RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

lunes, 28 de febrero de 2011

Rápida y prolífica pintora, Elisabetta Sirani (1638-1665)


La escuela boloñesa del siglo XVII dio al mundo del arte un gran número de mujeres pintoras de renombre. Una de ellas fue Elisabetta Sirani. A pesar de su corta carrera artística, en sólo diez años pintó más de 200 obras de arte que le valieron el reconocimiento internacional.

Producción temprana
Con tan sólo 12 años Elisabetta empezó a pintar siguiendo los pasos de su padre, Giovanni Andrea Sirani, principal ayudante de Guido Reni. El inicio de su carrera artística fue avalado por el conde Carlo Cesare Malvasia. Pocos años más tarde se convertía en pintora profesional.

Aunque poco se sabe acerca de su formación artística, es probable que fuera su propio padre quien la introdujera en el arte de la pintura. Lo que sí se puede afirmar, tanto de ella como de muchas otras pintoras del momento es su falta de conocimientos anatómicos por estar prohibido a las mujeres observar modelos desnudos para su estudio. Sea como fuere, los conocimientos del claroscuro suavizado típico del barroco de la escuela boloñesa los tenía muy interiorizados.

Cuando Giovanni quedó incapacitado para pintar a causa de la gota, Elisabetta se encargó de dirigir el taller familiar y de mantener a toda su familia con sus obras.

Pintora de excepcional rapidez
Elisabetta fue pronto reconocida por toda Europa. Obras religiosas, autorretratos y retratos de grandes personajes la encumbraron en el mundo del arte barroco. Sin embargo, la inusitada velocidad con la que ejecutaba sus cuadros puso en duda la autenticidad de muchos de ellos. Se creía que tenía ayudantes que colaboraban en la elaboración de sus obras. De hecho, Elisabetta tuvo que someterse a demostraciones en público para demostrar que era ella y nadie más la autora de sus pinturas.

Muerte prematura
Con tal solo 27 años, Elisabetta moría de modo inesperado. En un primer momento se apuntó al envenamiento por parte de una criada a la que su padre acusó pero quedó absuelta. La autopsia del cuerpo reveló profundas úlceras estomacales que podrían haber sido provocadas por el estrés y la presión a la que se sometía en su trabajo.

Fuera muerte natural o asesinato, lo cierto es que la prematura muerte de Elisabetta truncó una brillante y prometedora carrera como pintora. Gracias a su prolija producción, su corta trayectoria dejó un gran número de pinturas, dibujos y grabados.

domingo, 27 de febrero de 2011

Hermanas en la fe y el martirio, Santas Justa y Rufina (268,270-287)



En los primeros años de presencia cristiana en la Península Ibérica, dos hermanas de la provincia romana de Hispalis demostraron al decadente imperio que eran capaces de sufrir martirio por su propia fe.

Hermanas de sangre, hermanas en la fe
Justa y Rufina eran dos hermanas dedicadas al oficio de alfareras que vivían en Hispalis, la actual Sevilla. Formaban parte de los primeros grupos de cristianos que se habían asentado en suelo peninsular, sobretodo en las zonas urbanas.

Persecuciones de Maximiano
Un año antes de la muerte de las santas, el emperador Diocleciano había elevado al cesar Maximiano a la dignidad de emperador plenipotenciario con el título de augusto. En 293 Constancio y Galerio serían nombrados césares de los dos emperadores creando así el sistema conocido como la tetrarquía. Maximiano controlaba occidente, reservando oriente para Diocleciano. El emperador Maximiano fue uno de los que ordenó las más cruentas persecuciones contra los cristianos asentados en el imperio.

Un incidente en la procesión
Durante la celebració de las adonías, fiesta pagana en honor a Adonis y Venus, se organizaba una procesión por las calles de Hispalis. Los fieles al culto pagano pedían limosna para el mantenimiento del mismo, algo a lo que las hermanas se negaron. Ante la negativa de dar un donativo, los miembros de la procesión se encolerizaron. En el desconcierto del tumulto las piezas de barro de Justa y Rufina se rompieron, así como el ídolo al que se estaba venerando.

