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martes, 5 de julio de 2011

La reina sencilla, Carlota de Inglaterra (1744-1818)


En 1785 Fanny Burney, una de las damas de honor de la reina Carlota de Inglaterra escribió una bonitas palabras en su diario describiendo a su señora: Sus modales manifiestan una dignidad natural y, a la vez, la más encantadora sencillez, y posee esa auténtica nobleza. Educada, elegante y culta, Carlota de Mecklenburgo-Strelitz supo ganarse el corazón del rey Jorge III de Inglaterra y de todo su pueblo.

Infancia alemana
Sofía Carlota de Mecklenburgo-Strelitz nació el 19 de mayo de 1744 en Mirow, un pequeño ducado alemán. Fue la octava de diez hijos del príncipe Carlos Luis de Mecklemburgo-Strelitzy e Isabel Albertina de Sajonia-Hildburghausen.

La infancia de la pequeña duquesa transcurrió con normalidad en el palacio de Mirow. Allí recibió una exquisita educación y una formación religiosa protestante de la mano de su madre.

La esposa de un rey
El 25 de octubre de 1760 moría el rey inglés Jorge II. Heredaba la corona su nieto, el príncipe de Gales, quien subió al trono como Jorge III. Tenía 22 años, por lo que hasta el momento no se había planteado su matrimonio. Pero convertido en rey, sus asistentes y su madre, Augusta de Sajonia-Gotha, iniciaron una rápida pero exhaustiva búsqueda. La elección recayó en la joven Carlota, quien entonces tenía 17 años.

El joven rey había puesto sus miras en otras mujeres como Lady Sarah Lennox, hermana del duque de Richmond, pero pronto su madre y sus allegados desestimaron la propuesta de Jorge. A pesar de que la elección no fue tomada por el propio interesado, Jorge se enamoró sinceramente de Carlota, a la que le habría sido fiel a lo largo de su vida.

Carlota llegó a su nueva patria en 1761. Ese mismo año, el 8 de septiembre, se celebraba la boda en la Capilla Real del Palacio de Saint James de Londres. Dos semanas despúes, la abadía de Westminster era el escenario elegido para su coronación.

Una reina culta y maternal
La reina Carlota no defraudó a sus nuevos súbtidos. Inteligente y culta, la nueva consorte era una gran amante de las artes. Uno de los hijos de Johan Sebastian Bach, Johan Christian Bach, fue su profesor de música y Mozart, quien visitó la corte inglesa en 1764, le dedicó una de sus obras.

Además de dedicarse a obras de caridad como la fundación de orfanatos u hospitales para mujeres embarazadas, la reina supervisó la educación de sus 13 hijos (otros dos habían muerto de niños). Carlota se ocupó tanto de la educación de sus hijos como de sus hijas, pues daba mucha importancia a la educación de las mujeres, del mismo modo que ella había recibido una importante formación.

Famosos fueron los entrañables cuadros que muchos pintores como el artista alemán Johann Zoffany realizaron de la reina y sus hijos en las conocidas como conversation pieces.

Fiel a su marido
Hacia 1810 una extraña locura, acentuada por la prematura muerte de su hija, la princesa Amelia, confinó al rey Jorge III en los muros del castillo de Windsor donde permaneció hasta su muerte diez años después. Durante este tiempo, en el que su hijo Jorge IV reinó como regente, su esposa la reina Carlota estuvo a su lado todo el tiempo que se le permitió.

Solamente su muerte acaecida el 17 de noviembre de 1818 la separó definitivamente de su esposo y de sus amados hijos. Junto a uno de ellos, el príncipe regente, murió la reina a los 74 años de edad.

La reina Carlota fue enterrada en la Capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor.


Por Sandra Ferrer

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