenta a la reina su esposa y a tomar como suyos territorios de la corona de Castilla y León. Para ello recibió el apoyo de la medio hermana de Urraca Teresa de Portugal y su esposo Enrique. La situación se hizo tan tensa que el rey llegó a encerrar a su esposa en la fortaleza de Castellar en el año 1111.

Después de varias batallas y reconciliaciones, los opositores al matrimonio consiguieron usar el argumento de la consanguinidad para terminar definitivamente con el mismo. Esto sucedía en 1112, año en el que Urraca empezó a gobernar en solitario.

La Reina de pleno derecho
Desde 1113 hasta 1126, Urraca asumió su papel de reina con responsabilidad y eficiencia. A pesar de no haber sido educada para gobernar, los años de sus dos matrimonios fueron momentos que aprovechó para aprender con rapidez los entresijos del poder. 

A pesar de que Urraca asoció al trono a su hijo Alfonso, nunca renunció a su papel de reina ni abdicó como otras reinas madres harían en un futuro, entre ellas la gran Berenguela de Castilla. Y aunque legalmente tenía todo el derecho a reinar hasta la muerte como hubiera hecho un rey, el hecho de ser mujer hizo que se pusiera en entredicho su elección y la nobleza presionara constantemente para que abdicara en favor de su hijo.

Además de la novedad de reinar una mujer y en solitario, Urraca escandalizó a las gentes de su tiempo. No sólo reinó como un hombre, sino que tuvo amantes como cualquier otro rey y llegó a tener descendencia ilegítima, Fernando y Elvira, hijos de don Pedro de Lara, uno de sus amantes, aunque los datos sobre sus amoríos e hijos ilegítimos quedan en una nebulosa histórica ya que las crónicas obviaron a menudo los datos de esta historia no oficial de la reina.

Incluso su muerte encierra también un misterio pues hay quien afirma que murió a los 44 años a causa de unas complicaciones en un parto, algo que no parece muy probable para su edad en aquellos tiempos. Fuera por la razón que fuera, el 8 de marzo de 1126 Urraca I de Castilla moría siendo reina y habiendo ejercido en solitario y con gran valentía un papel que, por ser mujer, tuvo que defenderlo durante todo su reinado.

Urraca fue enterrada en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León.

 Si quieres leer sobre ella


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Reinas medievales españolas, Vicenta Márquez de la Plata y Luis Valero de Bernabé
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Urraca, Lourdes Ortiz
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Por Sandra Ferrer

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