Encarcelamiento y martirio
El prefecto de Sevilla, Diogeniano, las encarceló y amenazó con el martirio si no abjuraban de sus creencias cristianas. A pesar de ser víctimas de torturas como el potro o los garfios de hierro, las hermanas mantuvieron su fe inquebrantable. Diogeniano decidió condenarlas a prisión perpetua. En el 287, al morir Justa y ver que su hermana no desfallecía, el prefecto decidió una violenta forma de terminar con su vida. La puso delante de un león en medio del anfiteatro. Diogeniano vio con desesperación como Rufina salía indemne de la presencía del fiero animal. Desesperado, ordenó su muerte degollándola y quemando su cuerpo.

Pocos años después de la muerte por martirio de las Santas Justa y Rufina, Constantino no sólo prohibía la persecución de cristianos en el imperio sino que protegió y apoyó su credo.

Su festividad se celebra el 17 de julio.


Por Sandra Ferrer

sábado, 26 de febrero de 2011

La reina fuerte, Melisenda de Jerusalén (1105-1161)


Melisenda recibió el reino de Jerusalén de su padre, el rey Balduino II. No sólo luchó por controlar ella el poder cuando gobernó al lado de su marido, sino que luchó contra su propio hijo por mantener en su sién la corona. Melisenda, mujer de carácter, controladora y poderosa, no dudó en usar la fuerza y el terror para conseguir sus objetivos.

Heredera de los Santos Lugares
Melisenda era la mayor de las cuatro hijas del rey Balduino II de Jerusalén y Morfia de Melitene. Estaba destinada a gobernar los Santos Lugares, tarea para la que su propio padre la instruyó y preparó. A pesar de ser una mujer capacitada para ser reina, necesitaba a un rey a su lado que protegiera su posición dominante. Así, Balduino envió a sus hombres a Francia en busca de un noble digno de ser rey. El elegido fue Fulco V de Anjou, un hombre de más de cuarenta años hijo del conde de Anjou y de Bertrada de Montfort, famosa por su adulterio con el rey de Francia Felipe I.

Encuentros y desencuentros con su marido
Cuando se casaron, Melisenda era una joven de veintitrés años, esbelta y guapa; Fulco era un hombre mayor, de baja estatura y con un carácter intestable. En 1130 nacía su primer hijo, el futuro Balduino III.

Nada más obtener la corona tras la muerte de Balduino II en 1131, Fulco se esmeró para reducir el poder de su mujer excluyéndola de las actividades de gobierno, a pesar de haber recibido el reino como gobernantes conjuntos.

Fulco no sólo relegó a su esposa, de la que, al fin y al cabo había recibido el poder, sino que la denigró a causa de unos celos infundados. La estrecha relación entre Melisenda y su primo Hugo le Puiset, conde de Jaffa, fue la excusa para que Fulco la acusara de adulterio. El rey no se conformó con eso sino que el conde sufrió un intento de asesinato.

Melisenda reaccionó creando una situación de amenazas y terror entre los seguidores de Fulco y contra su propio marido. Este miedo hizo que Fulco rectificara e hiciera concesiones a la reina en materia política como permitirle ser miembro del consejo. A partir de ese momento, Fulco vería como su poder se iba reduciendo en favor de su esposa y sus partidarios.

Un año después, sin embargo, en 1136, Fulco y Melisenda se reconciliaban y tenían a su segundo hijo, Amalarico. Cuando en 1143 moría Fulco en un accidente de caza, Melisenda lloró sinceramente la muerte de su marido.

Encuentros y desencuentros con su hijo
Durante dos años Melisenda reinó en solitario en Jerusalén como regente de su hijo. Pero en 1145 Balduino llegaba a la mayoría de edad y debía ser coronado rey. El joven rey sin corona aguantó su situación hasta 1152 cuando pidió al patriarca Fulco de Jerusalén que el coronase como único rey legítimo. La negativa de Fulco llevó a Balduino a hacerse coronar en secreto, algó que provocó la ira de su madre.

Antes de provocar una guerra civil entre las facciones de madre e hijo, se tomó una deción salomónica. Balduino III gobernaría en los territorios del norte y Melisenda controlaría Judea, Samaría y Jerusalén. La situación de tensa paz no aguantó demasiado porque Balduino invadió los reinos de su madre. Melisenda huía con su segundo hijo Amalarico. Sólo la mediación de la Iglesia evitó un desastre mayor. Balduino III aceptó que Melisenta gobernara Nablús de por vida a cambio de un juramento de paz perpetua.

La reina no se resignó a vivir recluida el resto de sus días. Aunque aceptó el statu quo, hasta el momento de su muerte en 1161, Melisenda mantuvo una importante influencia en la corte y el gobierno del reino de Jerusalén.

 Si quieres leer sobre ella 
Miradas medievales, más allá del hombre y de la mujer, María Luisa Bueno Domínguez
Género: Ensayo
En este maravilloso libro donde se hace una radiografía de la vida del hombre y de la mujer en la Edad Media, las explicaciones son ilustradas con las vidas de personajes destacados.




Por Sandra Ferrer

jueves, 24 de febrero de 2011

El espejo hereje, Margarita Porete (1250-1310)


El 1 junio de 1310, en la plaza de Grève de París, donde actualmente está el Ayuntamiento, era quemada en la hoguera una joven beguina acusada de haber escrito y difundido mensajes heréticos. Era Margarita Porete, una mística defensora del amor de Dios.

Alabanza al amor de Dios

Margarita Porete fue una joven beguina nacida a mediados del siglo XIII que dedicó su vida a escribir sobre el amor totalmente desinteresado hacia Dios. Margarita se unía a una de las corrientes místicas medievales que se basaba en un diálogo directo con Dios y en una exaltación de su amor sin condiciones. Esta corriente nos ha dejado grandes nombres como Hildegarda de Bingen o Hadewych de Amberes.

Todos sus pensamientos, sentimientos y experiencias místicas los plasmó en un libro titulado El Espejo de las Almas SimplesCon reflexiones profundas puestas en boca del Amor, el Alma o la Razón, Margarita ahondaba en la necesidad de dejarlo todo y no esperar nada en su camino de perfección. En sus propias palabras: El Alma, convertida en nada, sabe todo y no sabe nada.

Condenada por herejía

Las palabras de Margarita la llevarían primero a la excomunión y más tarde a la hoguera de la Inquisición. En su convencimiento de no estar cometiendo ningún acto contrario a la ortodoxia religiosa, Margarita desestimó las oportunidades que se le brindaron para retractarse de sus propias palabras, a las que fue fiel hasta su muerte.

En 1306, el obispo de Cambrai, Guido II, hacía quemar en la plaza pública de Valenciennes el Espejo, lo que suponía su prohibición bajo pena de excomunión. Más tarde fue la propia Margarita la que fue perseguida. Permaneció un año y medio en prisión. Durante este tiempo en que continuó creyendo en su inocencia, se negó a comparecer ante un tribunal eclesiástico.

A pesar de que hubieron algunos clérigos que defendiendo a Margarita, nada se pudo hacer para que en 1310 fuera entregada al brazo secular de la Inquisición quien la condenó a morir quemada viva, sentencia que se cumplía poco tiempo después.

Por qué Margarita fue condenada
Sorprende como en un tiempo en que la Iglesia tolerara a muchas mujeres místicas, defensoras de su relación directa con Dios, sin necesidad de intermediarios, Margarita fuera condenada a la más alta pena y sus palabras prohibidas y catalogadas de herejía. Incluso algunas de ellas también hicieron duras críticas a la Iglesia establecida pero no tuvieron el desdichado fin de Margarita.

Émilie Zum Brunn apunta como posibles causas de su enjuiciamiento, razones políticas y defectos de forma en el juicio a Margarita. El Inquisidor General del reino de Francia que había llevado el caso era el dominico Maestro Guillermo de París. Confesor del rey Felipe el Hermoso, Guillermo había presidido tres años antes, en 1307, el controvertido proceso contra los templarios. Según argumenta Zum Brunn, la culpabilidad de Margarita no sería más que una compensación ofrecida al papa y a la iglesia tras el espinoso asunto de los templarios.

Otra de las causas pudo haber sido la lectura sesgada y sacada de contexto de los fragmentos del Espejoque los sabios de la universidad de París usaron en el proceso.

Redescubrimiento del Espejo
Tras la condena y ejecución de Margarita, su libro no desapareció. Durante mucho tiempo aparecieron copias por distintos lugares de Europa sin apuntar su autoría. Tuvieron que pasar más de seis siglos para que en 1946 se identificara a Margarita como la autora de uno de los libros místicos más importantes de la Edad Media. 

 Si quieres leer sobre ella 

Mujeres trovadoras de Dios, Georgette Epiney-Burgard y Émilie Zum Brunn
Género: Antología
En este maravilloso libro se recopilan parte de los textos de Hildegarda y otras místicas medievales: Beatriz de Nazaret, Matilde de Magdeburgo, Hadewijch de Amberes y Margarita Porete.
Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf 
Género: Biografías






 Su obra 

El espejo de las almas simples, Margarita Porete

miércoles, 23 de febrero de 2011

La naturaleza muerta en su pincel, Fede Galizia (1578-1630)


Fede Galizia fue una de las pocas mujeres que, durante la época del barroco, destacaron por sus dotes artísticas con el pincel. Retratos, pinturas religiosas y profanas fueron los géneros que le dieron fama en su tiempo. La naturaleza muerta la encumbró en la historia del arte: el primer bodegón firmado por un artista italiano llevaba su nombre.

El detalle en su obra
Fede Galizia, nacida en Milán en 1578, aprendió el arte de la pintura de manos de su propio padre. Nunzio Galizia fue pintor de miniaturas, un género que permitió a Fede profundizar en el detallismo y la minuciosidad a la hora de reflejar en sus obras los objetos más simples.

Adulada precozmente
Con sólo doce años, el pintor Giovanni Paolo Lomazzo consideraba a Fede una artista. En poco tiempo empezó a recibir numerosos encargos, sobretodo de retratos. Ya en 1596 pintaba su primera obra conocida, un retrato de Paolo Morgia, un jesuita y mecenas de la artista. Obras profanas o temas religiosos para iglesias o conventos fueron otros géneros que cultivó y por los que fue reconocida en su tiempo.

La primera naturaleza muerta
Los bodegones de Fede Galizia recobraron su merecido lugar en la historia del arte en el siglo XX. Pero en vida no cobró fama por este género, a pesar de ser el primer artista en firmar una naturaleza muerta en la Italia barroca. Era el año 1602.

En este género supo exprimir al máximo todos los conocimientos que del género miniaturista había aprendido de su padre. Fede también recibió una fuerte influencia del gran artista barroco Caravaggio y de obras suyas como la Canasta de frutas.

Dedicación plena a la pintura
Fede nunca se casó. Pasó toda su vida, desde muy joven, dedicada a su gran pasión, la pintura. Actualmente se encuentran catalogadas 63 obras suyas, de las cuales 43 son bodegones.

martes, 22 de febrero de 2011

Creadora de terror, Mary Shelley (1797-1851)


La muerte estuvo muy presente en la vida de Mary Wollstonecraft Godwin, conocida universalmente como Mary Shelley, la creadora de Frankenstein. Su madre, tres de sus hijos y su marido desaparecieron de su vida prematuramente.

En el seno de una familia de filósofos
Mary Shelley nació en Somers Town, Londres, el 30 de agosto de 1797, en el seno de una familia de libre pensadores. Su madre, Mary Wollstonecraft era una escritora y filosofa defensora del feminismo; su padre, William Godwin, también era filósofo, escritor y periodista. Pocos días después de nacer, Mary perdió a su madre, a la que veneraría a lo largo de su vida. Su padre se haría cargo a partir de ese momento de su educación y de la de Fanny Imlay, hermanastra de Mary por parte de madre.

A pesar de sus problemas económicos, William dio a su hija Mary una buena educación, exepcional incluso para su época. Durante un tiempo su formación estuvo a cargo de una institutriz para posteriormente pasar una breve temporada en un internado.

Un matrimonio escandaloso
Convertida en una joven de 17 años, Mary se fijó en un seguidor político de su padre, Percy Bysshe Shelley. Shelley, de origen aristocrático, era un escritor de tendencias radicales que había renegado de su clase. No sólo eso; cuando Mary inició su relación con Percy, éste ya estaba casado. A pesar de esto, Mary siguió adelante con su romance instalándose temporalmente en Francia. De vuelta a Inglaterra, el rechazo social fue absoluto y las desgracias se sucedieron. Mary, que estaba embarazada, perdió prematuramente a su hijo; las deudas les ahogaban; recibieron un fuerte rechazo por parte de su padre, y tuvieron que sufrir la responsabilidad del suicidio de Harriet, la verdadera esposa de Percy. A pesar de todo ello, en 1816, contraían matrimonio.

Tristeza maternal
Tras su primer embarazo frustrado, Mary hubo de sufrir la pérdida de dos hijos más. Solamente uno, Percy Florence, permitiría a Mary ejercer como madre. Aun no se había recobrado de estas duras pérdidas cuando, poco tiempo después, en 1822, Percy se ahogaba en una violenta tormenta en la Bahía de La Spezia.

Nacimiento de Frankenstein
A pesar de ser una escritora prolija, esta es sin duda, la novela gótica que la encumbró eternamente. En la introducción a la edición de 1831, Mary explicó cómo la idea de Frankenstein le sobrevino viviendo en Escocia donde su padre le había envíado a vivir con la familia de otro radical, William Baxter. Los paisajes del entorno fueron los que hicieron a Mary imaginar su obra.

Pero fue unos años más tarde, en una villa cercana al Lago de Ginebra, donde Mary dio forma definitiva a Frankenstein. En 1816 Mary, Percy, su hijo y Claire Clairmont, hija de la segunda mujer de su padre, viajaron hasta Ginebra invitados por el poeta Lord Byron, quien vivió un romance con la hermanastra de Mary.

El grupo de filósofos pasaba el tiempo paseando por los alrededores de la villa y navegando por el lago. En sus veladas leían historias de terror. Un día Byron propuso que cada cual escribiera la suya propia. Mary escribió la suya a raiz de un sueño que había tenido. Nacía uno de los mitos del terror más conocidos de todos los tiempos.

La primera publicación de la obra fue anónima pero la firma de Percy en el prólogo de la misma hizo creer a todo el mundo que Frankenstein la había escrito él y no su mujer.

Una vida viajando
Inglaterra, Francia o Italia fueron el hogar itinerante de la pareja. Pero tras quedar viuda, regresó definitivamente a Inglaterra donde se dedicó a su carrera como escritora y a su único hijo.

Los últimos años de su vida fueron un camino de sufrimiento causado por un tumor cerebral que terminaría con su vida el 1 de febrero de 1851. Tenía tan sólo 53 años.

sábado, 19 de febrero de 2011

La leyenda de una mártir, Santa Catalina de Alejandría (290-siglo IV)


El personaje histórico de Catalina de Alejandría ha sido envuelto, por su santidad, en un halo legendario que arroja muchas dudas acerca de la veracidad de su historia. La historia de una virgen noble de Alejandría que, gracias a su cultura y erudición fue capaz de enfrentarse a grandes filósofos y al mismísimo emperador.


La piadosa erudita frente al emperador
Según la tradición, Catalina era una joven perteneciente a la nobleza de Alejandría. Cuna de grandes filósofos y eruditos, esta gran ciudad portuaria de Egipto vio crecer a Catalina. Su gran inteligencia fue cultivada gracias a su familia que le facilitó el acceso a los estudios principales de ciencias y letras.

Convertida al cristianismo por una visión de Cristo en la que le prometió la consagración de su vida a Dios, aprovechó la visita del Emperador Maximiano a sus dominios meridionales para conseguir de él su conversión. La osadía de la joven cristiana le costaría el martirio. Incapaz de rebatir a Catalina en sus sabios argumentos, el emperador puso frente a ella un gran número de filósofos y sabios que intentaron convencerla del error de sus palabras. Lejos de conseguirlo, muchos de ellos fueron incluso convencidos por Catalina y convertidos de inmediato a la fe cristiana.

El martirio de la rueda
Incapaz de vencer a la joven y viendo amenazado su prestigio y poder, el gran emperador no podía quedarse de brazos cruzados. Y como no pudo vencer con la palabra, lo quiso intentar con la fuerza. Maximiano se dispuso a iniciar el martirio de Catalina usando una rueda con pinchos que, sin embargo, al entrar en contacto con la joven cristiana, se rompió. Desesperado, Maximiano acabó con Catalina ordenando su ejecución. La joven mártir era decapitada.

Viaje santo al Monte Sinaí
A los pies del Monte Sinaí se encuentra la tumba de Santa Catalina. Parece ser que unos monjes que vivían en el monasterio del monte sagrado, hallaron el cuerpo de la mártir en una gruta cercana. Creyendo que unos ángeles habían traído a la santa hasta ellos, la enterraron en su cenobio.

Devoción a Santa Catalina
Fue a partir de las Cruzadas que la historia de Santa Catalina de Alejandría se extendió por Europa y se iniciaron las peregrinaciones a su tumba. Desde entonces poetas narraron su martirio y miles de fieles se unieron a su devoción.

Cerca de la leyenda o la realidad
A pesar de que no existen evidencias históricas de los hechos acaecidos a Santa Catalina de Alejandría, su relato supone una bonita historia que ensalza las virtudes de una mujer sabia que se enfrentó a los poderes terrenales en defensa de su propia fe.

Santa Catalina de Alejandría está inscrita en el martirologio romano, celebrando su fiesta el 25 de noviembre.


por Sandra Ferrer

viernes, 18 de febrero de 2011

La reina honesta, Aisha (Siglo XV)


Boabdil, hijo de Aisha, rinde el
Reino de Granada a los Reyes Católicos
La última reina de la Granada mora se llamaba Aïsha bin Muhammad ibn al-Ahmar. Sus súbditos le dieron el sobrenombre de “La Horra” (“Honesta” o “Honrada”) y sus enemigos cristianos la conocían como Aixa. Muchos nombres para una mujer de gran valor que capitaneó la resistencia mora contra la amenaza cristiana; una madre de gran coraje que se opuso a su propio marido para defender los derechos de su hijo.

La reina y la esclava
Hija de reyes, Aixa estaba casada con el rey nazarí Abu l-Hasan Alí, conocido por las crónicas cristianas como Muley Hacem. Reinó junto a su marido durante veinte años y le dio dos hijos y una hija. No era extraño que los monarcas de ambas religiones tuvieran relaciones extramatrimoniales. El problema venía cuando los hijos de las distintas madres eran una amenaza mutua en el reparto de títulos y herencias.

Muley Hacem se enamoró de Isabel de Solís, una esclava cristiana que islamizó con el nombre de Soraya y tuvo con ella dos hijos varones. Soraya no sólo desbancó a Aixa del corazón del rey sino que consiguió relegarda de su posición de sultana y amenazar el futuro de sus hijos.

Guerra civil en Granada
El último reino moro en la península, el reino nazarí de Granada se vio envuelto en una sangrienta guerra civil antes de caer en poder de los todopoderosos Reyes Católicos. Aixa se alió con los Abencerrajes, eternos enemigos del rey Muley Hacem para participar en una conspiración que le destronara. El golpe de estado tuvo éxito y Aixa consiguió poner en el trono a su hijo Boabdil. Pero las rencillas internas continuaron y debilitaron aún más la peligrosa situación en que se encontraba en reino de Granada.

Último paso en la Reconquista
A pesar de los esfuerzos de su madre porque Boabdil fuera un rey digno de llevar ese título, lo cierto es que pasó a la historia como el último rey de Granada, que no fue capaz de frenar los avances cristianos.

Durante mucho tiempo, los habitantes de ambos lados de la frontera convivían con más o menos respeto. Sin embargo, las querellas internas en el reino nazarí fueron debilitando sus posiciones defensivas, algo que los Reyes Católicos supieron aprovechar con audacia.

El primer golpe llegó en 1483, en la Batalla de Lucena, donde Boabdil fracasó y cayó prisionero de los cristianos. El Rey Fernando, conocedor de las intrigas palaciegas y problemas internos del tambaleante reino nazarí, lejos de mantenerle preso, pactó con Boabdil una libertad con condiciones: servir a la causa cristiana y el pago de un tributo.

Desde la triste derrota de Lucena hasta la caída definitiva de Granada, el rey Boabdil vivió episodios lamentables como la traición de su propio tío El Zagal, la muerte de su padre y la dura decisión de romper los acuerdos hechos con los Reyes Católicos.

Mientras Boabdil volvía a caer prisionero de los ejércitos cristianos, Aisha continuó con la fuerte resistencia mora. Hasta que ya nada se pudo hacer. El 2 de enero de 1492 caía Granada, siete siglos después de una larga Reconquista, en manos de los Reyes Católicos.

El desasosiego de una madre
Aisha y su hijo Boabdil dejaron su amada Alhambra para huir al exilio, primero en las Alpujarras, finalmente a Fez. Un romance popular ponía en boca de la madre Aisha estas famosas palabras: Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre. Aunque no hay ninguna evidencia histórica de que dicha frase la pronunciara a su hijo Boabdil mientras éste miraba con tristeza el perfil de su querida Granada, simboliza sin duda, la derrota que Aisha sufrió como madre. Tras enfrentarse a su propio marido hasta el punto de provocar su caída en favor de un hijo amado, Boabdil no estuvo a la altura de la grandeza de su propia madre.


Por Sandra Ferrer

jueves, 17 de febrero de 2011

El último amor del emperador, Bárbara Blomberg (1527-1597)


Bárbara Blomberg era una joven perteneciente a la burguesía alemana cuya vida tranquila iba a dar un giro cuando tenía 19 años. No sólo conoció a Carlos V, el hombre más poderoso de la Europa del Renacimiento, sino que se convirtió en su última pasión.

Una burguesa encandila al emperador
Hija de un burgués alemán, Bárbara Blomberg vivía en la tranquila ciudad bávara de Ratisbona. Su vida transcurría como la de todas las damas de su clase: asistía a clases de canto y se cultivaba en distintas artes. Su futuro iba a ser a buen seguro hacer un buen casamiento con un comerciante o mercader que ayudaría en los negocios de su padre. Pero la visita de Carlos V a Ratisbona para celebrar la Dieta con los principes alemanes cambiaría radicalmente su destino.

Ella tenía entonces 19 años. El emperador contaba 46 años de edad y llevaba viudo siete años. La pérdida de su amada esposa, la Emperatriz Isabel, había sumido al poderoso emperador en una tristeza que sólo una joven risueña como Bárbara consiguió paliar. A su pérdida personal se unía una difícil situación en el corazón del Imperio donde la Reforma se estaba haciendo fuerte y la Liga de Smalkalden amenazaba con hacerse con el poder. Bárbara supuso un soplo de aire fresco para el viejo y enfermo emperador.

Madre del héroe de Lepanto
Un año después de su primer encuentro, Bárbara daba a luz a un hijo bastardo. No era el primero que tenía el emperador fuera de su matrimonio, pero sí que fue, quizás, el más destacado. Este hijo que con sólo 15 meses fue arrebatado a su madre sería el gran héroe de la batalla de Lepanto, Don Juan de Austria.

Un marido para la amante
Tres años más tarde, sola, alejada de su hijo, Bárbara se casaba con Jerónimo Píramo Kegel, quien había sido nombrado tutor del pequeño bastardo, conocido entonces como Jeromín. Carlos V devolvió el favor de encubrir sus amoríos con Bárbara nombrando a Jerónimo comisario de la corte de María de Hungría en Bruselas, donde fijaron su residencia.

Carlos V se alejaba así de su última amante y se preparaba para el fin de su reinado. En 1555 anunciaba su abdicación y emprendía su último viaje hacia España donde esperaría la muerte entre los muros del Monasterio de Yuste, tres años después.

Huyendo de la clausura
En 1569, Bárbaba quedaba viuda y al cargo de su hijo Conrado. A partir de ese momento empezó a vivir una vida relajada y excesivamente libertina. Vigilada de cerca por el Duque de Alba, éste aconsejó a su hijo, entonces gobernador de los Paises Bajos, que era necesario alejar a su madre de Bruselas. Era perjudicial para su buena reputación.

A Don Juan no le tembló el pulso para embarcar a su madre con toda suerte de engaños en dirección a España, donde sería conocida con el apelativo de “Madama”. El 3 de mayo de 1577 desembarcaba en Laredo. Pero su destino estaba fijado cerca de Valladolid, en el convento castellano de Santa María la Real. Bárbara tuvo que soportar la clausura hasta que la muerte de su propio hijo un año después, significó su liberación.

Acompañada de Conrado y otros miembros de su familia se instaló en casa de Juan de Escobeda, quien fuera secretario personal de su hijo. Pero sus últimos años los pasó en Ambrosero, donde descansó de una vida a la cual seguramente no estaba destinada.

Bárbaba moría el 18 de diciembre de 1597. Sus restos mortales fueron enterrados en el Monasterio de Montehano.

 Si quieres leer sobre ella 

La pasión última de Carlos V, María Teresa Álvarez



Por amor al emperador, Almudena de Arteaga








Por -Sandra Ferrer